30 enero, 2011

Misandria publicitaria




Los niños son estúpidos
¡Tiradles piedras!


P.S. Si deseáis más detalles, los encontraréis en la bitácora: Derechos de los hombres

28 enero, 2011

¿Un nuevo nepotismo?

La crisis tenía rostro femenino pero cuando las cifras de paro alcanzan niveles récord, resulta que el único empleo que se crea es el femenino

Algunas mentiras pueden tardar en hacerse evidentes, pero al final no pueden evitar aparecer a la vista de todos.  
En un nuevo alarde de sexismo y discriminación el Gobierno va a aprobar un protocolo de actuación para evitar el acoso a las funcionarias: http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2011/01/28/00031296227873814197123.htm

Ya se sabe que cuando nada hay que avale las discriminaciones de las que se habla todos los días: menor contratación femenina, techo de cristal, discriminación salarial o laboral, etcétera siempre queda el recurso de  presentar a las mujeres como víctimas,  y a ellos como verdugos, no falla.


Lo de la misandria de este Gobierno clama al cielo, pero además  no está claro que detrás de todo esto lo que se esconda no sea una forma de nepotismo, el nepotismo de género. 


P.S. os recuerdo que este asunto del acoso laboral y sexual lo traté ampliamente en una entradas del año 2006 que encontraréis aquí 

27 enero, 2011

La reforma del sistema de pensiones y el poder masculino

Al ver la mesa de negociación del nuevo sistema de pensiones nadie dudaría en afirmar que se trata de una manifestación evidente del poder masculino, entendiendo éste como quiere que lo  entendamos el feminismo, pero también algunos otros. Allí estaba el presidente de la patronal con su asesores, los secretarios generales de los sindicatos con sus negociadores, el Gobierno con los suyos, incluso contó con la presencia del Presidente que parece que contribuyó a darle un impulso, si hemos de creer lo que cuenta El País.

Pues bien, esa nutrida y poderosa representación del poder masculino, nos da un acuerdo en el que ha traicionado sus propios propósitos de ampliar la edad de jubilación en función de la mayor esperanza de vida, puesto que ha sido así sólo para los hombres olvidando que la de las mujeres es de 6 años más. Tampoco se tendrá en cuenta el tiempo de permanencia en la mili de los que en su momento la tuvieron que hacer, como es mi caso, pero sí se primará con 9 meses por hijo y hasta un máximo de 2 años a las madres, que ya se sabe que lo de los padres es mera cuestión nominal, y a falta de conocer en detalle los acuerdos será interesante saber qué va a pasar con aquellas profesiones, desempeñadas por hombres,  que hasta el presente tenían una consideración especial a la hora de la jubilación como los marineros, los mineros o la construcción.

En cualquier caso y pase lo que pase con este último punto, lo que parece claro es que lo del poder masculino, es una auténtica tomadura de pelo, porque sea éste el pacto que analicemos o cualquier otro sobre cualquier materia: educación, sanidad, ley de dependencia, etcétera si hay alguien que parece blindado a cualquier decisión en su contra son las mujeres, y si hay alguien a quien siempre se podrá sacrificar esos serán los varones. Es evidente que lo del poder masculino no deja de ser otro de esos grandes inventos del feminismo para pretender que miremos al dedo y nos olvidemos de la Luna. Y mientras esto sucede muchos hombres seguirán arreglando los problemas del mundo, desde poderosas instancias de poder masculino, también desde aquellas otras que carecen de él.


P.S. En el tema de la cotización por hijos parece que ha habido alguna rectificación y se contempla la posibilidad de que se pueda aplicar a los padres también. Lo que creo que pinta muy mal es lo de las profesiones que hasta el presente tenían edades de jubilación adelantadas debido a su dificultad y riesgo. 

25 enero, 2011

El fracaso de las madres...

