En esta entrada deseo hablar de feminismo, del feminismo en nuestro país, aquí y ahora. Creo que tiene su interés recapitular un poco y conocer de la mejor manera posible aquello que criticamos, al tiempo que se abre la posibilidad de discutir, entre los que participamos en esta bitácora, nuestros respectivos puntos de vista. Lo que sí no haré será ponerme excesivamente académico y llenar el escrito de citas y pies de página. Ni es lo mío en esta bitácora, ni creo que fuera lo más conveniente.
La intención pretende ser doble: conocer lo que nos preocupa, pero también preguntarme y preguntaros por las mejores estrategias para comenzar a dar respuesta a un estado de cosas cada día más lamentable en lo relativo a la relación entre los sexos y donde, sin ningún lugar a dudas, nos ha tocado jugar el peor papel, el de víctimas sin derecho a protesta, ya que tal cosa sólo puede reflejar, de hacer caso al feminismo y sus adláteres, neomachismo o cualquier otra cosa insultante.
Si algo caracteriza al feminismo es su opacidad, el moverse en una nebulosa de características difusas y límites poco precisos. Todo lo cual le va muy bien a quien ha preferido convertir el movimiento plural, abierto y democrático que en su día fue, en un lobby. Pero, ese mismo rasgo dificulta enormemente su crítica ya que, finalmente, conocemos lo que el feminismo piensa cuando ya se encuentra plasmado en leyes o a través de decisiones de los poderes del Estado, que se nos presentan como hechos consumados.
Todos sabemos que las grandes decisiones sobre las leyes de género han sido tomadas por este lobby, pero lo cierto es que a todos los efectos se nos muestran como decisiones autónomas de los poderes políticos. Podríamos decir que antes que por el ejército uniformado el feminismo ha preferido la estrategia de guerrillas y antes que la visibilidad la opción ha sido el mimetismo. No han conseguido nunca un partido feminista representativo pero han conseguido algo más importante: que la mayoría política haga suyos sus planteamientos. Que sea criticable el uso que se está haciendo de ese inmenso poder no debe hacernos olvidar que esa es la realidad de este momento. En este sentido sería interesante un estudio que pusiese de manifiesto el muy diferente “modus operandi” del feminismo en relación con cualquier otro movimiento social conocido.
(A lo que me quiero referir con eso del “modus operandi” es a que, si los movimientos sociales conocidos: se trate de partidos políticos, o de los sindicatos en el caso del movimiento obrero, se han caracterizado en la época moderna por una tríada constituida por una ideología, un líder y una organización cuanto más conocidos mejor, en el caso del feminismo nos encontramos con una ideología difusa, la ausencia de un liderazgo claro y asimismo la carencia de organización de referencia. Esas tres cosas han sido sustituidas en el feminismo por la penetración en otros movimientos sociales y sobre todo en los aparatos del Estado, con esa administración paralela de la que hablo más abajo, y por un ideario y una organización completamente fraccionadas y dispersas que hacen muy difícil por no decir imposible tanto la petición de responsabilidad como la crítica social. De hecho no se conoce ni un solo balance realizado por el feminismo desde su nacimiento, mucho menos cualquier autocrítica, y en cuanto a los renovados objetivos de cada momento los vamos conociendo a medida que se anuncian. En cualquier caso la impresión que produce es que para el feminismo siempre se está en el momento cero y siempre está todo por conseguir).
Y lo primero que me gustaría aclarar es, a qué feminismo me estoy refiriendo. Me refiero al feminismo dominante, al feminismo de las instituciones y el BOE, al feminismo consagrado en las leyes de género, al feminismo que heredero de las radicales americanas se hace denominar perspectiva de género, para quien la defensa de una pretendida igualdad no es más que un señuelo que lo que esconde es privilegio y desigualdad. Al feminismo que firmó un manifiesto contra la custodia compartida que todavía debe circular por Internet y que fue capaz de torcer en el último momento la voluntad de las Cámaras legislativas para que no se incorporase a la ley como había sido intención reiterada de todos. Y no lo elijo porque sea el que más simpatía me despierta, que no es el caso, sino porque es aquél que termina imponiendo su criterio.
Soy consciente de que existen otros feminismos, por ejemplo el de las autodenominadas “otras feministas”, como existen muchas otras mujeres que sin necesidad de adscripción mantienen posiciones que chocan con el feminismo dominante. Por citar algunas: Rosa Montero, Almudena Grandes o Maruja Torres. Pero lo cierto es que su posición, aunque muy válida, a la hora de la verdad, tiene poco peso en los círculos políticos y de decisión y quienes realmente llevan el gato al agua es el feminismo institucional.
