14 noviembre, 2007

¿Educación de género?

A veces se hace difícil creer lo que se ve. Estoy pensando en, por ejemplo, la estampa de Juan José Millás y Boris Izaguirre liados a guantazos con Trancas en el programa de Pablo Motos en la Cuatro, al tiempo que Boris decía: la tiene dominada, la tiene dominada… (se refería a Barrancas)

Otras veces resulta difícil conciliar el mensaje de que un objetivo preferencial del Ministerio de Educación y las respectivas Consejerías de las Comunidades autónomas, sea el de educar en las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), con la constatación de que la LOE recién aprobada haya excluido de las plantillas de los centros a los titulados de Informática; no contemple, en relación con la informática, más que una asignatura optativa en cuarto de la ESO, - que podrá ser impartida por cualquier profesor “afín”-, o no aborde en serio la formación de un profesorado, que no ha sido educado en las mismas y, en la mayor parte de los casos, se mueve con mucha más dificultad en ese medio que los propios alumnos, incluso los de muy corta edad.

Por eso, para alguien como yo, que opino de la educación como simple enseñante, resulta reconfortante encontrarse con las palabras de alguien como Juana María Sancho Gil, profesora de la Universidad de Barcelona, especialista en educación quien, a una pregunta sobre las ventajas que ofrece un currículo que integre las nuevas tecnologías, responde:

“En primer lugar, la participación del alumnado en las tareas escolares es mucho más real y eso aumenta su interés por aprender. Cuando, en lugar de estudiar un tema en un libro de texto, se formula como algo que hay que investigar, los situamos en la obligación de buscar informaciones diversas, compararlas, debatirlas y extraer sus propias conclusiones. Contribuimos a que adquieran habilidades para aprender a lo largo de toda su vida. Pero es que, a parte, prescindir hoy en día de los ordenadores en los procesos de aprendizaje sería tan absurdo como impedir que se utilizasen los libros. Bien, a decir verdad, tampoco los libros entraron en la escuela.”

Esta es sólo una de las respuestas de una extensa entrevista publicada en la revista Eduga de la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia, en las que de forma lucida cuestiona todo lo que se está haciendo desde los poderes públicos en relación con estas cuestiones. En cualquier caso sería interesante desentrañar que es lo que explica un comportamiento tan anómalo de nuestras autoridades educativas que, cuando no se niegan a reconocer lo que comienza a ser una evidencia para todos los ciudadanos, cual es el fracaso escolar, incluso sin entrar en el detalle de la enorme desigualdad entre chicos y chicas, actúan haciendo lo contrario de lo que pregonan.

A mi modo de ver: la educación, la inadecuación de la enseñanza al mundo en que vivimos, la insensibilidad ante el fracaso escolar masculino, la indiferencia ante la descompensación de las plantillas a favor de las mujeres, la exclusión de la informática y las nuevas tecnologías en la educación, la conversión del currículo de la ESO en algo que a lo que más se parece es a una Escuela de Idiomas bis, nos sitúa ante la verdadera dimensión de lo que es una concepción de género de la educación que, como en muchos otros campos de la vida social ha venido, aunque nadie sepa decir muy bien, cómo ha sido.

3 comentarios:

  1. Anónimo12:22 a. m.

    Un offtopic. Estaba viendo terapia de pareja y no me he podido resistir a comentarlo aquí. Es un nuevo programa de la sexta al estilo de supernanny o sos adolescentes, solo que esta vez se trata de intentar salvar una pareja en las últimas.

    Consiste en instalar cámaras en la casa de la pareja, y grabar la convivencia diaria, que luego es analizada por una pareja de expertos.

    Un ejemplo:

    después de que la mujer declare con una media sonrisa:

    "a qué mujer no le gusta sacar de quicio a los hombres"

    los psicologos proceden a explicar cómo el marido es autoritario, agresivo, blablabla. ignorando completamente la responsabilidad de la mujer.

