Quizá la ventaja de los tiempos que corren esté en que al producirse un mayor número de pronunciamientos públicos por parte del feminismo y las feministas, además de inferir de los hechos lo que hubiera que entender por igualdad como hasta ahora sucedía, uno puede ir conociendo de forma expresa lo que esto significa para según qué feministas y qué corrientes del mismo. Por ejemplo, hoy la señora Luisa Castro nos ofrece en El País una inestimable lección de cómo concibe cierto feminismo la idea de igualdad y el papel del padre y la madre en relación con los hijos.
Aún cuando todo el artículo está sembrado de verdaderos hallazgos por ejemplo en el inicio cuando dice: “Obviamente, una separación conlleva un desgarro para uno de los progenitores, el que se queda sin los hijos. El desgarro no es menor para la madre….”, es decir la pareja se compone de dos: un progenitor y la madre, para añadir a continuación: “la típica visión machista que considera a los hijos una propiedad privada y a la madre una rehén de la familia..” sin titubeo ni rubor, como si en nuestro país la norma no fuese que la custodia de los hijos y el domicilio conyugal se asigna en un 97% de los casos a la madre, sin que sea fácil precisar en qué porcentaje imputar esa responsabilidad al machismo de los jueces, la presión del feminismo de género o al efecto combinado de ambas cosas.
Pero resulta particularmente interesante cuando se pregunta: ¿Desde cuándo los hijos necesitan al padre y a la madre a partes iguales? Y sin solución de continuidad pasa a hablar de los derechos de la mujer revelando una vez más la concepción que late bajo toda su argumentación: en todo esto puede que haya varias partes, pero sólo una es sujeto de derechos: la madre. Del otro, del varón, del padre, lo que se puede decir más allá de tildarlo de acosador o maltratador es recurrir al ejercicio falaz e ignorante de referirlo al pater familias romano, árabe o protocristiano, como si ni la distancia histórica, ni la cultural hubiera que considerarlas, como si la custodia compartida no fuera el sistema actual y preferente de países como Suecia o Francia y hubiera que estar hablando siempre de lo que no es para seguir instalada en el privilegio.
Seguir insistiendo en el pater familias romano olvidando que la libertad de la que gozó la mujer en
También la ministra de Igualdad nos esté indicando una nueva forma de rectificación en el asunto de las “miembras”, pues al tiempo que pide disculpas por su “lapsus” le recuerda a los miembros de
¿Han pasado ya 100 días? no importa, me apetece hablar de Bibiana Aído, los "miembros y miembras" y la nueva masculinidad.
ResponderEliminarA mucha gente no familiarizada con las ocurrencias de ciertas feministas le ha sorprendido que una ministra pueda decir esto y quedarse tan pancha, e incluso justificarlo. A mi no, ni creo que a los que frecuentan esta bitácora. Lo peor de todo es que muchos se lo toman a guasa y no se dan cuenta de que la gente que habla de esta forma, y que lo justifica así:
http://blogs.publico.es/dominiopublico/?p=585
tienen PODER. Influyen en los politicos que mandan, o directamente son esas personas las que mandan. Cuando nos demos cuenta esta forma de pensar estará plasmada en LEYES, y nos preguntaremos ¿cómo ha podido pasar?
Pues parece que eso de las "miembras" es un descubrimiento reciente de doña Bibiana.
ResponderEliminarEn el currículum que presentó cuando fue nombrada ministra se declaraba "miembro fundador" de la JSA de Alcalá de los Gazules, y también "miembro" de dos comités y otras tantas candidaturas.
Parece que es porque aún ho había hecho el viaje a Sudamérica, donde "lo dicen" mucho (en los ambientes que frecuentaba, no lo dudo).
Los hijos compartidos
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/opinion/hijos/compartidos/elpepuopi/20080617elpepiopi_5/Tes