Aun no hace mucho tiempo leí en un periódico que si las mujeres gobernasen, la paz en el mundo estaría garantizada. Posiciones no tan exageradas, pero igualmente maniqueas, en el sentido de que las mujeres lo harían mejor, podemos encontrarlas tanto en la mayor parte de los posicionamientos feministas, como en otras muchas personas que entienden que el hecho de apoyar a una mujer añade un plus, que con un hombre nunca se daría. Este tipo de posicionamientos apriorísticos están en la base del discurso político actual y así, tanto el presidente andaluz Manuel Chaves como, al parecer, el presidente del Gobierno prefieren que los suceda una mujer.
En el fondo es el mismo discurso dualista y maniqueísta que se aplica a muchas otras situaciones. Los hombres y las mujeres no es que seamos dos sexos diferentes es que, algunos pretenden que somos algo así como dos especies distintas, de tal modo que donde en unos hay pulsión ciega en las otras hay sosiego y análisis ponderado; y así, en una retahíla de defectos y virtudes repartidos de forma completamente desigual a fin de construir una imagen, que conduzca a la idea de los géneros que se pretende imponer en la sociedad y la opinión pública española.
Pero una cosa son los discursos y otra la realidad de cada día y actuaciones como la de Rosa Díez, o la de Rosa Aguilar, también la de Esperanza Aguirre, y por supuesto la de Hillary Clinton en la campaña de las primarias norteamericanas, vienen a recordarnos que hombres y mujeres puede que tengamos rasgos diferenciadores; pero de ahí al maniqueísmo de buenos y malos, hay un enorme salto, que la realidad de cada día se encarga de recordarnos.
Un mínimo repaso por la historia de la humanidad demuestra que las mujeres que ocuparon cargos de responsabilidad política no se caracterizaron precisamente por su pacifismo o su sentido de la justicia. Quienes hayan estudiado en la ESO y carezcan de conocimientos históricos, deberían al menos conocer las fotos de la sonriente torturadora americana en la prisión iraquí de Abú Ghraib, y haber entendido ya que "un útero no sustituye a una conciencia" (http://www.zmag.org/Spanish/0604ehrenreich.htm).
ResponderEliminarSi alguien dijese que los gitanos o los negros son inferiores moralmentente, esto implicaría una inmediata denuncia penal por racismo; pero esta misma afirmación se hace una y otra vez en los grandes medios de comunicación aplicada a los varones, e incluso está ya en curso de ser convertida en materia del currículo escolar. La historia, en fin, no sólo demuestra que las mujeres como gobernantes no son menos sanguinarias que los varones, sino que demuestra también que nada ha sido tan nefasto para la igualdad y la libertad como los que en un momento dado se autoproclamaban defensores profesionales de las mismas.