Las feministas de género dicen tener su razón de ser y su objetivo último en la conquista de la igualdad. Los hechos sin embargo no hacen más que desmentirlas. Quisiera desde este blog no solo denunciar la deriva neofeminista, también combatir la estigmatización de los hombres y reivindicar la dignidad de lo masculino.
28 febrero, 2011
25 febrero, 2011
Qué, cómo, para qué
Esta es la entrada número 500 de la bitácora y una de las que quizá más me está costando escribir. Las dudas me asaltan por todos lados: la primera, si merece la pena seguir y, a partir de ahí, todas las demás. Es tan grande la magnitud de la tarea y tan escasa la capacidad de incidencia sobre lo que viene sucediendo, que no es fácil distinguir si será más lo conseguido manteniéndose en el empeño o desistiendo del mismo.
Es verdad que después de tanto tiempo uno ya está picado del gusanillo y también resulta difícil prescindir de una actividad que ha pasado a formar parte de su vida y, hacia la que lo empuja la constatación constante de que las cosas no marchan bien en el terreno de la igualdad, pero todo se hace poco ante la constatación de lo difícil que está resultando todo esto, sea lo que fuere esto: lucha por la igualdad, movimiento masculino, crítica del género, espacio de discusión, etc.
En cualquier caso, la constatación de que por el lado de los hombres todo está por hacer y arrancar está resultando un arduo trabajo. Como decía un comentario firmado por keltiberoi en el blog Mujeres de El País: “Queridos seres humanos con un cromosoma Y, los seres humanos con dos cromosomas X hacen bien en reclamar lo que consideran justo. El problema es nuestro, no hemos necesitado desarrollar una conciencia de género. Pero lo vamos necesitando.”
19 febrero, 2011
Dominación masculina II
Le doy vueltas al tema de la dominación masculina y no dejo de pensar en la paradoja del feminismo, particularmente el de la última ola, que si bien no deja de percibir control y dominio del hombre por todos lados, y nos presenta a la mujer como un ser dominado y explotado, pretende sin embargo que todo lo conseguido por la mujeres en las sociedades del bienestar, particularmente europeas y americanas, no sólo es completamente ajeno a la acción de los hombres, sino que ha sido conseguido contra su voluntad y arrebatándoselo.
Cabría pensar que alguno de los términos no puede ser verdad dado su carácter contradictorio. No es posible pensar que las mujeres hayan alcanzado las más elevadas cotas de poder en sociedades completamente dominadas por los hombres, y cuando la intención de éstos es seguir manteniéndolas dominadas para lo que no dudarían en recurrir a cualquier método incluido el maltrato, como el feminismo no deja de repetir y ha conseguido imponer como doctrina social y legal en todas nuestras sociedades. Quizá avanzando en este tipo de reflexiones nos sea dado conocer mejor los concretos mecanismos del poder femenino y su realización en una sociedad que por fuerza no puede ser la que describen y teorizan.
Lamentablemente éste es también el punto de vista de quienes como Alain Touraine en su libro: El mundo de las mujeres, se niegan a hablar de una “psicología” femenina porque sería naturalizarla pero no tienen empacho en utilizar un concepto tan ahistórico y como fijado en el tiempo de una vez y para siempre como el que representa el de “dominación masculina” y en consecuencia el hombre y las relaciones que tal mundo presuponen. Se trata por un lado de negar la identidad de los sexos, para reafirmar su diferencia, al tiempo que se mantiene una visión petrificada de lo que el hombre y lo masculino representan.
Se pretende escapar de una lectura del mundo en clave masculina al tiempo que se ocultan las claves de esa lectura en femenino y que, en lo que atañe al poder no pueden ser más divergentes. Se pretende hacernos creer que lo que interesa a las mujeres es el poder en la cúpula bancaría, empresarial o política, que también, ocultando sin embargo que son otros los bastiones en los que no están dispuestas a ceder ni un ápice de su poder: la casa, los hijos, la salud, el bienestar personal…
Para mi sorpresa y a pesar de que Alain Touraine en el citado libro escribe cosas como: “Hay que añadir que en ningún caso cabe considerar accesible la igualdad perfecta entre hombres y mujeres, siquiera suponiendo que las actuales diferencias de remuneración y de carrera llegaran a suprimirse. Las mujeres son conscientes de que mantienen una relación privilegiada con los hijos, cuya existencia les confiere un poder al que no renunciarían por nada del mundo, aunque los hombres compartieran las tareas de la casa con ellas, incluyendo el cuidado de los niños.” (pág. 139) parece no ser capaz de entender que en un contexto así el concepto de dominación masculina más que un apoyo constituye un estorbo que no permite captar la verdadera naturaleza de lo que el feminismo y las mujeres están imponiendo.
El dedo apunta a la Luna pero el feminismo y las agrupaciones de mujeres, también los hombres profeministas, pretenden que donde fijemos la atención sea en el dedo. ¿Tiene algún sentido hablar de dominación masculina porque la cúpula empresarial o bancaria sea masculina, si en todos los demás terrenos el hombre es un don nadie a quien se le puede negar los hijos, y la casa, a quien se le encargan los trabajos duros y penosos, y cuya figura como esposo, padre, incluso ciudadano, está bajo mínimos? A mi modo de ver ninguno. No sé lo qué pensaréis vosotros.
16 febrero, 2011
¿Igualdad a medias?
Si bien lo pensáis la igualdad de la que nos habla el feminismo, -entendiendo por tal no sólo el que habita en la política, sino todo ese que encuentra su acomodo en el mundo de los medios y de la cultura-, sería una igualdad de darle la vuelta a la tortilla: la mujer ha de ser fuerte y segura, él preferiblemente dubitativo y sensible; fuera películas del Oeste de la tele, ahora ya sólo pueden ser o de temática femenina o con mucha violencia de género, los telediarios y todo lo demás deben estar presentados por ellas; el poder político, como el mediático, a medias, pero sólo relativamente porque en ese a medias no estarían incluidos ni la Secretaría de la Mujer, ni el Instituto de la Mujer, ni las consejerías de la mujer, ni las concejalías de la mujer, y en cuanto a la prensa esta habría de reservar espacios de exclusiva temática femenina y para promover el poder femenino, y desde luego no haríamos caso a que en el kiosco mucho más de la mitad de las revistas estuvieran dirigidas preferente o exclusivamente a la mujer.
Por lo demás se potenciaría el perfil femenino de los puestos de la Administración y la regla del 50% no tendría que regir ni para escuelas ni en la Universidad, tampoco haría norma a la hora de seleccionar el profesorado ni el personal de los juzgados y en general los empleados del sector servicios. Como no se haría sangre porque el empleo en el sector primario, en la industria y la construcción, además de los sectores relacionados con la seguridad y la defensa y particularmente todos los de desempeño difícil y alta siniestralidad fuesen ocupados por ellos, quienes en situaciones de conflicto asumirían que la primera línea de fuego les correspondería y, como siempre ha sido, tendría plena vigencia el viejo lema patriarcal de las mujeres y los niños primero.
Este feminismo pretende que rijan dos leyes: una para los hombres y otra para las mujeres. En el ámbito de lo privado sería la ley que ellas marcasen: hijos sí o no según su soberana decisión, trabajo fuera de casa o no, siguiendo la misma regla. Desde lo público se garantizaría que en caso de separación los hijos y la casa fuesen para ella. Lo que pasase con el ex sería cosa de que él se las arreglase yendo a vivir a casa de sus padres, o como bien pudiera. En cualquier caso con un tercio de lo que ganase porque los otros dos tercios debería entregarlos a quien ya no es su compañera y a unos hijos que podrá ver escasas veces al mes sin participar en la toma de decisiones de su vida.