Como veo que de continuar por este camino el escrito se va alargar mucho y se puede convertir en una entrada poco manejable, para abreviar me referiré a lo que considero sus “pecados capitales”, es decir sus aspectos más criticables y lo que, a mí entender, hace más difícil compartir el éxito arrollador de sus propuestas en el plano político y mediático, hasta el punto de ser desconocida la crítica en estos ámbitos. No así entre el ciudadano de a pie, para quien no sólo resulta difícil entender lo del diferente trato penal para hombres y mujeres, o la negativa a la custodia compartida, o como se está aplicando la legislación en las separaciones, pero lamentablemente sin mecanismos para hacer visible su malestar, mucho menos para condicionar de alguna manera lo que está pasando en este terreno. El alejamiento entre el ciudadano y la clase política se hace máximo en este terreno.
LOS PECADOS CAPITALES DEL FEMINISMO
1. Haber convertido lo que en algún momento se concibió como una conquista de civilización, la igualdad del hombre y la mujer, en un vulgar quítate tú para ponerme yo, y haber transformado lo que era un movimiento democrático y de masas que no rehuía el acuerdo con otras organizaciones, en un lobby de presión que esquiva el debate democrático y la discusión serena, y que frente a las políticas educativas y de convencimiento, ha optado claramente por la propaganda, la coerción y el Código Penal. Nuestro país se ha convertido de unos años a esta parte en el que tiene las cárceles más llenas de Europa y el Código Penal no deja de endurecerse cada día más.
2. Dividir a la humanidad en dos bloques irreconciliables: el hombre y la mujer; y actuar con el mismo espíritu sectario y vengativo de cualquier dualismo maniqueo de buenas y malos que sostenga la necesidad de la primacía de unos sobre los otros, en este caso, unas sobre los otros. Es lo que la sociedad americana denomina guerra de sexos y que en su formulación y expresión más brutal se resumió por el feminismo radical como “el hombre el enemigo a batir”. Una forma menos agresiva de presentarlo, pero no menos virulenta en su intención, es la pretensión formulada por este feminismo cuando habla de la “necesidad de cambiar al hombre”.
Lo cual por otro lado derriba la ficción sostenida durante tanto tiempo del género femenino como la expresión de la empatía y la comprensión. En este asunto el feminismo no juega con grandeza de miras, sino como un sindicato de intereses que sólo hubiera de estar atento a satisfacer las demandas de su clientela. Y así, la escuela irá bien si el éxito de las chicas es mayor que el de los chicos, la sanidad y salud pública si atiende con preferencia las demandas femeninas y un largo etcétera en que el único criterio de medición será el interés de género, del género femenino claro está.
3. Victimismo. Presentar la historia de los sexos, incluso la evolución de la especie como una historia de imposición masculina, donde a la mujer sólo le quedase el papel de víctima; no dudando para ello en una interpretación simplista e interesada de cuanto sucedió a lo largo de los siglos. De este modo el hombre habría decidido que la mujer permaneciese en la cueva, mientras él gozaba del inmenso privilegio de la caza del mamut. La historia de los sexos no estaría representada por los hombres y las mujeres de un lugar y una época, sino que por un lado tendríamos príncipes cargados de poder y, por el otro, esclavas cargadas de hijos y obligaciones. Ese mismo planteamiento se hace hoy día, a los hombres nos representa el señor Botín y algunos otros con un poder equivalente en la política o cualquier otro campo y a las mujeres esas madres trabajadoras con doble o triple jornada laboral. Ni el hombre trabajador y esclavizado existiría, ni la mujer rica y poderosa tendría cabida en este simplista e interesado esquema.
4. Sostener que vivimos en un tipo de sociedad -la patriarcal- en la que todos los poderes están concebidos para garantizar la supremacía de lo masculino y que en su funcionamiento y para mantener esa explotación y discriminación del género femenino no duda en ejercer todo tipo de violencias contra la mujer. Para sostener tal ficción es preciso ocultar o presentar como naturales todas las muertes o desgracias sufridas por los varones de las que el único responsable sería él y su mala cabeza. En este sentido sería interesante un trabajo sobre el seguimiento dado en los medios a las muertes de hombres y mujeres por violencia de pareja para comprobar hasta qué punto parecería que hablásemos de cosas sin nada en común. Pero sería interesante abrir el objetivo y analizar el tratamiento dado a las muertes por accidente laboral, el suicidio y en general a la vida de los hombres después de una separación cuando les toca vivir con un tercio de su sueldo.
