Las reacciones de ataque a ese tuit de la
Guardia Civil con el texto: “Tolerancia
cero al maltrato en todas sus formas y variantes. DENUNCIA, no lleves la
procesión por dentro” que tantas ampollas ha levantado en personas de
sensibilidad feminista como Carmen Montón del PSOE para quien resulta
intolerable “equiparar los asesinatos cometidos por los hombres, con los que
cometen las mujeres dentro de la pareja.” ponen de manifiesto una vez más la
doble vara de medir reinante en nuestro país en relación con estas cuestiones.
No soy experto en semiótica pero me
parece que carteles del tipo: Si la
maltratas a ella, me maltratas a mí, o, Cuando maltratas a una mujer dejas de
ser un hombre; impresos sobre rostros masculinos, recogen todo un tratado de lo que el
feminismo de género nos propone y que en todo se asemeja al estereotipo de caballero que tantas veces denostó pero que ahora nos sugiere de nuevo. En dichos carteles las notas que veo son:
Primera: los seres humanos se dividen en
dos: hombres y mujeres. Pero ahí acaba cualquier relación de semejanza hasta el
punto de que la única violencia que importa es la que él pueda ejercer sobre
ella. El queda descartado como sujeto pasivo de maltrato. Lo que no se nombra
no existe, según su propia concepción.
Segunda: esa violencia con quién lo va a enfrentar, no es con la justicia u otra instancia mediadora por encima de los sexos,
sino con sus propios congéneres, con otros como él -mejor si los admira-, que serán a quienes corresponda afear y
reprimir su conducta.
Es como cuando Lorente Acosta quita
cualquier responsabilidad a la madre que dice a sus hijos: “verás cuando llegue
tu padre” ya que no es que ella esté derivando responsabilidades sino que se
trata del papel que el padre ha elegido. La violencia al campo masculino, la
confrontación entre varones, que es donde corresponde.
Tercera: si queréis gozar del favor
femenino, si no queréis dejar de ser hombres, actuad como caballeros capaces de
hacer frente a quien la mujer señale como su verdugo. El hombre lo es cuando sale
en defensa de la mujer, cuando hace de su escudo. O dicho de otro modo cuando
está dispuesto a poner la cara, pues como todo el mundo sabe la tenemos más
dura y soportamos mejor los golpes.
Cuarta: repasando la historia y el
presente encontraréis ese mensaje inscrito en la frente de tantos varones
incapaces de denunciar leyes como la de
violencia de género o la ausencia de custodia compartida, y prestos a creerse
todo tipo de falacias si llevan el sello del feminismo.
Blogs enteros dedicados a denunciar todo
tipo de pretendidas discriminaciones hacia las mujeres, plumas prestas a
denunciar la tiranía de las modas y las tallas, y a considerar que alguna
responsabilidad tenemos los hombres en los fallos que la cirugía estética ha
cometido con algunas actrices y otras famosas. De los fallos con actores ni
mención ya que siguiendo el primer postulado ellos no existen como víctimas.
Quinta: Pensad por un momento, que en
alguno de esos carteles el rostro hubiera sido el de López Aguilar -ahora
acusado de violencia de género, pero en
cuyo mandato se aprobó la Ley que ahora se le
aplica y quien en su día dijo que las
denuncias falsas por maltrato suponían “un coste soportable” y que el hecho de
su existencia: “no puede disuadir a los poderes públicos de seguir realizando
su trabajo.” Y pensad en el tremendo fiasco que tal circunstancia hubiera
supuesto y, a dónde pueden conducir enfoques tan torticeros y engañosos como los
que ahora comentamos.
Qué solo debe de sentirse López Aguilar. Despreciado por los hembristas; objeto de odio y burlas a partes iguales, con toda razón, por los masculinistas; abandonado por su propio partido.
ResponderEliminarMe da igual si es declarado culpable o inocente por el Tribunal: está probando su propia medicina (dicen muchos que demasiado lenemente dosificada, pues no ha sido detenido cautelarmente ni ha pasado el fin de semana en los calabozos) y, lo que es peor, ha sido condenado a lo peor que puede suceder a un político: la pena de banquillo.
