Tengo
la impresión de que opinar sobre igualdad y género no es fácil para los
hombres. Para explicar la actual situación de crisis del PSOE se han mencionado
mil cosas pero siempre evitando mentar eso: la igualdad y el género. Como si la
legislación sobre violencia de género, la propia ley de divorcio y la negación
de la custodia compartida no hubieran supuesto nada en los últimos años. Como
si los gobiernos paritarios de Zapatero y personas como Bibiana Aído, no hubieran constituido importantes elementos de descrédito no solo de
la política socialista también de las exigencias mínimas para acceder a un
cargo ministerial. Como si no fuesen
visibles los cambios en la imagen del partido derivados de la política de
cuotas y las listas paritarias y si la democracia representativa no se hubiese
resentido con ese estilo de poner y quitar nombres como si lo de menos fuese
quien ocupase los puestos.
Lo que
yo mismo acabo de escribir más arriba, a muchos que no dudarían en utilizar
calificativos fuertes para juzgar los
comportamientos políticos si se tratase de varones, seguro que les suena a
verdadera herejía. Es decir, se trata básicamente de algo interiorizado, de
algo gravado muy intensamente sobre como
juzgamos los varones las cosas de hombres y mujeres. Quizá otra anécdota sirva para
ilustrar esto que digo. En otra bitácora en la que se discutía sobre la
presencia de los políticos en los consejos de administración de las empresas
valorándose en general como negativa desde el punto de vista del interés
general, cesó repentinamente el debate
cuando menté que quizá la propuesta de la U.E. de obligar al 40% de mujeres a
esos mismos consejos favoreciese justamente eso: el desembarco de muchas de
ellas desde la política.
Los
ejemplos se podrían multiplicar y aunque el tema es poliédrico y no se deja
captar con facilidad dejo aquí estos apuntes porque me parece que se trata de
una línea de investigación imprescindible para juzgar lo que pasa y lo que hayamos de entender como sociedad de
iguales y sobre cómo avanzar hacia ella. Por cierto, ¿observáis la desproporción
existente entre los varones y las mujeres que se pronuncian sobre este tema en
particular, pero sobre otros muchos que están puestos sobre la mesa y que
reclaman respuestas urgentes? ¿Se puede
decir esto último o sería más caballeroso callarlo?