En principio esta entrada no era más que una respuesta a la petición de Raus de que le contase cuáles creía yo que podían ser causas del mayor fracaso escolar masculino. La razón de que la sitúe aquí es porque me parece que podemos aprovechar esta forma de desarrollo colaborativo a otros temas: reproducción, mercado laboral, salud, etc. en orden a ir elaborando un mínimo común denominador de ideas que compartamos y que quizá, en algún momento, nos pueda servir para presentar ante quien nos pregunte ¿y, vosotros, qué queréis o que pensáis? Y ahora la respuesta a la petición:
En mi opinión Raus, las razones del mayor fracaso escolar tienen que ver con cuestiones que van más allá del ámbito de la escuela, sobre las que en este momento quizá no sería el momento de incidir, y otras relacionadas directamente con el ámbito escolar, el modelo educativo y el cuadro de profesorado en que se está desarrollando ésta.
Un poco a vuelapluma paso a citarte las que yo creo que puedan estar incidiendo en los resultados de unas y otros. Como verás ni se trata de un relato perfectamente ordenado y cerrado sino lo que más o menos me fue saliendo a bote pronto y por supuesto abierto a su discusión y desarrollo.
Para no alargarme excesivamente citaría tres: la ausencia de la figura masculina en las primeras etapas educativas: guardería y primaria, etapas importantísimas porque es en ellas donde se fijan los cimientos de los desarrollos educativos posteriores, en particular lectoescritura, primeras nociones de matemáticas y técnicas de trabajo y estudio. Y, debemos tenerlo claro, etapas en las que se gesta el fracaso escolar que no se evidenciará de forma efectiva hasta la ESO, pero que tiene su raíz en estas etapas.
Mientras los alumnos varones, que acostumbran a ser mejores en el ámbito matemático, no tienen ocasión de desarrollar esta área dado que la dedicación en calidad y cantidad a la misma en estas primeras etapas es muy baja en nuestro país, salen perdiendo en técnicas de estudio al faltar una asignatura que justamente se centrase en esta cuestión y que en particular los chicos necesitan más, por cuanto ni la claridad de sus notas ni la de su caligrafía es comparable a la de las niñas, que por regla general lo hacen mejor.
Tampoco se refuerza el área de lectura en la que los niños también acostumbran a hacerlo peor. Hasta el punto de que entre los niños de hoy, la poesía y en cierta medida la novela se está empezando a identificar como cosa de niñas. Y desde luego no ayuda nada escuchar como yo escuché en una emisión de radio a propósito de Harry Potter, que sólo una mujer podía haber hecho un despliegue tal de imaginación como la obra reflejaba.
Desde otra perspectiva diríamos que las niñas prefieren los juegos de rol que se adaptan mucho mejor al ámbito escolar, frente a los niños que prefieren juegos de reglas, con mayor autonomía y competitividad. Las niñas suelen ser más tranquilas y los niños precisan más la acción, el movimiento y, en general, son más inquietos, cuestión que el profesorado femenino soporta peor y en las que el masculino tendemos a ser más condescendientes porque de alguna manera nos vemos reflejados en ellas.
Como no, una enseñanza en la que el peso del razonamiento verbal, en el que las niñas por término medio son mejores, tiene un peso tan abrumador en detrimento de la visión espacial o el razonamiento matemático, ámbitos en los que los chicos son mejores, terminan lastrando bastante el currículo masculino. Sólo por darte una pista del peso de dos materias en las que ellas y ellos dan resultados diferentes, tengo que decirte que en una comunidad como la mía, los niños en la ESO estudian 4 lenguas: de la comunidad, castellano, y dos extranjeras lo que representa 14-15 horas de lenguas, frente a 3-4 de matemáticas lo que claramente inclina el currículo a favor de ellas.
Finalmente decir - y aquí es cuando el fracaso acaba materializándose- que la adolescencia de los chicos es más conflictiva que la de las chicas tanto en casa como en la escuela, ya que es el momento de la autonomía y la reafirmación frente a los adultos y es en ese momento cuando el comportamiento contestatario y la confrontación con el medio escolar es mucho mayor, circunstancia que el profesorado femenino gestiona más difícilmente. La entrevista a Louann Brizendine de más abajo quizá te dé pistes sobre lo que estoy diciendo.
¡Ojo! sólo estoy citando aquellos aspectos que entiendo son diferenciales para chicos y chicas, y no valorando el sistema educativo en que nos movemos, que como ya sabes considero un completo fiasco y que incidiría agudizando el fracaso masculino al valorar la actitud por encima de los conocimientos, lo que redunda, sobretodo en la ESO, en detrimento de los chicos.
