25 junio, 2013

La tribu humana

Las cuestiones relacionadas con la igualdad y no discriminación por razón de sexo no son en absoluto  evidentes en sus manifestaciones más visibles: leyes de género, discriminación positiva, paridad por ley, impacto de género, etc., pero lo son todavía menos cuando nos damos cuenta de que hunden sus raíces en lo que podríamos denominar el mandato de la tribu y las obligaciones que de él se derivan para cada uno de los sexos. La burbuja en que nos mantiene ensimismados el neofeminismo y su postulado primero de que las diferencias entre los sexos son de carácter cultural, y deben terminar desapareciendo, resulta cada día más insostenible y tiene por único objetivo que miremos el dedo cuando lo que interesa es la Luna.

Porque dejando a un lado que no se nos explica qué sería eso de un único “género” y cuáles sus ventajas,  lo cierto es que lo que se constata es que estamos sujetos a un mandato de la especie muy grabado en nuestra memoria biológica y que, en buena medida, actúa anticipándose al plano racional y de la consciencia. Y, una cosa parece clara, los sujetos a proteger fueron y siguen siendo las mujeres y los niños y el sujeto proveedor y protector el varón y nada hay que nos diga que tal cosa haya cambiado significativamente o lo vaya a hacer en un futuro más o menos próximo. Ha cambiado el escenario pero los actores siguen siendo los mismos con ligeras variaciones en sus papeles.

Porque si en el plano ideológico y de las ideas el objetivo de igualdad de mujeres y hombres  nace con la Ilustración, para el salto adelante en el plano de los hechos han sido necesarios determinados avances sociales y culturales –avances en los que el papel del hombre ha sido determinante- que solo han sido posibles a partir de la segunda mitad del siglo pasado para aquellas sociedades del capitalismo avanzado que superada la fase industrial han desarrollado  una economía con predominio del sector terciario -cuyo exponente más destacado lo constituyen las sociedades del bienestar europeas-. Y es en estas sociedades que, acompañando a otros derechos, las mujeres se incorporan al mercado de trabajo en masa dando la impresión de que con ello la distancia en los roles masculino y femenino están a un paso de desaparecer.


Pero si lo miramos más de cerca lo cierto es que la mujer se ha plantado de forma masiva en terrenos como la sanidad, la escuela, los cuidados a la infancia y la tercera edad, la tareas administrativas y del comercio, todo ello en el plano laboral, y se hacen mayoritarias en la Universidad,  pero por debajo de todo esto la sutil línea que separa los campos masculino y femenino permanece intacta y siguen siendo del hombre determinadas tareas  de protección y como proveedor al tiempo que la mujer pretende arrogarse un papel privilegiado en todo lo concerniente a la familia y la sexualidad. No solo es que se empleen en trabajos con características bien diferentes es que, incluso en el ámbito de la especialización de saberes, se observa una brecha semejante y si ellas sobresalen en terrenos como la Psicología o el Derecho, la especialización masculina los conduce a ser mayoritarios en las carreras técnicas o la ciencia de base. 


20 junio, 2013

Por qué neofeminismo

Feminismo hasta un determinado momento y al menos en su corriente de más peso significó igualdad y no discriminación por razón de sexo, significó remover los obstáculos culturales, sociales  y políticos que impedían el avance en esa dirección, significó movimiento de base y debate público, significó que la condición de  feminista estaba relacionada con luchar por ese objetivo y no por la condición de hombre o mujer de quien lo hiciera, y por ende entendía que las actitudes “machistas” eran las que trataban de frenar el avance en esa dirección y por tanto serían también aplicables a hombres y mujeres… Es el feminismo de Elisabeth Badinter  y tantas otras, condenadas ahora mismo al ostracismo. Con ese feminismo yo me he sentido identificado.

Pero a partir fundamentalmente del feminismo radical y culturalista americano y su traslación a Europa como feminismo institucional todo eso ha dado un giro de 180º al situar el eje de la dominación no en las estructuras sociales y culturales  sino en la sexualidad, no en la transformación global de la sociedad encontrando un nuevo equilibrio entre los sexos, sino en cambiar la masculinidad.  Porque desde ese momento todo lo anterior se rompe: el objetivo ya no es la igualdad sino los objetivos de género, el movimiento desde la base y el debate público desaparecen porque todo lo ocupa un lobby  que como todos los lobbies  justamente está interesado en pasar desapercibido y extender su influencia de la forma más callada posible sobre los organismos públicos y los aparatos de Estado, los partidos políticos y los sindicatos que finalmente serán quienes actúen como instrumentos más destacados  de su política.

