En esta
entrada de Manuel Bagües se plantea
magníficamente el más grave drama de nuestro sistema educativo si tenemos en
cuenta quienes son los damnificados y la
dimensión del daño que ocasiona un modelo y unas prácticas que dejan fuera de titulación en la ESO a uno de cada tres de los alumnos varones. Aunque estamos en pleno proceso de discusión de la reforma del mismo, la
atención que se presta a este fracaso no guarda relación con su verdadera magnitud
como problema educativo, pero también social, y que esto sea así habla bien a
las claras de quien está siendo el verdadero olvidado de la escuela que nos ha tocado padecer en los últimos lustros.
En
relación con lo dice Bagües en la
entrada, y aun cuando en su momento colgué en ella varios comentarios, me
gustaría ahora añadir que el fracaso escolar masculino no puede seguir
tratándose como algo que se produce al margen de las políticas de género que
permean el entramado de nuestro
ordenamiento jurídico incluida la legislación educativa. Como tampoco puede
desvincularse de la imagen que de la figura masculina y femenina se proyecta
socialmente, ni del papel (mejor decir
ausencia de papel) de la figura del padre en la familia y fuera de ella o del
modelo de escuela que se está promoviendo: perfectamente adaptado a las niñas
pero totalmente hostil a los niños.
En
relación con las imágenes masculina y femenina uno de los comentaristas de ¿Qué
pasa con nuestros chicos? caracteriza la situación de la siguiente manera: “En
la publicidad ambiental es muy frecuente ver modelos masculinos bordeando la
oligofrenia y mujeres olímpicas pletóricas de felicidad. No suelen salir niños
normales de parejas neuróticas ni de este entorno mediático.” Y en relación con la figura del padre decir que,
por ejemplo, en un libro en tantos aspectos novedoso y positivo como es el de
J.A. Marina: La inteligencia ejecutiva,
cuando habla de la infancia aparece un único progenitor llamado madre, de
quien se destacan sus excelentes
cualidades y papel, y de ese singular
madre salta por momentos a un plural padres,
cuando de lo que toca hablar tiene carga punitiva o de obligación para
los niños.
En este mismo libro se recoge esta
cita de Alain Caron: Etre attentif, c’est bien… persister, c’est
mieux, “La presencia cada vez mayor de dificultades de atención, de
autocontrol y de persistencia de los alumnos hace que sea difícil considerar la
situación como simples problemas individuales que hay que tratar siguiendo un
modelo médico. Es necesario repensar el conjunto de la situación, para poner en
marcha un plan que permita desarrollar esas habilidades en los alumnos. Ha
llegado el momento de elaborar una pedagogía de la atención, del autocontrol y
de la perseverancia.” Y en este punto
conviene releer tanto la cita de M. Phelps en su autobiografía en relación con
el Ritalín y la piscina, como las conclusiones del estudio citado por Pelle
Billing en su última entrada y ya mencionado en un comentario a una entrada
anterior.
Es por tanto momento de
decir que la escuela comete una grave injusticia cuando condena al fracaso a un
tercio de los chicos, porque se muestra
incapaz de tener en cuenta el ritmo más lento de maduración de su córtex
frontal o les hace responsables de una
menor atención de sus progenitores o de la
ausencia en su entorno de la figura
masculina. Como dice el autor más arriba citado: Ningún alumno “decide” tener
dificultades. “El alumno tiene una dificultad concreta, fracasa, se desanima,
se empeña cada vez menos, es objeto de reproches y sanciones, su frustración crece más, lo que
le encierra cada vez más en esa dificultad. Con frecuencia comprendemos mal la
naturaleza de las dificultades que tienen los alumnos... En su entorno se
piensa de ellos que son perezosos.”
Limpopo dice:
ResponderEliminar¿Qué pretenden los aprendices de brujo de éste régimen?
¿Una clase baja masculina sin dignidad, conocimientos ni dinero?
¿Una clase media de mujeres empoderadas a las que el Estado, llegado el momento,
amedrentará con un puñetazo en la mesa?
¿Una sociedad de madres solteras que se negarán a casarse con hombres pobres pero,
de una forma o de otra, dependientes del Estado?
¿Están preparando el advenimiento de hombres incapaces de reconocer la tiranía y privados del temperamento masculino de combatirla?
Gracias por el excelente post.
De vivir en el tiempo presente y no en el que le tocó vivir, no tengo claro que Santiago Ramón y Cajal, no hubiera tenido dificultades para obtener el título de ESO dado su temperamento y carácter contestario.
ResponderEliminarYo también lo creo: dado su carácter de adolescente, y dado que hoy nadie le podría tocar ni un pelo (a diferencia de lo que hacía su padre con él), el joven Santiago se habría convertido en un macarrilla admirado por las niñas (tenía cuerpo de culturista) y dispuesto a vivir la vida a costa de su papá, que para algo era médico. Qué suerte tuvo don Santiago (y muchos otros) de no vivir en la época de lo políticamente correcto.
EliminarAthini Glaucopis