30 septiembre, 2013

Información

Desde hace bastante tiempo el gadget de comentarios recientes no va y esto dificulta enormemente seguirles la pista a los comentarios que se hacen en entradas anteriores y si además son respuesta a otros comentarios resulta prácticamente imposible localizarlos. Si mi información no es incorrecta Blogger había prometido arreglar este problema con un gadget mejorado, aunque de momento no hay nada operativo en ese sentido. 

Digo lo anterior porque el último comentario de Humberto que corresponde a  la entrada: Las dueñas de la moral guardan silencio, a pesar de su interés os pasará desapercibido a la inmensa mayoría, por quedar situado en mitad de muchos otros. Confío en que Blogger dé resuelto ese tema pronto porque de otro modo se pierde información importante. Quizá mientras tanto sea mejor no enlazar los mensajes y encabezarlos con @aquienvayandirigidos, de ese modo al menos se localizarían fácilmente los últimos.

Solo añadir dos cosas más. Recomendaros la última entrada de Malaprensa: Estadísticas a instancia de parte,   que nos recuerda lo que acostumbra a suceder con las Estadísticas de parte y la mala práctica periodística de publicarlas sin análisis ni crítica, y también que aun cuando algunos puedan pensar en el blog como un lugar para el desahogo y para quejarse en tono destemplado de la dura realidad de género, recordarles que su objeto no es ese por mucho que nos podamos sentir solidarios de su situación.


Pretende, aunque a duras penas lo consiga, ser un espacio para la reflexión ante esa realidad y contribuir a crear una masa crítica que nos permita incidir mínimamente en ella para modificarla, aportando un punto de vista que tantos y tantas desean acallar. Y para eso hacen faltan argumentos de calidad y trabajos rigurosos que desmientan la nube en que nos tiene envueltos la asfixiante realidad de género y sus largos brazos. 

27 septiembre, 2013

¿Necesitan los hijos al padre?

Al neofeminismo no le gusta hablar del presente ni del futuro. No le interesa que se debata sobre las políticas de género. No quiere que se analice el estado de derechos y obligaciones en la sociedad del presente y su reparto entre hombres y mujeres. Le gusta hablar del pasado: por ejemplo el páter familias romano, incluso más allá, como le gusta hablar de la situación de la mujer en los países musulmanes. Y si acaso se ven forzadas a hablar del presente se trataría de la madre trabajadora  con doble jornada. 

Es decir, al neofeminismo le gusta jugar a la invisibilidad (hallazgo suyo) de la mujer de clase media o alta en los países desarrollados que no tiene hijos, o que teniéndolos puede pagarse una o más sirvientas, que goza de una saneada situación económica, en muchos casos compradora compulsiva, y cuya vida se desenvuelve con el nivel de holgura máximo que es posible en esta sociedad.  Y no desea hacerlo porque evidentemente ese concepto de mujer que maneja y que hace tabla rasa de las condiciones económicas e históricas, sociales y culturas que la definen haría que se viniese abajo esa teoría de que todas las mujeres son explotadas por el hecho de serlo, y todas están necesitadas de medidas especiales de promoción política, jurídica y social.

Desde luego no quiere hablar del fracaso escolar masculino, del mismo modo que maniobra para hacer imposible una ley de custodia compartida como esta sociedad se merece, como evita que se hable de la familia y si, aquella destrucción de la misma, anunciada por  Shulamith Firestone  y el feminismo de género, en realidad se refería en exclusiva a la destrucción de la figura del padre y a la búsqueda de todas las medidas que mejor consigan un alejamiento de éste de sus hijos y, en general, a los niños de los varones hasta el punto de que, en la actualidad un porcentaje muy elevado y creciente de niños y niñas no se tropiezan con la figura masculina hasta prácticamente el final de primaria. Mientras esto sucede en nuestras sociedades, estudios muy rigurosos sostienen lo que va continuación:

