02 agosto, 2011

Construyendo la masculinidad

La última entrada del blog de Enric Carbó sobre el tema de la construcción de la masculinidad me ha inducido a reflexionar un poco sobre el asunto y fruto de eso son las siguientes notas un poco a vuelapluma y en la intención más de abrir un debate que de presentar cualquier conclusión acabada.

Huyo de definir la masculinidad como un esencialismo, como huyo de esa pretensión dirigista de pretender que hay una única, o una mejor, manera de construir la masculinidad establecida desde fuera del sujeto que se construye. Cada individuo concreto deberá hacer su elección cuando corresponda y lo que a los demás nos toca es darles las condiciones para que esa elección se pueda producir en las mejores condiciones posibles. Quienes sin embargo  ven la masculinidad como una especie de enfermedad necesitan de ese dirigismo para “salvar a los jóvenes”.

Como huyo de una masculinidad ahistórica que se repetiría a sí misma a lo largo de los siglos y construible sin atender al entorno en que haya de desenvolverse. Como trato de huir de una masculinidad que para ser aceptada deba adaptarse, mejor plegarse, a una feminidad ya construida.  En la construcción de la masculinidad habrá muchos que intervengan pero las decisiones últimas las tendrá que tomar cada joven valiéndose de lo que otros le han aportado  pero sabiéndose único e irrepetible y que es a él a quien corresponde ir decidiendo para quedarse con unas cosas y prescindir o rechazar otras.

Para hablar de la masculinidad en nuestros días deberíamos no olvidar los miles, las decenas de miles de varones cuyo contacto con la figura masculina en los primeros años de vida de producirse es accidental, porque la mejor manera de construir la masculinidad es conociendo modelos de la vida real. Y no lo olvidemos la masculinidad no se crea a los 15 años sino a lo largo de toda la vida, desde el momento mismo de nacer.

En nuestros días la construcción de la masculinidad no es tarea fácil, a la ausencia de ese contacto con la figura masculina, habría que sumar la permanente campaña de acoso y derribo que viene sufriendo la masculinidad en los últimos tiempos y observable tanto en el relato de ficción como en el relato de la vida real, en la publicidad como en el medio social. Como tampoco se puede obviar que el feminismo como tantas veces ha puesto de manifiesto no tiene intención de ser neutral en este tema y propugna un tipo de varón al que previamente pretende anular su masculinidad.

Es por tanto necesario fijarse como tareas prioritarias, por un lado, el fomento del contacto con la figura masculina por parte de los más pequeños, y aquí deberíamos prestar especial atención al permiso de paternidad, pero también al reconocimiento legal de la custodia compartida y cómo no, a la necesidad de ir equilibrando el número de hombres y mujeres en aquellas profesiones que tienen que ver con la atención y el cuidado de los niños, particularmente, en la enseñanza primaria.

Desde luego esa masculinidad a construir debe huir de la pretensión de prórroga de la idea de lo masculino como el sexo desechable, el sexo cuya vida vale menos y por tanto el que habría de asumir los papeles de riesgo para la misma. La construcción de la masculinidad en nuestro tiempo debe gozar de la misma libertad que hasta el presente se ha dispensado a la reformulación de la feminidad, y han de ser los propios jóvenes de cada momento quienes vayan señalando la dirección en que desean ir.

Lo que no es de recibo por ejemplo es que se pretenda que el servicio militar obligatorio lo sea con esa condición pero sólo para los varones como en nuestro país ratificó el Tribunal Constitucional o como es práctica en Noruega y otros países.

La construcción de la masculinidad necesariamente ha de ser una relación dialéctica en juego con todo el entorno que rodea a los jóvenes de hoy y a lo que todos debiéramos aspirar sería a poner a disposición de esos muchachos las condiciones materiales y sociales, algunas de las cuales he ido desgranando más arriba, para que se vayan cumpliendo sin falta las distintas etapas y todo ello acompañado de los mejores libros, porque es en la literatura y en el relato de los grandes autores de todos los tiempos donde uno puede tropezarse con los matices con que ésta puede construirse.

17 comentarios:

  1. Me gusto mucho tu artículo, de verdad es importante revalorar cómo hemos juzgado la masculinidad, y quizás como mujeres qué tanto hemos influido en ella, sobre todo cuando somos las principales "educadoras" gracias.