En lo público haciendo que la ley del mercado laboral fuese distinta para ellas: seleccionando un número limitado de profesiones en las que trabajar y gozando de discriminación positiva para esto y para lo otro y siempre en el derecho de poder denunciar un trato discriminatorio… En el terreno político teniendo asegurado un porcentaje de representación que no vendría dada por los ciudadanos sino determinada por la ley y eso, al margen de la dedicación o no al desarrollo de las organizaciones o de sus programas, eso sí, el campo de la “igualdad” les pertenecería en exclusiva y ahí de nuevo gozarían de plena libertad de decidir y de aprobar. Lo de la paridad sería una regla a aplicar sin excusas cuando ellas lo dijesen y a cancelar sin derecho a réplica cundo les pareciese.
La sociedad ya no se regiría por los principios de mérito y capacidad y, en lo político, por el de representación en base a la libre elección de los ciudadanos para decidir lo que quieren y si en ese querer puede haber más hombres o más mujeres, sino que en base al “democrático” principio de la paridad esta representación vendría fijada por le ley, o mejor, por pequeños grupos de “decididores” en los partidos políticos, porque la posibilidad de las listas abiertas quedaría descartada para siempre. Esto unido a la tendencia al apalanque del panorama político puede terminar redundando en lo que ya vemos: un mayor alejamiento de la ciudadanía y sobre todo un mayor rechazo hacia la clase política que únicamente consigue imponerse en base a que los ciudadanos votan no por su candidato sino para que no salga el otro, no por lo que quieren sino para evitar al que no desean.
Por último, me gustaría destacar en esta entrada un poco deslavazada, el desdén y la pose del feminismo cuando se niega a contestar críticas tan contundentes como que ese 26 % menos de sueldo para ellas es pura falacia, o la actitud entre chulesca y demagógica de ciertos estudios de género financiados con dinero público en los que ya de entrada se comienza tildando de club de los muchachos a las Academias, incluso cuando lo hacen para denunciar la escasa presencia femenina, pero sobre todo me parece mundial que para reforzar tal o cual argumentación se recurra a una cita de otra feminista de género, un poco al estilo del correligionario de cualquier secta que entiende que la palabra de su chamán es palabra de Dios y, por tanto, credo para todos.
13 febrero, 2011
Sobre el blog: Mujeres
Aún cuando hace un par de días dejé este comentario: “A algunos les gusta soñar que el mundo nace con ellos. Les resulta fácil pensar que todos los hombres anteriores a él y sus amigos, si se quiere generación, actuaban según un discurso aprendido. Discurso que ya no es el suyo porque ha sido capaz de liberarse de todas las cadenas y de ese modo construir un discurso justo y libre. Pero quizá, sin apenas darse cuenta, su discurso no sea tan libre y escriba más al dictado de lo que pudiera parecer a primera vista. Por ejemplo, es capaz de escribir: los salarios de las mujeres son inferiores un 26 %, pero sería incapaz de citar un sólo caso en que una mujer cobre un 26% menos que su compañero varón por el desempeño del mismo trabajo y. para calibrar lo que en una afirmación así hay de error, hemos de pensar que debería encontrar no un caso, sino ocho millones.” aquí
Hoy me gustaría referirme un poco más en extenso al contenido de este artículo porque me parece que resume bastante bien el argumentario de los llamados profeministas: con todos sus lugares comunes, su mala conciencia, su lenguaje de doble o triple uso, por ejemplo, la palabra posmacho primero utilizada para los comportamientos de Berlusconi o el alcalde de Valladolid, pero luego ampliada al conjunto de los hombres, excluidos como no podía ser de otra manera, gentes como él; y por qué no decirlo con total ausencia de rigor.
Para empezar ni una sola explicación a por qué un espacio para mujeres y no uno para los hombres, como si quien gozase de los apoyos oficiales y extraoficiales no fuese el feminismo con toda su administración paralela y todos sus resortes de poder, con el apoyo sistemático a todas sus propuestas mientras las asociaciones de padres separados o los colectivos por la custodia compartida no sólo son negados y ninguneados también presentados como asociaciones de maltratadores. Como si aquí estuviera garantizada la custodia compartida y la presunción de inocencia que estuviera en entredicho no fuera la del varón sino la de ellas.
Pero yendo más en concreto al contenido del escrito me sorprende la enorme distancia existente entre los objetivos que para dicho espacio señala Gabriela Cañas, quien los sitúa en penetrar en “los núcleos duros de la política, la empresa, la banca y los medios” y el señalado por el autor de este artículo: “Por eso, aunque el discurso igualitario pueda resultar a veces cargante, sigue haciendo falta pedagogía. Por eso hacía falta este blog.” La distancia entre lo que una y el otro dicen no pueden ser mayor, aunque quizá nadie se atreva a negar que se trata de un instrumento más del poder del feminismo institucional.
Otro aspecto reseñable del escrito es esa sempiterna tendencia a considerar que hay un ser humano a quien cabe exigir toda la responsabilidad y otro ser humano que por la misma queda descargado de cualquier obligación. A ese respecto: por qué confusión del posmacho en lo de abrir la puerta y ceder el paso o en lo del piropo, si después de oír del feminismo durante décadas que había que acabar con esas prácticas patriarcales, hasta situar el piropo en la categoría de acoso, la presidenta de la comisión de igualdad del Congreso y ex ministra Carmen Calvo ha expresado que a ella esas cosas le gustan… ¿De quién es la confusión?
Pero también a cuento de qué seguir hablando de los galanes que abofeteaban antes de besar cuando las cosas han cambiado tanto y ahora quienes reparten bofetadas con motivo o sin él son ellas, y desde determinadas tribunas femeninas no se tiene empacho en pedir que quién se quede en casa o renuncie a su carrera sea él. No entiendo por que seguir en el pasado si la realidad presente ha dado la vuelta a esas prácticas como un calcetín. A no ser que se nos quiera ahorrar la explicación de por qué lo que antes era detestable, ahora se silencia o en qué momento las bofetadas han pasado de ser machistas a justificadas.
En lo que hace referencia al trato dado a las ministras quizá sirva una simple anécdota para saber si han sido peor tratadas ellas que ellos, dado que la acusación de sexismo está presente incluso cuando quien las critica son otras mujeres, incluso mujeres feministas. Pepe Blanco harto de que Esperanza Aguirre le llamase Pepiño, se atrevió a llamarle Esperanzita una vez y fue tal la reacción que lo de Pepiño todavía continúa, lo de Esparanzita duró un día. En cualquier caso quien mejor podría explicar lo que ha pasado con ellas sea quien en su momento las nombró para después cesarlas porque interpretó que la imagen del Gobierno se había deteriorado grandemente y decidió que lo que hacía falta era un Gobierno con otra composición.
En relación a lo del menor salario valga el comentario de más arriba y en cuanto a lo de la mayor dedicación de ellas a las tareas domésticas, hay estudios internacionales claros en los que se ve que los hombres compensan ampliamente con el trabajo fuera de casa el trabajo que ellas a mayores desarrollan dentro del hogar. En cualquier caso hablar de dos colectivos con tanta heterogeneidad en su interior como son los hombres y las mujeres no puede conducir más que a apreciaciones erróneas porque las condiciones de una madre trabajadora con hijos en edad de grandes cuidados y la profesional que no tiene obligación familiar alguna la separación es tanta como la que pueda haber entre un padre trabajador con un trabajo extenuante y otro varón en situación mucho más desahogada.
Lo que a día de hoy habría que catalogar como trogloditismo es que vivamos en una sociedad donde la reivindicación de la custodia compartida esté perseguida y donde determinadas leyes no dejen de cuestionarse desde el ámbito de los tribunales pero sin posibilidad de que encuentren eco en los partidos políticos prisioneros del lobby feminista que en este terreno goza de un poder sin cortapisa. Por lo demás el uso de expresiones como “temen negociar un divorcio en desventaja” constituye un eufemismo inadmisible para hablar de algo tan dramático como las separaciones en este país, en las que miles de hombres de repente se ven alejados de su familia, sin casa y con un tercio del sueldo que ganan, sencillamente porque han decidido separarse de sus parejas.
