Ojeo los periódicos y observo que los hombres somos capaces de casi todo. Somos capaces de opinar, comentar, proponer, analizar, hacer humor. Sobre economía, derecho, política, sociedad, cine y televisión y no qué cuantas cosas más, pues hay secciones a las que nunca doy llegado.
En los periódicos de difusión general, sean en papel o digitales, creo que somos amplia mayoría. Pero hay algo a lo que nunca llegamos, y sí llegan las mujeres, aún siendo menor su número en este tipo de medios, y es a hablar de la igualdad entre hombres y mujeres, a comentar alguna de las leyes aprobadas por las Cortes en la pasada legislatura y que, así a primera vista, contienen materia no sólo para algún comentario también para más de una tesis. Pero no, los hombres por ahí no pasamos, y no sé si es por timidez, incompetencia en la materia o porque está establecido en algún sitio, quizá un arcano de nuestra memoria, los hombres no opinamos.
Hoy he vuelto a leer sobre el tema de la pluma de una mujer, pero parece que, de la mano de un hombre eso no es posible (con la excepción de Xosé Luís Barreiro) y la verdad me intriga a saber a qué pueda ser debido. Pasa también en las tertulias radiofónicas o de la televisión, que se puede hablar de todo excepto del tema tabú. Y eso que hay quien califica esa legislación como la mayor revolución cultural y política en mucho tiempo. Hay también quien habla de revolución incruenta, anque creo que habría que ponerse de acuerdo en cómo se miden los damnificados. En fin, que me parece que voy a seguir sin poder satisfacer mi curiosidad y condenado a seguir con mi duda.
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