Al
neofeminismo no le gusta hablar del presente ni del futuro. No le interesa que
se debata sobre las políticas de género. No quiere que se analice el estado de
derechos y obligaciones en la sociedad del presente y su reparto entre hombres
y mujeres. Le gusta hablar del pasado: por ejemplo el páter familias romano,
incluso más allá, como le gusta hablar de la situación de la mujer en los
países musulmanes. Y si acaso se ven forzadas a hablar del presente se trataría
de la madre trabajadora con doble
jornada.
Es
decir, al neofeminismo le gusta jugar a la invisibilidad (hallazgo suyo) de la
mujer de clase media o alta en los países desarrollados que no tiene hijos, o
que teniéndolos puede pagarse una o más sirvientas, que goza de una saneada
situación económica, en muchos casos compradora compulsiva, y cuya vida se
desenvuelve con el nivel de holgura máximo que es posible en esta
sociedad. Y no desea hacerlo porque
evidentemente ese concepto de mujer que maneja y que hace tabla rasa de las
condiciones económicas e históricas, sociales y culturas que la definen haría
que se viniese abajo esa teoría de que todas las mujeres son explotadas por el
hecho de serlo, y todas están necesitadas de medidas especiales de promoción política,
jurídica y social.
Desde
luego no quiere hablar del fracaso escolar masculino, del mismo modo que
maniobra para hacer imposible una ley de custodia compartida como esta sociedad
se merece, como evita que se hable de la familia y si, aquella destrucción de
la misma, anunciada por Shulamith Firestone y el feminismo de género, en realidad se
refería en exclusiva a la destrucción de la figura del padre y a la búsqueda de
todas las medidas que mejor consigan un alejamiento de éste de sus hijos y, en
general, a los niños de los varones hasta el punto de que, en la actualidad un
porcentaje muy elevado y creciente de niños y niñas no se tropiezan con la
figura masculina hasta prácticamente el final de primaria. Mientras esto sucede
en nuestras sociedades, estudios muy rigurosos sostienen lo que va
continuación:
Maite
Garaigordobil y Jone Aliri de la Universidad del País Vasco han realizado este el
estudio que lleva esta
presentación:
“El estudio tuvo 3 objetivos: 1)
analizar las relaciones entre el sexismo hostil (SH), benevolente (SB) y
ambivalente (SA) de padres-madres e hijos-hijas; 2) estudiar la relación entre
el sexismo del padre y la madre; y 3) valorar si el nivel socioeconómico
cultural familiar está relacionado con el sexismo.
La muestra incluyó 2.867
participantes, 1.455 adolescentes (768 chicas, 687 chicos) y sus padres (764
madres, 648 padres). Los resultados mostraron correlaciones positivas del
sexismo (SH-SB-SA) de la madre con el SB de sus hijos, y con el SH-SB-SA de sus
hijas. Se hallaron correlaciones entre el sexismo (SB-SA) del padre y el
sexismo (SH-SB-SA-Neosexismo) de sus hijos, pero no se evidenció relación con
el sexismo de sus hijas. Se confirmó la conexión intergeneracional del sexismo
en la familia, de la madre en relación a los hijos-hijas y del padre en
relación a los hijos. La madre aparece como una figura de mayor influencia,
aunque se constató una mayor conexión entre el sexismo de madre e hija, así
como entre el sexismo de padre e hijo. También se han hallado correlaciones
positivas entre el sexismo de ambos
padres, y negativas entre el nivel socioeconómico cultural de la familia y
sexismo de padres e hijos.”
Por su parte en:
Nada es gratis, se publicó hace un tiempo una entrada con el título: ¿Qué pasa con nuestros
chicos? en el que se analizaban las
conclusiones de este estudio:
“Bertrand y Pan
siguen durante doce años la trayectoria de veinte mil niños. En primer lugar,
estudian la influencia de la escuela. Curiosamente, las diferencias en las
habilidades no cognitivas entre chicos y chicas no varían en función del grado
de disciplina de la escuela, de la edad a la que los niños comienzan la
guardería o del sexo del maestro. Sin embargo, la estructura familiar resulta
ser un factor clave. Los niños (varones) que se han educado fuera de la llamada
familia tradicional (ambos padres biológicos presentes) tienen graves carencias
en habilidades no cognitivas. Por ejemplo, la probabilidad de ser expulsados
por mal comportamiento de la escuela, uno de los mejores predictores del
fracaso escolar, es muy superior (25% vs 10%). Según los autores, en parte esto
se debería a que las madres solteras tienden a pasar menos tiempo con sus hijos
varones que con sus hijas. Además, las madres solteras también declaran una
mayor distancia emocional respecto a sus hijos varones. Pero la principal razón
es que los niños son especialmente vulnerables en las familias monoparentales.
Estas familias dedican menos tiempo a sus hijos (e hijas) pero es el desarrollo
no cognitivo de los hijos varones el que se ve afectado en mayor medida. El
aumento en el número de niños que no convive con ambos padres biológicos habría
agravado el problema en las últimas décadas.”
En su
obra: El cerebro masculino, Louann Brizendine enfatiza el papel del
padre en la formación de los niños. Contiene varios epígrafes con títulos tan
expresivos como: El tiempo con papá incrementa la seguridad en uno mismo, La broma: el espíritu de comunicación
masculino, La severidad verbal prepara al niño para el mundo real… pero
también frases como las siguientes: “Los
investigadores de la Ohaio State University
han observado que las convicciones del padre acerca del grado de
participación que debe tener en la educación del niño no cuentan; es la madre
la que lleva la voz cantante” o “Los investigadores han mostrado que el modo en
que juega el padre con su hijo hace que el niño sea más curioso y mejore su
capacidad de aprendizaje. En comparación con los juegos de la madre, los del
padre son más físicos y bulliciosos. Los investigadores han observado que el
juego paterno es más creativo e impredecible y, por tanto, más estimulante.
Cada uno por separado, pero
mucho más todos juntos, ofrecen una visión de las cuestiones relacionadas con
la familia y los hijos rompedora de los eslóganes y lugares comunes que
circulan entre la opinión pública de nuestro país. Establecer un debate en
torno ellos seguro reportaría un cambio radical en muchas de las políticas
actualmente en vigor.