27 septiembre, 2013

¿Necesitan los hijos al padre?

Al neofeminismo no le gusta hablar del presente ni del futuro. No le interesa que se debata sobre las políticas de género. No quiere que se analice el estado de derechos y obligaciones en la sociedad del presente y su reparto entre hombres y mujeres. Le gusta hablar del pasado: por ejemplo el páter familias romano, incluso más allá, como le gusta hablar de la situación de la mujer en los países musulmanes. Y si acaso se ven forzadas a hablar del presente se trataría de la madre trabajadora  con doble jornada. 

Es decir, al neofeminismo le gusta jugar a la invisibilidad (hallazgo suyo) de la mujer de clase media o alta en los países desarrollados que no tiene hijos, o que teniéndolos puede pagarse una o más sirvientas, que goza de una saneada situación económica, en muchos casos compradora compulsiva, y cuya vida se desenvuelve con el nivel de holgura máximo que es posible en esta sociedad.  Y no desea hacerlo porque evidentemente ese concepto de mujer que maneja y que hace tabla rasa de las condiciones económicas e históricas, sociales y culturas que la definen haría que se viniese abajo esa teoría de que todas las mujeres son explotadas por el hecho de serlo, y todas están necesitadas de medidas especiales de promoción política, jurídica y social.

Desde luego no quiere hablar del fracaso escolar masculino, del mismo modo que maniobra para hacer imposible una ley de custodia compartida como esta sociedad se merece, como evita que se hable de la familia y si, aquella destrucción de la misma, anunciada por  Shulamith Firestone  y el feminismo de género, en realidad se refería en exclusiva a la destrucción de la figura del padre y a la búsqueda de todas las medidas que mejor consigan un alejamiento de éste de sus hijos y, en general, a los niños de los varones hasta el punto de que, en la actualidad un porcentaje muy elevado y creciente de niños y niñas no se tropiezan con la figura masculina hasta prácticamente el final de primaria. Mientras esto sucede en nuestras sociedades, estudios muy rigurosos sostienen lo que va continuación:

Maite Garaigordobil y Jone Aliri de la Universidad del País Vasco han realizado este el estudio que lleva esta presentación:
“El estudio tuvo 3 objetivos: 1) analizar las relaciones entre el sexismo hostil (SH), benevolente (SB) y ambivalente (SA) de padres-madres e hijos-hijas; 2) estudiar la relación entre el sexismo del padre y la madre; y 3) valorar si el nivel socioeconómico cultural familiar está relacionado con el sexismo.
La muestra incluyó 2.867 participantes, 1.455 adolescentes (768 chicas, 687 chicos) y sus padres (764 madres, 648 padres). Los resultados mostraron correlaciones positivas del sexismo (SH-SB-SA) de la madre con el SB de sus hijos, y con el SH-SB-SA de sus hijas. Se hallaron correlaciones entre el sexismo (SB-SA) del padre y el sexismo (SH-SB-SA-Neosexismo) de sus hijos, pero no se evidenció relación con el sexismo de sus hijas. Se confirmó la conexión intergeneracional del sexismo en la familia, de la madre en relación a los hijos-hijas y del padre en relación a los hijos. La madre aparece como una figura de mayor influencia, aunque se constató una mayor conexión entre el sexismo de madre e hija, así como entre el sexismo de padre e hijo. También se han hallado correlaciones positivas  entre el sexismo de ambos padres, y negativas entre el nivel socioeconómico cultural de la familia y sexismo de padres e hijos.”

Por su parte en: Nada es gratis, se publicó hace un tiempo una entrada con el título: ¿Qué pasa con nuestros chicos? en el que se analizaban las conclusiones de este estudio:

“Bertrand y Pan siguen durante doce años la trayectoria de veinte mil niños. En primer lugar, estudian la influencia de la escuela. Curiosamente, las diferencias en las habilidades no cognitivas entre chicos y chicas no varían en función del grado de disciplina de la escuela, de la edad a la que los niños comienzan la guardería o del sexo del maestro. Sin embargo, la estructura familiar resulta ser un factor clave. Los niños (varones) que se han educado fuera de la llamada familia tradicional (ambos padres biológicos presentes) tienen graves carencias en habilidades no cognitivas. Por ejemplo, la probabilidad de ser expulsados por mal comportamiento de la escuela, uno de los mejores predictores del fracaso escolar, es muy superior (25% vs 10%). Según los autores, en parte esto se debería a que las madres solteras tienden a pasar menos tiempo con sus hijos varones que con sus hijas. Además, las madres solteras también declaran una mayor distancia emocional respecto a sus hijos varones. Pero la principal razón es que los niños son especialmente vulnerables en las familias monoparentales. Estas familias dedican menos tiempo a sus hijos (e hijas) pero es el desarrollo no cognitivo de los hijos varones el que se ve afectado en mayor medida. El aumento en el número de niños que no convive con ambos padres biológicos habría agravado el problema en las últimas décadas.”

En su obra: El cerebro masculino, Louann Brizendine enfatiza el papel del padre en la formación de los niños. Contiene varios epígrafes con títulos tan expresivos como:  El tiempo con papá incrementa la seguridad en uno mismo,  La broma: el espíritu de comunicación masculino, La severidad verbal prepara al niño para el mundo real… pero también frases como las siguientes: “Los investigadores de la Ohaio State University  han observado que las convicciones del padre acerca del grado de participación que debe tener en la educación del niño no cuentan; es la madre la que lleva la voz cantante” o “Los investigadores han mostrado que el modo en que juega el padre con su hijo hace que el niño sea más curioso y mejore su capacidad de aprendizaje. En comparación con los juegos de la madre, los del padre son más físicos y bulliciosos. Los investigadores han observado que el juego paterno es más creativo e impredecible y, por tanto, más estimulante.


Cada uno por separado, pero mucho más todos juntos, ofrecen una visión de las cuestiones relacionadas con la familia y los hijos rompedora de los eslóganes y lugares comunes que circulan entre la opinión pública de nuestro país. Establecer un debate en torno ellos seguro reportaría un cambio radical en muchas de las políticas actualmente en vigor. 


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