Notas
al
artículo citado en el P.S. de la entrada anterior.
Aunque no se trata
de mi literatura preferida, como da bastante vértigo saber que lo
que expresa cuenta con el beneplácito de una ideología muy próxima
el poder, me gustaría hacer algunos comentarios.
El primero sería
para preguntarme cómo es posible que la sociedad permanezca muda
ante escritos como éste. Cómo es posible que un escrito que habla
de los hombres (sic), como totalidad, escrito en un tono tan
misándrico no merezca mayor atención y crítica.
A continuación
preguntar si no encuentra la autora, quien habla de las mujeres y los
hombres en el tono que lo hace: ellas privadas de todo y ellos a quienes todo les sería regalado, sumamente contradictorio un artículo como
el suyo y el silencio respetuoso con que es acogido, si la sociedad se
aproximase, aunque solo fuese un poquito, a cómo ella la describe.
Lo que mejor
prueba algo así, es la repetición de lo que sucede en otros tantos conflictos, en los que una de las partes ha conseguido hacer callar a
la otra, y que se mantenga muda se diga lo que se diga sobre ella, pero también la constatación de que es pura invención la
distribución de poderes entre los sexos que en su escrito relata.
Por lo demás,
como mejor prueba de lo que dice, solo aporta una sucesión de imágenes de hombres con pistolas en actitud
fiera y violenta: desde Rambo, al Agente 007, pasando por algún
fotograma de la película 300. Si así es cómo la autora ve a los hombres lo
que mejor nos definiría sería la caricatura de algún personaje siniestro de
cómic. (Hay que ver cuánta pasión volcada en crear un
estereotipo masculino, en quien tanto dice renegar de los estereotipos)
A continuación
las notas.
Los hombres matan a las mujeres en
todo el mundo porque han sido educados, y están siendo educados,
para que resuelvan sus conflictos mediante la violencia, por eso
la mayoría de ellos la usan a lo largo de toda su vida para obtener
lo que desean, o para arreglar sus problemas.
¿Y a quién se debe esa
educación? Si no sabemos a quién atribuirla, imposible será
corregirla. Por eso quiero resaltar el silencio cómplice del
feminismo, tan activo en otras ocasiones, ante el hecho de que el
servicio militar obligatorio lo sea solo para los varones.
Los hombres matan a las mujeres
porque creen que son dueños de sus compañeras, sus hijas e hijos,
su casa, su coche y su perro. Se sienten muy superiores a ellos, y
como propietarios, hacen lo que les da la gana con ellos.
¿De verdad la autora cree que
los hombres nos consideramos dueños de nuestras esposas e hijos, y
hacemos con ellos lo que nos da la gana? Se ha parado a pensar un solo minuto en todos esos que justamente lo pierden todo: hijos, casa, coche y hasta perro en caso de separación. ¿quién se considera propietaria de los hijos? ... y de la casa, el coche y el perro.
Los hombres matan a las mujeres
porque han sido educados desde niños para ser los reyes absolutos de
la familia, y los dictadores en su hogar. Los niños aprenden que
los hombres de verdad son siempre respetados, obedecidos y adorados,
y que solo por ser varones gozan del amor incondicional y perpetuo de
los suyos, especialmente si dependen de sus recursos económicos.
De nuevo la educación. ¿A quién
atribuirla, qué papel juegan las madres, y las tutoras de la
guardería, y las maestras, y las profesoras con quienes pasan la
mayor parte del tiempo y de quienes reciben la primeras lecciones de la vida, esas que se consideran cimientos sobre los que desarrollarán su personalidad? ¿A quién atribuimos la educación en las familias
monoparentales, o monomarentales como el feminismo prefiere denominarlas, ya que
son madres en su inmensa mayoría, y a que no se haya observado
ninguna mejora en los niños, más bien todo lo contrario?
Los hombres matan a las mujeres
porque en la televisión aparecemos representadas como objetos de
posesión que pueden ser comprados y vendidos, que pueden ser
violados y abusados, que suelen sentir placer obedeciendo y
sometiéndose, y que están ahí para satisfacer los deseos de
cualquier varón que tenga algo de dinero. Y como cualquier objeto,
si no servimos o no obedecemos, pueden destrozarnos con impunidad,
porque la prensa lo llamará "crímen pasional" y explicara
"sus motivos" (como si hubiese motivos para justificar el
asesinato de una persona).