P.S. Como parece que había algún problema con el enlace, copio la entrevista realizada por el periodico de cataluña a Louann Brizendine el 31 de mayo de 2010
Louann Brizendine (Kentucky, EEUU, 1952) escucha miles de historias de hombres y mujeres. Madres, padres, solteros, casados, divorciados, enamorados… Todo eso, combinado con investigaciones científicas, le permite trazar el mapa del cerebro. Primero, le tocó el turno al femenino. Ahora, al masculino. Casada y madre de un varón, la neuropsiquiatra describe el comportamiento de los hombres desde el nacimiento. Que no se desanimen las madres de niños.
–Si su libro cae en manos de una mujer embarazada, le entrarán unas ganas terribles de que su bebé sea una niña. Los niños se pelean por los juguetes seis veces más que ellas.
–Para las madres, los niños son más difíciles de educar. Las niñas comparten sus cosas 20 veces más que los niños, que están compitiendo el 65% de su tiempo.
–Desesperante, pero afirma usted que los niños inquietos aprenden mejor que los tranquilos.
–Sí, la palabra correr les estimula las células cerebrales y los músculos. Los niños aprenden las matemáticas moviendo los músculos, al contrario que las niñas. Los profesores deberían entenderlo.
–De todas maneras, por más tranquilo que sea un niño, cuando llega la pubertad se satura de testosterona y se convierten en un monstruo.
–A los 5 años, un niño adora a su madre, se quiere casar con ella. Y luego, gradualmente, entre los 9 y los 15 años los niveles de testosterona suben un 250%. Esto pasa por sus circuitos cerebrales y la consecuencia es que se aleja de su madre. Necesita poder hacer lo que los psicólogos llaman separación-individualismo. Necesita ser su propio hombre. Necesita dejar a la madre y buscar a la novia. Es muy triste, sí.
–No soporta a su madre. Dice usted que le repele, incluso, su olor.
–La madre le intenta acariciar y él no quiere ni que ella esté cerca. No sabemos por qué ocurre. La hipótesis es que los chavales se apartan así del incesto.
–¿Y qué puede hacer una madre?
–Un día, cuando mi hijo tenía 14 años, le dije: «Cariño, dime lo que no te guste de mí y yo trataré de evitarlo». Él me miró y me dijo: «Tu mera existencia me molesta».
–Si usted lo ha superado… La testosterona hace que a los chavales se les altere la percepción de la realidad. Ven a alguien aburrido, pero ellos interpretan que esa persona está enfadada.
–Sucede, no sabemos por qué. Es un misterio científico. La hipótesis es que se trata de un momento de la vida en que los niños empiezan a defenderse y también a ayudar a defender el grupo. La consecuencia es que se convierten en personas muy sensibles a los signos de rabia o de potencial agresión en la cara de otro hombre.
–«El cerebro masculino solo necesita 12 centésimas de segundo para clasificar a una mujer como sexualmente interesante o no». ¿No es necesario hablar para conquistar a alguien?
–Eso es un primer impulso inconsciente. Luego, claro, todo se refina. Todo depende de cómo hable ella, cómo sea…
–En el libro relata usted el caso de una pareja en la que él le pide matrimonio a ella solo cuando otro chico la ronda. Una teoría un poco machista, ¿no?
–El cerebro masculino es muy territorial, también para guardar a la mujer. La quiere conservar para él solo. Si piensa que otra persona se la va a quitar, hará todo lo que tenga en su mano para retenerla.
–¿De verdad son los hombres los que sugieren ampliar el repertorio sexual con sus parejas?
–Sí, son ellos los quieren distintas posturas y lugares. Y también sexo oral. Los hombres tienen de 10 a 15 veces más testosterona que las mujeres, así que tienen tres veces más interés en el sexo, como promedio, que la mujer.
–Usted defiende que la narcolepsia sexual en los hombres existe realmente.
–Sí, el hombre necesita dormir después de practicar el sexo. No le quepa ninguna duda. La mujer piensa que no la quiere, que si la quisiera él estaría hablando. Pero no, tiene que dejarle por lo menos 20 minutos de siesta.
–El cerebro masculino y el femenino son muy diferentes respecto de las emociones.
–Son unos cerebros más parecidos de lo que la gente cree, pero, efectivamente, hay algo en lo que no tienen nada que ver: en cómo experimentan las emociones. A los hombres les falta empatía emocional. Si la mujer se siente mal y llora, ellos nunca dicen: «Cariño, sé cómo te sientes».
–Y ellas ¿qué hacen?
–Las mujeres sí lo hacen, para ellas es más fácil. Hay una serie de diferencias bastante claras. A los hombres les gusta ir rápido a la solución de los problemas. Si ven a su novia o su mujer llorando, les comentarán cosas útiles para que ellas puedan solucionar el conflicto que tienen en ese momento, pero no les dirán que entienden por lo que están pasando.