En fin, lo que a estas alturas haría falta sería un blog, para dar voz a los cientos de hombres que después de un proceso de separación irregular no la tienen, como habría que darla para que fuese posible hablar sin anatemas ni excomuniones de custodia compartida, SAP, ley de violencia de género, y de todo aquello que sirviera para avanzar en la dirección de una sociedad de iguales donde el feminismo institucional y la mujeres no pretendiesen que todo deba ser compartible, excepto aquellas esferas en las que siempre llevaron ventaja: hijos, casa, salud… y todavía más, donde no pretendieran que el hombre afectado de no sé qué virus relacionado con la masculinidad, ha perdido su derecho a hablar sobre lo que haya de ser esa sociedad de iguales.
Ah, por cierto, puestos a buscar hay para todos y todas: http://www.abc.es/20110205/espana/abcp-poetisa-pere-navarro-20110205.html
¿Dos psicologías?
Hoy he colgado el comentario de más abajo en un foro sobre educación, pero todavía después de colgado seguía flotando en mi cabeza esa dificultad de percepción en un foro mayoritariamente masculino, de las diferentes actitudes de los sexos en relación con la educación, hasta el punto de opinar y actuar como si no existiesen. Señalan algunos psicólogos que los hombres tendemos a actuar en nuestra relación con el otro sexo como si de un miembro del nuestro se tratase y eso no siempre es bien visto por quien tenemos enfrente, que espera una respuesta similar a la que ella daría de encontrarse en el papel del otro.
Se cita a modo de ejemplo la empatía, que la mujer entiende como ponerse en el lugar del otro, y el hombre como encontrar una solución a la angustia de quien queremos socorrer. Pero sucede en muchos otros ámbitos de la vida y en contextos a veces bien complicados como las discusiones de pareja en las que hablar no sólo no ayuda a resolver los problemas más bien los agrava como bien señala el psicólogo Ivon Dallaire en tantos de sus libros. Es evidente que es un ámbito de estudio que conviene desarrollar como se merece y que debe servir para algo más que para hacer chistes y gracietas sobre “el cerebro masculino y el femenino”. De momento dejo este apunte aquí. El comentario citado es:
Como he dicho tantas veces, sin introducir variables de género en los análisis sobre educación tengo la impresión de que estamos condenados a no entender nada y, por supuesto, lo políticamente correcto no se queda en el exterior de este foro. Ayer leí una frase de un pediatra que me gustó, decía: No controle al niño; enséñele autocontrol. Sin embargo no es éste el principio que rige en nuestra enseñanza, ni es un principio que tenga la misma acogida entre profesores y profesoras, maestras y maestros.
No es una casualidad que en este foro la participación masculina sea muy superior a la femenina, ni tampoco la valoración por sexos de lo que sucede en nuestro sistema educativo es la misma para ellos y para ellas, sin que quepa interpretar esto como la división en dos bloques monolíticos sin transición entre uno y otro. Hace no mucho más de un año asistí a una conferencia de un profesor de Ciencias de la Educación que poco menos defendía que llevar de la mano al alumno universitario. Pero tengo la impresión que entre los que expresan descontento por lo que está pasando hay muchos más varones que mujeres, profesores que profesoras.
Tengo la impresión de que estas realidades están ahí, pero pretendemos como que no queremos verlas. Pareciera que constatar diferencias entre los sexos fuera en sí mismo una actitud sexista cuando entiendo que son cosas bien distintas, y no hacerlo a lo que nos está conduciendo es a una imagen distorsionada de la realidad porque nos obliga a suponer una misma sensibilidad y actitud entre colectivos cuando no sólo no tienen la misma sino que puede llegar a ser completamente contradictoria.
Sólo por daros una pista os diré que en amplios colectivos feministas y de mujeres la percepción de nuestro sistema educativo es que nos encontramos ante el mejor de nuestra historia y el único que hasta el presente ha sabido hacer justicia a los sexos.
Y ahora os dejo el enlace a una información de hoy mismo en relación con la enseñanza universitaria:
11 febrero, 2011
Un nuevo espacio para las mujeres
Estas son las razones de Gabriela Cañas para justificar el nuevo espacio que tan generosamente les cede el diario El País a las mujeres. Como podréis observar en la lectura el no inicial acaba siendo un sí rotundo.
Los objetivos son: los núcleos duros de la política, la empresa, la banca y los medios. Nada que ver con la pequeñez de nuestros problemas y preocupaciones: fracaso y abandono escolar, custodia compartida, justicia sin género, igualdad, etcétera.
Tampoco nada sobre la crisis económica y el empleo, el marco institucional europeo y su más que evidente incapacidad para los retos de nuestro tiempo, nada sobre la articulación del Estado y por supuesto nada que decir sobre la crisis demográfica o el fracaso y abandono escolar. Yo diría que un espacio más para qué hay de lo mío.
Y, ahora unas preguntas:
¿Es igualitaria, equitativa o justa, la pretensión de un sistema social en el que siendo dos, a uno se le dé donde le falta, sin quitarle donde le sobra y, al otro, se le obligue a dar sin derecho a recibir?
Y todavía una cuestión anterior a todo esto:
¿No estando claro que la igualdad signifique identidad, el mecanismo de la coerción legal puede entenderse como un mecanismo apropiado para resolver este tipo de asuntos?
Los objetivos son: los núcleos duros de la política, la empresa, la banca y los medios. Nada que ver con la pequeñez de nuestros problemas y preocupaciones: fracaso y abandono escolar, custodia compartida, justicia sin género, igualdad, etcétera.
Tampoco nada sobre la crisis económica y el empleo, el marco institucional europeo y su más que evidente incapacidad para los retos de nuestro tiempo, nada sobre la articulación del Estado y por supuesto nada que decir sobre la crisis demográfica o el fracaso y abandono escolar. Yo diría que un espacio más para qué hay de lo mío.
Y, ahora unas preguntas:
¿Es igualitaria, equitativa o justa, la pretensión de un sistema social en el que siendo dos, a uno se le dé donde le falta, sin quitarle donde le sobra y, al otro, se le obligue a dar sin derecho a recibir?
Y todavía una cuestión anterior a todo esto:
¿No estando claro que la igualdad signifique identidad, el mecanismo de la coerción legal puede entenderse como un mecanismo apropiado para resolver este tipo de asuntos?
10 febrero, 2011
Preparando el San Valentín
P.S. Pensé en titular la entrada: Trabajando la autoestima masculina, por lo apropiado que en vísperas de San Valentín resulta un “estudio” como éste. Por si las mujeres tenían poco con la eyaculación precoz, y la disfunción eréctil, ahora viene a sumarse a esta verdadera plaga un elemento más a la pesada carga que debían soportar las sufridas mujeres en sus relaciones con los varones. Y habrá que suponer que se produzca coincidencia en muchos de los que padecen cada uno de estos males ya que si no la suma de porcentajes nos da 29+12+16= 47 % , es decir, que casi 1 de cada 2 varones está afectado de un grave problema a la hora de establecer relaciones con su pareja.
En fin, que quien después de leer lo anterior, recogido en todos los medios de comunicación, y tantas otras cosas como en estos días previos a San Valentín se escuchan en relación con el amor, el sexo y la pareja y en las que queda muy clarito quién es el sujeto que debe dar y el sujeto que debe recibir, siga pensando que se puede hablar sin burla de dominación masculina, es que no valora hasta qué punto una información como ésta sería imposible si los sujetos analizados en lugar de ser ellos fueran ellas.
