26 octubre, 2010

Trampas

Trampas no sé si del lenguaje, de los sentidos, o de todo un poco, en cualquier caso lo que parece indudable es que en la lectura de lo social existen auténticas trampas y los grandes candidatos a caer en ellas parecen los hombres.  

El ataque, por leve que sea,  a una mujer puede con facilidad ser sentido y tomado como un ataque a todas las mujeres, en lo que seguramente coincidirán muchos hombres.

Un ataque a lo masculino, a todos los hombres,  puede que no sea ni tenido ni sentido como ataque por ningún hombre.

Leía el otro día las declaraciones de la directora de cine, Chus Gutiérrez, en las que con desdén  decía que eso del cine de mujeres era un invento de los hombres. Me acordé de las ayudas de González Sinde a ese  cine y pensé que quizá me había equivocado y donde había leído que las ayudas eran para ellas en realidad debería haber leído otra cosa.

En El País de hoy Soledad Murillo lamenta la desaparición del Ministerio de igualdad porque significaba sacar a ésta de la consideración de cosa de mujeres…  Cojo aire y me pregunto: ¿pero es que había algo en ese ministerio que hiciera pensar en  los hombres?

De una feminista tan pronto puedes esperar que trace una raya que separe a hombres y mujeres de forma indeleble, como de repente con la misma, afirme que la intención es justamente la contraria, o que, quien has puesto la raya has sido tú.

En el mismo artículo se considera también una victoria el superar la idea de las mujeres como un colectivo, “por ser estas la mayoría de la población” se dice, pero sin que al tiempo se nos explique  a qué viene entonces el disfrute sin rechistar de la discriminación positiva como si de una minoría se tratase…

Lo de la ubicuidad del feminismo comienza a ser algo sobre lo que se hace necesario reflexionar.

Las muertes por cáncer en España son mayores entre los hombres que entre las mujeres. En este contexto resulta bien llamativo el tratamiento que recibe esta enfermedad según su incidencia por sexos. A  la luz de lo que últimamente se puede observar en la prensa, los hospitales y en general en la sociedad, pareciera que sólo existieran aquellos que tienen incidencia en la mujer.

Mientras tanto las comparativas de recursos dedicados a dos cánceres con mortalidad parecida como son, el de mama y el de próstata, nos hacen pensar no en una sociedad dominada por los hombres, sino más bien todo lo contrario. Hablar de esto sin embargo, a muchos hombres les parece indelicado.

Pero lo cierto es que cuando el simple análisis del PSA no está generalizado o el uso de la laparoscopia es verdaderamente minoritario en el cáncer de próstata, con lo que se multiplican por mucho los riesgos de impotencia e incontinencia después de una prostatectomía, se hace difícil entender por qué no alguna campaña en este sentido, máxime si luego uno no se cansa de leer en revistas especializadas y de las otras la discriminación que sufre la mujer también en este terreno.

En fin, no he visto protestar a ninguna feminista porque el diccionario no recoja las palabras verduga o criminala, aunque hayan puesto el grito en el cielo por jueza o edila. La elección de la parte de la realidad con la que se quiere jugar también es importante. Hay partes de la misma, que sencillamente no existen ni para el feminismo ni para lo público. Por eso, algún día, habrá que comenzar a hablar de ellas, por ejemplo la ciencia y la técnica, creaciones singularmente masculinas, y ver a quién rinden provecho. 

1 comentario:

  1. Todo comentario dirigido a una mujer que no sea exaltación de lo femenino es automáticamente machista. Por otra parte, los estudios de género sobre sanidad, educación o trabajo deberían ser utilizados también para desarrollar políticas que corrijan el elevado fracaso escolar masculino, aborden la mortandad en accidentes de trabajo o equilibren la asignación de recursos sanitarios. A pesar de que el cáncer de pulmón está aumentando en las mujeres, 2/3 de los muertos por esta enfermedad siguen siendo hombres. Por cierto, fue en los años 20 cuando las mujeres en EEUU empezaron a fumar masivamente, como signo de liberación. Las empresas tabacaleras de la época manipularon sin pudor a figuras del movimiento feminista de entonces para equiparar fumar y liberación femenina.

    ¿Por qué fuman más las mujeres ahora?. Quizás en la ansiedad esté la raíz.

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