26 marzo, 2008

Un poco de filosofía

Hace unos días calló en mis manos un libro con el título de: Atrévete a pensar*, un libro de introducción a la filosofía, que en su solapa dice cosas como “En una nueva sociedad de la información y la comunicación ya no basta con el eslogan moderno de “Atrévete a saber”. El saber ha dejado de ser hoy un atrevimiento para convertirse en una necesidad y una imposición. Lo que realmente resulta atrevido y urgente es que los ciudadanos sean capaces de pensar y repensar las cosas por su cuenta, sin dejarse arrastrar por los clichés y sin dejarse aplastar por el pensamiento único.
Atrévete a pensar propone la claridad del pensamiento como valor sustantivo y defiende que la transparencia y el rigor en la argumentación favorecen, a la vez, el pensamiento crítico y el diálogo democrático. ……”

A lo largo del mismo he ido descubriendo algunas cosas interesantes en relación con la temática de esta bitácora, por ejemplo el capítulo 3.2 titulado: La tentación de la esencia, donde nos pone en guardia frente al peligro del esencialismo y dice a este respecto “Cuando consideramos una multiplicidad de casos, descubrimos entre ellos semejanzas y diferencias de todo tipo. Pero, cuando queremos encontrar el rasgo esencial –o los rasgos esenciales- característico de todos los casos, corremos el peligro de forzar las semejanzas existentes…. Porque los casos semejantes –sean casos de profundidad, de amistad o de justicia- son semejantes porque exhiben una trama compleja de semejanzas y diferencias.”
Inmediatamente he pensado en la pretensión del género de dividir en dos al mundo: hombres y mujeres, en nada parecidos entre sí, pero donde toda diferencia interna se reduce a la nada, y así sin más se habla de los problemas de la mujer, obviando las diferencias de clase, y las de cultura, obviando incluso la historia, como si la mujer española estuviese acuciada de los mismos problemas que la de hace 20 o 30 años. He pensado en los distintos intentos del feminismo de hacer de todas las mujeres madres, como parece ser la pretensión en los últimos tiempos, como antes lo fue la de hacerlas a todas proletarias.
O el capítulo 4.3 Explicar y desplegar, en el que después de haber explicado que la relación causal no es la única posible ni la más recomendable para muchos fenómenos sobre todo sociales dice, “Veamos también algún ejemplo de esa manera de proceder: el historiador que quiere explicar la aparición del feudalismo, el economista que explica el comportamiento conservador de la bolsa, o el psicólogo social que procura entender la agresividad imprevisible de ciertas tribus urbanas, se enfrentan a fenómenos que no se pueden aislar fácilmente y que, al estar conectados con muchos otros, presentan una enorme complejidad. Por ello, los que examinan fenómenos semejantes normalmente renuncian a buscar una causa que, ella sola, los explique. …..”
Y se me ha venido a la cabeza que sin embargo el feminismo de género y con el nuestra legislación no dudan en explicar la violencia en la pareja, por un único motivo “deseo de dominación”, además unidireccional “deseo de dominio del hombre sobre la mujer” y levantar en torno a este axioma toda una teoría de la relación entre los sexos.

En el capítulo 6 Verdad y conocimiento, dice: “El sistema democrático de una sociedad económicamente avanzada se caracteriza, entre otras cosas, por la aceptación del pluralismo ideológico y político. Esto significa que no existe ninguna instancia social, política, religiosa o de cualquier otra índole, que pueda imponer principios, doctrinas u opiniones. Desde luego, para que las opiniones y las doctrinas pueden ser asumidas o rechazadas libremente, debe haber también libertad para exponerlas, defenderlas y discutirlas en público.” Y más adelante:


“Tengo más bien la impresión que hoy la población sigue viviendo bajo la influencia de presiones ideológicas extraordinarias que a menudo le llegan por caminos indirectos y aparentemente inocentes, sean los de las noticias, las estadísticas o os informes de organismos públicos y privados”

“Es evidente que el pluralismo no puede excluir dos cosas: ni que siga habiendo grupos que reivindiquen hallarse en posesión de la verdad, ni que millones y millones de personas acaben –por tradición, presión social o influencia mediática- uniformados en el pensar o en el actuar”
Y si soy lectores habituales sabréis bien de lo que me he acordado porque desde siempre vengo reclamando el derecho democrático a debatir sobre todas las cuestiones relacionadas con la igualdad, el género y el sexo. Quizá añadir que ya que este derecho se nos viene negando sistemáticamente, no queda otra alternativa que pelear por conseguirlo, como por otro lado hay que hacer casi siempre con los derechos, pelearlos porque nunca se acaban de conseguir del todo.