5. Sostener que la violencia de pareja es unidireccional –de hombre a mujer- y sus dos corolarios: presunción de culpabilidad del varón y presunción de veracidad e inocencia de la mujer, de las que resultan una legislación en relación con la violencia de pareja y las separaciones matrimoniales completamente inasumibles desde el punto de vista masculino.
Ni que decir tiene que al hombre no le es reconocido ningún derecho en el terreno de la reproducción. Todos, y de manera absoluta, pertenecen a la mujer, lo que sin embargo no es óbice para que en relación con la ley del aborto en discusión en estos momentos en el Congreso, ya que no entre la opinión pública, se haya silenciado el documento levemente crítico de cristianos por el socialismo, pero Margarita Rivière haya podido publicar en El País un artículo titulado: Aborto y paternidad irresponsable. Ese es nuestro papel, nada debemos ni podemos decir en relación con el asunto, pero si hay que hablar de alguna irresponsabilidad entonces jugamos con todos los boletos.
6. Jugar permanentemente a la mentira y el engaño. Y así habríamos de creer que el diferente trato penal, la discriminación positiva, el control por parte del feminismo de las grandes cuestiones sociales y morales, y eslóganes como los de la actual campaña contra el maltrato, no deban ser considerados en sí mismo la manifestación más clara de la desigualdad y la discriminación del varón, sino el camino que prepara la igualdad. En este asunto, no estaríamos ante una ideología, la perspectiva de género, tan legítima como cualquier otra, pero no más, sino ante un credo de obligado cumplimiento para todos.
Como botón de muestra de la idea de igualdad que se maneja desde este feminismo y de la necesidad de mezclar todo con la violencia, sirva la actual campaña institucional, que con el lema “Entre un hombre y una mujer maltrato cero” pretende equitativas las dos expresiones siguientes:
Ella dice: “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”
El dice: “De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo”
Y si expresivo es el mensaje, no lo es menos el espeso silencio en torno a la misma por parte de todos, particularmente la clase política que aquí no aprecia ni asimetría ni desigualdad.
7. Convertir la estadística, la sociología y cuanta ciencia social haga falta, en meras armas de propaganda en las que no importa violentar cualquier criterio científico o de verdad. Así las estadísticas sobre violencia, acoso sexual y acoso laboral se confeccionan mediante un cuestionario que, si muestra ya un importante sesgo en sus contenidos, se pasa exclusivamente a mujeres, con el pretexto de que ellas son las que más los sufren. Es decir, la respuesta está en la premisa y no se trata de demostrar, sino de confirmar algo que ya estaba establecido así en la teoría. El trabajo prosigue con el tratamiento que los medios hacen de esa información y con la impagable labor desarrollada desde esa administración paralela que el feminismo ha ido adosando a la Administración general, constituida por el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la mujer, las Consejerías de la CC.AA., las concejalías e incluso algunas ONG’s .
Curiosamente, la única referencia a la ciencia que se le conoce a este feminismo es cuando califican de pseudociencia al SAP (Síndrome de alienación parental), como si por negar el síndrome la manipulación de los hijos dejase de producirse y ser un fenómeno medible y observable. Tiene su aquél que quienes sostienen ideas tan peregrinas como que toda la violencia de pareja tiene una única causa: el deseo de dominio del varón, o que las diferencias entre el hombre y la mujer son todas culturales, ignorando olímpicamente toda la ciencia de los últimos decenios, se atrevan a hablar de pseudociencia en lo referente al SAP sencillamente porque la experiencia dice que de reconocerse las más perjudicadas serían las mujeres.
8. Jugar a la invisibilidad del dolor y el fracaso masculino, consista éste en la menor esperanza de vida, el mayor índice de suicidio o de muerte por accidente laboral, o de otro tipo, en el fracaso y abandono escolar, o cualquier otra circunstancia en la que el varón muestre una mayor vulnerabilidad o deba arrostrar las tareas sociales más penosas y de mayor riesgo. Aquí jugamos con una enorme desventaja. Mientras que las mujeres cuentan con multitud de organizaciones encargadas no sólo de dar asesoramiento y hacer seguimiento de multitud de cuestiones: económicas, jurídicas, etc. ampliadas con los múltiples organismos públicos que colaboran en esa tarea los hombres no contamos absolutamente con ninguna y así nadie sabrá porque se le ha rebajado la condena a la madre de Alba o porque el impacto de género medirá que la mujer no salga perjudicada, no así el hombre, o por qué el sexismo ha dejado de ser discriminación por razón de sexo.
9. Haber convertido la figura masculina en un padre ausente, mediocre amante y fuente de todo cuanto problema social y familiar existe.