Y también habrá que suponer que por parte de las mujeres este problema de la halitosis y otros no se producirán ya que de ser así y tampoco producirse coincidencia en sufrirla ambos miembros de la pareja efectivamente habría que concluir que las relaciones entre los sexos deben sortear tantos obstáculos que parecerían imposibles. Y porque en el artículo no han querido cargar excesivamente las tintas ya que si así fuese y añadiéramos a lo anterior la narcolepsia postcoital, los ronquidos y la flatulencia, que a lo que estoy viendo en casi todos los medios también se trata de problemas exclusivamente masculinos habría que concluir que el fin del mundo estaba próximo.
08 febrero, 2011
Realidad y apariencia
El lunes pasado visioné en la Sexta el programa del Follonero con Olga Viza e Iñaki Gabilondo. Me pareció interesante y creo que bien llevado, como me gustó lo que dijeron los protagonistas citados. De todos modos hubo un momento en el que el Follonero le recordó a Olga Viza que Matías Prats seguía presentando telediarios y ella no. La respuesta de Olga Viza no fue en línea con lo más previsible desde la pregunta, sino que recordó que en la actualidad y en relación con las mujeres se está cuidando más el “continente que el contenido”. Pero escribo esto a cuento de la necesidad de muchos de presentar a la mujer siempre como la víctima, incluso olvidando que quizá la discriminación no está más que en su cabeza. Aunque, ya se sabe, en lo social no actuamos en base a lo “real”, que normalmente permanece bajo mil capas y de lo que sólo vemos la cáscara, sino justamente en base a esa apariencia.
Lo cierto es que eso sucede a diario, y normalmente quien así actúa ni tan siquiera se ha tomado la molestia en comprobar si de lo que habla es algo que conoce o lo hace de oídas. Lo oigo en Radio 3 donde se cargaron a un montón de buenos profesionales, se lo oigo al Follonero el día que va a entrevistar a Iñaki, se lo oigo a cualquiera referido a la discriminación salarial, como se lo oigo a todo el que pretenda hablar de conciliación de la vida laboral y familiar. En el terreno de la “apariencia” la condición de la mujer guarda muy poca relación con la realidad, que es un poco más profunda, y que para conocerla exige preocuparse y leer e indagar por cuenta propia, y por eso, y contra la opinión de algunos, el trabajo de desvelar, de sacar a la luz esa realidad latente que subyace bajo la capa de apariencia se hace absolutamente imprescindible. No en vano esa capa existe y es resistente gracias al ingente y constante trabajo del feminismo a lo largo de mucho tiempo.
05 febrero, 2011
El CGPJ pide modificar la Ley contra la violencia de género
El Consejo General del Poder Judicial pide entre otras cosas modificar los artículos de la LIVG que resultaron más polémicos de la ley (153.1, 171.4, 172.2 y 148, que agravan las penas para los hombres) por la proliferación de recursos de inconstitucionalidad que provocaron. Para los jueces, el respaldo del Tribunal Constitucional "no ha eliminado la disparidad de las respuestas judiciales, afectando a la seguridad jurídica".
También tiene interés esta carta de Montserrat Tura a la Casa Real
Aquí podéis encontrar la carta de contestación a Montserrat Tura por parte del MInisterio de Sanidad.
Decir que, para lo que sirva con mayor claridad lo que más arriba se expone, es quizá para medir el poder del feminismo institucional, para demostrar que ante un hecho tan trascendental como que el órgano de gobierno de los jueces está indicando que la LIVG debe dejar de ser una ley misándrica, consigan que todo suceda como en sordina. Con periódicos que ocultan esa parte del comunicado de los jueces para centrarse en otros o que donde mayor repercusión tiene la noticia, es allí donde desearían que justamente esos fuesen los artículos que no se modificasen porque ese el sello que pusieron y desean para la Ley. En todo caso decir que con sentencia del Constitucional o sin ella, los jueces no la están aplicando de la misma forma. Por el lado masculino lo más sobresaliente está siendo el silencio.
Lo de la carta de la señora Tura a la Casa Real es también impresionante ya que, destapa la profunda misandria e injusticia de la LIVG con una virulencia que ninguno de los detractores hasta hoy se había atrevido a usar y lo hace en carta dirigida al Rey. En la carta además se habla de campaña contra los partidos políticos que no apoyen lo que propone…
Los argumentos de los redactores de la respuesta a la citada carta inciden en la falsedad histórica y el razonamiento circular para evitar reconocer que es una ley que incumple el precepto de no discriminación por razón de sexo y que, por tanto, no puede ser una ley que pretenda la igualdad. También que, como ya es costumbre, se eluda explicar el por qué de una disparidad tan grande entre denuncias presentadas cerca de 500.000 y resoluciones condenatorias 147.000. Mucho menos lo que está pasando en el mundo judicial a propósito de esta ley y su nula efectividad a la hora de su propósito último: reducir este tipo de violencia. Más bien al contrario parece que creciera cada año que pasa.
04 febrero, 2011
Dominación masculina I
Tengo la sensación de que estamos asistiendo a la puesta al día y reformulación de los roles y los estereotipos de género y, en este caso, no me cabe la menor duda que de la mano del feminismo y las mujeres. Nos guste o no nos guste, queramos o no, estamos asistiendo a una nueva definición de qué se ha de entender por hombre y que se ha de entender por mujer. Y parece que sea la mujer quien delimita el territorio de ambos. Lo hace en relación con la familia donde sigue reservándose “la exclusiva” de los hijos, lo hace en el empleo señalando los que no desea ocupar, lo hace en la política y la cultura, lo hace erigiéndose en dueña de la moral…
Y, como siempre, hay en todo ello una argucia, la recogida en la expresión: Dominación masculina. Se nos pretende decir que no es verdad que sean el feminismo y las mujeres quienes están delineando nuestras sociedades y con ello nuestras vidas, y para ello señalan como prueba más evidente la ocupación por hombres de los más altos puestos de la política, la economía o la cultura. Es decir, el acuerdo sobre las pensiones constituiría uno más de esos ejercicios de dominación, ya que como todo el mundo puede comprobar en la foto no hay más que varones. Lo importante no sería el contenido del acuerdo y el estudio detallado de a quién beneficia en particular si fuera el caso, sino quienes están en la foto.
Y, consiguen con ello que efectivamente muchos varones interpreten de esa forma el poder. En mi opinión, sin embargo, se trata de una ilusión, de un señuelo, de la pretensión de que lo importante es quien lleva el timón del barco y no quien fija el rumbo y el destino del mismo. Se trata de dos formas de entender el poder: una más visible y de cargos de representación y otra menos visible, la de los resultados de las políticas y a quien favorecen. No deja de ser sorprendente que en una sociedad donde ellas viven más, toman el 90% de las decisiones de consumo, son mayoría abrumadora en la Universidad, y han conseguido una legislación que las blinda a lo largo de toda su vida, lo que se tenga en cuenta a la hora de discutir quien “manda” no sea eso sino esa ideología de la dominación masculina.
03 febrero, 2011
Los pecados capitales del feminismo
(Hoy me decido por recuperar una entrada de hace algo más de un año que, creo conserva todo el interés, y en la que seguramente seamos capaces de encontrar algún tema o temas que merezca la pena desarrollar.)
En esta entrada deseo hablar de feminismo, del feminismo en nuestro país, aquí y ahora. Creo que tiene su interés recapitular un poco y conocer de la mejor manera posible aquello que criticamos, al tiempo que se abre la posibilidad de discutir, entre los que participamos en esta bitácora, nuestros respectivos puntos de vista. Lo que sí no haré será ponerme excesivamente académico y llenar el escrito de citas y pies de página. Ni es lo mío en esta bitácora, ni creo que fuera lo más conveniente.