¿De verdad la televisión nos
vende que podemos comprar, vender y violar a las mujeres?
Los hombres matan a las mujeres
porque la gran mayoría no sabe gestionar sus emociones y viven
presos de su sufrimiento, sus miedos, su dolor, sus traumas, sus
inseguridades, sus malos recuerdos, sus carencias afectivas y sus
problemas más íntimos. Cuanto más miedo y dolor acumulan, más
dramáticos se ponen. Cuanto más inseguros se sienten, más
violentos son.
¿...?
Los hombres matan a las mujeres
porque son machistas: creen que en el mundo unas personas valen
más que otras, y nada más nacer se les coloca en la cúspide de la
jerarquía socioeconómica y se les regala una serie de privilegios:
mejores salarios, los puestos políticos y empresariales más altos,
la propiedad de todas las tierras del planeta son de ellos (más de
un 80%). Ellos gobiernan en mayor medida que las mujeres, ellos son
los dueños de los bancos, las empresas, y los medios de
comunicación.... ellos tienen los bienes y los recursos, lo que les
da poder sobre los demás, y especialmente, sobre las mujeres.
Nosotras somos, para los machistas fundamentalistas, como los
animales: un objeto que se vende, se compra, se alquila, se
intercambia por ganado, se disfruta, se explota, se mutila y se
maltrata.
Sin comentario. Si los hombres
somos machistas porque Coral Herrera lo dice, poco me queda por
añadir. En relación a otras cuestiones que menciona como la brecha
salarial he escrito ampliamente en este y otros blogs y siempre para
desmentir que se pueda equiparar brecha con discriminación. Por
supuesto en esa retahíla de cosas que menciona hay siempre un flagrante olvido: más del 80% de las decisiones de consumo las tomas ellas.
Los hombres matan a las mujeres
porque nuestra cultura amorosa es patriarcal y está basada en el
egoísmo, en el sufrimiento, en la desigualdad, en las relaciones
verticales, en las luchas de poder. El capitalismo romántico nos
hace egoístas, el romanticismo patriarcal perpetúa los mitos
románticos y ensalza el dolor como vía para alcanzar el amor. El
romanticismo patriarcal está basado en la doble moral sexual, en el
placer del sufrimiento, en la dependencia emocional femenina, en la
violencia de género, en el odio como forma de relación, en el
esquema de dominación y sumisión, o la estructura del amo y el
esclavo. Los hombres se han creído que las mujeres somos buenas o
malas, y siguen teniéndole miedo a nuestra libertad y autonomía, a
nuestra sexualidad y erotismo, porque no saben cómo relacionarse con
nosotras de tú a tú. Han sido educados para sentirse adorados,
respetados y necesitados, no para construir relaciones igualitarias.
El mundo del corazón está
prácticamente reservado a la mujer, a quien va dirigido y quien
obtiene provecho de él. Las telenovelas y las novelas del género
romántico tienen un público básicamente femenino. Y buena parte
de sus creadoras son autoras y no autores. Por lo demás estudios muy
rigurosos demuestran que la educación sentimental de las niñas
corre casi por entero de la mano de la madre y el entorno femenino de
las mujeres. Cuestión ante la cual se muestran bastante celosas de
compartir con sus maridos o compañeros.
Los hombres matan a las mujeres
porque no soportan las derrotas. No saben gestionar una ruptura
sentimental porque no les han enseñado que la gente puede seguir su
camino libremente, que nadie nos pertenece, que todos somos libres
para unirnos y separarnos. Los niños que son educados
patriarcalmente en la competición más despiadada no tienen
herramientas para relacionarse en condiciones de igualdad, necesitan
sentirse ganadores, y por eso una ruptura sentimental se vive como un
fracaso. No tienen herramientas para superar el duelo, no pueden
hablarlo con nadie para no sentirse débiles o perdedores, no tienen
a quién acudir cuando se sienten desesperados porque les importa más
dar una imagen de ser alguien fuerte y poderoso. No pueden
desahogarse, no saben pedir ayuda, y en la tele no dejan de enviarles
el mensaje de que el uso de la violencia es legítima y normal cuando
uno tiene que defenderse o defender sus propiedades.
