16 mayo, 2018

Diferencias de género



Luego de leer esta documentada y razonada entrada de Pitiklinov, concluyendo lo único que desde la ciencia y los datos se puede concluir en relación con la llamada violencia de género, que se trata de una violencia  bidireccional y no unidireccional como se pretende, y que afecta tanto a parejas heterosexuales como homosexuales, lo que se me ocurre es que quizá lo único que al autor se le escapa es que en nuestras sociedades ese tema pertenece al terreno de lo ideológico y lo político  y no de la ciencia y la reflexión razonada y por eso su escrito es mucho más probable que lo que despierte sea persecución política e ideológica, como en sus mismas líneas se recoge que sucede con quienes se atreven a poner en cuestión el dogma de género, que una respuesta en su mismo nivel: académica, documentada y, desde los hechos y no la ideología.

Vivimos en la cultura de la imagen y como bien sabido es, una imagen vale más que mil palabras. El combate entre el silencio reflexivo, la toma en consideración de los datos  y la exposición razonada de unas conclusiones, tiene poco que hacer ante la contundencia y la inmediatez de una imagen. Si cuando alguien sorprende a un adolescente masturbándose lo que queda es la expresión de culpa y haber sido pillado del chico, y cuando a quien se sorprende es a una chica lo que queda es la tremenda indiscreción y asalto a la intimidad de quien observa, estamos ante una diferencia de género. Y confío en que lo anterior no suene a truco o juego de palabras, porque así  están consiguiendo que veamos las cosas. Se trata de hechos e imágenes muy similares pero en las que el foco de atención se ha desplazado  y con ello conseguido hacer dos lecturas completamente contrapuestas.

Las diferencias de género existen para ambos sexos: la esperanza de vida de los varones es entre 6 y 8 años menor, el fracaso escolar es masculino, el suicidio es entre 3 y 4 veces mayor en los hombres que entre las mujeres, los empleos de riesgo y esfuerzo los desempeñan los hombres, y un largo etcétera que no es ahora el momento de enumerar. Pero, por ejemplo, si cuando se habla de esperanza de vida, el resumen es parecido a esto: Los malos hábitos y la inclinación de los hombres por el riesgo son dos factores que explican la brecha entre la esperanza de vida masculina y la femenina. Es un hecho que las mujeres viven más, pero también que con peor calidad de vida que los varones. Se estará consiguiendo no solo neutralizar esa evidente desventaja de los hombres, sino darle la vuelta al asunto y presentarlas a ellas como las peor paradas.

Es más en la extrema izquierda, y en la que no lo es tanto, no existe ningún reparo en silenciar esa brecha entre hombres y mujeres, pero acudir a ella cuando de la diferente esperanza de vida de ricos y pobres se trata para presentarla como la mayor de las injusticias sociales. Y otro tanto de lo mismo con el suicidio que mientras se intentó ligar con la crisis económica entonces constituía la mejor prueba de la maldad del sistema, pero al observarse que no es así, sencillamente se ha olvidado el gravísimo problema de salud que representa y se lo ha desligado de cualquier connotación de injusticia social. Pensar en que algún día se pueda dar vuelta a esta curiosa forma de ver el mundo va a exigir mucho esfuerzo de atención a estos aparentemente pequeños detalles.

Podríamos continuar el análisis con la educación y en lugar de poner el foco en el fracaso escolar masculino resaltar la infrarrepresentación de las mujeres en las carreras técnicas, que es la mirada que están consiguiendo imponer, y en cuanto al trabajo olvidar que los empleos de mayor desgaste físico y emocional los desempeñan los hombres para denunciar la discriminación laboral femenina, o como sucede en el caso del suicidio declararlo tabú y así conseguir que se olvide un problema que silenciosamente se lleva al día la escalofriante cifra de 10 personas, de ellas entre 7 y 8 varones. El foco de género se ha impuesto en la observación de la realidad social y con ello la mirada ideológica y política de asuntos tan sensibles como la educación, la violencia, el empleo o los derechos políticos y jurídicos de las personas y mientras esto siga siendo así el magnífico análisis de Pitiklinov corre el riesgo de sufrir el mismo destino de tantos otros que con el paso de los años han acabado en la papelera del olvido. En nuestra mano debería estar exigir una rectificación a tanto desatino.    



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