La intención pretende ser doble: conocer lo que nos preocupa, pero también preguntarme y preguntaros por las mejores estrategias para comenzar a dar respuesta a un estado de cosas cada día más lamentable en lo relativo a la relación entre los sexos y donde, sin ningún lugar a dudas, nos ha tocado jugar el peor papel, el de víctimas sin derecho a protesta, ya que tal cosa sólo puede reflejar, de hacer caso al feminismo y sus adláteres, neomachismo o cualquier otra cosa insultante.
Si algo caracteriza al feminismo es su opacidad, el moverse en una nebulosa de características difusas y límites poco precisos. Todo lo cual le va muy bien a quien ha preferido convertir el movimiento plural, abierto y democrático que en su día fue, en un lobby. Pero, ese mismo rasgo dificulta enormemente su crítica ya que, finalmente, conocemos lo que el feminismo piensa cuando ya se encuentra plasmado en leyes o a través de decisiones de los poderes del Estado, que se nos presentan como hechos consumados.
Todos sabemos que las grandes decisiones sobre las leyes de género han sido tomadas por este lobby, pero lo cierto es que a todos los efectos se nos muestran como decisiones autónomas de los poderes políticos. Podríamos decir que antes que por el ejército uniformado el feminismo ha preferido la estrategia de guerrillas y antes que la visibilidad la opción ha sido el mimetismo. No han conseguido nunca un partido feminista representativo pero han conseguido algo más importante: que la mayoría política haga suyos sus planteamientos. Que sea criticable el uso que se está haciendo de ese inmenso poder no debe hacernos olvidar que esa es la realidad de este momento. En este sentido sería interesante un estudio que pusiese de manifiesto el muy diferente “modus operandi” del feminismo en relación con cualquier otro movimiento social conocido.
(A lo que me quiero referir con eso del “modus operandi” es a que, si los movimientos sociales conocidos: se trate de partidos políticos, o de los sindicatos en el caso del movimiento obrero, se han caracterizado en la época moderna por una tríada constituida por una ideología, un líder y una organización cuanto más conocidos mejor, en el caso del feminismo nos encontramos con una ideología difusa, la ausencia de un liderazgo claro y asimismo la carencia de organización de referencia. Esas tres cosas han sido sustituidas en el feminismo por la penetración en otros movimientos sociales y sobre todo en los aparatos del Estado, con esa administración paralela de la que hablo más abajo, y por un ideario y una organización completamente fraccionadas y dispersas que hacen muy difícil por no decir imposible tanto la petición de responsabilidad como la crítica social. De hecho no se conoce ni un solo balance realizado por el feminismo desde su nacimiento, mucho menos cualquier autocrítica, y en cuanto a los renovados objetivos de cada momento los vamos conociendo a medida que se anuncian. En cualquier caso la impresión que produce es que para el feminismo siempre se está en el momento cero y siempre está todo por conseguir).
Y lo primero que me gustaría aclarar es, a qué feminismo me estoy refiriendo. Me refiero al feminismo dominante, al feminismo de las instituciones y el BOE, al feminismo consagrado en las leyes de género, al feminismo que heredero de las radicales americanas se hace denominar perspectiva de género, para quien la defensa de una pretendida igualdad no es más que un señuelo que lo que esconde es privilegio y desigualdad. Al feminismo que firmó un manifiesto contra la custodia compartida que todavía debe circular por Internet y que fue capaz de torcer en el último momento la voluntad de las Cámaras legislativas para que no se incorporase a la ley como había sido intención reiterada de todos. Y no lo elijo porque sea el que más simpatía me despierta, que no es el caso, sino porque es aquél que termina imponiendo su criterio.
Soy consciente de que existen otros feminismos, por ejemplo el de las autodenominadas “otras feministas”, como existen muchas otras mujeres que sin necesidad de adscripción mantienen posiciones que chocan con el feminismo dominante. Por citar algunas: Rosa Montero, Almudena Grandes o Maruja Torres. Pero lo cierto es que su posición, aunque muy válida, a la hora de la verdad, tiene poco peso en los círculos políticos y de decisión y quienes realmente llevan el gato al agua es el feminismo institucional.
Como veo que de continuar por este camino el escrito se va alargar mucho y se puede convertir en una entrada poco manejable, para abreviar me referiré a lo que considero sus “pecados capitales”, es decir sus aspectos más criticables y lo que, a mí entender, hace más difícil compartir el éxito arrollador de sus propuestas en el plano político y mediático, hasta el punto de ser desconocida la crítica en estos ámbitos. No así entre el ciudadano de a pie, para quien no sólo resulta difícil entender lo del diferente trato penal para hombres y mujeres, o la negativa a la custodia compartida, o como se está aplicando la legislación en las separaciones, pero lamentablemente sin mecanismos para hacer visible su malestar, mucho menos para condicionar de alguna manera lo que está pasando en este terreno. El alejamiento entre el ciudadano y la clase política se hace máximo en este terreno.
LOS PECADOS CAPITALES DEL FEMINISMO
1. Haber convertido lo que en algún momento se concibió como una conquista de civilización, la igualdad del hombre y la mujer, en un vulgar quítate tú para ponerme yo, y haber transformado lo que era un movimiento democrático y de masas que no rehuía el acuerdo con otras organizaciones, en un lobby de presión que esquiva el debate democrático y la discusión serena, y que frente a las políticas educativas y de convencimiento, ha optado claramente por la propaganda, la coerción y el Código Penal. Nuestro país se ha convertido de unos años a esta parte en el que tiene las cárceles más llenas de Europa y el Código Penal no deja de endurecerse cada día más.
2. Dividir a la humanidad en dos bloques irreconciliables: el hombre y la mujer; y actuar con el mismo espíritu sectario y vengativo de cualquier dualismo maniqueo de buenas y malos que sostenga la necesidad de la primacía de unos sobre los otros, en este caso, unas sobre los otros. Es lo que la sociedad americana denomina guerra de sexos y que en su formulación y expresión más brutal se resumió por el feminismo radical como “el hombre el enemigo a batir”. Una forma menos agresiva de presentarlo, pero no menos virulenta en su intención, es la pretensión formulada por este feminismo cuando habla de la “necesidad de cambiar al hombre”.
Lo cual por otro lado derriba la ficción sostenida durante tanto tiempo del género femenino como la expresión de la empatía y la comprensión. En este asunto el feminismo no juega con grandeza de miras, sino como un sindicato de intereses que sólo hubiera de estar atento a satisfacer las demandas de su clientela. Y así, la escuela irá bien si el éxito de las chicas es mayor que el de los chicos, la sanidad y salud pública si atiende con preferencia las demandas femeninas y un largo etcétera en que el único criterio de medición será el interés de género, del género femenino claro está.
3. Victimismo. Presentar la historia de los sexos, incluso la evolución de la especie como una historia de imposición masculina, donde a la mujer sólo le quedase el papel de víctima; no dudando para ello en una interpretación simplista e interesada de cuanto sucedió a lo largo de los siglos. De este modo el hombre habría decidido que la mujer permaneciese en la cueva, mientras él gozaba del inmenso privilegio de la caza del mamut. La historia de los sexos no estaría representada por los hombres y las mujeres de un lugar y una época, sino que por un lado tendríamos príncipes cargados de poder y, por el otro, esclavas cargadas de hijos y obligaciones. Ese mismo planteamiento se hace hoy día, a los hombres nos representa el señor Botín y algunos otros con un poder equivalente en la política o cualquier otro campo y a las mujeres esas madres trabajadoras con doble o triple jornada laboral. Ni el hombre trabajador y esclavizado existiría, ni la mujer rica y poderosa tendría cabida en este simplista e interesado esquema.
