11 marzo, 2015

¿A quién sirven las ciudades?

Algunas feministas y el divulgador  Eduart Punset,  sostienen que las ciudades no están hechas para las mujeres y me decido a comprobarlo en la mía. Vivo en una de en torno a cien mil habitantes con casco viejo, de donde parto y de las primeras cosas que me encuentro es el ayuntamiento (mayoría de empleo femenino) y el comercio del centro: ópticas, farmacias, tiendas de ropa y moda, joyerías, entidades bancarias, asesorías y oficinas de diverso tipo, delegación de hacienda, correos… todas con mayoría de empleo femenino.

Deambulo un poco más allá y me encuentro la diputación provincial, y la biblioteca pública, guarderías, colegios de primaria e institutos, mucho más allá facultades y por medio infinidad de comercios, más farmacias, consultorios médicos, peluquerías, alimentación, tratamientos de belleza, bares, terrazas, algunos jardines y un parque, los juzgados, etc.  

El ambiente es agradable tanto fuera como dentro de los locales, por las fiestas y en Navidad las calles se iluminan de forma festiva. En la calle niños, hombres y mujeres caminando en diferentes direcciones y con diferentes objetivos.  La mayoría del empleo es femenino y en general el trabajo no implica una vestimenta específica y cada cual puede ir a trabajar como mejor le parece y las condiciones  habitacionales y de confort de los trabajos son en general buenas.

Cojo el coche y me dirijo hacia las afueras. A unos kilómetros me encuentro con un polígono industrial, las calles son de doble dirección y a penas si hay gente por lo que debieran ser aceras. Los locales son naves y lonjas de considerable altura y los productos que se comercializan son de lo más variopinto: pinturas, materiales de construcción y saneamiento, trabajos de edición e imprenta, comercio al por mayor de diferentes productos, ITV, hierro y ferralla, empresas de transporte, de comunicación, venta de leña, algunos hoteles, gasolineras, lugares de comida rápida, etc.

En muchas de las naves los empleados van con funda, guantes y botas de protección y los grandes portalones dejan entrar el frio, ahora que es invierno, como si fuera el exterior. Las calles no se engalanan por las fiestas y poco en Navidad y casi todos se mueven en coche tanto para ir como volver a sus casas o al centro de la ciudad. La mayoría de los empleados, casi diría la abrumadora mayoría, son varones. Las condiciones habitacionales y de confort desde luego son para muchos de ellos, bastante peores que las del comercio y las oficinas del centro, y de hecho la gente no permanece allí más que el tiempo estrictamente necesario por razones laborales.


A la vista de lo cual se puede decir que es posible que las ciudades no estén hechas para las mujeres, pero para los hombres menos ya que una buena parte de ellos con gusto hubieran preferido unos locales de trabajo del tipo de los del centro.  Pero el paseo a través del polígono  también me permite constatar que las condiciones de trabajo de hombres y mujeres, al menos de los hombres con los empleos señalados más arriba, son bien diferentes y no a favor de los varones. Quizá esta variable, generalmente olvidada, convendría tenerla en cuenta  junto al salario para estudiar las condiciones laborales de unas y otros. 


9 comentarios:

  1. Anónimo1:49 p. m.

    El otro día nos hablabas de la situación social de "centro" que le corresponde a la mujer en la vida familiar y social; ahora aportas buenos ejemplos de cómo esta misma distribución se materializa en la distribución física de los trabajos. Interesante.

    Athini Glaucopis

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    1. Gracias Athini. Creo que es una perspectiva que conviene explorar para ayudar a desmontar tantas generalizaciones sin concreción y comenzar a hablar no solo de una parte de la sociedad: la que interesa, sino de su conjunto y en ese conjunto no pueden faltar los varones con sus cuitas, sus problemas y sus aportaciones.

      Como tú dices puede ser interesante.

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  2. Anónimo10:59 p. m.

    En mi ciudad, que también ronda los cien mil habitantes, se da exactamente lo mismo. En todo, sin matices: mamás que pueden llevar a los niños al colegio, tomarse un café con las amigas y entrar al trabajo (las que lo tienen fuera de la casa). Los papás, llegan, a la fuerza, tarde y cansados a sus casas después de largos traslados.
    Felicidades por tu blog. Sigue así: somos muchos los que estamos despertando y aprendiendo gracias a tí.

    Parsifal.

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  3. Anónimo4:43 p. m.

    Muy buena observación.
    Cuando tengas oportunidad, date un paseo por las terrazas a media mañana y evalúa la distribución por géneros, que verás resulta más generosa con el sexo femenino.

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    1. Buena observación la tuya. No fui más incisivo porque me parecía que con lo que describía no solo despejaba la incógnita de a quien servía mejor, también sacar a la luz algunos aspectos del empleo masculino que interesadamente, quienes con más frecuencia hablan de brecha laboral, olvidan u ocultan.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    1. Cuelgo el comentario aunque su destino me parece que no ere éste. Un saludo en cualquier caso.

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    2. Anónimo12:12 p. m.

      Efectivamente, ha sido un error por el que presento las disculpas pertinentes. Ya está arreglado.

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  5. Anónimo11:58 a. m.

    La Wikipedia tampoco es territorio para las mujeres http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:D%C3%ADa_de_la_Mujer_2015

    Arturo

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