No está probado en los campos en
qué es posible constatarlo y hacer la comparación, que los hombres
toleremos peor la derrota que las mujeres. En otros casos hablar de
derrotas creo que es poco afortunado, salvo que evidentemente no se
sea capaz de olvidar ni por un momento la guerra de sexos y todo haya de terminar con un perdedor y un ganador.
Los hombres matan porque los héroes
masculinos matan y están llenos de gloria. El dios de nuestra
época es un dios guerrero, un macho mitificado por su fuerza y su
violencia. En la publicidad, en los cómics, en las películas, en
los videojuegos se rinde culto a todas horas a los guerreros
asesinos, ya sean androides o caballeros medievales. Todos nuestros
héroes consiguen sus objetivos a través de la violencia, por eso
las películas se desarrollan entre balazos, bombazos, flechazos,
navajazos, puñetazos, machetazos, y escenas de tortura y dolor. La
mayor parte de las películas que emiten en cines y televisión
tienen machos alfa, armas y sangre, gritos y violencia. En todos
ellos el héroe exhibe su fuerza, su valentía, y su capacidad para
aniquilar a quien se le ponga en el camino... los efectos especiales
y la música de la ficción espectacular aumentan su poder de
seducción sobre los espectadores y las espectadoras, que admiran la
sensualidad de la violencia patriarcal y la poesía del sacrificio
varonil.
Al margen de que desde hace ya
mucho tiempo esos héroes se alternan y unas veces son masculinos y
otras femeninos, de quien recibieron gloria fue de sus esposas e
hijos al verlos volver triunfantes y una vez superado el peligro. Los
hombres que históricamente se mostraron débiles ante la defensa de
los suyos solo merecieron el calificativo de cobardes, y fueron
condenados al abandono, por supuesto, también por las mujeres para
quienes habían perdido justamente el atributo de hombres. Dolores
Ibarruri y las mujeres falangistas alentaban a los hombres a pelear
en tono tan vibrante como lo pudiera hacer cualquier General de los
bandos en conflicto. Los carteles que el feminismo cuelga en los
escaparates con rostro masculino de fondo y el texto: si la maltratas
a ella, me maltratas a mí, ¿hacia dónde pretende reconducir esa violencia?
Los hombres matan a las mujeres
porque sienten que se han sacrificado mucho para ser lo que son, y
que eso les da poder sobre las vidas ajenas. A los niños les
enseñamos que si quieren ser héroes y tener poder y fama, si
quieren ser los número uno, si quieren ser los mejores en todo,
tienen que sacrificarse para conseguirlo. El premio es muy seductor:
si eres un macho patriarcal vencedor, tendrás la admiración y el
respeto de los demás machos, y muchas mujeres suspirando por ti y
por tu belleza, por tu valentía, por tu poder y tus recursos. El
sacrificio, sin embargo, es tremendo: tendrán que mutilarse
emocionalmente, aprender a no llorar en público, aprender a esconder
su vulnerabilidad, a no expresar emociones y parecer fríos como un
témpano de hielo. Podrán dar rienda suelta a su ira o a su
frustración, pero no a emociones como la ternura, el cariño, la
tristeza, el miedo, o el amor. Esas son cosas de mujeres, esas
personas imperfectas, débiles y cobardes a las que nadie quiere
parecerse.
Se trata de otro argumento
apodíctico. En cualquier caso donde dice a los niños, debiera decir
a los niños y las niñas salvo que excluya del argumento al equipo
de natación sincronizada, Mireia Belmonte o tantas y tantas otras.
Por otro lado el feminismo insiste constantemente en mujeres fuertes
capaces de competir en todos los campos. NO SE PUEDE MIRAR SIEMPRE
PARA OTRO LADO O CULPAR AL DE ENFRENTE.
