06 septiembre, 2014

El neofeminismo y la justicia


Obsérvese a qué nos está conduciendo la actual deriva neofeminista en un terreno como el de las agresiones sexuales. No se trata ya de posiciones tan infumables como las de quienes consideran que, aun cuando todos los datos apunten a la inexistencia de una violación, la presentación de denuncia por una mujer establezca por sí misma la realidad de los hechos, como hemos tenido ocasión de comprobar en tantos pronunciamientos sobre lo sucedido en Málaga. O quizá sí, como trataré de argumentar en lo que sigue. Se trata no solo de convertir el viejo principio de “in dubio pro reo” en “in dubio pro mulier” sino de aplicarlo también cuando esa duda no exista.

En el caso de este artículo, que quiere ser respuesta a este otro, se pretende la apariencia de una opinión sosegada y basada en el respeto a los derechos y garantías de cualquier acusado como el propio autor dice en un párrafo como éste: “Aclaro mi postura desde el principio: no pido que condenen sin juicio a los acusados y ni tan siquiera doy por hecho que son culpables.” Sin embargo el título del artículo es: “El discurso jurídico contra la libertad de las mujeres”, y la conclusión sobre la decisión de la juez no puede ser más rotunda: “El mensaje que manda la justicia está claro: mujer, si sufres una agresión sexual te va a costar mucho probarlo así que igual no vale la pena denunciar. Hombre, si violas utilizando el modus operandi adecuado, es probable que no te pase nada malo.”

Y eso después de reconocer que: “la jurisprudencia sobre agresiones sexuales admite la posibilidad de considerar probado el delito basándose solo en el testimonio de la víctima…” y que en apoyo de su tesis lo único que aporta es una suposición sobre el porqué de que la chica y su abogado no recurrieron el archivo de la causa y que es ésta:quizá la chica tuvo miedo de la presión social que sufriría si seguía con el asunto o el abogado decidió que ya no había nada que hacer.” Claro que, si el abogado entendió que no había nada que hacer, no se adivina a qué conclusión pretende llegar el articulista y qué otra opción tendría la juez, para respetar lo que según él constituye “la libertad de las mujeres”, que no fuese condenar a los acusados contra las pruebas y evidencias.

Todo lo demás que utiliza como relleno en el artículo está desmentido por la realidad ya que buena parte de la opinión pública, las organizaciones feministas y la propia Junta de Andalucía decidieron posicionarse contra la resolución. Chocante resulta por lo demás que aún cuando la versión de la chica no concordaba para nada con los hechos probados, se permita el autor afirmar que las denuncias falsas en este tipo de asuntos son muy escasas y ¡cite en su apoyo las que oficialmente se admiten en los casos de violencia de género! Como también merece ser destacado ese párrafo en el que concluye: “… o un grave delito que ahora seguro que quedará impune”.

Francamente resulta indignante y aterrador que quien diciendo respetar la presunción de inocencia no solo ignore ésta antes del juicio, sino que lo haga una vez dictada la sentencia y sin más argumento que la presunción de credibilidad de la presunta víctima. Aunque, no se trata de algo nuevo ya que el feminismos institucional toma como datos válidos no las sentencias, ni los hechos probados, sino las denuncias. Por eso hace falta verlo para no creerlo. No quiero ni imaginarme lo que será para este señor un juicio sin garantías, o una condena sin juicio, si cualquier otra cosa no puede recibir más nombre que el de atentado a la libertad de la mujer o que el mensaje que a la sociedad se está enviando es que las violaciones en nuestro país tienen todas las posibilidades de quedar impunes.

Y todavía más preocupante es que quien así piensa, quien así concibe el Estado de derecho y las garantías jurídicas para los acusados si acaso son varones, pues es clara la diferencia entre aquellas de las que gozaría él y de las que gozaría ella, se permita además atribuir la decisión de la juez a “una concepción estereotipada y alejada de la realidad”. Si el juez fuese hombre sería por machismo, si es mujer por concepción estereotipada, la cuestión es que las cosas han de hacerse por fuerza como esta corriente ideológica con claros tintes totalitarios dice, y no resulta nada tranquilizador observar cómo, cada día que pasa, conquista más y más altas posiciones de poder en nuestra sociedad y en particular en todo lo relacionado con los Tribunales y  la Justicia.

P.S. La presunta violada, objeto de la entrada y los artículos que en ella se citan, finalmente ha reconocido que mintió en su denuncia. Supongo, sin embargo, que será difícil que tantos y tantas que se han pronunciado contra la juez y el archivo de la causa, ofrezcan sus disculpas.