30 abril, 2007

¿Adiós al monopolio de la verdad?

Desde hace bien poco tiempo y gracias a Athini y Wonka todo el mundo tiene la ocasión de comprobar que lo que el feminismo institucional pretendía establecer como verdad incontestable, en relación con la violencia doméstica, el acoso laboral o la famosa doble jornada de la mujeres, se están demostrando datos interesados obtenidos gracias al casi exclusivo monopolio que sobre ese tipo de encuestas y estadísticas mantiene. Otras autoras y autores ya habían puesto en cuestión la honestidad intelectual con que tales estadísticas se estaban confeccionando, y habían puesto seriamente en cuestión los datos conocidos, pero hacía falta esta confirmación para que quedase claro que la crítica no se hacía por hacer, o porque el neomachismo galopase de nuevo.

Nos hemos enterado de que los hombres también sufren violencia doméstica, (www.wonkapistas.blogspot.com entradas de 6 y 8 de febrero de 2007), que las estadísticas europeas sobre acoso en el trabajo desdicen las de nuestro Gobierno, (misma bitácora, entrada del 23 de febrero); o que, ahora se demuestra con estadísticas de 25 países que, a pesar de la pregonada doble jornada de las mujeres, los hombres trabajamos el mismo tiempo que ellas, con la diferencia de que nosotros trabajamos más fuera de casa y, a la inversa, ellas lo hacen más en el cuidado de la familia y el hogar (ídem, entrada del 18 de abril de 2007).

Claro que si me preguntáis que incidencia va a tener esto en el cuerpo social tengo para mí que nula. Primero porque difícilmente estos resultados llegarán a una parte significativa a la población, pero segundo porque para combatir el prejuicio alimentado por el feminismo institucional en relación con estos temas me parece que van a hacer falta muchas encuestas de ese tipo, dado el complejo entramado de intereses ideológicos y políticos que hay en relación con estos temas. De hecho los 200 años de experiencia feminista a nivel mundial no han pasado en balde.

En relación con la violencia doméstica ya diversos autores y autoras habían clamado al cielo por el cuestionario, la metodología utilizada y el hecho incalificable de no incluir al hombre como posible sujeto pasivo de la misma (Elisabeth Badinter en “Por mal camino” o Marcela Iacub y Hervé le Bras en un artículo publicado en Les Temps Modernes nº 623 de abril del 2003, con el título de Homo mulieri lupus? Para el caso francés realizado con el mismo patrón que el que luego aplicaría el Instituto de la mujer en nuestro país.)

Lo mismo se puede decir del hecho de excluir al hombre de las encuestas de acoso sexual en el trabajo como hace el estudio recientemente llevado a cabo por el Instituto de la Mujer, (http://webs.uvigo.es/pmayobre/textos/varios/1informe_acoso_sexual.pdf)

y realizar campañas financiadas con fondos públicos en las que a pesar de que las denuncias por este hecho, no alcanzan el 1%, las portavoces del Instituto de la mujer hablan de un 15 % de mujeres acosadas y lamentan que no haya más denuncias.

Y aquí es necesario un inciso. En estas encuestas, por ejemplo la de acoso sexual, que se confeccionan con las declaraciones de mujeres y que por tanto recogen una apreciación subjetiva, y donde el acoso se define de forma tan laxa que una mirada lo es, (en la entrada de 5/5/2006 analizo esta cuestión con más detalle) cómo calificar que se promueva la denuncia, efecto: ¿sugestión?, ¿llamada?. Por cierto no he oído ningún comentario por parte de las autoras del estudio español al estudio de la U.E. Fourth European Working Conditions Survey, dónde no sólo se rebaja la cifra de acoso laboral sino que además se señala que los hombres lo padecen tanto como las mujeres.

En fin en menos de 2 meses una serie de estudios dejan bien a las claras que lo que muchos y muchas veníamos denunciando desde hace años ahora se ve corroborado por la estadística, pero mucho me temo que, al igual que antes, esto pueda significar cualquier cambio de rumbo en la ideología de género, tampoco en la acción del Gobierno en relación con estos temas.

Que no pretendan convencernos de que por ahí debe ir la historia. Es demasiada la chapuza, es demasiado evidente la falta de equidad y justicia de muchas de las propuestas, demasiados los principios modificados para ser sustituidos por no se sabe muy bien qué, demasiado evidente la influencia del lobby feminista (leed la entrada de Joaquín Leguina, http://www.joaquinleguina.es/de-la-igualdad-y-sus-complicaciones y demasiada mezcla de intereses como para pensar en un proceso ejemplar, en un proceso que sentará precedentes para la legislación de otros países.

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