10. Considerar que las normas están bien cuando favorecen o son fuente de privilegio para las mujeres. En todos los demás casos, hijas de una sociedad que discrimina y explota a la mujer. Es interesante destacar que generalmente las conquistas femeninas conllevan la alteración o el cambio de las normas que hasta ese momento regían. Normas que serán sustituidas por otras sin fecha de caducidad...
A pesar del lamento femenino en el sentido de que las desposeídas, las discriminadas y las explotadas son ellas, lo cierto es que el poder político y mediático en relación con las políticas de género está todo de su parte, y lo está, por partida doble, desde la sociedad civil donde las únicas autoorganizadas son ellas, pero también en las administraciones públicas: desde el Ministerio de igualdad a la última concejalía o ONG. En este contexto lo único que me resta por decir es que mientras no demos pasos en el sentido de autoorganizarnos, a sabiendas de que cualquier cosa que hagamos en esa dirección será tildada de forma insultante como el intento de recuperar privilegios, habrá poco que hacer.
El vídeo colgado en la última entrada de Buenamente refleja bien a las claras la excepcionalidad de que un medio de comunicación dé el paso de TV3, pero al tiempo no puede dejar de reflejar la inmensa soledad institucional y de otros hombres en la que está Paco.
Es verdad que lo que desde ésta y otras muchas bitácoras se viene haciendo o que la participación en los foros de Internet donde se debaten éstas cosas es muy importante pero si, finalmente, no somos capaces de unir mínimamente nuestros esfuerzos, difícilmente saldremos del agujero en el que nos han metido y en el que corremos el riesgo de quedar enterrados.
Excelente resumen de la situación española. Hasta ahora había leído análisis así de lúcidos en www.pellebilling.com, la conoces? También en buenamente.
ResponderEliminarSaludos
Polémica en El País:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/opinion/Quien/teme/feminismo/elpepiopi/20091122elpepiopi_5/Tes/
Sólo os destaco la opinión de la defonsora del lector (¿o debería decir lectora?): "El artículo ha herido una sensibilidad que forma parte del núcleo central de la identidad de este diario."
Intuyo que en el futuro El País se va a volver más políticamente correcto y esas pequeñas "ventanas" que se estaban abriendo van a cerrarse.
(Pablo Norav)
Nótese que al artículo en cuestión se le podían dejar escritos comentarios (con censura: dos de los que yo intenté dejar allí no aparecieron). ¡Es la primera vez en "El País" en que a un artículo de opinión se le pueden dejar comentarios!
ResponderEliminar(Athini)
En cuanto se rasca un poco asoma la verdadera naturaleza de cierto feminismo, aquél que es incapaz de explicar por qué deberíamos aceptar una campaña apoyada por el Gobierno en la que se niega el principio de igualdad entre hombres y mujeres, e inmediatamente opta por la negación del derecho de expresión con el pretexto de que Enrique Lynch es equiparable a Josu Ternera, o a cualquier terrorista de Al Qaeda.
ResponderEliminarSorprende después de haber mostrado una piel tan fina con lo que dice Lynch la facilidad con que se le compara con cualquier terrorista o genocida. Pronto asoma ese feminismo que al igual que Andrea Dworkin no duda en comparar a las mujeres con las supervivientes(survivor) de los campos de concentración como ya se encargó de recordarnos Elisabeth Badinter en: Por mal camino.
Lo cierto es que seguimos sin saber por qué ellas pueden decir: "De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo" y ellos deben decir: "De todos las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo". En el artículo "Maltratozero" se menciona el asunto, aunque dando por supuesto que justamente eso es apuntar a la igualdad. En el de” Linchar la igualdad” es así de pomposa y huera: “Ver en la reivindicación de la igualdad una revancha es entender que la desigualdad tiene legitimidad, y concluir que si no se es más se es menos, es renunciar de entrada a la igualdad denostada, puesto que entre el más y el menos se encuentra el igual.” Lo que, sin querer me ha traído a la memoria la definición de Estadística como la ciencia que dice que si tú te has comido dos pollos y yo ninguno, ambos nos hemos comido uno.
En cuanto a las amenazas al periódico no serían la primera vez que se producen. En muchas otras ocasiones ha sucedido. Yo diría que se trata de un rasgo distintivo de este feminismo que para su fuero interno guarda la convicción de que: “yo, que profeso la religión verdadera puedo expresarme como quiera, cuando quiera, pero ¡ay de quien ose levantar su voz contra mí o mi credo¡”
Gracias a Enric por el comentario y la página que no conocía.