Maite Garaigordobil y Jone Aliri de la Universidad del País Vasco han realizado este el estudio que lleva esta presentación:
“El estudio tuvo 3 objetivos: 1) analizar las relaciones entre el sexismo hostil (SH), benevolente (SB) y ambivalente (SA) de padres-madres e hijos-hijas; 2) estudiar la relación entre el sexismo del padre y la madre; y 3) valorar si el nivel socioeconómico cultural familiar está relacionado con el sexismo.
La muestra incluyó 2.867 participantes, 1.455 adolescentes (768 chicas, 687 chicos) y sus padres (764 madres, 648 padres). Los resultados mostraron correlaciones positivas del sexismo (SH-SB-SA) de la madre con el SB de sus hijos, y con el SH-SB-SA de sus hijas. Se hallaron correlaciones entre el sexismo (SB-SA) del padre y el sexismo (SH-SB-SA-Neosexismo) de sus hijos, pero no se evidenció relación con el sexismo de sus hijas. Se confirmó la conexión intergeneracional del sexismo en la familia, de la madre en relación a los hijos-hijas y del padre en relación a los hijos. La madre aparece como una figura de mayor influencia, aunque se constató una mayor conexión entre el sexismo de madre e hija, así como entre el sexismo de padre e hijo. También se han hallado correlaciones positivas  entre el sexismo de ambos padres, y negativas entre el nivel socioeconómico cultural de la familia y sexismo de padres e hijos.”

Por su parte en: Nada es gratis, se publicó hace un tiempo una entrada con el título: ¿Qué pasa con nuestros chicos? en el que se analizaban las conclusiones de este estudio:

“Bertrand y Pan siguen durante doce años la trayectoria de veinte mil niños. En primer lugar, estudian la influencia de la escuela. Curiosamente, las diferencias en las habilidades no cognitivas entre chicos y chicas no varían en función del grado de disciplina de la escuela, de la edad a la que los niños comienzan la guardería o del sexo del maestro. Sin embargo, la estructura familiar resulta ser un factor clave. Los niños (varones) que se han educado fuera de la llamada familia tradicional (ambos padres biológicos presentes) tienen graves carencias en habilidades no cognitivas. Por ejemplo, la probabilidad de ser expulsados por mal comportamiento de la escuela, uno de los mejores predictores del fracaso escolar, es muy superior (25% vs 10%). Según los autores, en parte esto se debería a que las madres solteras tienden a pasar menos tiempo con sus hijos varones que con sus hijas. Además, las madres solteras también declaran una mayor distancia emocional respecto a sus hijos varones. Pero la principal razón es que los niños son especialmente vulnerables en las familias monoparentales. Estas familias dedican menos tiempo a sus hijos (e hijas) pero es el desarrollo no cognitivo de los hijos varones el que se ve afectado en mayor medida. El aumento en el número de niños que no convive con ambos padres biológicos habría agravado el problema en las últimas décadas.”

En su obra: El cerebro masculino, Louann Brizendine enfatiza el papel del padre en la formación de los niños. Contiene varios epígrafes con títulos tan expresivos como:  El tiempo con papá incrementa la seguridad en uno mismo,  La broma: el espíritu de comunicación masculino, La severidad verbal prepara al niño para el mundo real… pero también frases como las siguientes: “Los investigadores de la Ohaio State University  han observado que las convicciones del padre acerca del grado de participación que debe tener en la educación del niño no cuentan; es la madre la que lleva la voz cantante” o “Los investigadores han mostrado que el modo en que juega el padre con su hijo hace que el niño sea más curioso y mejore su capacidad de aprendizaje. En comparación con los juegos de la madre, los del padre son más físicos y bulliciosos. Los investigadores han observado que el juego paterno es más creativo e impredecible y, por tanto, más estimulante.


Cada uno por separado, pero mucho más todos juntos, ofrecen una visión de las cuestiones relacionadas con la familia y los hijos rompedora de los eslóganes y lugares comunes que circulan entre la opinión pública de nuestro país. Establecer un debate en torno ellos seguro reportaría un cambio radical en muchas de las políticas actualmente en vigor. 