Con este feminismo no solo no me siento identificado sino que lo encuentro merecedor de ser combatido porque está provocando muchos e importantes estragos sociales y promoviendo la idea del hombre como el lado oscuro de la humanidad. Entiendo por eso que identificar ambas etapas  con el mismo nombre no solo es equívoco, es faltar a la verdad y dificulta saber de qué hablan los grupos feministas cuando utilizan la palabra  igualdad pero necesitan apellidarla como de género para desnaturalizarla y convertirla en otra cosa, como se pretende aparentar en las palabras lo que niegan los hechos,  pero también como se han gestado en nuestro país, básicamente durante los gobiernos de Rodríguez Zapatero, un conjunto de leyes que se están mostrando terriblemente perniciosas para la convivencia como lo recogido en este vídeo.  Por eso sostengo la validez de un término como el de neofeminismo como una denominación adecuada para el que ahora nos ha tocado sufrir, 
-siempre que se explique con claridad qué se quiere expresar con esa denominación. 


15 junio, 2013

Una entrada que era un comentario



Esto que ahora es una entrada en realidad lo he escrito como comentario a una entrada del blog Autopsia. Como quiera que me ha salido largo y en él se tocan cosas de suma importancia para clarificar varios asuntos relacionados con la igualdad, las leyes de género y el estilo de sus defensores he decidido colgarla aquí para dar ocasión de abrir un hilo sobre estas cuestiones.

El comentario es este: Señor Lorente en un escrito de poco más de una página incurre usted en todos los trucos argumentativos del ventajista. Comenzando por la falacia ad hominem, desacreditar el argumento de los demás descalificando ya de entrada a la persona que discrepe que desde ese momento queda catalogada como machista o  postmachista (¡por cierto vaya ejercicio de imaginación!).

Y continuando por la caricatura que hace de los argumentos de los demás como cuando dice que piden la inclusión de los niños y los hombres en la ley contra la violencia de género, lo que es falso, lo que decimos es que esa ley sexista y segregadora, se olvida de que también sufren violencia los niños, los ancianos, los disminuidos, los varones: sean homosexuales o heterosexuales y la ley no puede establecer diferencias ontológicas según quien la perpetre o el sexo de quien la sufra. Si esa ley recogiese todas las violencias ya no sería de violencia contra las mujeres, sino de violencia en el entorno familiar.

Retuerce usted los argumentos sin más base que su capricho. El victimismo no está del lado de los que nos quejamos del sexismo y la injusticia de las leyes de género. Del victimismo, como todo el mundo sabe y tantas veces se ha dicho, su patrimonio casi exclusivo lo tiene el feminismo. En esta misma entrada suya hay mucho victimismo personal. Y eso resulta cuando menos chocante en quien fue Delegado del Gobierno para la violencia de género y ahora goza del privilegio de poder expresarse a través de un blog en el diario El País.

Que desde esa altura pretenda que quienes representamos al sistema, que quienes somos fuertes y poderosos  somos quienes comentamos sus entradas, mientras usted y quienes apoyan la legislación de género son los débiles,  no dice mucho a favor de su ecuanimidad y capacidad para juzgar de estas cosas, más bien habla de su capacidad para hacer trampa.

Destapa usted en su escrito sin embargo, algunas  cosas que merecen mención, por ejemplo, cuando reconoce que se han cargado la igualdad ante la ley,  para proclamar que lo importante es la igualdad en la sociedad. Recuerda usted a Lenin cuando dijo: ¿libertad, para qué? Yo le contesto señor Lorente.

En la Revolución francesa se eligió como lema el de Libertad, Igualdad, Fraternidad, porque se quería superar el régimen estamental de la Edad Media basado en un tratamiento legal distinto según el estamento al que perteneciese quien era juzgado. Ahora usted no tiene empacho en proclamar que tal cosa ha sido recuperada aunque el pretexto sean los sexos y no los estamentos. Ese no es un camino al futuro sino lo peor del pasado.

Las diferencias jurídicas terminan generando diferencias reales y eso es lo que se comprueba un día sí y otro también con las leyes de género. Busca usted el parapeto de la U.E. cuando quiere y lo rechaza cuando le da la gana. Una ley tan misándrica como la de violencia de género solo existe aquí y mientras en los países nórdicos tienen reconocida la custodia compartida y los permisos paterno y materno son iguales aquí estamos en un permiso ridículo  para los varones y, según las últimas noticias lo de la custodia compartida parece que tampoco será de ésta

Se queja de que se juzgue por los resultados como si no tuviese importancia los efectos sobre las personas de  las leyes y las decisiones judiciales, como si decisiones injustas pasadas justificasen el ojo por ojo y la injusticia en el presente. Es de Gandhi una frase que dice: Ojo por ojo y al final todo el mundo ciego. Debería usted tomar alguna nota. Perseverar en el error no lo hace ni más justo ni más valiente.

11 junio, 2013

Algo no está funcionando



Sea lo que sea lo que explique la violencia que sufren las mujeres, lo que sin duda no ayuda es que las mismas que dicen poseer la clave para su erradicación basen sus propuestas con exclusividad en el código penal, la censura o el ocultamiento de otras violencias con la misma etiología. 

Que se pretenda que este asunto para resolverse lo haya de hacer por una senda distinta a todo lo conocido y al margen de lo cauces ordinarios, y que un grupo privilegiado de “expertas” están en condiciones de decirle al conjunto de la sociedad como haya que actuar, porque solo ellas conocen el problema en su verdadera dimensión.

