Si la dificultad está en los detalles,
para el género las dificultades no existen. Asistimos estos días, a propósito
de la ley del aborto que promueve Gallardón y el Partido popular, a un
ejercicio al descubierto de cómo se entiende la sociedad y las personas desde
las posturas de género. En multitud de tribunas, por hombres y mujeres, se
viene desarrollando toda una línea argumental según la cual seríamos los
hombres quienes con tal ley desearíamos limitar los derechos de las mujeres.
Poco importa que la inmensa mayoría de
los hombres, y de las mujeres, no hayamos mudado de opinión y mantengamos, por
tanto, la misma posición que manteníamos, poco importa que si a alguien cabe
asignar responsabilidad es a los hombres y las mujeres que la promueven ya que,
sin discusión, desde dichas posiciones se ha decidido hacer tabla rasa y
presentarla como un conflicto entre hombres y mujeres, cuando de lo que se
trata es de un conflicto ideológico y político en el que por ambos lados hay
eso, hombres y mujeres.
Y si sorprendente es ese llamamiento de
Elena Valenciano a las mujeres del PP, más sorprendente es que entre quienes
con más beligerancia mantienen ese argumento se encuentren muchos hombres, casi me atrevería a decir que si no mayoría al
menos tantos como mujeres. Y para que la sorpresa no acabe ahí conviene hacer
notar cómo desde dichas tribunas no haya quien se atreva a cuestionar tan falaz razonamiento
o que los hombres del PSOE y de quienes encabezan la oposición a la misma se
acepte que esa haya de ser la dialéctica con la que se dilucide esta cuestión.
En la columna derecha de esta bitácora
está escrito desde sus comienzos un pequeño texto sobre las personas que dice: “Nada
más borreguil que el rebaño. El género nos pretende un rebaño de clones hechos
a la medida de un estereotipo estúpido e indecente.” En una ocasión como ésta
me parece más acertado que nunca, pero por lo mismo me duele, ya que muestra lo
poco que avanzamos con el paso de los años y si acaso haya algo que constatar
sean solo retrocesos.