4. Sostener que vivimos en un tipo de sociedad -la patriarcal- en la que todos los poderes están concebidos para garantizar la supremacía de lo masculino y que en su funcionamiento y para mantener esa explotación y discriminación del género femenino no duda en ejercer todo tipo de violencias contra la mujer. Para sostener tal ficción es preciso ocultar o presentar como naturales todas las muertes o desgracias sufridas por los varones de las que el único responsable sería él y su mala cabeza. En este sentido sería interesante un trabajo sobre el seguimiento dado en los medios a las muertes de hombres y mujeres por violencia de pareja para comprobar hasta qué punto parecería que hablásemos de cosas sin nada en común. Pero sería interesante abrir el objetivo y analizar el tratamiento dado a las muertes por accidente laboral, el suicidio y en general a la vida de los hombres después de una separación cuando les toca vivir con un tercio de su sueldo.
5. Sostener que la violencia de pareja es unidireccional –de hombre a mujer- y sus dos corolarios: presunción de culpabilidad del varón y presunción de veracidad e inocencia de la mujer, de las que resultan una legislación en relación con la violencia de pareja y las separaciones matrimoniales completamente inasumibles desde el punto de vista masculino.
Ni que decir tiene que al hombre no le es reconocido ningún derecho en el terreno de la reproducción. Todos, y de manera absoluta, pertenecen a la mujer, lo que sin embargo no es óbice para que en relación con la ley del aborto en discusión en estos momentos en el Congreso, ya que no entre la opinión pública, se haya silenciado el documento levemente crítico de cristianos por el socialismo, pero Margarita Rivière haya podido publicar en El País un artículo titulado: Aborto y paternidad irresponsable. Ese es nuestro papel, nada debemos ni podemos decir en relación con el asunto, pero si hay que hablar de alguna irresponsabilidad entonces jugamos con todos los boletos.
6. Jugar permanentemente a la mentira y el engaño. Y así habríamos de creer que el diferente trato penal, la discriminación positiva, el control por parte del feminismo de las grandes cuestiones sociales y morales, y eslóganes como los de la actual campaña contra el maltrato, no deban ser considerados en sí mismo la manifestación más clara de la desigualdad y la discriminación del varón, sino el camino que prepara la igualdad. En este asunto, no estaríamos ante una ideología, la perspectiva de género, tan legítima como cualquier otra, pero no más, sino ante un credo de obligado cumplimiento para todos.
Como botón de muestra de la idea de igualdad que se maneja desde este feminismo y de la necesidad de mezclar todo con la violencia, sirva la actual campaña institucional, que con el lema “Entre un hombre y una mujer maltrato cero” pretende equitativas las dos expresiones siguientes:
Ella dice: “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”
El dice: “De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo”
Y si expresivo es el mensaje, no lo es menos el espeso silencio en torno a la misma por parte de todos, particularmente la clase política que aquí no aprecia ni asimetría ni desigualdad.
7. Convertir la estadística, la sociología y cuanta ciencia social haga falta, en meras armas de propaganda en las que no importa violentar cualquier criterio científico o de verdad. Así las estadísticas sobre violencia, acoso sexual y acoso laboral se confeccionan mediante un cuestionario que, si muestra ya un importante sesgo en sus contenidos, se pasa exclusivamente a mujeres, con el pretexto de que ellas son las que más los sufren. Es decir, la respuesta está en la premisa y no se trata de demostrar, sino de confirmar algo que ya estaba establecido así en la teoría. El trabajo prosigue con el tratamiento que los medios hacen de esa información y con la impagable labor desarrollada desde esa administración paralela que el feminismo ha ido adosando a la Administración general, constituida por el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la mujer, las Consejerías de la CC.AA., las concejalías e incluso algunas ONG’s .
Curiosamente, la única referencia a la ciencia que se le conoce a este feminismo es cuando califican de pseudociencia al SAP (Síndrome de alienación parental), como si por negar el síndrome la manipulación de los hijos dejase de producirse y ser un fenómeno medible y observable. Tiene su aquél que quienes sostienen ideas tan peregrinas como que toda la violencia de pareja tiene una única causa: el deseo de dominio del varón, o que las diferencias entre el hombre y la mujer son todas culturales, ignorando olímpicamente toda la ciencia de los últimos decenios, se atrevan a hablar de pseudociencia en lo referente al SAP sencillamente porque la experiencia dice que de reconocerse las más perjudicadas serían las mujeres.
8. Jugar a la invisibilidad del dolor y el fracaso masculino, consista éste en la menor esperanza de vida, el mayor índice de suicidio o de muerte por accidente laboral, o de otro tipo, en el fracaso y abandono escolar, o cualquier otra circunstancia en la que el varón muestre una mayor vulnerabilidad o deba arrostrar las tareas sociales más penosas y de mayor riesgo. Aquí jugamos con una enorme desventaja. Mientras que las mujeres cuentan con multitud de organizaciones encargadas no sólo de dar asesoramiento y hacer seguimiento de multitud de cuestiones: económicas, jurídicas, etc. ampliadas con los múltiples organismos públicos que colaboran en esa tarea los hombres no contamos absolutamente con ninguna y así nadie sabrá porque se le ha rebajado la condena a la madre de Alba o porque el impacto de género medirá que la mujer no salga perjudicada, no así el hombre, o por qué el sexismo ha dejado de ser discriminación por razón de sexo.
9. Haber convertido la figura masculina en un padre ausente, mediocre amante y fuente de todo cuanto problema social y familiar existe.
10. Considerar que las normas están bien cuando favorecen o son fuente de privilegio para las mujeres. En todos los demás casos, hijas de una sociedad que discrimina y explota a la mujer. Es interesante destacar que generalmente las conquistas femeninas conllevan la alteración o el cambio de las normas que hasta ese momento regían. Normas que serán sustituidas por otras sin fecha de caducidad...
A pesar del lamento femenino en el sentido de que las desposeídas, las discriminadas y las explotadas son ellas, lo cierto es que el poder político y mediático en relación con las políticas de género está todo de su parte, y lo está, por partida doble, desde la sociedad civil donde las únicas autoorganizadas son ellas, pero también en las administraciones públicas: desde el Ministerio de igualdad a la última concejalía o ONG. En este contexto lo único que me resta por decir es que mientras no demos pasos en el sentido de autoorganizarnos, a sabiendas de que cualquier cosa que hagamos en esa dirección será tildada de forma insultante como el intento de recuperar privilegios, habrá poco que hacer.
Es verdad que lo que desde ésta y otras muchas bitácoras se viene haciendo o que la participación en los foros de Internet donde se debaten éstas cosas es muy importante pero si, finalmente, no somos capaces de unir mínimamente nuestros esfuerzos, difícilmente saldremos del agujero en el que nos han metido y en el que corremos el riesgo de quedar enterrados.
La intención pretende ser doble: conocer lo que nos preocupa, pero también preguntarme y preguntaros por las mejores estrategias para comenzar a dar respuesta a un estado de cosas cada día más lamentable en lo relativo a la relación entre los sexos y donde, sin ningún lugar a dudas, nos ha tocado jugar el peor papel, el de víctimas sin derecho a protesta, ya que tal cosa sólo puede reflejar, de hacer caso al feminismo y sus adláteres, neomachismo o cualquier otra cosa insultante.
Si algo caracteriza al feminismo es su opacidad, el moverse en una nebulosa de características difusas y límites poco precisos. Todo lo cual le va muy bien a quien ha preferido convertir el movimiento plural, abierto y democrático que en su día fue, en un lobby. Pero, ese mismo rasgo dificulta enormemente su crítica ya que, finalmente, conocemos lo que el feminismo piensa cuando ya se encuentra plasmado en leyes o a través de decisiones de los poderes del Estado, que se nos presentan como hechos consumados.