Que sean las mismas que en lugar de colocarse a la cabeza en su denuncia nieguen la existencia de  acusaciones falsas y que muestren una total indiferencia, cuando no desprecio, por la presunción de inocencia y las garantías jurídicas a la hora de juzgar al varón.

No se sostiene que se nos anuncie una sociedad nueva en la que conquistas de la civilización como la presunción de inocencia o la libertad de pensamiento y expresión queden gravemente amputadas porque la causa así lo exige. Como tantas veces ha demostrado la historia los atajos en estos asuntos nunca han funcionado.

Que hay quien tiene interés en que cuanto más opaco sea este asunto mejor, parece evidente, desde la denominación: violencia de género, que no solo ha causado estupor entre los académicos de la lengua también entre los jueces que debían aplicar la norma, hasta la ausencia de estudios con metodología reconocida y comparativa internacional, pasando por una verdadera información estadística que clarifique y no oscurezca el tema.

Si a esto añadimos que no sólo no se promueve el debate público y la deliberación y que cuando son otros quienes lo promueven inmediatamente son catalogados como machistas y maltratadores en un trágala de: o lo tomas o lo dejas, tampoco ayuda a pensar que ese sea el camino correcto, porque la dura y penosa realidad de los números demuestra que a pesar de haber hecho todo según las citadas expertas nada se ha avanzado en esta cuestión. 


07 junio, 2013

¿Borrar las diferencias?



El mundo en que vivimos es tal que así: ayer se hacía público el manifiesto por una nueva ley de partidos, sus promotores y los 100 primeros firmantes. Entre los promotores la proporción es favorable a los hombres en 3:1 y entre los firmantes, muy próxima al  9:1.

Anteayer el PSOE hacía esta propuesta electoral.

¿La cuestión está en saber qué explica una disparidad tan grande? ¿Habría que calificar de machistas a los promotores del manifiesto? ¿Quién dentro del PSOE está tan decidido a aplastar de ese modo las diferencias?

En mi opinión es claro que no es que los promotores sean unos machistas: hombres y mujeres  tienen diferentes grados de interés por según qué aspectos de lo público y pretender como que tal cosa no sucede como hace la propuesta del PSOE  es puro dirigismo y, por qué no decirlo, sexismo, que en este caso seguramente no llegue a triunfar pero que en otro momento y con un PSOE menos debilitado probablemente hubiera ido adelante.

P.S. Esa propuesta del PSOE en este momento tienen dos fundamentos: oportunismo electoral ante una debacle anunciada y deseo de que un pequeño grupo siga gobernando el partido uno de cuyos instrumentos fundamentales es la confección de las listas electorales. El sistema para el acceso es el de cooptación y ese sistema como es bien sabido lo que genera son fidelidades personales no ideológicas mucho menos diputados que a quien se consideren debidos sea a sus votantes. 


03 junio, 2013

El TS y la custodia compartida

Han tenido que pasar más de treinta años de democracia y ha tenido que ser desde el Tribunal Supremo que se nos recuerde que el régimen de custodia de los hijos que respeta el interés del menor es el de custodia compartida. Mientras tanto el feminismo, los partidos políticos y el establishment han conseguido imponernos a todos un sistema de custodia materna que quien se atreviera a discutirlo era colocado automáticamente en el otro lado de esa línea de lo políticamente correcto que lo convierte a uno en un don nadie.

Quizá habrá todavía quien lo justifique basándose en esos apriorismos del feminismo castizo que casi nunca están sujetos a debate y deliberación pública y que se imponen con la fuerza de lo políticamente correcto: desde la emoción y las vísceras, desde las comisiones de expertos y desde unas fuerzas políticas que en estos temas han perdido cualquier autonomía y capacidad para pensar por sí mismas. Pero lo cierto es que lo que ahora ha descubierto el Tribunal Supremo es lo que muchos sabíamos desde hace mucho tiempo y no porque fuéramos más listos, sino porque bastaba con mirar para quienes tienen en este terreno las políticas más avanzadas del mundo: los países escandinavos.

Hace mucho tiempo que en esos países se ha convenido consensuadamente y porque así lo demuestran los hechos que el menor donde mejor acomodo encuentra, donde mejor ve garantizado su bienestar material y afectivo, de no mediar otras circunstancias, es con dos padres, con un padre y una madre, y eso no solo para las políticas de custodia, también en las de reproducción asistida, adopciones, etc. Y han desarrollado políticas acordes con este principio y así los permisos paterno y materno se fueron acercando en duración lo mismo que las políticas de conciliación familiar y laboral, allí concebidas para ambos sexos. 

Mientras tanto aquí estamos con un permiso paterno de dos semanas, las políticas de conciliación se aplican solo si eres mujer y se ha desatado una carrera para favorecer a las familias monoparentales  que solo corregiremos cuando se destape la feroz censura existente para que no conozcamos sus verdaderos efectos en los menores.