He estado unos días sin poder conectarme. Noto esto un poco cambiado, me faltan los habituales. La entrada magnífica, merecería ser leída por mucha gente
ResponderEliminarAlberto
Emilio, me gustaría distribuir entre parte de mi lista de correos este post. Muchos de ellos y ellas a su vez lo pasarán a otros y otras. Solicito pues tu autorización para su difucisón. Me alegra ver que has vuelto con fuerza con el blog. Comparto tu visión de una mayor organización del colectivo masculino. Si bien las feministas de género españolas han calcado los metodos del radicalismo feminista norteamericano, también allí el colectivo masculino está rebatiendo sus argumentos con enorme fuerza y en Amazon hay mucha literatura que podría empezar a calificarse de "masculinista". Creo que en España existen figuras masculinas relevantes (Arcadi Espada, Perez Reverte...) que desde sus tribunas peiodísticas llevan tiempo dando la batalla al feminismo bibiano.
ResponderEliminarEsta entrada me ha inspirado una respuesta demasiado larga para incluir aquí, pero que podéis leer en esta entrada en mi blog.
ResponderEliminarEn resumen, lo que más me molesta del feminismo es que se esconda tras una ¿calculada? indefinición que oculta lo que es en realidad, y que impide que todas las contradicciones que has explicado sean expuestas ante la opinión pública de forma clara.
Respecto del nº7, aquí se puede leer un artículo sobre el "negacionismo científico" del SAP, los lobbies que lo sustentan y su comparación con otras épocas en que se usó la política para controlar la ciencia: http://docs.google.com/fileview?id=0B7fTPJ11fYzFMmFhY2JjNGUtMTJiOC00NWNlLWIyN2ItMzYyOTMyZWI1MDY1&hl=ca
ResponderEliminar¿Maruja Torres una "feminista razonable"?
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/portada/tontus/sapiens/elpepusoceps/20091206elpepspor_1/Tes
(Athini)
Athini, la verdad es que a mi también me sorprendió ese artículo. Está enmarcado en la polémica de los artículos de Lynch. Una semana antes escribió un artículo elegioso hacia los hombres que ha conocido, que parecía escrito para contrarestrar toda la parafernalia del día de la violencia de género. Quizás son peajes que debe pagar por escribir en lo que se sigue considerando un medio progresista. Os recomiendo la última entrada de Buenamente, sobre el fracaso escolar masculino.
ResponderEliminarPuesto que en un pasado reciente en la historia de España (dictardura franquista) fueron creadas tantas leyes donde se le despojaba a la mujer de derechos que hoy dia, reconozcámoslo, todos consideramos fundamentales, y puesto que pervivían estas normas en la legislación heredada y permitiendo que pervivan así las injusticias cometidas antaño, la sociedad se ha ido regenerando desde el fin de la dictadura, de modo que se ha creado un tejido de organizaciones e instituciones que se han encargado de la tarea de ir paliando poco a poco estas lacras. Por todo lo cual considero justificable la existencia de este entramado social de protección de los derechos de las mujeres, aunque, y entro ya a comentar tus argumentaciones,... los hombres en algunos puntos están siendo injustamente tratados. Cuando se dirimen diferencias y conflictos en las relaciones entre hombre y mujer, a dicho hombre se le presupone culpable de entrada, cosa que entiendo perfectamente, duela y en consecuecia, mueva a la protesta masculiina. Es verdad que se han institucionalizado para las mujeres algunos privilegios que deberían ser al menos estudiados y contrapesados con los derechos de los hombres en estas situaciones,, yo también lo creo. Pero todo ellos me indica que en el afán legitimo y loable por defender los derechos tantas veces vulnerados de las mujeres, haya alcanzado un punto en el que se estén sobrepasando en ciertos puntos por lo que se hace necesario solucionar esta situación. Si los hombres no están tan organizados en este sentido, es por que no se han sentido en la necesidad de estarlo, así de simple. La situación ahora es diferente y toca ponerse a buscar soluciones. La mejor manera posible sería aprovechar este tejido social asociativo que la mujer ha creado para hacerlo mixto e incluir a los hombres, de modo que sean asociaciones de personas que se encuentran en situación de conflicto en un “espacio” donde se sientan escuchados, cuyo fin sea que nadie se sienta injustamente tratado hombre o mujer y cada cual sepa asumir sus responsabilidades sin tener siempre que andar culpabilizando al otro. Es una tarea que los hombres debeis realizar junto con el apoyo de las mujeres, y lejos de cualquier tentación de volver de nuevo la tortilla al revés, sino buscando soluciones con la mejor voluntad humana de que se sea capaz. Crear instituciones exclusivas en defensa de los hombres es otra solución, pero no sería tampoco la mejor solución,... sólo si no pudiera hacerse posible otra y de modo temporal, tal como debería de ser con todas esas instituciones y asociaciones cuyo fin es ayudar a los problemas específicos de las mujeres...