    Triste, por la pareja que se rompe, y porque demuestra una falta de empatía alarmante por parte de dos supuestos expertos. Si piensan solucionar todos los problemas de pareja culpando exclusivamente al marido, no les auguro mucho exito, aunque quizás sí tengan bastante audiencia.

    No se si lo habéis visto y qué opináis vosotros, a lo mejor son sólo impresiones mías, pero sospecho que las declaraciones de la mujer, que son en la práctica una confesión de maltrato psicológico, no se hubiesen tratado tan a la ligera si las hubiese hecho el marido.

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  2. Anónimo8:47 a. m.

    *(Fran) Estoy bastante de acuerdo en lo que dice anónimo. Conozco un poco el programa, la otra noche pude verlo por primera vez y la verdad es que violencia que se observa en esa pareja, violencia de momento psicológicamente, es una violencia que desde mi punto de vista se alimenta en ambas direcciones. Lo que ocurre es que el hombre no consigue dominarse y es muy fácil sacarle de sus casillas (yo no lo justifico, me parece bastante intransigente, bastante cabeza cuadrada e incapaz a primera vista, de adaptarse a nuevas situaciones de pareja), en tanto que ella tiene muchísimo más autocontrol y esto es lo que juega a favor de la mujer.

    Qué duda cabe que con toda la información que existe hoy dirigida hacia las mujeres en exclusiva acerca de en lo que consiste el maltrato doméstico y de "género", la mujer de esa pareja debe saber muy bien a estas alturas lo que se trae entre manos y con lo que está jugando y sin embargo ahí está ella, "lidiando su toro particular.

    No puedo dejar de pensar que a ella "le va la marcha" y que si la pareja masculina de esta mujer no tuviese un carácter similar al que despliega el chico en cuestión, muy probablemente, se buscaría a otro que la pusiera más. A juzgar por palabras pronunciadas por la chica, lo que más le gusta y le atrae de él, es su carácter fuerte y decidido y la energía que irradia para hacer cosas. Desde luego que es muy comprensible que a ella le puedan gustar esa serie de características en su pareja masculina, pero también habría de tener en cuenta que esas características son para lo bueno y para lo malo, No se puede pretender modelar a una persona al antojo de nadie, cual pelele. Si le gusta la marcha pues que "acoquine" con todo lo que ello representa.

    En lo que al chico se refiere, he de decir que desde mi punto de vista está muy confundido sobre el sentido que ha de dar a su relación de pareja, no sabe como llevarla y desde luego que no domina sus sentimientos. Y esto es un problema para él, que lo sufre y lo lleva y al que nadie parece dar importancia como bien dice anónimo. Pienso que ella es más racional que él y que si hay alguien que necesita ayuda psicológica en esa pareja es más bien él que no ella, aunque a ella habría también que enseñarla a elegir pareja, una que sea más afin de lo que ella cree, a su carácter.

    Insisto, él pierde los nervios con demasiada facilidad y no debería ser así. Ella lo tiene muy fácil para mostrarlo como culpable de una relación que zozobra, para erigirse nuevamente en "víctima" sin ninguna responsabilidad en el ambiente que se está creando... es tan fácil manipular!!

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  3. No he visto la serie de la que habláis pero sí vi con mi hijo esta semana Kyle Xy una serie juvenil de la Cuatro que en la que, todo muy moderno, los personajes femeninos y masculinos están repartidos al gusto que ahora gusta. Existen personas sensibles, casi todas del lado femenino, pero también un psicópata y comportamientos homófobos (no os desvelaré el sexo para ver cual se os ocurre), pero lo que realmente no parece cambiar mucho en relación con lo conocido de siempre es el estereotipo de caballero. Hay dos hermanos en la serie: ella, la mayor, sufre una agresión por parte de un desconocido, él, el más pequeño, en el más viejo estilo caballeresco hace una declaración, al estilo de aquellas relativas al honor, en la que promete defender a su hermana para lo que no dudará en buscar al agresor y darle su merecido. Para alguien como yo que pasa del medio siglo al llegar este momento pensé, para este viaje no parecían necesarias tantas alforjas.

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