Por mor de haber suscitado un debate sobre
estas cuestiones en esta
entrada del blog ¿Quién se beneficia de tu hombría? y para no abusar en
exceso de la amabilidad de su autor con un tema que se desvía del contenido de
su entrada, traigo aquí unos párrafos del prefacio de La Tabla Rasa de Steven
Pinker.
Este libro habla de los tintes morales,
emocionales y políticos que el concepto de la naturaleza humana entraña en la
vida moderna. Voy a volver sobre los pasos de la historia que condujo a las
personas a pensar que la idea de naturaleza humana es peligrosa, e intentaré desenmarañar
cuantas confusiones morales y políticas han ido enredando tal idea. Ningún
libro que hable de la naturaleza puede esperar salvarse de la polémica, pero no
escribí éste para que fuera otro libro «explosivo» más, como se suele proclamar
en las cubiertas. No rebato, como algunos suponen, una postura extrema en
defensa de la «educación» con otra postura extrema en defensa de la «naturaleza»,
pues la verdad se encuentra en algún lugar intermedio. En algunos casos, es correcta
una explicación ambiental extrema: un ejemplo evidente es la lengua que uno
habla, y las diferencias entre las razas y los grupos étnicos en las
puntuaciones de los test quizá constituyan otro. En otros casos, como en
determinados trastornos neurológicos heredados, será correcta una explicación hereditaria
extrema. En la mayoría de los casos, la explicación correcta estará en una
interacción compleja entre la herencia y el medio: la cultura es esencial, pero no podría existir sin unas facultades
mentales que permiten que los seres humanos construyan y aprendan la cultura.
Mi objetivo en este libro no es defender que los genes lo son todo y que la
cultura no es nada -nadie cree tal cosa-, sino analizar por qué la postura
extrema (la de que la cultura lo es todo) se entiende tan a menudo como
moderada, y la postura moderada se ve como extrema.
………
Si el lector está convencido de que la
explicación genética ha ganado y excluido a la ambiental, o viceversa, es que
no hemos hecho lo que debíamos en la exposición de una u otra. Nos parece muy
probable que tanto los genes como el medio tengan algo que ver en el asunto.
¿Cuál puede ser la combinación? En este sentido, somos completamente
agnósticos; en lo que podemos determinar, las pruebas no justifican aún ningún
juicio.
No, este libro no va a ser de los que
cuentan que todo está en la genética. El medio es tan importante como los genes.
Todo lo que los niños experimentan en su crecimiento tiene la misma importancia
que aquello con que vienen al mundo.
Incluso cuando una conducta es
hereditaria, el comportamiento de una persona sigue siendo producto del desarrollo
y, por lo tanto, tiene un componente ambiental causal [...] La idea moderna de
que los fenotipos se heredan a través de la duplicación de las condiciones tanto
genéticas como ambientales indica que [...] las tradiciones culturales -las
conductas que los hijos copian de sus padres- deben de ser fundamentales.
Si se piensa que se trata de equilibrios
inocuos que demuestran que hemos dejado atrás el debate sobre la naturaleza y
la educación, reflexionemos un poco más. De hecho, las citas anteriores
proceden de tres de los libros más incendiarios de los últimos diez años. La primera
es de The Bell Curve, de Richard Herrnstein y Charles Murray, quienes sostienen
que las diferencias en las puntuaciones medias obtenidas en los test de coeficiente
intelectual entre los estadounidenses negros y los blancos se deben a causas
tanto genéticas como ambientales(1). La segunda es de El mito de la educación,de
Judith Rich Harris, quien señala que la personalidad de los niños está
configurada tanto por sus genes como por el medio, de manera que las semejanzas
entre hijos y padres se pueden deber a los genes que comparten, y no sólo a los
efectos de la influencia parental(2). La tercera es de A Natural History of Rape,
de Randy Thornhill y Craig Palmer, quienes defienden que la violación no es
simplemente un producto de la cultura, sino que hunde también sus raíces en la
naturaleza de la sexualidad de los hombres(3). El hecho de haber invocado la
educación y la naturaleza, y no únicamente la primera, ha supuesto que a estos
autores se les haya vilipendiado, que se les haya hecho callar a gritos, que
hayan sido objeto de duras críticas en la prensa, incluso que se les haya
denunciado en el Congreso. A otros que han manifestado opiniones del mismo tipo
se les ha censurado, agredido o amenazado con una querella criminal(4).
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