ResponderEliminarFátima, la dictadura franquista no sólo creo leyes que marginaban a las mujeres. Los hombres, por la ley de vagos y maleantes estaban sujetos a detención y prisión si se les veía deambular por la calle sin “trabajo conocido”. Su obligación era el sustento de la prole numerosa. Si bien las mujeres estaban confinadas en casa, no es que los hombres se dedicaran precisamente al ir al club de amigotes a fumarse unos puros. Muchos de ellos realizaban trabajos penosos (la mayoría de los trabajos más penosos los siguen realizando los hombres) y estaban sometidos a un régimen de explotación que se cobró numerosas víctimas en las diversas huelgas soterradas. La situación en la época franquista no era en realidad diferente a la que hombres y mujeres venían padeciendo desde la revolución industrial. Las mujeres de los estraperlistas trataban con desdén a sus criadas y sus maridos explotaban a los maridos de las criadas. En definitiva, Fátima, hombres y mujeres fuimos, por usar esa expresión tan de moda, víctimas del franquismo. Y las mujeres consiguieron el voto en la Republica a pesar de la oposición de los partidos de izquierda y algunas feministas de entonces, que consideraban que la mujer española iba a votar a los curas. Afortunadamente la tenacidad de Campoamor moderó ese sectarismo.
ResponderEliminar¿Y por qué no un Instituto del Hombre temporal, como tu apuntas, como contrapeso de los excesos del Instituto de la Mujer?. Entre el paternalismo franquista y el paternalismo de la ideología de género debemos encontrar un término medio.
Cuanta razón tienes cuando hablas de lo esclavizado que estaba el hombre en aquellos dias, y... la mujer debía callar y ser sumisa ante lo que el hombre dictaminara y a su vez el hombre, ante lo que su jefe, sólo se libraba la propia élite que dictaba las leyes y las normas. Por eso habia asociaciones clandestinas de hombres trabajadores en contra de régimen, como los sindicatos por ejemplo (y no podía haber casi mujeres por que ellas no tenían derecho ni obligación de trabajar) y por eso han ido surgiendo con la llegada de la democracia asociaciones para recuperar derechos de las mujeres que se perdieron durante el franquismo.
ResponderEliminarCuando digo: "Crear instituciones exclusivas en defensa de los hombres es otra solución..."; "...y de modo temporal" también he dicho que: "tal como (TEMPORAL TAMBIÉN) debería de ser con todas esas instituciones y asociaciones cuyo fin es ayudar a los problemas específicos de las mujeres..."
espero que se entienda que también digo que me parecería bueno que fuera temporal en las asociaciones que crean las mujeres, pues lo que a mi juicio lo que debería ser permanente es que fueran mixtas y que existiera un objetivo común de defender los derechos de las personas injustamente maltratadas, fueran hombres o mujeres.
Si que es terrible que en el discurso actual haya quien quiera victimizar a la figura de la mujer en perjuicio del "hombre-verdugo" y presuponer la natural maldad de los hombres, y en eso tengo que estar contigo, es falso y afirmarlo es injusto, la vida real es mucho menos estereotipada y habemos personas para todo y de todo tipo en ambos géneros... pero cuidado, no creo que sea bueno descalificar los avances de las mujeres en la sociedad a la ligera ni decir que estamos gozando de los mejores privilegios cuando no es así... otra cosa es que si que hay que ser autocríticos para mejorar, por supuestísimo.
Lo ideal, Plutarco, sería que dejaramos de vernos como hombres frente a mujeres y viceversa, es aburrido, pesado y desgastante, tal vez esa sea la tarea más dificil realmente: dejar de enfrentarnos por el mero hecho de pertenecer a uno u otro género. Echa un vistazo alrededor Plutarco, más allá de las fronteras de España y dime si no queda todavía muchísismo por hacer, para avanzar en derechos de hombres y de mujeres. Nosotras/os aquí somos afortunados pues a pesar de todo no vamos por mal camino, tenemos que ir merjorando y ser humildes, pero no se está haciendo tan mal, me parece a mi. Algo bueno tiene que salir de todo ésto, pero si te digo que no hay que perder el norte y perjudicar a nadie.
Un apunte más:
ResponderEliminarsobre lo del instituto de la mujer o del hombre temporal... si que dije que podría estar bien mientras no se encontrara una solución mejor, tal como sucede con las mujeres ahora. POr eso del término medio que tu dices, digo yo lo de que fuera permanente una asociación mixta que no mirara por unos o por otros sino por ambos.