Imaginad por un instante una sociedad donde la custodia de los hijos se concediese abrumadoramente a los hombres, donde las ayudas por hijo se las otorgasen a los padres, donde el papel del padre estuviese mitificado y el de la madre a fuerza de identificarlo con lo negativo resultase mejor no mentarlo, una sociedad que cultivase la imagen de un padre amantísimo y una madre ausente, imaginaros una sociedad así, e imaginaros también que ese mismo fantástico país ocupase el número 1 mundial en obesidad infantil, y la población escolar ocupara también el primer lugar del mundo en alumnos disruptivos en el aula y los colegios, y el índice de fracaso escolar fuese altísimo y en general el nivel educativo de los más flojos de los de su entorno, imaginaos todo eso, e imaginaos que algún periodista avispado cayese en la cuenta de todas esas cosas y tratase de dar un toque de atención a la sociedad con un reportaje que llevase por título: El fracaso de las madres en la educación de sus hijos. Raro ¿no? ¡Pues eso! 

22 enero, 2011

El feminismo y la guerra de sexos

El feminismo y su “igualdad”, (una igualdad que en su tosquedad nos pretende idénticos sin que eso libere a los hombres de una culpa que expiar y una deuda que saldar, y a las mujeres de unos derechos históricos de los que resarcirse), nos está conduciendo a todos a un callejón sin salida que está provocando mucho dolor e impotencia, y amenaza con seguir haciéndolo durante mucho tiempo por la inhibición de la mayoría, y porque una minoría  ideologizada y cargada de prejuicios, constituida en lobby,  ha sabido hacerse con todo el poder e imponer que esto a quien compete es a ellas.

El feminismo dominante y muchas mujeres actuales, hijas en buena medida de las anteriores oleadas del feminismo, se han empeñado en sostener que la mujer es igual, cuando no mejor, que el hombre en cualquier ámbito de la sociedad y el conocimiento*, y, como eso jamás se ve plasmado de forma exacta en la sociedad, en lugar de replantearse el acierto de sus ideas, han decidido que si no está sucediendo en esos términos sólo puede ser debido a que la mano negra del hombre lo está impidiendo y por tanto es necesario actuar en consecuencia.

*En honor a la verdad habría que decir que las comparaciones que el feminismo realiza son con aquellos hombres con poder, olvidando a esa inmensa mayoría de hombres que no sólo no gozan de ningún poder, más bien constituyen la mano de obra del sistema, sobre la que recaen los trabajos duros y pesados y las tareas que nadie más quiere realizar. Al mismo tiempo hace también como que olvida a esa multitud de mujeres de vida fácil y cómoda que no tienen inconveniente en no acudir al mercado laboral porque hay un hombre que trabaja para ellas, o  se arroga sin ningún rubor todos los derechos sobre la reproducción.    

Pues bien, como esa realidad que ellas atribuyen a la mano negra del hombre perdura con el paso del tiempo, y en su imaginario sólo cabe atribuirla al incorregible afán dominador y explotador del varón, han decidido actuar con todas las armas, particularmente el código penal, porque el objetivo irrenunciable es hacer ver que si en algún ámbito de la realidad social o de la cultura el hombre ha demostrado su superioridad sólo pudo haber sido como fruto de la fuerza y la coerción ejercidas contra las mujeres, de su dominio y  explotación. La tarea que el feminismo se ha fijado en el momento presente es: cambiar la masculinidad, cambiar al hombre, y para ello la mujer debe gozar del máximo de poderes.

Las pruebas de esa explotación de la mujer por el hombre  nunca acaban de ser puestas sobre la mesa y, en su lugar, asistimos a que, cuando parecía que se nos iba a ofrecer algo nuevo, en realidad lo que se nos dan son cosas como: techo de cristal, discriminación salarial y laboral, sexismo del lenguaje, exclusión con malas mañas de los puestos de responsabilidad: sea en la Universidad, la política, la economía o el campo que se desee, todo ello teñido de un enorme subjetivismo con el que se pretende sustituir cualquier posible contraste con la realidad. Ni que decir tiene que  todo ese arsenal de conceptos vacíos no es capaz de resistir la más mínima prueba de los hechos y en sí  constituye el mejor ejemplo de construcción de una ficción, no para explicar lo que sucede en la sociedad y las relaciones de hombres y mujeres, sino para fundamentar una creencia y una ideología de lucha por el poder.