Todos sabemos que las grandes decisiones sobre las leyes de género han sido tomadas por este lobby, pero lo cierto es que a todos los efectos se nos muestran como decisiones autónomas de los poderes políticos. Podríamos decir que antes que por el ejército uniformado el feminismo ha preferido la estrategia de guerrillas y antes que la visibilidad la opción ha sido el mimetismo. No han conseguido nunca un partido feminista representativo pero han conseguido algo más importante: que la mayoría política haga suyos sus planteamientos. Que sea criticable el uso que se está haciendo de ese inmenso poder no debe hacernos olvidar que esa es la realidad de este momento. En este sentido sería interesante un estudio que pusiese de manifiesto el muy diferente “modus operandi” del feminismo en relación con cualquier otro movimiento social conocido.
(A lo que me quiero referir con eso del “modus operandi” es a que, si los movimientos sociales conocidos: se trate de partidos políticos, o de los sindicatos en el caso del movimiento obrero, se han caracterizado en la época moderna por una tríada constituida por una ideología, un líder y una organización cuanto más conocidos mejor, en el caso del feminismo nos encontramos con una ideología difusa, la ausencia de un liderazgo claro y asimismo la carencia de organización de referencia. Esas tres cosas han sido sustituidas en el feminismo por la penetración en otros movimientos sociales y sobre todo en los aparatos del Estado, con esa administración paralela de la que hablo más abajo, y por un ideario y una organización completamente fraccionadas y dispersas que hacen muy difícil por no decir imposible tanto la petición de responsabilidad como la crítica social. De hecho no se conoce ni un solo balance realizado por el feminismo desde su nacimiento, mucho menos cualquier autocrítica, y en cuanto a los renovados objetivos de cada momento los vamos conociendo a medida que se anuncian. En cualquier caso la impresión que produce es que para el feminismo siempre se está en el momento cero y siempre está todo por conseguir).
Y lo primero que me gustaría aclarar es, a qué feminismo me estoy refiriendo. Me refiero al feminismo dominante, al feminismo de las instituciones y el BOE, al feminismo consagrado en las leyes de género, al feminismo que heredero de las radicales americanas se hace denominar perspectiva de género, para quien la defensa de una pretendida igualdad no es más que un señuelo que lo que esconde es privilegio y desigualdad. Al feminismo que firmó un manifiesto contra la custodia compartida que todavía debe circular por Internet y que fue capaz de torcer en el último momento la voluntad de las Cámaras legislativas para que no se incorporase a la ley como había sido intención reiterada de todos. Y no lo elijo porque sea el que más simpatía me despierta, que no es el caso, sino porque es aquél que termina imponiendo su criterio.
Soy consciente de que existen otros feminismos, por ejemplo el de las autodenominadas “otras feministas”, como existen muchas otras mujeres que sin necesidad de adscripción mantienen posiciones que chocan con el feminismo dominante. Por citar algunas: Rosa Montero, Almudena Grandes o Maruja Torres. Pero lo cierto es que su posición, aunque muy válida, a la hora de la verdad, tiene poco peso en los círculos políticos y de decisión y quienes realmente llevan el gato al agua es el feminismo institucional.
Como veo que de continuar por este camino el escrito se va alargar mucho y se puede convertir en una entrada poco manejable, para abreviar me referiré a lo que considero sus “pecados capitales”, es decir sus aspectos más criticables y lo que, a mí entender, hace más difícil compartir el éxito arrollador de sus propuestas en el plano político y mediático, hasta el punto de ser desconocida la crítica en estos ámbitos. No así entre el ciudadano de a pie, para quien no sólo resulta difícil entender lo del diferente trato penal para hombres y mujeres, o la negativa a la custodia compartida, o como se está aplicando la legislación en las separaciones, pero lamentablemente sin mecanismos para hacer visible su malestar, mucho menos para condicionar de alguna manera lo que está pasando en este terreno. El alejamiento entre el ciudadano y la clase política se hace máximo en este terreno.
LOS PECADOS CAPITALES DEL FEMINISMO
1. Haber convertido lo que en algún momento se concibió como una conquista de civilización, la igualdad del hombre y la mujer, en un vulgar quítate tú para ponerme yo, y haber transformado lo que era un movimiento democrático y de masas que no rehuía el acuerdo con otras organizaciones, en un lobby de presión que esquiva el debate democrático y la discusión serena, y que frente a las políticas educativas y de convencimiento, ha optado claramente por la propaganda, la coerción y el Código Penal. Nuestro país se ha convertido de unos años a esta parte en el que tiene las cárceles más llenas de Europa y el Código Penal no deja de endurecerse cada día más.
2. Dividir a la humanidad en dos bloques irreconciliables: el hombre y la mujer; y actuar con el mismo espíritu sectario y vengativo de cualquier dualismo maniqueo de buenas y malos que sostenga la necesidad de la primacía de unos sobre los otros, en este caso, unas sobre los otros. Es lo que la sociedad americana denomina guerra de sexos y que en su formulación y expresión más brutal se resumió por el feminismo radical como “el hombre el enemigo a batir”. Una forma menos agresiva de presentarlo, pero no menos virulenta en su intención, es la pretensión formulada por este feminismo cuando habla de la “necesidad de cambiar al hombre”.
Lo cual por otro lado derriba la ficción sostenida durante tanto tiempo del género femenino como la expresión de la empatía y la comprensión. En este asunto el feminismo no juega con grandeza de miras, sino como un sindicato de intereses que sólo hubiera de estar atento a satisfacer las demandas de su clientela. Y así, la escuela irá bien si el éxito de las chicas es mayor que el de los chicos, la sanidad y salud pública si atiende con preferencia las demandas femeninas y un largo etcétera en que el único criterio de medición será el interés de género, del género femenino claro está.
3. Victimismo. Presentar la historia de los sexos, incluso la evolución de la especie como una historia de imposición masculina, donde a la mujer sólo le quedase el papel de víctima; no dudando para ello en una interpretación simplista e interesada de cuanto sucedió a lo largo de los siglos. De este modo el hombre habría decidido que la mujer permaneciese en la cueva, mientras él gozaba del inmenso privilegio de la caza del mamut. La historia de los sexos no estaría representada por los hombres y las mujeres de un lugar y una época, sino que por un lado tendríamos príncipes cargados de poder y, por el otro, esclavas cargadas de hijos y obligaciones. Ese mismo planteamiento se hace hoy día, a los hombres nos representa el señor Botín y algunos otros con un poder equivalente en la política o cualquier otro campo y a las mujeres esas madres trabajadoras con doble o triple jornada laboral. Ni el hombre trabajador y esclavizado existiría, ni la mujer rica y poderosa tendría cabida en este simplista e interesado esquema.
4. Sostener que vivimos en un tipo de sociedad -la patriarcal- en la que todos los poderes están concebidos para garantizar la supremacía de lo masculino y que en su funcionamiento y para mantener esa explotación y discriminación del género femenino no duda en ejercer todo tipo de violencias contra la mujer. Para sostener tal ficción es preciso ocultar o presentar como naturales todas las muertes o desgracias sufridas por los varones de las que el único responsable sería él y su mala cabeza. En este sentido sería interesante un trabajo sobre el seguimiento dado en los medios a las muertes de hombres y mujeres por violencia de pareja para comprobar hasta qué punto parecería que hablásemos de cosas sin nada en común. Pero sería interesante abrir el objetivo y analizar el tratamiento dado a las muertes por accidente laboral, el suicidio y en general a la vida de los hombres después de una separación cuando les toca vivir con un tercio de su sueldo.
5. Sostener que la violencia de pareja es unidireccional –de hombre a mujer- y sus dos corolarios: presunción de culpabilidad del varón y presunción de veracidad e inocencia de la mujer, de las que resultan una legislación en relación con la violencia de pareja y las separaciones matrimoniales completamente inasumibles desde el punto de vista masculino.