Los hombres matan a las mujeres
porque otros hombres matan mujeres también, y porque en la guerra de
los sexos, ellas son las enemigas. El sacrificio patriarcal
implica abandonar el mundo de las mujeres para poder llegar a ser un
"hombre de verdad", dejar el nido materno y unirse solo a
los iguales, es decir, a los varones que demuestren serlo. Para no
descender en la jerarquía social, los hombres tienen que hacer
muestra constante de su masculinidad, so pena de ser comparados con
las mujeres, los niños o los homosexuales. Para no perder el honor
ni ser objeto de burla en el entorno masculino, los hombres jóvenes
tienen que demostrar permanentemente su virilidad: el objetivo es ser
y parecer lo contrario de una mujer. Desde muy jóvenes, se les
enseña a proteger su libertad, y a defenderse del enorme poder
sexual de las mujeres. Los hombre machistas creen que al enamorarse
pierden su poder, por eso necesitan sentir que controlan sus
sentimientos, que no se dejarán manipular por el enemigo y que
pueden acabar con él si no logran dominarlo. Si el enemigo no se
somete, se le mata, como en todas las películas y en todos los
cuentos patriarcales, como en todas las guerras entre pueblos.
La guerra de sexos es un invento
femenino del que su artículo da buena cuenta.
Los hombres que matan a las mujeres
primero se hacen terroristas: siembran el terror en la casa
durante años, e instauran una especie de guerra en la que él es el
único soldado que va armado. Ellos imponen las normas y las hacen
respetar, exigen obediencia y sumisión, tomam decisiones e imponen
castigos, exigen que una o varias mujeres satisfagan sus necesidades
básicas (sexo, comida, higiene, cuidados y mimos, crianza de sus
descendientes). Los hombres machistas quieren ser respetados,
admirados y obedecidos, y necesitan saberse necesarios e
imprescindibles, por eso exigen amor eterno e incondicional, por eso
quieren ser los dueños absolutos, por eso creen siempre merecer el
perdón cuando se portan mal.
Argumentario del feminismo de
género que se aplica como una apisonadora pero que cuando se
pretende un axioma la realidad desmiente. En infinidad de situaciones
todos coinciden en que el crimen es inexplicable y nadie había
observado violencia anterior.
Los hombres matan a las mujeres
porque tienen impunidad, y porque a la opinión pública no le
parece tan grave que un hombre asesine a "su" mujer, por
eso lo ponen en la sección de "sucesos", aunque no sean
acontecimientos extraordinarios porque mueren mujeres todas las
semanas. Para perder esta impunidad, es necesario que los hombres
condenen la violencia de género y que los gobiernos dejen de mirar a
otro lado como si fuese un asunto menor.
Hablar de impunidad solo se puede
explicar como ignorancia o mala fe, sin que sepa decir cuál de las
dos me parece peor en quien tanto pontifica sobre un asunto que
claramente la supera. Decir que se ponen en la páginas de sucesos los asesinatos de mujeres es
haberse mantenido al margen de lo que se publica cada día en los medios, y solo puede obedecer a contumacia ideológica para la que la realidad es lo único que no cuenta..
Los hombres matan a las mujeres
porque no piden ayuda ni se lo trabajan para dejar de ser violentos y
dominadores. Tampoco los gobiernos parecen preocupados por la
cantidad de adolescentes que dominan y maltratan a sus parejas, ni
por los niños que son asesinados en cada feminicidio, ni por los
niños que reproducen el comportamiento violento de sus padres con
sus parejas cuando crecen. Ni las instituciones ni la sociedad
apuestan por enseñar la cultura del buen trato y la igualdad a los
varones, y los medios nos bombardean a diario con imágenes
violentas. Sólo cuando los hombres hacen mucho daño y causan mucho
dolor, se les proporciona terapia o cárcel, o las dos cosas.
Creo que en este asunto el
feminismo y las feministas ni pueden, ni deben lavarse las manos si
nos damos cuenta de que la red de apoyo creada y propiciada por ellas
mismas va dirigida exclusivamente en su provecho y de ella han sido excluidos expresamente los varones.