Lucha que se establece al modo de un nacionalismo de género excluyente y que considera al otro un bárbaro e ideología  fruto de una amalgama imposible de marxismo, relativismo y culturalismo que cumple dos funciones principales: el discurso feminista no está sujeto a contraste ni verificación puesto que su carácter justo se lo da su origen y contra lo que combate, de ahí que ni la autocrítica ni el balance sean necesarios y, derivado de lo anterior, en esta lucha todo vale. Llegados a este punto  el contraste entre la pretendida perfección de lo femenino como teoría y su plasmación práctica no puede ser más grande.

Pero como lo malo siempre se puede empeorar, no contentas con afirmar que la dominación masculina no ha disminuido en los últimos tiempos, más bien al contrario según su versión, han cerrado todas las puertas a un posible debate entre los géneros al afirmar que no existe territorio neutral donde éste sea posible, ya que incluso ámbitos como la ciencia, la informática o la política, son espacios en los que el hombre se refugia para seguir ejerciendo su supremacía.

Llegados aquí, al hombre las opciones que le quedan son muy limitadas resumiéndose en dos: o bien asume los postulados del feminismo de forma más o menos activa, o si no, cae de lleno en esa categoría que asimila cualquier discrepancia con los maltratadores. La lógica es o conmigo o contra a mí, y si estás contra mí te combatiré con las peores armas. Como señala Elisabeth Badinter, en relación con lo que este  feminismo propugna: “Es preciso, pues, luchar contra la dominación masculina como se combate el racismo o el fascismo.” (pág. 58, Por mal Camino. Madrid, 2004).

Ni que decir tiene que en el viaje a estos postulados las mujeres han encontrado en algunos hombres los más conspicuos acusadores de la condición masculina, destacando algunos de ellos como de los principales teorizadores del actual feminismo. Por el contrario, son también mujeres algunas de las más destacadas críticas de esta deriva y quienes con más acierto han puesto el dedo en algunas de las llagas de este feminismo. Pero lo cierto es que se han cerrado todas las puertas a cualquier terreno neutral o de diálogo  y pareciera que sólo cupiera la rendición total de uno de los sexos, el de los hombres.

Esta es la realidad actual de la guerra de sexos en que el feminismo nos ha metido, realidad que sin embargo, lejos de aparecer así,  para buena parte de la población lo hace de forma completamente distorsionada, ya que con gran habilidad están sabiendo aparecer no con el real papel que están jugando, sino justamente como las únicas víctimas. Por eso lo que pueda suceder en el futuro tiene mucho que ver con que seamos capaces de quitar ese velo con el que han tapado su verdadero papel y mostrar que, si no reaccionamos, víctimas podemos acabar siéndolo todos. No estaría mal por tanto dedicar algún tiempo y energía a estudiar qué es lo que no estamos sabiendo hacer   y  qué cosas nuevas convendría hacer si queremos salir airosos de  este reto.  

20 enero, 2011

Dominación masculina

Ayer he podido escuchar en la presentación de un programa de radio que decía que iba hablar de la discriminación salarial de las mujeres, algo tan absolutamente demagógico y chapucero que prefiero no alimentarlo mucho más. Quizá tomar nota y pensar que inevitablemente si queremos avanzar por una senda de igualdad, se hace necesario desmontar los enormes castillos –en realidad de cartón piedra, pero eso no todo el mundo lo sabe- que el feminismo ha venido montando para justificar sus prácticas misándricas. Y quizá sea el de dominación masculina el primero que se haga necesario clarificar.