22 septiembre, 2013

La venda antes de la herida o cómo eludir responsabilidad

Cuando todos los derechos sobre la reproducción son femeninos alguien nos regala esta joya con este título: 

No soy madre porque no quiero


Y estos dos subtítulos:

-        Persiste la presión social a favor de la maternidad, pero no de la paternidad

-        La mujer sin hijos suele ser calificada como egoísta
  

Porque mi pregunta sería: ¿Qué eficacia tendría la presión sobre los hombres si estos carecen de cualquier derecho en este terreno? O es que ¿Un día se puede proclamar: Nosotras parimos, nosotras decidimos, y al siguiente echarle la culpa al de enfrente?


17 septiembre, 2013

El rol de protector del varón

La última entrada de ¿Quién se beneficia de tu hombría? es importante por lo que dice, pero también por lo que sugiere, al demostrar que la violación no solo no es un asunto tolerado y normalizado en el patriarcado sino el principal resorte para mover a actuar a los hombres y utilizarse como banderín de enganche para alistar a los jóvenes a los ejércitos y la guerra, o justificar invasiones como la de Panamá y tantas otras.

En los varones existen resortes, más o menos inconscientes,  que en determinadas circunstancias nos llevan a poner en juego incluso nuestra vida si se trata de  proteger la de otros, en particular la de mujeres y niños,  y ese mecanismo que en la entrada se relaciona con las acciones referidas a la guerra se extiende, sin embargo, mucho más allá de ese momento apareciendo en múltiples fórmulas  de protección cada una con su nivel de intensidad. En un comentario que colgué en la citada la entrada decía más o menos:

El mecanismo es el mismo cuando hablamos de estos llamados para alistarse e ir  a la guerra, que cuando en el Titanic, y tantas otras situaciones parecidas, se decide salvar a las mujeres y los niños primero, pero en múltiples ocasiones de la vida diaria. Recientemente criticaba en mi blog un artículo firmado por un eurodiputado: que ante el despilfarro de esfuerzo y dinero público que supuso la acción impulsada por  las feministas y llevada a cabo por el Ministerio de Industria de unificar las tallas femeninas, arremetió con toda intensidad contra unos cuantos intervinientes en la operación que, ¡oh casualidad! resultaron ser varones, y lo hizo olvidando en todo  momento cualquier reproche a las promotoras de la medida.

Pero está presente en cada uno de nosotros. No hace mucho tiempo un comentarista habitual en ésta y otras bitácoras y con un punto de vista muy crítico hacia el neofeminismo,  no dudaba en reconocer que él como profesor tendía a puntuar mejor a sus alumnas. Pero todos sabemos de la mayor benignidad de los tribunales de justicia hacia las mujeres, o del especial orgullo que les procura a los políticos poder ser el único varón invitado a una reunión de mujeres y la especial satisfacción de poder anunciar una medida en su exclusivo beneficio.

O también como nuestras Cámaras no tuvieron gran problema, a pesar de contar con informes desfavorables de los penalistas y en general de todas las fuentes consultadas: RAE, Consejo de Estado, etc. para aprobar la LIVG o, menos comprensible todavía, que cuando se hizo una reforma de la ley de divorcio para incluir en ella la custodia compartida todo terminó de la forma que conocemos y el Tribunal Constitucional tardó siete años en pronunciarse sobre una cuestión de inconstitucionalidad que mientras tanto estuvo perjudicando gravemente a los varones y sobre todo a la justicia, o las trabas que el CGPJ está poniendo ahora mismo a la reforma de dicha ley en el sentido de que sean los jueces quienes determinen cuando corresponde dictaminar una custodia compartida, sin que hasta el presente se conozca ningún pronunciamiento en relación con la práctica de resolver la custodia siempre a favor de la madre.

El neofeminismo desde luego no lo desea pero los varones debemos reflexionar muy seriamente sobre aspectos de nuestro comportamiento en los que el atavismo de la protección se antepone a cualquier otra consideración y actúa haciendo descargar sobre otros hombres y sobre nosotros mismos pesadas cargas que como en el caso de esos llamamientos a alistarse a un ejército en guerra ponen en peligro nuestra propia vida. Y debemos hacerlo porque sería un enorme fiasco que después de toda la historia de los dos últimos siglos el rol del varón permaneciese igual a sí mismo y como siempre ha sido. 