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  2. Gracias Kari por tu valoración de la entrada. Siempre es interesante conocer el punto de vista femenino aunque en los temas relacionados con la igualdad parece que estemos condenados a un diálogo de sordos donde nadie escucha a nadie y cada uno actúa no en función de la razón que crea que tiene sino en base a variables de fuerza y poder. Lo dicho, gracias.

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  3. Abundando en lo anterior Kari habría que decir que el feminismo y las mujeres aplican en este y otros asuntos la estrategia de Rajoy: dar la callada por respuesta, con una particularidad más, a Rajoy lo tenemos identificado, al feminismo no, dada su tendencia a la dispersión y a procurarse siempre mediadores.

    Pero lo cierto es que los datos que nos vienen de la escuela no son buenos, como no son buenos los que nos vienen de las familias, lugares donde la representación femenina lo ocupa casi todo, sin embargo ni las mujeres son pródigas en pronunciamientos sobre esos ámbitos ni admitirían una mayor responsabilidad que siempre tenderían a atribuir al patriarcado.

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  4. Anónimo10:01 a. m.

    No se pierdan la entrevista que le hacen hoy en la contraportada del diario El Mundo (jueves 4 de agosto de 2011) a una feminista como Elena Valenciano.

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  5. Anónimo2:41 p. m.

    La masculinidad no se construye. Caeríamos en la misma aberración del feminismo, cuya base es que todo es construcción, todo es OPCIÓN.

    La condición sexuada, masculina y femenina, es natural: se ES varón y se ES mujer desde el nacimiento.

    La condición sexuada -no sexual: lo sexual es una mínima parte de lo sexuado: ver Julián Marías- debe EDUCARSE para que aflore plenamente lo que ya se ES. Para que la PERSONA, masculuna y femenina, se desarrolle en plenitud.

    El feminismo es una ideología de la modernidad que niega la naturaleza y promueve la construcción de la persona a base de la libre opción. Aunque esa opción implique aniquilar a otras personas: los varones.

    Sólo afirmando la naturaleza las ideologías se desarman.

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  6. Anónimo4:39 p. m.

    (Veo que se me ha adelantado Anónimo).
    Estimado Emilio, no sé qué decirte en este caso. No acabo de ver claro qué pueda significar la expresión “construir la masculinidad” tal como lo expones. Si no te entiendo mal, para la ti la masculinidad (y la feminidad) son algo así como constructos sociales; es decir, convenciones, acuerdos sociales sobre qué debemos o no debemos entender por masculino y femenino. Si es esto lo que propones, he de disentir. Precisamente, la ideología de género se basa en el supuesto no probado de que la masculinidad y la feminidad son construcciones sociales, susceptibles, por tanto, de modificarse voluntariamente. Se trata, como sabes, de una de las tantas derivaciones de la tabla rasa, la cual niega la esencia de las cosas humanas, la naturaleza: lo permanente e invariable de ellas. Y, como igualmente sabes, la tabla rasa debe su origen a una concepción positivista de la realidad que niega la esencia de las cosas, su naturaleza. Esto lo explica muy bien Steven Pinker.
    Por lo demás, y abundando un tanto en lo mismo, no puede haber una masculinidad a la carta (o una feminidad al gusto), ni siquiera en el caso de que aceptásemos (erróneamente, pienso) que lo masculino y lo femenino fueran constructos sociales. Los conceptos de masculinidad y feminidad deben ser universales, so pena de caer en un relativismo/subjetivismo poco recomendable. Si queremos que haya un mínimo de entendimiento sobre la realidad, habremos de rechazar de plano ese relativismo (lo que no es, en modo alguno, incompatible con la idea de que mucho de lo que conocemos, que no todo, es provisional y revisable).
    Ahora bien, con todo esto no estoy queriendo decir que los rasgos típicos de la masculinidad se desplieguen solos en la vida y sin necesidad de ningún tipo de aprendizaje social. Es evidente que la ausencia de referentes masculinos en la educación formal y familiar de nuestros niños no es nada bueno para el desarrollo de su carácter y personalidad. Por ejemplo, la dramática ausencia de una figura de autoridad, generalmente encarnada en el padre de familia, aboca a un tipo de educación basado en el laissez faire y la permisividad, muy dañoso para los niños, pero, ojo, tampoco bueno para las niñas. Estoy convencido de que los niños salen más perjudicados que las niñas por este tipo de “educación”: dada la naturaleza menos dócil de los chicos en general, la permisividad y la ausencia de autoridad paterna causan más estragos en los chicos que en las chicas. Niños y niñas corren el serio riesgo de no madurar, de quedarse varados en un estado de perpetuo infantilismo, incapaces de tolerar la frustración y los reveses inherentes a la vida. Carecerán de modelos adecuados para forjar un carácter decidido, resuelto y determinado. Serán, eso sí, impulsivos; impulsivos, pero no decididos. En tal sentido, entiendo que sí podemos decir que la masculinidad exige de un aprendizaje social y que su compleción se ve entorpecida o truncada por la ausencia de referentes masculinos. Dicho de otro modo: el desarrollo de la personalidad en el niño va inextricablemente unido al desarrollo de su masculinidad, y como quiera que la educación que hoy recibe perjudica el desarrollo de aquélla, también perjudicará el de ésta. Las mujeres, en general, y por su propia naturaleza (hormonal), son menos decididas que los hombres, más dadas a la hesitación, de modo que la educación actual, perpetuadora de la inmadurez, arroja resultados menos contrastantes que en los varones.
    En fin, creo que hay que andarse con mucho cuidado con el concepto de construcción, base para muchos desvaríos ideológicos, incluido el feminismo.