Justamente uno de los mejores sustentos de un concepto como el de dominación masculina, sea el que habla de las diferencias salariales hombre-mujer, diferencias que de haberlas no vendrían justificadas por las leyes que rigen el mercado laboral, y por tanto independientes del sexo del demandante, sino por una misteriosa mano del hombre que determinaría que ellas ganasen menos que ellos. Creo que no hará falta que me extienda mucho sobre el asunto, nadie jamás ha podido demostrar tal cosa, y que se siga utilizando como mantra lo único que pone en evidencia es que habrá dominación masculina pero el feminismo no precisa demostrar los pilares de su edificio ideológico.

Una expresión como “las mujeres cobran menos por el mismo trabajo” es una falacia absoluta como tantas veces se ha demostrado y, ya digo, la única explicación para que se siga utilizando a todos los niveles, en realidad de lo que nos habla es de dos cosas: de la endeblez de pensamiento feminista que precisa recurrir a la mentira para sostener sus tesis, y que lo de  dominación masculina habría que mantenerlo en cuarentena porque de otro modo no se explicaría la facilidad con que las “mentiras” feministas circulan y se hacen presentes en la sociedad.

Otra de las falacias de esta dominación masculina sería la de hablar de un mundo de hombres en el que regirían unas leyes que por su propia naturaleza masculina derivarían sistemáticamente en discriminación y exclusión de la mujer. Claro que la primera dificultad sería señalar dónde está ese “mundo de hombres” si pensamos en la familia, la casa, la legislación familiar: divorcio, custodia, etcétera donde quizá habría que hablar de un mundo de mujeres en el que el canon es tan exclusivo que la presencia masculina está vetada del modo más radical como quizá nos recuerda la anécdota del ausente padre de la hija de Nicole Kidman.

Pero, si fuéramos al mercado de trabajo, quizá podríamos ver y observar que las mujeres se excluyen de aquellos trabajos que desean para concentrarse en los que mayor calidad de vida ofrecen: Administración y servicios, sin desdeñar profesiones con fuerte carga de estrés cuando la remuneración parece compensarlo, por ejemplo, controladoras aéreas. Eso sí, en profesiones como la construcción, la metalurgia o la pesca de altura se seguirá hablando del machismo  que les cierra el paso, pero por ningún lado hay constatación de que sean demandadas.

Y quizá, el tercer elemento y aquí tomó parte del hilo utilizado en el susodicho programa de radio, está en señalar un “hombre poderoso” malo, muy malo, que lo gobernaría todo de forma  tan absoluta que ahí estaría la explicación del enorme esfuerzo que las mujeres deben realizar en cuidados del cuerpo y la salud para estar bellas para ellos, y así el hecho del maquillaje o los zapatos de plataforma, nada tendrían que ver con una opción libre de ellas, sino una imposición del mundo masculino que las esclavizaría en provecho de ellos. Todavía más, un episodio como el lamentable caso de la revista Vogue utilizando como modelos a niñas de siete años no sería directamente achacable a las responsables de la revista, y a las madres y padres de las criaturas, sino justamente a ese señor malo muy malo que todo lo domina y que con su poder habría conseguido que eso fuese así para alimentar su insaciable apetito libidinoso.

¡Ojo!, ante tamaño fraude, hay que recordar a quien así argumenta, que no sólo no se hace periodismo cuando se dicen tales cosas, ´más bien pura y simple demagogia y además burda. Demagogia además interesada porque esconde a las verdaderas responsables, también porque bajo ese espíritu protector se esconde una concepción de la mujer como ser en minoría de edad, manejable al antojo de los hombres, que sólo desde la más absoluta desconexión de la realidad se puede mantener.  Finalmente decir que quien así argumenta debería explicar mejor el funcionamiento de la susodicha revista para que encajemos esta última explicación suya con el reportaje que la misma realizó a las mujeres del Gobierno, tan alabado en su momento.