A ver que tal un "Instituto del Género Humano".... suena bien :D
Totalmente de acuerdo contigo, Fátima, el cansino e ideológico enfrentamiento que propugna la ideología de género, de clara inspiración marxista, entre mujer/victima y hombre/verdugo sólo sirve para sacar rendimientos electorales corto placistas.
ResponderEliminarY también de acuerdo contigo en que otras partes del mundo la condición de hombres y mujeres es peor que la nuestra, por eso no entiendo cuando se convocan reuniones con mujeres del tercer mundo subliminalmente se nos hace creer que la mujer occidental está en condiciones similares a la que es obligada a casarse con 14 años (por poner un ejemplo. No perdamos, como bien señalas, el norte.
Bueno, creo que lo del enfrentamiento hombres-mujeres va más allá de la idelología de género aunque lo alimenten,... más allá del marxismo incluso. En cuanto al marxismo, pues bien,ésto es como todo: según el uso que se haga de ello, no me voy a meter si el marxismo es la semilla del mal o fuente de felicidad, ha hecho tanto mal como bien, remitamonos a la conquista de algunos derechos humanos en el pasado siglo (y no me voy a poner a hablar ahora del regimen estalinista tampoco...)
ResponderEliminarEn cuando a lo de esas reuniones de mujeres con mujeres en el tercer mundo,... bueno no te voy a dar la razón ahi. No se me hubiera ocurrido nunca, ni creo que a ninguna mujer u hombre con un mínimo sentido común, pensar que podamos las occidentales equiparar nuestra situación con la de las mujeres del tercer mundo, ni lógicamente... que se pretenda tamaño absurdo. Ellas están, desde luego infinitamente peor que nosotras, expresado en tan un solo hecho, aunque no el único, que las distancia de nosotras: la ablación. Ahi son VICTIMAS, con todas las letras y han de ser "victimizadas" (concienciadas y concienciados también) para impulsarlas a salir del agujero si o si... claro que son víctimas no sólo de los hombres de sus sociedades, sino de las propias mujeres de su entorno que no conciben su erradicación, pues no conocen otra cosa y no son capaces tampoco de rebelarse. No creo que sea negativo en absoluto que existan estas reuniones... sólo que tendrían que participar más los hombres y no estar tan politizadas, eso si.
En fin, pues eso,... mantengamos la mente clara libre de prejuicios y resquemores, aunque se nos hiera, es lo que toca si se quiere evolucionar de verdad.
Fátima, me alegra confirmar contigo que hay muchas más cosas que unen a los hombres y mujeres que las que, desde el feminismo oficial, dicen que nos separan.
ResponderEliminarMatizar que en las conferencias con mujeres del Tercer Mundo, es el feminismo caviar que las costea el que se empeña en equiparar las situaciones, no las mujeres sensatas como tú, que sois mayoría. Mencionas la ablación, y es curioso que otro hecho genital, el de la circuncisión forzada de muchos niños, en penosas condiciones, también nos separa al hombre occidental del del tercer mundo. ¿Sabías que mueren más niños que niñas como efecto colateral de estas prácticas bárbaras que infligen a los niños y niñas de esos países?. No menciono esta estadística con animo de confrontación, si no como constatación de un hecho que se oculta porque no favorece la constante victimización de la mujer.
Mi mención al marxismo es simplemente para poner de relieve que ideologías que beben del insigne autor Carlos Marx (excelente analista de los excesos de la Revolución Industrial) y se abrogan la consecución de la igualdad (comunismo, ideología de género, socialismo faubiano...) terminan convirtiéndose en pesadillas de millones. Los principales avances de las mujeres, y los más duraderos, se han producido de manera incremental en democracias de corte liberal y basadas en el derecho de cualquier ser humano, hombre o mujer, a disfrutar de la propiedad privada y los frutos de su trabajo, en marcos legales, que si bien de manera imperfecta, protegen los derechos de unos y otros. El hecho de emancipar a la mujer española de las restricciones franquistas en cuanto a derechos de propiedad y autorizaciones del marido para firmar contratos ha hecho más por el avance del feminismo que cualquier teoría gaseosa sobre los roles de "género".
Extendamos desde aquí tu invitación a avanzar sin ataduras basadas en prejuicios.
existe un libro interesante escrito en 2004 por martin van creveld (historiador israelí) que expone un punto de vista alternativo sino equivalente aunque de signo contrario, a la ingente literatura historica o pseudohistorica feminista. la verdad que en la majoria de puntos parece muy razonable. es curioso que no lo haya encontrado en español, sino en portugues e inglés. tampoco lo hayé en catalogos de librerias y bibliotecas de mi ciudad, barcelona (aunque puede que me falte pericia buscando), y en la entrada de wikipedia del autor, apesar de mostrar una lista extensa de sus obras, tampoco aparece. se titula así: "sexo privilegiado, o fim do mito da fragilidade femenina".