    Raus.

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  7. Ya eres el segundo anónimo, me supongo que te darás cuenta que de ese modo se hace todo muy difícil y que no cuesta poner un nombre. Serías tan anónimo de una como de la otra manera, pero a los demás nos lo harías más fácil. O sea, que si no te importa la próxima vez haz figurar un nombre.

    En relación con el contenido creo que tienes una confusión. Mi tesis no es constructivista, yo no digo que un ser humano pueda ser hombre o mujer por la cultura, cuando hablo de construyendo la masculinidad es claro que no me dirijo a las mujeres sino a los varones y de todos es sabido que los seres humanos no nacemos acabados, somos niños o niñas pero en construcción, y nos vamos construyendo en función del medio y nuestra dotación genética, es más, necesitamos el medio para desarrollarnos.

    Un ser humano que se desarrolle lejos de la civilización termina siendo un extraño animal incapaz para andar erguido y sin lenguaje articulado. Siendo eso así, en cada época histórica el varón, que lo es por nacer con esa condición debe enfrentarse a su realización personal y social de modo diferente y en nuestro tiempo como es sabido sin que se lo pongan fácil.

    Si fueras lector de esta bitácora sabrías que ese es uno de mis campos de batalla, el poner de manifiesto la naturaleza junto a la crítica del constructivismo y el culturalismo y sabrías que no iban por ahí los tiros. Pero también te darías cuenta de que el feminismo culturalista yerra por negar la naturaleza, pero un error de igual magnitud sería pensar que sólo somos naturaleza, como parece ser tu pensamiento. La naturaleza no desarma ninguna ideología, las ideologías sólo pueden desarmarse con cultura, porque somos ambas cosas naturaleza y cultura, suponernos sin una es tan amputador como suponernos sin la otra.

    En mi caso no hablo de OPTAR, como tú dices, a ser varón, hablo de las condiciones a las que debe enfrentarse un varón en la sociedad que vivimos para mejor realizarse y a lo que los demás podemos contribuir para que ese desarrollo, si no te gusta la palabra construcción, se pueda llevar a efecto.

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  8. Lo siento Raus, no hice ninguna mención a tu escrito porque lo colgaste mientras escribía la contestación a anónimo. En cualquier caso me parece que la respuesta se ajusta bastante bien a las dudas que planteas.

    No, no me he hecho constructivista, esas cosas no se decide serlas un día y se deja de serlo al siguiente. Uso la palabra construir la masculinidad, como en tantas otras ocasiones se usa en el sentido de construir la personalidad, como un proceso en el que tú pones y el medio te condiciona, en el mismo sentido que se usó siempre la expresión "hacerse un hombre".

    Y hacerse un hombre, no es igual de fácil o de difícil hoy que lo fue ayer, ni lo es igual para cada uno de nosotros que vivimos circunstancias familiares y sociales tan diferentes.

    Es verdad, la masculinidad es universal, pero no quiere decir que sea un calco igual en cada hombre, cada uno de nosotros somos un ser singular y no una copia de ninguna otra cosa.

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  9. Anónimo6:19 p. m.