En fin, vivimos rodeados de un uso de las palabras destinado no a clarificar sino a oscurecer los hechos, enredos semánticos y falacias argumentales, que en un contexto menos ligado al poder serían fácilmente desveladas,  pero que justamente por eso, por estar ligadas a una ideología de poder, gozan de la extraordinaria difusión que gozan y pocos son los que se atreven a desmontarlas. En cualquier caso desde esta bitácora se seguirá haciendo un esfuerzo por la claridad, por el argumento, por la denuncia de éstas y otras muchas falacias que, no lo deberíamos olvidar, son falacias del poder. Falacias que justamente lo que prueban es que esa pretendida dominación masculina, no es más que eso, una mentira más.   



19 enero, 2011

La figura del padre

Ayer la noticia fue que Nicole Kidman había sido madre por cuarta vez. Madre, gracias a un vientre de alquiler. Lo  que no se sabe es si la criatura tiene o tendrá padre porque nada se decía al respecto.

Todos hemos oído hablar en multitud de ocasiones de la invisibilización de las mujeres. También de que lo que no se nombra no existe. El feminismo parece conocer muy bien lo que ambas cosas significan, quizá por eso, la palabra padre ya sólo sirva para, en plural, citar a esos padres y madres que no están sabiendo educar a sus hijos, o cometen con ellos cualquier otra falla. En el resto de casos y sobre todo en singular parece que esté siendo una palabra que sobre en el diccionario.

Como señalaba Humberto ni existe para los años de cotización a la seguridad social, ni existe en ninguna de los casos que acompañarían algo en positivo.  Parece reservada para eso,   esconder a las madres  a la hora de señalar un olvido o una carencia. Hace escasos días denuncié en esta misma bitácora ese uso invisibilizador  en relación con un titular de prensa en que de lo que se hablaba era de los niños muertos a manos de uno u otra progenitor.

Por eso en una más de esas ambivalencias del feminismo deberemos acostumbrarnos a que se denuncien ciertas invisibilidades para ellas, que se procuran para ellos, o a que se busque una visibilidad en ellos que para ellas se trata de evitar. En fin, ese juego donde lo que no parece tener cabida es la reciprocidad, la norma para unos y otras y, sin embargo sea posible hablar del sexismo en el lenguaje cuando se es su más conspicua practicante, y más allá del lenguaje convertir la figura del padre en un don nadie de quien lo único que se espera es que actúe como soporte económico.

18 enero, 2011

¿El triunfo del género?

En el buzón de voz de Siglo XXI en Radio 3, una voz de mujer dejó el siguiente mensaje hoy, 18 de enero de 2011:
Los hombres matan a las mujeres, los hombres matan a los niños, los hombres matan a los animales. Todo por dinero. Pero, ¿qué os pasa?


15 enero, 2011

Otro criterio a tener en cuenta

http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/01/15/0003_8966952.htm


P.S. Cada año Xosé Luís Barreiro, nos ofrece sus argumentos y su opinión sobre la LIVG. Y el diagnóstico y las conclusiones se repiten años tras año: la LIVG no está sirviendo para resolver el problema para el que ha sido creada y, sin embargo, está provocando importantes distorsiones en relación, por ejemplo, con el funcionamiento de la justicia. Recientemente un editorial de El País nos recordaba que la cifra de muertas permanece invariable a lo largo de los años, y también que en los últimos cinco se han producido 470.706 denuncias y 145.166 condenas -lo que representa el 30 % de las denuncias interpuestas-.


