Como digo en un comentario de esta interesante entrada: https://evolucionyneurociencias.blogspot.com.es,
después de quince años de la publicación
de La Tabla Rasa, de Steven Pinker el feminismo de género no solo no ha perdido
impulso, más bien al contrario, se ha convertido en un cierto paradigma para
otros movimientos sociales de éxito.
Y sus notas: culturalismo, victimismo y negación de la
naturaleza humana, parecen gozar de envidiable salud. Porque como digo en ese
mismo comentario las reglas de la sociedad no son las de la naturaleza, ni tan
siquiera las de la lógica más común, sino las del poder y en cuanto a poder
nadie le discute hoy la primacía al feminismo de género, sea que lo veamos
desde el punto de vista social sea que lo hagamos desde el punto de vista
político.
Algunos creyeron que dado que lo expuesto por Steven Pinker
en ese libro, particularmente el capítulo XVIII, en modo alguno pudo ser
rebatido por el feminismo de género, más bien al contrario demostraba el
carácter ideológico de muchos de sus postulados, de algún modo eso supondría un
cierto derrumbe al menos en el terreno académico, pero nada de eso ha sucedido ni en el terreno cultural y académico, mucho menos en el político.
El feminismo de género no solo es un pensamiento promovido
por los poderes públicos y ampliamente sostenido en la Universidad, ha
conseguido también importantísimas palancas de poder en los medios de
comunicación y constituye filosofía de Estado en países como el nuestro. Constituye
una cierta forma de pensamiento único compartido por multitud de ideologías
desde la extrema izquierda a la derecha, pasando por todos los estadios
intermedios.
Y sobre todo se ha convertido en una ideología que cuando
uno se atreve a discutirla se da cuenta de su verdadero poder y la enorme
dificultad, por no decir imposibilidad, de debatirla porque a todo lo anterior
le han sumado un cierto carácter sagrado e intocable que hace que quien la pone en cuestión sea situado
más en el terreno de la disidencia, que en el del debate ideológico entre
posturas encontradas. Ese es a mí entender el porqué de la fortaleza de la
perspectiva de género, a pesar de lo que supone de encontronazo con el
pensamiento ilustrado y la ciencia.
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