    En efecto, Emilio, si reparas en todo mi comentario, advertirás que, si bien soy contrario a la tesis construccionista, también dejo claro que la masculinidad (o la feminidad) no se despliegan en la vida sin el concurso y asistencia del adulto, como tampoco nadie acaba hablando un idioma por sí solo, por mucho que el lenguaje sea un instinto. Con los ejemplos que he puesto sobre la educación permisiva (carente de autoridad por parecer que la autoridad es machista), he querido dar a entender que los chicos de hoy carecen de modelos adecuados y pautas de educación válidas para llegar a madurar como hombres, como varones maduros.
    Por otro lado, Emilio, creo que en esta entrada hay frases un tanto equívocas que puedan dar lugar a malas interpretaciones. Por ejemplo, cuando dices que “Cada individuo concreto deberá hacer su elección cuando corresponda…” O cuando empiezas diciendo que huyes de definir la masculinidad como un esencialismo. Para mí al menos tienen un sabor construccionista que, ciertamente, choca con lo que yo sé de ti como autor contrario al feminismo. Supongo que todo era cuestión de aclarar con más precisión el sentido de tu escrito.
    Un saludo.
    Raus

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  10. Una vez establecido que se pueden hacer construcciones sin necesidad de ser constructivista, porque no se hacen desde la nada, ni rechazando la naturaleza, lo que añadiría a lo dicho sería que utilicé la palabra construcción porque implica un proceso consciente de levantar algo y por tanto que se debe procurar una visión crítica del tiempo y el lugar en que se vive.

    Los muchachos hoy se tienen que enfrentar a cosas que por ejemplo los de mi generación no como es toda esa propaganda de género que se reparte en las escuelas sobre Educación sexual elaborada por "expertos" y con la firma de una agrupación feminista o un sindicato en las que los modelos de chicos y chicas que se reflejan son de verdadero escándalo y si no viviéramos en un mundo tan absolutamente subordinado al feminismo institucional darían lugar a un debate y una crítica de la que carecemos.

    En concreto tengo delante mía un deplegable de la Xunta de Galicia, en el qué a la pregunta: de qué lado estás, presenta todos los tópicos al uso en este tipo de propaganda, y así, por el lado "malo" se nos muestra que la violencia sólo la pueden ejercer los chicos y ¡ojo! como el propio folleto recoge se refiere a cosas como: los celos, la voluntad de conocer todos los pasos de la persona querida, controlar sus amistades, su vestimenta, su teléfono móvil, etc. y por el lado "bueno" se nos presenta la siguiente secuencia: el siguiente pie, Por dentro somos iguales (la imagen son dos esqueletos humanos, uno un poco más pequeño que el otro); a continuación él la divierte haciendo el indio mientras ella contempla la escena, en la tercera delante de un instituto, él con el boletín de notas en la mano dice que sin ella no lo conseguiría, en la siguiente: rodilla hincada en el suelo le ofrece un ramo de flores y finalmente ambos juntos en una calle con rascacielos él con la capa al estilo supermán.

    Esta es la visión de los roles del chico y la chica que elaborada por "expertos" con la que nuestros chicos tienen que bregar porque a buen seguro el folleto será ficha de trabajo en más de una asignatura. Y esa es la igualdad de la que se habla.

    Francamente uno pensaría que el envoltorio será nuevo pero lo que se ofrece es lo de siempre: alguien debe dar y alguien debe recibir, alguien puede tener una conducta reprobable y de hecho la tiene y alguien está excluida de tal conducta.
    ¡Y a esto le llaman igualdad!

    Como consideración adicional señalaría esa tendencia que tiene el feminismo de proceder al desguace de lo todo lo existente y a huir de la norma, de lo reglamentado, de lo que se hace con luz y taquígrafos, para refugiarse en sus instituciones "ad hoc" desde las que vender su propaganda.

    Primero consiguen desgajar del currículo de la enseñanza la educación sexual y luego mediante el control del Ministerio correspondiente se encargan ésta, sea en forma de folletos, charlas, o cualquier otra fórmula a gente de su "confianza" y finalmente esto llega a los institutos de múltiples maneras y se impone como material escolar, aunque se desconozca el autor y sólo figure un grupo feminista o el nombre de un sindicato.

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  11. Silesius12:09 p. m.

    Emilio,

    Soy el anónimo de las 2,41pm.

    Tienes razón. Para facilitar las cosas me denomino: Silesius.

    Tienes razón también en que he llegado recientemente a tu blog, y me he enganchado a él.