ResponderEliminarEstando totalmente de acuerdo con la crítica que hacéis al lobby feminista, sin embargo no estoy de acuerdo con las soluciones que planteáis. La gran victoria del feminismo ha sido la de feminizar al hombre, y de plantear como universales y superiores características que son exclusivamente femeninas. Sé bien de lo que hablo porque me crié en un hogar sin varones por el divorcio temprano de mis padres en el que yo era el único niño rodeado de abuelas, tías, madre, etc... Me criaron como si fuera una niña y yo me sentía culpable al comprobar constantemente que mis impulsos NATURALES eran opuestos al entorno cultural ultrafemenino en el que me criaba. Yo quería salir a la calle y al campo a correr saltar y tirar pideras mientras me forzaban a un ambiente doméstico y estático de conversaciones y tareas puramente femeninas, quería jugar a juegos físicos y de acción mientras me forzaban a juegos educativos y sociales, quería competir mientras me forzaban a colaborar, quería el pelo corto mientras me forzaban a llevarlo largo, quería ropa cómoda mientras me forzaban a llevar ropa bonita, quería arriesgar mientras me forzaban a ser temeroso, quería soledad y me forzaban a tener compañía, quería silencio mientras me forzaban a hablar, quería ser provocador mientras me forzaban a ser sumiso con las convenciones, quería austeridad y simpleza en las muestras de afecto mientras me forzaban al barroquismo excesivo de las muestras de ternura femeninas y sobre todo era absolutamente incapaz de conmoverme por todas esas cosas que hacen brotar la empatía y las lágrimas de las mujeres: aprendí a fingir delante de ellas mientras cuando me escapaba con mis amigos era el más gamberro de todos ellos y me sentía como un monstruo por tener impulsos opuestos a toda la educación que había recibido. Luego de mayor descubrí que no es que fuea yo un salvaje sin corazón, sino que simplemente era un hombre, y eso es un hecho natural, y que las virtudes masculinas no son ni mejores ni peores que las femeninas, pero que almenos son igual de necesarias. Un mundo de mujeres o sólo con hombres afeminados no funcionaría nunca de la misma manera que tampoco uno de hombres excluisvamente. ¿qué es mejor, el otoño o la primavera? tan absurdo como eso es lo que intentan las feministas, es decir hacer de los hombres mujeres imperfectas. Yo reclamo desde aquí no el masculinismo, ni la autooorganización de los hombres, ni el victimismo, ni la copia de las estrategias de las feministas sino la desautorización de su delirio totalitario con la simple y llana expresión de nuestras cualidades masculinas sin complejos. El silencio cuando no queremos hablar, la parquedad emotiva si no nos apetece contar nuestros problemas abrazados a un oso de peluche y secándonos las lágrimas con kleenex, la brusquedad cuando no nos sentimos tiernos, el desdén por el aspecto físico propio cuando no queremos competir con ellas en belleza ni en narcisismo, la audacia y el riesgo cuando no queremos ser temerosos y dubitativos, el individualismo cuando no queremos pedir ayuda, dar rienda suelta a nuestro apetito cuando nos importa un huevo el colesterol, la operación bikini y las transaminasas, etc...
ResponderEliminarNo yo nunca me he sentido mejor al compartir mis problemas ni al llorar, ni al renunciar a una posible aventura sexual por fidelidad y por amor a una mujer. Al revés, me he sentido avergonzado, debilitado, deprimido y castrado, porque sencillamente soy un hombre y quiero disfrutar del sexo o género o como lo queráis llamar que me ha tocado en suerte en esta vida: el que mea de pie.
Y que pasa cuando una mujer tampoco siente la necesidad de agarrarse a un osito de peluche para compartir penas? que sucede cuando una mujer no necesita realmente competir en belleza con otras mujeres y estar siempre pendiente de sentirse bella? que pasa cuando siente impulsos audaces y arriesgados y no quiere ser temerosa tampoco? O que pasa cuando un hombre disfruta expresando su sensibilidad muy emotivamente, llorando si es necesario? o cuando prefiere realmente inclinarse por la actitud colaboradora y solidaria de forma continuada antes que la competitiva individualista? o le gusta maquearse y estar coqueto? Nos movemos por estereotipos y nos olvidamos en general de ahondar en nuestras auténticas formas de sentir y ser. Queremos ver colores definidos, claros y brillantes cuando todo es en una realidad más "parda" (eso si, llena de matices) en la que todos, hombres y mujeres estamos más equiparados de lo que pretendemos.
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