Me preguntaba ayer si la denunciante sería afiliada o simpatizante del partido autodenominado popular. Este escándalo llega en un momento embarazosísimo para un partido español que teme caer todavía más bajo de lo que ha caído (pero menos de lo que se merece, con toda justicia, por políticas abiertamente hembristas y misóginas como las que han conducido a la infausta Ley Orgánica 1/2004) y puede ser oro puro para un partido autodenominado popular que también se estaba tocando las vestiduras ante la llegada y ascenso de partidos que le pueden hacer mucho daño: y todo en vísperas de elecciones Locales y Autonómicas, en donde decenas, acaso cientos, de miles de enchufados, vividores y políticos profesionales pueden ver temblar los fundamentos de su prosperidad.
Y Susana Díez todavía sin investir...
El caso de López Aguilar me recuerda al de Luís Bonino, adalid de la reconversión de los hombres al feminismo de género, caballero defensor de las damas feministas-hembristas que finalmente resultó detenido por pederasta. Parece que entre los feministos se esconde mucho lobo con piel de oveja. Me pregunto cual será el próximo en caer ¿Lorente?¿Zapatero?
ResponderEliminarArturo
Bueno, en concreto a quién detuvieron por pederasta fue a Jorge Corsi, lucero e íntimo de Luís Bonino (Su versión Argentina)
EliminarOK. Tienes razón, fue un lapsus.
EliminarComo ya tengo unos añitos, recuerdos que a principios de los noventa el hembrismo español ponía como modelo a seguir la campaña de no sé qué país nórdico cuyo lema era algo así como "un hombre de verdad no maltrata a una mujer" (lamento no tener ahora tiempo para buscar las referencias). Me asombré entonces del extraordinario sexismo que tenía tal lema: no era más que una clara llamada a los valores machistas tradicionales, en los que la valía de un hombre sólo puede ser contrastada si se enfrenta a otro hombre, y donde cualquier amenaza que venga de una mujer es tan insignificante que no merece ni ser respondida ("manos blancas no ofenden"). Me asombré, digo, entonces, porque todavía pensaba que el feminismo realmente buscaba la desaparición de los "roles" tradicionales.
ResponderEliminar(Athini Glaucopis)
Respetando la presunción de inocencia de todo el mundo, porque evidentemente no compartimos la frase de López Aguilar en la que calificaba de "coste soportable" las denuncias falsas, lo que cada vez parece más claro es que esos varones que se arrogan toda la autoridad para decir que los machistas son los otros, que hablan de los de su sexo autoexcluyéndose y que sin dejar de considerarlas masculinas parece que ninguna de las lacras que hacen inherentes a ese sexo les tocara, deben comenzar a considerar que esa inmunidad que se autoarrogan debe dejar paso a la duda razonable porque son ya demasiados los casos en que adalidades del profeminismo han sido cogidos cometiendo la falta que atribuían a los demás.
ResponderEliminarReleyendo la entrada me doy cuenta que, "en el límite" que dicen los matemáticos, las desavenencias que el varón pueda tener con su pareja lo confrontan con el mundo: con sus congéneres y las mujeres por lo dicho en la entrada, con los hijos porque la aplicación de la ley así lo está considerando, y sin embargo, cuando es ella la maltratadora, al no considerar la suya violencia de género no sabemos si la confrontaría aunque solo fuese con él, de tal modo que bien se podría decir teniendo en cuenta que el término maltrato comprende tanto el físico como el psicológico, lo objetivo y lo subjetivo, que cuando él maltrata a su mujer maltrata al mundo entero: a ella y sus hijos y a todas las demás y sus congéneres por lo que dice el literal del cartel: Cuando la maltratas a ella, me maltratas a mí en boca de otro varón, mientras que cuando ella hace lo mismo con su pareja ni tan siquiera podemos decir que lo maltrate porque no está contemplado en la ley.
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