07 septiembre, 2013

La invisibilidad como estrategia

Una de las acusaciones históricas del feminismo apuntaba al excesivo protagonismo de lo masculino en la esfera pública, a la ocupación de todo el espacio público por parte de los hombres condenando a las mujeres a la invisibilidad, y muchos fueron  y son quienes dieron y dan credibilidad a dicha acusación como si se tratase de una imposición unilateral de los hombres.

Pero, qué sucede en la actualidad, qué sucede ahora que ya no se puede argüir un menor número de mujeres con título universitario ya que son mayoría y cuando grandes espacios de lo público están ocupados mayoritariamente o muy mayoritariamente por las mujeres: educación, sanidad, justicia sobre todo la relacionada con la familia, administración pública, etc. y la presencia de las mujeres es mayoritaria en los medios de comunicación y nada desdeñable en la política.

Pues sucede que su voz es más bien escasa en ese ámbito de la opinión pública que anima el debate y la deliberación social y así es prácticamente imperceptible en los foros de educación y en los de la economía, la política y tantos otros. Y, lo más llamativo, parece como si alguien hubiese decretado el silencio en los temas relacionados con la “igualdad  y no discriminación por razón de sexo” y entendiese que las posiciones del neofeminismo en  el debate público en relación con todos estos temas debiese estar protagonizado por los hombres profeministas y asociaciones como Ahige, cuando no directamente por los partidos políticos.

Todo lo anterior sin menoscabo de su influencia mediática, social y política que más que perjudicada por esa actitud ausente parece estarle dando muy buenos réditos. Al menos para mí no deja de constituir una situación extraña y sorprendente.


03 septiembre, 2013

Masculinidad

En el mundo que vivimos los problemas para los chicos parecen multiplicarse como se recoge por ejemplo  en esta vieja entrada en lo relacionado con la educación.  Pero muchos son los estudios de los más prestigiosos especialistas  que ponen en evidencia otros tantos problemas atinentes a la infancia y la juventud particularmente de los niños criados en ausencia de la figura del padre. Y, al igual que para los de los  adultos, no solo no se ven iniciativas  para identificarlos y abordarlos, más bien pareciera que el solo hecho de señalarlos convirtiera a quien lo hace en sospechoso de algo. Por solo citar algunos: fracaso escolar, obesidad mórbida,  déficits de atención,  mala gestión del tiempo,  conductas impulsivas,  agresividad no controlada…  Y otro tanto de lo mismo podemos decir de los adultos como consecuencia de la demonización de la masculinidad y la falta de reconocimiento de la paternidad, derivando todo ello en trastornos de todo tipo y suicidio, por no citar ya los más comunes en el contexto de crisis económica, política y moral que vivimos.

Todo ello debe conducirnos a repensar el papel del varón  y la masculinidad en la sociedad y el momento que nos ha tocado vivir. Preguntarnos cómo hemos llegado hasta aquí y qué sería necesario para salir de esta situación.  Qué se está haciendo y qué no para abordar todas estas cuestiones y desde qué ópticas. Interrogarnos sobre el porqué de la aparente pasividad de los propios hombres ante problemas de tan gran dimensión. Quizá detectaríamos que la propia demonización de la masculinidad está impidiendo una aproximación sin prejuicios a estos temas, o que sean justamente quienes han asumido la masculinidad como portadora ineluctable de  violencia y agresividad quienes pretenden que tienen la solución pero finalmente  tal cosa se quede en cursos y talleres de planchado y cocina.

Sé que ninguno de los que seguís la bitácora habéis leído la entrada: Nuevas masculinidades, en clave de que  considere que no es necesario repensar la masculinidad y el papel de hombre, tampoco que me agrade lo que veo está sucediendo con la figura del varón, o  que tenga interés en defender su rol histórico, aunque solo fuese por la cantidad de veces que lo tengo criticado, pero sobre todo  por las muchas ocasiones en que conduce a la marginalidad y la miseria. O que no me parezcan pertinentes algunas reflexiones sobre estos temas, por ejemplo, las que ha desarrollado con tanto acierto Enrique Jimeno en sus blogs: Buenamente y otros. Debería ser evidente que, desde  la crítica que  hago al neofeminismo y  la consideración que esta sociedad tiene del varón, entiendo que muchas cosas deben cambiar y con ellas lo que haya de ser la imagen y la vida de los hombres. 