¡Ojo! Miguel Lorente en uno más de sus malabarismo le da la vuelta a las cifras para pasar a hablar de un 30 % de absoluciones, absoluciones que como es sabido para él lo único que significan "es que no hay pruebas para romper la presunción de inocencia". Lo que  en román paladino viene a significar que el hombre es culpable mientras no se demuestre lo contrario, porque lo que no cabe cuestionar es la presunción de veracidad de la denunciante, excepto, claro está, si la denuncia afecta a su propio departamento y responsabilidad como hemos visto recientemente y abordado en otra entrada. 

En el reportaje de El Mundo en el que se recoge dicha afirmación, aparecen también los siguientes datos: “En España hay 2,81 mujeres mayores de 14 años muertas por violencia machista por cada millón frente a Europa con una media de 3,94. En Dinamarca la cifra alcanza 5,4; en Finlandia, 9,3; la "superfeminista" -insiste Echeburúa- Noruega, 3,67; y Suiza y Reino Unidos duplican la media española. Y para más inri, recuerda Boira, que las políticas de igualdad llevan mucho más tiempo implantadas en los países nórdicos.""                                                                                

Pues bien, a pesar de ser esa la realidad de las cifras, y a pesar de la pauta marcada de la perspectiva de género a nivel internacional, en ningún sitio se ha sentido la necesidad de una legislación con los caracteres misándricos de la que aquí padecemos, ni por ningún lado se ve que el tratamiento informativo ni por parte de la Administración siga las pautas de lo que aquí se está haciendo, y desde luego lo que no pasa es el silenciamiento y ocultación  de la violencia femenina que aquí se da. Como tampoco se evita que una comparativa internacional como la presente pueda ser hecha para evitar romper el prejuicio feminista de que por fuerza las cifras del país del “macho ibérico” no pueden ser menores que las de otros  que se presentan como modelos.

La ceguera feminista no puede imponerse a toda la sociedad impidiendo que este tema se aborde con los instrumentos de una sociedad del siglo XXI que no debe hacer dejación de sus responsabilidades para confiar todas sus recetas a la opinión de aquellas y aquellos que han hecho de la confirmación de esta violencia la clave de bóveda de toda su teoría explicativa de la sociedad, los géneros y la historia.  Ni puede seguir siendo un tabú, ni se puede admitir que, quien dice conocer todas las claves explicativas del problema y su solución cambie radicalmente de criterio en cada rueda de prensa que convoca para confirmar que el número de fallecidas no se detiene.  Seguir sosteniendo que la violencia de pareja tiene su origen en el deseo de dominio del hombre (como género) sobre la mujer (como género) no sólo constituye  un claro desenfoque del problema, está impidiendo avanzar en la dirección de su solución. 



12 enero, 2011

Lenguaje no sexista

Parece que esto va para largo, si el otro día, colgué este enlace: http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2011/01/03/0003_8942799.htm

Hoy aparece en Cinco Días lo siguiente:


P.S. Desde el Gobierno se sigue hablando de adaptar las pensiones a la esperanza de vida sin reparar en que la esperanza de vida es completamente diferente para hombres y mujeres; seis años de diferencia nada menos. ¿En este caso sí es posible tratar igual lo que es desigual? 

11 enero, 2011

10 enero, 2011

SAP

Todo lo relativo a las relaciones de pareja, incluidos los hijos, sigue en nuestro país un férreo patrón de género. La ley de divorcio con las lagunas conocidas, el no reconocimiento de la custodia compartida, la violencia de pareja y contra los hijos dividida en violencia de género y violencia genérica dependiendo del sexo de la víctima y el agresor,  y siempre buscando unas leyes que no dejen margen de actuación al juez y haya que interpretar unívocamente en un determinado sentido…

Y ahora el SAP, una asunto sobre el que existen múltiples pronunciamientos de especialistas pero que el feminismo institucional y de género lleva muchos años decidido a clausurar presentándolo no como lo que es: la caracterización como síndrome lo que vive un niño a quien uno de sus progenitores pretende que desprecie y aborrezca al otro y que, como no puede ser de otro modo,  merece el máximo de respeto y consideración  a diferentes especialistas y terapeutas; sino coma una artimaña más de los maltratadores para impedir lo que de hecho  no parece haber nada que impida: la concesión  de la custodia de los hijos a la madre en unas proporciones próximas al 100 % de los casos.