    En cuanto al tema del constructivismo, creo que entre tú y Raus lo habéis dejado todo explicado de manera precisa, así que poco tengo que añadir.

    Naturaleza y cultura, por supuesto. No somos sólo naturaleza, gracias a Dios.

    Pero una cultura que no tome la naturaleza como punto de partida acabará por negarla. Aquí soy yo quizá un pelín aristotélico.

    El caso es que seguiré leyendo todos lo que escribís y aprendiendo: en buen plan, tratando de aportar cuando vea ocasión.

    Cordialmente Emilio.

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  12. Raus, si puedes explicarme qué pasa en Deseducativos te lo agradecería. Mi dirección es: emili.anton@hotmail.com

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  13. Humberto12:59 a. m.

    La verdad, no me parece que el texto del Dr. Ferricgla sea muy acertado, creo que el pobre Eric va a terminar bastante confundido. En general, la idea predominante es que la masculinidad debe ser complementaria de la feminidad, lo cual creo que es falso, y además poco justo. Si nos encontramos con unas mujeres que nos sacan bastante ventaja en la definición de su feminidad, y la masculinidad debe ser su complemento, está claro que van a ser ellas quienes definan lo que hemos de ser (ya lo están haciendo, con resultados catastróficos para nosotros). Ellas tratarán de moldear la masculinidad a su conveniencia, para que los hombres satisfagamos sus necesidades, deseos o caprichos. Es muy clarificador el ejemplo que menciona Emilio del folleto de educación sexual, que pone como modelo deseable de comportamiento masculino a un chaval arrodillado ante una chica regalándole un ramo de flores. Esa es la masculinidad que muchas de ellas desean: el hombre a sus pies. Si un folleto de educación sexual mostrara a una mujer arrodillada ante un hombre, se armaría una buena bronca, se consideraría una muestra de machismo intolerable; al contrario es un ejemplo de conducta masculina deseable que hay que fomentar.

    Creo que cada hombre o muchacho debe ir eligiendo su propio camino, aceptando o desechando influencias y modelos externos y adaptándolos a su propia vida mediante la reflexión. Esos modelos debería poder encontrarlos entre los varones adultos que le rodean, por eso es tan importante que no se separe a los niños de los hombres, como se está haciendo actualmente. También puede encontrar modelos en la literatura, el cine o incluso en los medios de comunicación (algunos deportistas, intelectuales, artistas, etc.). La mitología, a la que tanto alude el Dr. Ferricgla, no me parece que esté poblada de buenos modelos masculinos. De cualquier manera hay que dejar que cada uno vaya encontrando sus propias preferencias.
    (sigue...)

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  14. Humberto1:02 a. m.

    (...continuación)
    Sin embargo, debemos potegernos de dos influencias externas muy negativas. La primera, lamento decirlo, son las propias mujeres. Hay que dejar bien claro a los varones que la masculinidad no nos la deben diseñar las mujeres, aunque ellas se crean con derecho a hacerlo. Porque lo van a hacer atendiendo a sus intereses, no a los nuestros. Porque su conocimiento de nuestras necesidades, inquietudes, miedos, esperanzas, etc. es limitado y simplista. Y porque su tendencia a la crítica y al reproche continuos, sólo nos puede llevar al autodesprecio y al sentimiento de culpa (mirad si no a los hombres feministas). Creo que para crecer como hombres necesitamos ignorar los omnipresentes mensajes que las mujeres (o sus presuntas representantes) tratan de inculcarnos sobre la masculinidad. Por supuesto, tienen derecho a hablar cuanto deseen, pero nosotros tambien tenemos derecho a no escucharlas o escucharlas con mucha prevención. Y sólo pueden exigirnos que las respetemos, todo lo demás es opcional por nuestra parte. No estamos obligados a adaptarnos a sus deseos, aunque corramos el riesgo de que nos rechacen. No estaría nada mal que los hombres creáramos espacios en los que hablar entre nosotros con sinceridad, reforzando los vínculos amistosos y solidarios entre nosotros, tal como hacen ellas (aunque cuando lo hagamos nosotros nos llamarán machistas).