Ni que decir tiene que al hombre no le es reconocido ningún derecho en el terreno de la reproducción. Todos, y de manera absoluta, pertenecen a la mujer, lo que sin embargo no es óbice para que en relación con la ley del aborto en discusión en estos momentos en el Congreso, ya que no entre la opinión pública, se haya silenciado el documento levemente crítico de cristianos por el socialismo, pero Margarita Rivière haya podido publicar en El País un artículo titulado: Aborto y paternidad irresponsable. Ese es nuestro papel, nada debemos ni podemos decir en relación con el asunto, pero si hay que hablar de alguna irresponsabilidad entonces jugamos con todos los boletos.
6. Jugar permanentemente a la mentira y el engaño. Y así habríamos de creer que el diferente trato penal, la discriminación positiva, el control por parte del feminismo de las grandes cuestiones sociales y morales, y eslóganes como los de la actual campaña contra el maltrato, no deban ser considerados en sí mismo la manifestación más clara de la desigualdad y la discriminación del varón, sino el camino que prepara la igualdad. En este asunto, no estaríamos ante una ideología, la perspectiva de género, tan legítima como cualquier otra, pero no más, sino ante un credo de obligado cumplimiento para todos.
Como botón de muestra de la idea de igualdad que se maneja desde este feminismo y de la necesidad de mezclar todo con la violencia, sirva la actual campaña institucional, que con el lema “Entre un hombre y una mujer maltrato cero” pretende equitativas las dos expresiones siguientes:
Ella dice: “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”
El dice: “De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo”
Y si expresivo es el mensaje, no lo es menos el espeso silencio en torno a la misma por parte de todos, particularmente la clase política que aquí no aprecia ni asimetría ni desigualdad.
7. Convertir la estadística, la sociología y cuanta ciencia social haga falta, en meras armas de propaganda en las que no importa violentar cualquier criterio científico o de verdad. Así las estadísticas sobre violencia, acoso sexual y acoso laboral se confeccionan mediante un cuestionario que, si muestra ya un importante sesgo en sus contenidos, se pasa exclusivamente a mujeres, con el pretexto de que ellas son las que más los sufren. Es decir, la respuesta está en la premisa y no se trata de demostrar, sino de confirmar algo que ya estaba establecido así en la teoría. El trabajo prosigue con el tratamiento que los medios hacen de esa información y con la impagable labor desarrollada desde esa administración paralela que el feminismo ha ido adosando a la Administración general, constituida por el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la mujer, las Consejerías de la CC.AA., las concejalías e incluso algunas ONG’s .
Curiosamente, la única referencia a la ciencia que se le conoce a este feminismo es cuando califican de pseudociencia al SAP (Síndrome de alienación parental), como si por negar el síndrome la manipulación de los hijos dejase de producirse y ser un fenómeno medible y observable. Tiene su aquél que quienes sostienen ideas tan peregrinas como que toda la violencia de pareja tiene una única causa: el deseo de dominio del varón, o que las diferencias entre el hombre y la mujer son todas culturales, ignorando olímpicamente toda la ciencia de los últimos decenios, se atrevan a hablar de pseudociencia en lo referente al SAP sencillamente porque la experiencia dice que de reconocerse las más perjudicadas serían las mujeres.
8. Jugar a la invisibilidad del dolor y el fracaso masculino, consista éste en la menor esperanza de vida, el mayor índice de suicidio o de muerte por accidente laboral, o de otro tipo, en el fracaso y abandono escolar, o cualquier otra circunstancia en la que el varón muestre una mayor vulnerabilidad o deba arrostrar las tareas sociales más penosas y de mayor riesgo. Aquí jugamos con una enorme desventaja. Mientras que las mujeres cuentan con multitud de organizaciones encargadas no sólo de dar asesoramiento y hacer seguimiento de multitud de cuestiones: económicas, jurídicas, etc. ampliadas con los múltiples organismos públicos que colaboran en esa tarea los hombres no contamos absolutamente con ninguna y así nadie sabrá porque se le ha rebajado la condena a la madre de Alba o porque el impacto de género medirá que la mujer no salga perjudicada, no así el hombre, o por qué el sexismo ha dejado de ser discriminación por razón de sexo.
9. Haber convertido la figura masculina en un padre ausente, mediocre amante y fuente de todo cuanto problema social y familiar existe.
10. Considerar que las normas están bien cuando favorecen o son fuente de privilegio para las mujeres. En todos los demás casos, hijas de una sociedad que discrimina y explota a la mujer. Es interesante destacar que generalmente las conquistas femeninas conllevan la alteración o el cambio de las normas que hasta ese momento regían. Normas que serán sustituidas por otras sin fecha de caducidad...
A pesar del lamento femenino en el sentido de que las desposeídas, las discriminadas y las explotadas son ellas, lo cierto es que el poder político y mediático en relación con las políticas de género está todo de su parte, y lo está, por partida doble, desde la sociedad civil donde las únicas autoorganizadas son ellas, pero también en las administraciones públicas: desde el Ministerio de igualdad a la última concejalía o ONG. En este contexto lo único que me resta por decir es que mientras no demos pasos en el sentido de autoorganizarnos, a sabiendas de que cualquier cosa que hagamos en esa dirección será tildada de forma insultante como el intento de recuperar privilegios, habrá poco que hacer.
Es verdad que lo que desde ésta y otras muchas bitácoras se viene haciendo o que la participación en los foros de Internet donde se debaten éstas cosas es muy importante pero si, finalmente, no somos capaces de unir mínimamente nuestros esfuerzos, difícilmente saldremos del agujero en el que nos han metido y en el que corremos el riesgo de quedar enterrados.
02 febrero, 2011
Presión a los jueces
Esta mañana en una emisora de radio que presume de no amarillismo y de no hacer juicios paralelos, he asistido al hecho insólito en un país donde se respeten la división de poderes y las sentencias de los jueces, de la entrevista a una persona a la que por dos veces una juez no le había dado la razón en una sentencia de maltrato, en un contexto en el que parecía imposible no interpretar el hecho como una presión sobre la juez.
Lo cierto es que a la entrevistada no sólo parecía concedérsele toda la presunción de credibilidad, como si enfrente no hubiese una presunción de inocencia que respetar, máxime si está avalada por dos sentencias absolutorias, también se le concedía, sin derecho a réplica, todo el tiempo y la audiencia para explayarse no sólo sobre su caso también para hacer consideraciones de tipo mucho más general y que, como digo, resultaba imposible no pensar en un intento de injerencia y presión sobre la juez, circunstancia que en un estado democrático y de derecho no debiera estar tolerado.
Claro que cuando desde los aledaños del Gobierno las sentencias de los jueces sobre esta materia sólo constituyen motivo de preocupación si son de determinado signo, el resultado no puede ser más que éste. Y así sucede que, ni al Gobierno ni a los medios les preocupa que un 70% de las mismas acaben en sobreseimiento o absolución, aunque ya nada ni nadie pueda resarcir a quien ha debido sufrir el durísimo protocolo aplicable en estos casos y, lo que se cuestione no sea ese elevado porcentaje o lo que algunos jueces tienen denunciado, el clima de presión en que se están produciendo muchas de esas sentencias, sino justamente se haya decidido ir justo en la dirección contraria, y eso, a pesar de las reiteradas quejas de las asociaciones de jueces por las presiones recibidas por parte del Delegado del Gobierno para la violencia de género.
01 febrero, 2011
Televisión y género
Os habéis dado cuenta de que de un tiempo a esta parte pareciera que para ser presentador de televisión o reportero hiciera falta ser presentadora o reportera. ¿A qué creéis que se debe esto?
P.S. No tiene que ver exactamente con lo anterior pero por su interés quería recomendaros la entrada de Malaprensa que lleva por título: De cubano homicida a anciano suicida.