Lo cierto es que, sea con esa  u otra denominación, lamentablemente se produce en muchos más casos de los deseados y la víctima mayor la constituye la criatura manipulada.  Pues bien, en otro alarde de campeones del género, el Gobierno se mete a decidir algo que a quien corresponde dilucidar es a los diferentes especialistas en la materia,  y lo hace primero llevando el asunto al Congreso y ahora “instando” a los jueces a que no lo tengan en consideración, como si “instar” a los jueces no fuese sinónimo de escaso respeto por la independencia  judicial y la división de poderes, como ya en alguna ocasión más le tuvieron que recordar al Delegado del Gobierno para esta materia, las distintas asociaciones de jueces.

En lo relativo al respeto a la democracia y en particular a la independencia de los jueces y a las garantías jurídicas de los ciudadanos, el Gobierno y el PSOE parecen cada día más, empujados por  una pendiente que los ciudadanos no podemos tomarnos con tranquilidad. Un día proponen una regulación de Internet en la que muchos ven claros indicios de censura y control, otro día proponen directamente la inversión de la carga de la prueba en la ley de igualdad de trato, en lo relativo a la violencia de género y a pesar de la escasísima eficacia de la norma: el número de víctimas no desciende sin embargo van ya cerca de 500.000 de denuncias,  se mantiene una regulación cuestionada por múltiples juristas  y rechazada de forma mayoritaria por amplios sectores sociales, ámbito en el que con reiteración la injerencia del Gobierno ha sido visto como abusiva, y finalmente se aborda el SAP en los términos que estamos viendo.

07 enero, 2011

Casi iguales

Ayer se publicó en El País un reportaje con algunas de las conclusiones de los últimos estudios sobre la estructura cerebral masculina y femenina que creo puede tener interés traer aquí, no tanto porque representen una novedad absoluta que no es el caso, sino porque puedan servir para animar un debate sobre diferencias e igualdad que hace falta abordar desde múltiples ángulos. El reportaje lo encontraréis aquí. 



P.S.
Sólo un pequeño apunte. Si os fijáis en los comentarios, veréis que en un buen número de ellos, algunos de forma interesada, pero otros pienso que no, en los que de diferentes  maneras se vienen a expresar quejas por la realización de estos estudios, que como no puede ser de otro modo ponen patas arriba lo que con tanto celo y mimo se lleva cultivando desde hace tanto tiempo por el feminismo institucional, en el sentido de señalar como dañino o peligroso todo lo que tenga que ver con la ciencia, con la constatación de las diferencias biológicas entre el hombre y la mujer, ya que la explicación mágica de todo estaría en la cultura, cultura de la que se reservarían ser intérpretes privilegiadas. Por momentos recuerdan aquellos episodios de los primeros ilustrados a los que se les atacaba porque ponían al descubierto tal o cual superchería o superstición.  


03 enero, 2011

Violencia feminista

Tras la polémica, los boicots y el rechazo de la comunidad feminista americana a estas voces disidentes, las dos autoras han experimentado la intransigencia de un pensamiento que raramente se cuestiona a sí mismo y que pocas veces plantea estudios auto-críticos; que no tolera opiniones que difieran de los conceptos fundamentales de la epistemología feminista asumida y cuyas investigaciones empíricas han sido cuestionadas por su falta de rigor y objetividad. (La negrilla es mía)

Cualquier mujer que no se identifique con las tesis expuestas por ellas, será calificada de traidora y en el caso de los hombres, de maltratadores o reaccionarios, además, de ser alineados con la derecha más conservadora. El miedo a ser políticamente incorrecto invade a dirigentes políticos, miembros de la comunidad académica, periodistas e investigadores y no se trata de un temor infundado. Quizás es por eso por lo que las investigaciones arrojadas por el feminismo en las cuestiones de violencia casi nunca son cuestionadas ni revisadas por quienes se hacen eco de ellas, tal y como evidencia Sommers (1994) en su libro.