    La otra influencia de la que debemos protegernos es una idea muy extendida. Me refiero a la nefasta creencia de que para ser un hombre has de cumplir unos requisitos determinados (sobre todo determinados por las mujeres); en caso contrario no serás considerado como tal. Esta amenaza es gravísima, porque la condición de hombre, como la de mujer, es una de las bases de la identidad de cada persona. Si no "llegas a ser un hombre" ¿qué demonios eres? ¿un fantasma, un simulacro, un intento fallido?. Hay que dejar claro que para ser un hombre sólo es necesario tener cromosomas XY, nada más. Con eso ya eres o serás un hombre. No es necesario cumplir requisitos o tareas fijados arbitrariamente por terceros. Puedes tener defectos (todos los tenemos), que eso no te quitará tu condición de hombre. No importa que seas cobarde, que tu pene sea pequeño, que seas bajito o tengas pocos músculos, que te hayas quedado calvo, que seas impotente, homosexual, pobre, que tu carácter sea débil o que seas violento, que tu pareja te sea infiel, etc. Seguirás siendo un hombre, con defectos o problemas, claro, pero un hombre. No necesitas que nadie, y menos una mujer, te dé el carné de hombre: ese ya lo tienes desde que naciste, te lo dió la genética. Puedo decir por experiencia propia que este convencimiento es muy liberador, te alivia esa enorme presión y ansiedad por demostrar que mereces la etiqueta de hombre. Presión que tan cara nos cuesta a los varones.

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  15. Te agradezco la entrada doblemente Humberto porque además de lo clara que es, me saca la espinita que se me estaba clavando al pensar que en este foro era yo el único que pensaba cosas que veo tu compartes plenamente.

    Es muy curioso observar como, si siempre fue uno de los caballos de batalla del feminismo la superación de los roles masculino y femenino, nos tropezamos ahora con un neofeminismo que se ha erigido en árbitro y juez que mejor decide lo que haya de ser el varón en todas las etapas de su vida.

    Primero nos delimitan los espacios y después cómo hayamos de estar en ellos...

    En fin, que es evidente que éste es una trabajo que no ha hecho más que empezar.

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  16. He permanecido alejado de Internet durante las vacaciones (el entorno montañoso en el que estaba tenía una débil cobertura, pero que me ha permitido centrarme más en su paisaje). Me ha sorprendido la polémica inicial de esta entrada. Creo que Emilio es uno de los combatientes más finos contra el constructivismo, sobre todo en su vertiente educativa, tanto en este blog como en otros foros. Me alegra leer en cualquier caso los comentarios de Humberto y del propio Emilio que profundizan más en el tema. Me quedo con el mensaje de una construcción activa de un nuevo masculinismo, que, por ejemplo, se muestre crítico lo que Emilio describe en la Xunta, gobernada por un PP que mantiene en la estructura educativa las mismas falacias de género iniciadas por el anterior gobierno socialista.

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  17. Aprovecho tu comentario Plutarco para decir alguna cosa más pues me gustaría referirme a este cuadro de valores elaborado por Ahige http://masculinitat.blogspot.com/2011/07/un-escrit-de-jordi-pruneda.html para que mejor se vea como los hombres profeministas como parte de ese conglomerado que forma el neofeminismo, en realidad lo que pretenden es la mejor trasmisión del mensaje de la masculinidad como problema del que ellos tendrían la verdad dogmática que incluiría la idea del varón como sexo desechable, pero también la concepción de la masculinidad como enfermedad.

    Yendo al cuadro se puede observar que, si entre los valores positivos se señalan cuatro femeninos, en realidad 7 si consideramos separadamente la empatía, la solidaridad y la cooperación, por 3 masculinos; en el lado de los negativos aparecen 2 como femeninos por 4 masculinos. Sé que no es solo una cuestión de cantidad, pero también.

    Aun tratando de huir de lo burdo de algunos ensayos anteriores, a este colectivo le resulta imposible evitar caer en la sacralización de lo femenino a fuerza de presentar lo masculino como el lado oscuro de la humanidad. Por ejemplo cuando se presenta la solidaridad y la cooperación también la empatía como femeninos, pero también cuando se sitúa como deshumanizadora la competitividad, así en bloque, sin ningún matiz, con lo de un plumazo se crea un enorme foso en el que enterrar a miles de hombres que si algo los caracteriza es su capacidad competitiva (Y después Rubalcaba pretende que nuestro sistema educativo forme emprendedores).

    No comparto tampoco ese lenguaje tan reiterativo de sanación. Acaba por crear atmósfera de hospital que no creo sea lo más positivo a la hora de abordar estos problemas, aunque encaja perfectamente en ese intento feminista de presentar la masculinidad como una enfermedad.

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