En el capítulo 7 Las cosas que creemos y a propósito del dualismo dice, “Ahora bien, cuando alguna de estas oposiciones –por ejemplo, la oposición nosotros/ellos- se generaliza y se utiliza para entender y clasificar todo lo que ocurre en el mundo, se obtiene un esquema que no sólo resulta muy pobre y simplificador sino que, en casos como el del binomio nosotros/ellos, también puede convertirse en extraordinariamente peligroso. Los dualismos acostumbran a empobrecer la realidad porque esconde sus matices, modulaciones y claroscuros.”

Evidentemente yo la aplicaría al dualismo nosotras/ellos tan querido por el feminismo victimista.

Quiero quedarme también con una frase a propósito del fin de las ideologías que dice: “La nuestra es una época paradójica: la ideología dominante –la que presiona e influye- simula que ya no hay ideologías”
En el apartado 9.4 Diversidad y tolerancia, se dice: “En una democracia pluralista, la vida moral colectiva abandona la unanimidad y se instala en el diálogo. Y el diálogo presupone la existencia de diferencias, tanto en los juicios morales como en muchos otros campos de la experiencia. De hecho, la diferencia no es un derecho teórico que debamos reclamar sino que es una realidad indiscutible……


… Porque lo cierto y obvio es que todos los humanos somos distintos y que, además, soportamos graves desigualdades, sobre todo respecto a la cultura y las posibilidades sociales. Las diferencias nos constituyen y deben ser reivindicadas; las desigualdades se nos imponen y deben ser eliminadas. Por eso, la reivindicación de la justicia y la igualdad debe hacerse siempre después de haber reconocido la diferencia….

Un proyecto social justo debe querer, en definitiva, que todos lleguen a tener posibilidades semejantes en el tener, en el saber y en el vivir.”

En este último apartado Josep-María Terricabras expresa más un deseo que una realidad ya que lamentablemente el feminismo institucional se ha erigido en el guardián de la moral, único con capacidad para decir qué es bueno y qué malo, qué se ha de entender por publicidad sexista y qué no, qué se deba hacer con la prostitución y dónde comienza y acaba la pornografía, pero también muchos otros ámbitos de la vida familiar, cultural, social y política.

Al llegar al final me sorprendió no encontrar en todo el libro ni una sola referencia ni al género, ni a la legislación relacionada con el mismo, luego observé que el libro había sido editado en 1999. Creo que por eso mismo, por haber sido escrito con antelación a la marea de legislación de género de la pasada legislatura, su valor como instrumento de análisis, de lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos años, en relación con la ideología feminista y la legislación de género, no puede ser más interesante. Por eso os ánimo a leerlo pero sobre todo a practicarlo. Este ejercicio será el único que nos puede garantizar dar pasos en firme para conseguir que estas cosas muden de signo.

(*) Atrévete a pensar. La utilidad del pensamiento riguroso en la vida cotidiana. Josep-María Terricabras Editorial Paidós

2 comentarios:

  1. Es una idea bonita, y no creo que nadie pueda rechazarla a priori, pero como tantas otras es difícil de llevar a la práctica.

    El problema que veo es que la mayoría de las veces los que no se atreven a pensar son los primeros que están convencidos de estar haciendolo.

    Hay una cita que dice que los problemas del mundo no los causan la gente que no sabe, sino los que están seguros de saber algo.

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  2. Creo que merece la pena intentarlo, por supuesto procurando siempre saber que no somos más que un pequeño grano y que no podemos permitirnos no ser autocríticos.

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