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20 julio, 2020

¿Hasta cuándo y para qué?

De un tiempo a este parte se viene prescindiendo de los hechos, de lo fáctico cuando de temas de género se trata. Y su lugar lo ha pasado a ocupar la subjetividad de la mujer pues es a ellas a quienes por un lado se ha convertido en fuentes directas de verdad, bastando su testimonio en infinidad de casos, tenga esto efectos jurídicos o no.

Se admite como bueno el dato de la percepción que las mujeres tienen sobre su propia salud, aún cuando y por comparación con el hombre, los datos objetivos les sean mucho más favorables, se admite como prueba en juicio si el demandado no presenta hechos contrastados que lo desmientan y ahora se admite también para situaciones como la protagonizada en un juicio contra Echenique quien llamó violador a un varón asesinado por su mujer sin que éste le hubiera tocado un pelo, bastando sin embargo con que ella tuviese esa percepción.

El desequilibrio que esto provoca en cuanto a igualdad jurídica e igualdad a secas es de tal magnitud que solo me parece comparable a lo que sucedía en el Antigua Régimen cuando las cosas eran juzgadas según el Estamento al que pertenecieses y el resultado siempre era favorable a la casta dominante.


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