Para
una bitácora como ésta que considera inasumible la pretensión neofeminista de
que los hombres hayamos de aceptar todo cuanto ellas digan en lo relativo a la
igualdad, porque cualquier otra reacción solo se podría interpretar como machismo
y, resulta inasumible, porque tal cosa sería equivalente a una condena
al silencio, una especie de muerte civil, o, visto de otra manera,
imponernos una censura que nos convertiría en una especie de zombis que tendrían
limitado su campo de acción a determinadas tareas que nos vendrían impuestas
desde fuera, se le plantean, varios frentes de actuación y no solo la crítica
de propuestas emanadas de ese feminismo.
Es evidente
que mientras hablamos de tal o cuál estadística o encuesta que nos desvela un
rostro cada día más terrible del hombre: ese ser del que jamás se pararía de descubrir
un ángulo cada vez más siniestro e “inhumano” y del que parecería que todo
cuanto conocíamos de él no era más que pura fachada; mientras eso sucede,
seguimos sin entender por qué otros aspectos de la realidad son tapados,
escondidos, negados y para los que por lo visto no existe ninguna prisa en
descubrir su origen y génesis, sea que se trate del fracaso escolar masculino,
las elevadas tasas de suicidio del varón que no paran de crecer, la evolución
del empleo y el mercado de trabajo para cada uno de los sexos, la evolución en
progresión geométrica de la obesidad mórbida o que no exista una campaña, al
estilo de las llevadas a cabo contra el tabaco o los accidentes de tráfico, contra
los accidentes laborales cuyas estadísticas nos sitúan a la cabeza de Europa…
Pero
también y esto revela hasta qué punto se pretende desligarnos de la
interpretación de la realidad, la increíble celeridad de la incorporación de la
mujer al mercado de trabajo, hasta el punto de que en apenas 30 años se han
conseguido cifras de incorporación al mismo comparables a las que para los
varones supusieron 150 años, y junto a eso la falacia del techo de cristal y la
discriminación laboral y salarial de las mujeres que, ellas sí, parecen con
capacidad para elegir sectores y tiempos de dedicación que a los hombres nos
están vedados, circunstancia ésta que, sin embargo, pretenden que hayamos de
interpretar como discriminatoria, como tantas veces hemos comentado aquí en
relación con los contratos a tiempo parcial o el empleo público; o dicho de
otro modo, sin la tiranía de la jornada a tiempo completo y la posibilidad de
excluirse de los empleos más difíciles y arriesgados.
Para
una bitácora como ésta digo se impone atender ese frente de la crítica de lo
que pasa, de la denuncia de lo que no se está haciendo, pero también en un
mundo tan cambiante redefinir y resituar la figura masculina en la familia y la
sociedad, desde la propia iniciativa de los varones y no como algo que nos viene
impuesto y que ha sido decidido sin contar con nuestra opinión. Seguramente
esta sea la tarea de futuro que más difícil resulte pero en la que cabe cifrar
las mayores esperanzas porque, en cuanto a lo otro, la dura realidad nos dice que
poco cabe hacer: el varón seguirá siendo presentado como un ser abusador y explotador del que como
único resultado lo que cabe esperar es un
marido y un padre ausente.
Lo acabo de escuchar en RNE. Parece ser, según la informadora, que las redes sociales están alteradas porque la nueva responsable de Sanidad se ha referido a “dos nuevos y dolorosos episodios de violencia doméstica en el ámbito familiar”. La indignación de las redes sociales y de la propia informadora reside en el hecho de no haber utilizado la terminología impuesta por el neofeminismo durante los últimos ocho años: “violencia de género, terrorismo machista” y demás expresiones de corte gobbeliano. La informadora espera que haya sido un lapsus y que la ministra, Ana Mato, rectifique según los cánones impuestos por el neofeminismo.
ResponderEliminar¿Es este un primer paso para cambiar el nombre a la famosa ley y extenderla a toda la casuística de la violencia doméstica: hacia las personas mayores, hacia los hijos, entre personas del mismo sexo o hetero en las que es ella la que ejerce comportamientos violentos hacia su pareja masculina?
Leire Pajín corrige a la nueva ministra:
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/elmundo/2011/12/27/espana/1324987792.html
Si el propio Rey dijo que todos somos iguales ante la Ley, ¿a cuento de qué para los actos violentos de la pareja se mantiene un trato diferente según el sexo?
ResponderEliminarSé que es un aburrimiento, es más de lo mismo. El otro día, en la tertulia de 24 horas de RTVE, justo después de comentar que la Sra. Sáenz de Santamaría acumulaba más de la mitad del poder del nuevo gobierno (sin hacer ninguna referencia a su condición de mujer, lo cual está bien)como digo, al ratito ya estaban las periodistas presentes quejándose de que este no es paritario. Veamos: tienen por Doña Soraya la mitad del poder + Fomento, que es ministerio de mucho poder, mucho cazo y mucha política (sobre todo a la hora de repartir inversiones y/o recortes)+ los de asuntos de mujeres que a estas alturas son fijos y exclusivos para las mujeres... vamos que tienen claramente la mayoría del
ResponderEliminarpoder y, lo que me fastidia, es que ninguno de los presentes fue capaz de callarlas, de decirles que si quieren número que le digan a la Sra Soraya que reparta con otras y así completar, que si fuera al revés se quejarían de que los hombres se reservan los núcleos de poder aunque pusieran a más mujeres en lugares menores etc etc. la cuestión es la queja constante.
Arturo
El día que con la suficiente perspectiva se escriban las aportaciones del neofeminismo a la lengua y la cultura y descubramos el juego tramposo de términos como género o machismo, entonces si confirmaremos su particular capacidad para jugar al engaño con las palabras.
ResponderEliminar