Los dos párrafos anteriores están sacados del trabajo: FEMINISMO DISIDENTE de Ana LEÓN MEJÍA (IESA-CSIC, Córdoba) del que ya hemos hablado aquí, y, a propósito de la reacción de los círculos feministas dominantes contra los trabajos  de: Camille Paglia, con Sexual Personae, Art and Decadence from Nefertity to Emily Dickinson (1990) y Christina Hoff Sommers, con Who Stole Feminism? How Women Have Betrayed Women (1994)

Episodios del mismo tenor los relata Elisabeth Badinter en su libro: Por mal camino, cuando se refiere a los trabajos de de Neil Gilbert y Katie Koiphe. En nuestro país recientemente se reventaron por parte de grupos de estas feministas unas jornadas sobre el SAP (síndrome de alienación parental) que se iban a celebrar en la Universidad de Madrid y, los intentos de linchamiento de María Sanahuja y el juez Serrano son tan recientes y están tan en la mente de todos que no son precisos mayores detalles porque todo el mundo los conoce. Por eso se me ocurren las siguientes preguntas: ¿Por qué esta violencia feminista permanece soterrada y callada?  ¿Qué intenciones albergan quienes actúan de ese modo y lo hacen con la connivencia de casi todos? ¿Se pueden seguir callando estos episodios? ¿El fascismo si no tiene rostro masculino no es denunciable?

01 enero, 2011

Año nuevo, ¿bitácora nueva?

A veces me entran dudas sobre si, la línea de actuación de una bitácora como ésta debiera insistir más en la crítica a la ideología y las prácticas feministas como hasta el presente o en, denunciar el silencio de tantos y tantos hombres que han decidido, que mejor mantenerse al margen y esquivar los golpes  y, si acaso, sean otros quienes den la cara.

Y ahora ya no pienso en ese hombre de la calle desprovisto del mínimo bagaje de ideas  que le permita analizar por su cuenta lo que en el campo de las relaciones entre los sexos está sucediendo y, en particular, la producción legislativa que se ha producido en nuestro país en los últimos años, sino a los productores de cultura que han decidido  apuntarse a lo políticamente correcto y a reducir todo a una vaga referencia generalmente apreciativa hacia el feminismo, como si en los tiempos que corren esa expresión quisiera reflejar algo más que la ignorancia de quien la expresa.

Que hayan sido autoras y feministas las únicas que se hayan atrevido a denunciar la ligazón que establece el feminismo dominante entre violencia y masculinidad –sí, masculinidad y no comportamiento de algunos hombres-,  dice mucho más sobre el estado de la cuestión que muchas parrafadas que yo me pueda largar aquí. Que la “filosofía” oficial haya renunciado a debatir sobre las múltiples cuestiones que plantean autoras como Camille Paglia o Elisabeth Badinter, no deja de reflejar una situación anómala de la cultura.  

Que desde el terreno de la filosofía, la política, la judicatura se guarde el sonoro silencio que con las contadísimas excepciones que conocemos, reina en torno a cuestiones como la llamada violencia de género, incluso sobre afirmaciones reiteradas hasta la saciedad como que “las mujeres ganan menos por el mismo trabajo”, pasado un cierto tiempo de espera no pueden  conducir más que a una toma de posición crítica en torno a la actitud adoptada por la mayoría de los varones.

De ahí que por momentos me surja la duda expresada en las primeras líneas y me plantee por dónde orientar los pasos de la bitácora después de constatar estas realidades y la nula conciencia de género de los hombres.  No sé qué pensaréis vosotros, estoy abierto a vuestras sugerencias.