Antes de ninguna otra cosa recomendaros la lectura de: Lo que piensan los filósofos, una colección de entrevistas a destacados filósofos realizadas por Julian Baggini y Jeremy Stangroom y publicadas originalmente en The Philosophers’ Magazine. La nómina de autores es extensa: Peter Singer, Richard Dawkins, Alan Sokal, John Searle y un largo etcétera. Por el lado de las féminas Mary Midgley y las citadas en el comentario de la última entrada: Helene Cronin y Mary Warnock.
Desde luego desde la perspectiva de este blog las aportaciones de estas dos últimas autoras serían suficiente aliciente para animarse a leerlo, pero evidentemente el libro es muchísimo más que eso y toca prácticamente todos los temas de interés de la filosofía hoy y las relaciones de ésta con la ciencia, la religión, la sociedad, el lenguaje o la metafísica.
En cuanto a las aportaciones de las dos autoras citadas cabe decir que sus posicionamientos cuestionan de manera casi total las tesis feministas y cada una desde su perspectiva: Helena Cronin lo hace desde la Psicología evolucionista y Mary Warnock desde un estudio histórico de las aportaciones del feminismo a la filosofía, sitúan al feminismo histórico pero también al actual en un lugar que prefiero califiquéis vosotros luego de leer lo que sigue.
Por ejemplo, Mary Warnock cuestiona y rebate la tesis de que las pensadoras hayan sido marginadas, como todos los estudios de género se empeñan en decir, ella misma relata su propia experiencia que no pretende desde luego considerar única en los siguientes términos :
“No puedo generalizar a este respecto, porque en Oxford, y en menor medida en Cambridge, las mujeres partían de unas condiciones estupendas, pues los colleges femeninos sólo contrataban a mujeres y, por consiguiente, tenían que contratar forzosamente a filósofas. Así que una podía conseguir un buen empleo académico sin ser necesariamente muy buena en la materia, pues era coto cerrado. ..
Warnock niega asimismo que muchas de las instituciones y prácticas de la academia, como los seminarios contenciosos, estén hechos especialmente a medida de los hombres.
“Jamás he conocido personas tan contenciosas como las filósofas. Desde luego no creo que sean tímidas criaturas incapaces de intervenir en un seminario. Lejos de ello, a veces dominan la escena. De hecho yo diría lo contrario. Las mujeres somos más bien locuaces. No veo síntomas de una estructura masculina en las instituciones y prácticas de la academia.
Incluso allí donde Warnock admite que las mujeres están en desventaja, se niega a aceptar que se deba al sexismo institucional…
Warnock es de lo más mordaz, sin embargo, en lo tocante a la tesis de las filósofas feministas según la cual las posiciones y los argumentos filosóficos están esencialmente condicionados por el género.
“Creo que, como ocurre con todas las posiciones posmodernas, de las cuales ésta es una muestra, sus proposiciones son muy difíciles de demostrar o refutar. En cierto modo cabría decir que ésta se refuta a sí misma, que es contradictoria, pues plantea esta tesis, presumiblemente, como una verdad que es cierta para todo el mundo, aunque, al mismo tiempo, nieguen que existan verdades que sean ciertas para todos. No obstante, al mismo tiempo afirmarían que el punto de vista que expresan es sólo un punto de vista particular, a saber, una perspectiva femenina, y este tipo de proposición se me antoja francamente poco interesante.
Y lo mantengo aunque se caiga el cielo. No estoy hablando sólo de filosofía. Creo que esto vale para todas las materias intelectuales. Puede ser verdad que existan diferencias entre el enfoque de las mujeres y el enfoque de los hombres, pero el objetivo de la actividad intelectual es hallar la verdad, y no pienso dar un solo paso por la senda postmoderna que dice que no existe tal cosa como una verdad. El tema me parece muy serio.
… Lo fundamental es que tanto los hombres como las mujeres tratan de entender bien las cosas. Alguien desde fuera, un sociólogo o una feminista, puede descubrir un enfoque diferente, pero intentar de forma deliberada producir algo exclusivamente femenino me parece un escándalo intelectual.”
Por su parte Helene Cronin dice lo siguiente en relación con la tesis neofeminista de que las diferencias hombre mujer sean culturales:
“Existen pocas evidencias de que los padres, por ejemplo, traten así a los niños y a las niñas. De hecho los metaanálisis de estudios realizados en Norteamérica y Europa revelan que, en todo caso, los padres desaprueban más, en los niños, comportamientos tales como los juegos violentos y los riesgos.”
“Pero, yendo más al grano, las niñas y los niños, incluso los recién nacidos, reaccionan de manera diferente cuando se exponen a los mismos ambientes. Esto no sorprende, dado el escrupuloso esmero con el que la selección natural les ha configurado de manera diferente, desde el cuerpo hasta el cerebro.”
“Y, una vez más, estas diferencias sexuales se dan en millones de especies, pocas de las cuales crían siquiera a su prole, y mucho menos les enseñan que el rosa es de niñas y el azul de niños.”
En relación con qué problemas encontraría ella en la tesis de Engels de que la división sexual del trabajo (es decir, varones-trabajadores; mujeres-cuidadoras) se enraíza históricamente en la necesidad de garantizar claras líneas de descendencia en función de la herencia de las propiedades, algo que sólo se puede lograr si las mujeres se confinan en la esfera doméstica.
Responde: “... Es cierto que los hombres forman coaliciones contra las mujeres; pero también tienen intereses sistemáticamente enfrentados, sobre todo respecto del emparejamiento. Más aún, en el Pleistoceno no existía la herencia de la propiedad; pero nuestro dimorfismo sexual se desarrolló durante este período de dos millones de años.”
Y continúa: “Por cierto, hay algo irónico en esto. Aquellos que defienden las teorías de la socialización como baluarte contra lo que consideran “determinismo genético”, han abrazado en realidad lo que sería, si fuera factible, un “determinismo ambiental” desenfrenado. Los niños serían los títeres de los adultos; las mujeres, los títeres del patriarcado; todos, los títeres de la “imágenes mediáticas”, la publicidad y la manipulación lingüística (…); de hecho, cualquier mente sería potencialmente el títere de la manipulación de los demás.”
“… Por eso, la comprensión de la evolución psicológica de nuestra especie (de nuestras disposiciones y preferencias, nuestras motivaciones y deseos) es vital para la acción política. Nos dirá qué aspectos de nuestro entorno tienen que alterarse para lograr los fines deseados. La tarea consiste, pues, en entender la naturaleza humana, no en cambiarla” (la negrilla es mía)