De lo que tengo la impresión cada vez más consolidada es de que los profeministas hablan de nuevas masculinidades porque temen hablar de masculinidad, no digamos ya masculinismo. No tienen problema, más bien al contrario, en hablar de feminidad o feminismo pero cuando hablemos de los hombres quieren llevar la cuestión a ese terreno postmoderno  de las nuevas masculinidades, a ese terreno en que no moleste  sino todo lo contrario a la teoría de género, y al papel subalterno que para el hombre tiene reservado. Y es por eso por lo que  dicen  que el varón lo que necesita es un nuevo traje que cubra un cuerpo y una mente vaciado de su  masculinidad –si tal cosa fuese posible- a la que consideran una especie de nuevo pecado original y una culpa que previamente es necesario expiar para, purificado, recibir la bendición de la nueva mujer. No es casualidad que el orden de las lecturas que se nos ofrecen sea primero sobre el feminismo de la mano de Nuria Varela y solo después a Bonino y Peskador.  

Todo el artículo, pero particularmente el último párrafo de dicha entrada así lo deja ver, léase sino: Chicas y chicos, ya hay nuevos hombres disponibles en el mercado. Si queréis ser uno de ellos, el manual de instrucción es sencillo: cómprate un libro y lee; toma consciencia de tu manera de estar en la sociedad; escucha, siente y piensa en las decisiones y actos que llevas a cabo. Es posible que haya una forma más inteligente y bonita de hacer las cosas, para ti y para los demás.” Lo que unido a la bibliografía recomendada particularmente la referencia a Nuria Varela y su libro: Feminismo para principiantes -libro del que por cierto en este blog realizamos una crítica en su momento: aquí y aquí-, deja poco lugar a la duda. Baste decir para entender la enjundia intelectual de la obra que, en uno de esos ejercicios de: yo hago lo que en otros considero machismo, presenta a John Stuart Mill como el “marido de la feminista” y eso a pesar de tratarse de uno de los más grandes impulsores del feminismo de todos los tiempos, y sobre todo de un gran filósofo.  

Por decirlo brevemente: cuando lo que necesitamos es repensar íntegramente al varón en la sociedad actual, es decir, saber qué pasa con su infancia, por qué los niños fracasan en la escuela, a qué dificultades nuevas y de siempre se enfrentan los adolescentes y  qué sucede con el hombre a lo largo de toda su vida, cuando lo que necesitamos es saber qué acontece  con lo que va dentro del traje: con el hombre entero, sus dificultades y sus anhelos,  lo que se nos ofrece es un simple tuneado de carrocería sin importar el estado del chasis y el motor. Cuando hay bastante coincidencia en que lo que está pasando no es del agrado de una cada vez más importante mayoría social, se nos ofrece un parche, un cambio de imagen siguiendo un patrón previamente establecido en los estudios de género, que justamente se caracteriza por una visión acusadora de la masculinidad como fuente de todos los males de las mujeres y la sociedad.

Si lo que se precisa es recuperar el contacto de padres e hijos y acabar con la exclusión del varón en casa y la escuela y para eso necesitamos una Ley de custodia compartida (y no todo está claro en este asunto),  un permiso de paternidad que no se quede en el ridículo actual y unas plantillas de profesorado equilibradas en las primeras etapas de la educación, cuando precisamos saber por qué fracasan en la escuela los varones, cuando es de justicia acabar con todas esas campañas que, como si de un castigo divino se tratase,  presentan al varón como agresor y violento -también en la adolescencia-, cuando necesitamos que la paternidad sea reconocida y se hace necesario el debate y la deliberación sobre estos temas con participación masiva de los hombres, el neofeminismo pretende que ya tiene la solución de lo que los propios hombres desconocen, y  solo queda que los expertos profeministas apliquen la receta. De ningún modo conciben que lo que está en juego es: lo que los hombres dan y reciben de la sociedad, sino que pretenden que asumamos con resignación lo que nos quieran echar encima. En su opinión el hombre no tiene problemas, el hombre es el problema.