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18 diciembre, 2006

Comentario a vuestros comentarios

Primero deciros que agradezco infinito vuestros comentarios. Siempre es más fácil hablar con alguien que "tienes delante" aunque como en este caso esa presencia sea virtual, que exponer una tesis a un auditorio que no sabes si existe. Un asunto tan difícil y espinoso como el que nos trae aquí, como mejor se desenvuelve es en forma de diálogo.
En mi caso tampoco escribo sobre estos asuntos por verme personalmente concernido. Estoy felizmente casado y tengo un hijo. Los motivos que me llevan a posicionarme tienen que ver con esa dimensión del ser humano preocupado por los asuntos de la justicia y la igualdad, es un impulso que nace de un lugar muy próximo al que me llevó a posicionarme contra la guerra de Irak, o en otros momentos a la militancia política.
Creo que entre los que entendemos que en este asunto se está procediendo mal, yo diría muy mal, debemos hacer un esfuerzo para convertirlo en motivo de debate social, sacarlo de la reclusión en que hoy está encerrado, hacer que deje de ser un tema tabú para conseguir que se aborde como lo que es, un problema social y humano de enormes dimensiones que debe tratarse con las mejores armas de las que los humanos somos capaces: la inteligencia, el debate sereno, la predisposición al diálogo y el entendimiento, de forma abierta, y con el objetivo siempre de que, el resultado conduzca a la minimización del sufrimiento de todos: hombres y mujeres, perspectiva creo que muy abandonada últimamente.
Un saludo
Emilio

16 diciembre, 2006

Contra la violencia de género

Como sigo con muy poco tiempo, traigo al blog un nuevo artículo de Xosé Luis Barreiro Rivas publicado en La Voz de Galicia el 25/11/2006 donde con su particular lucidez vuelve a poner el dedo en la llaga en relación con violencia de género.

Contra la violencia de género

LA LEY contra la violencia de género, aprobada por unanimidad, y en respuesta a una demanda social tan dramática como evidente, se está mostrando como un rotundo fracaso. Y sólo la necesidad de «mantenella y no enmendalla», que va implícita en todas las formas de pensamiento único, está permitiendo que el sempiterno discurso sobre la falta de medios y la escasa implicación de los jueces sustituya a la necesaria evaluación de una política que no sólo no ofrece soluciones claras, sino que empieza a dar muestras de constituir -¡seamos valientes!- una parte del problema.
En esta ley, idolatrada por el pensamiento correcto, admirada por propios y extraños, y puesta de ejemplo por conferenciantes pagados que nadan a favor de la corriente, se dejan ver todos los vicios que van anexos a la diarrea legislativa que padecemos, cuyo verdadero objetivo consiste en dar la sensación de que hemos hecho los deberes y solucionado un problema, cuando lo único que hemos logrado es pasarnos las responsabilidades de unos a otros como pasan sus cartas los trileros: del ejecutivo a los jueces, de los jueces a la policía, de la policía a la sociedad y de la sociedad a los políticos.
El primer error de esta ley proviene de hacer un diagnóstico muy simple de un problema complejo, que impide analizar las causas y los ambientes en los que se genera y activa la violencia de género, para centrarse sólo en el momento final del proceso. El segundo error viene de asumir un análisis maniqueo de la pareja, que, si bien permite sacar rápidas consecuencias, puede desfigurar los hechos. El tercer error, muy grave y generalizado, consiste en haber maleado las técnicas procesales para llegar al problema por atajos varios, sin advertir que la propia ley iba a crear un amplio campo de injusticias, abusos y errores procesales. La quinta equivocación consiste en positivar situaciones negativas, como si el hecho de romper parejas y extender sospechas generalizadas sobre conductas masculinas fuese algo equivalente a la felicidad y el progreso. Y el sexto error, y por ahora último, consiste en fiar la corrección de las conductas criminales al agravamiento de las penas, sin darse cuenta de que el que ejerce la violencia de género ya da por descontado un castigo que entiende y acepta como un colofón de su crimen.
A favor de la ley se invoca su capacidad de concienciación y la extensión de la protección social y policial a las mujeres agredidas. Pero ésta es una línea judicial y policial insostenible e ineficaz. Y por eso sería bueno que empezásemos a reflexionar sobre si la felicidad está en los juzgados y al margen de los valores. Porque mucho me temo que estamos equivocados.