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28 abril, 2013

Las trampas de la cultura (¿patriarcal?)



Sucede algo fantástico en las cuestiones de género y es la capacidad de algunos  “caballeros” para descargar sobre los hombres responsabilidades que en buena ley únicamente corresponden a las mujeres. 
Y su complementario, tapar con el genérico masculino irregularidades en las que, al menos como beneficiarias,  son mayoría las mujeres. Por eso hoy quiero referirme a este artículo.

Como todo el mundo sabe las feministas llevan muchos años batallando con el tema de las tallas y denunciando el maltrato infligido a las mujeres por la industria como  consecuencia de unas tallas mal medidas. Pues bien, como a donde no llegue la voluntad del feminismo no llega nadie, en el Ministerio de Industria se gastaron un millón y medio de euros en tomar la medida a ¡10.000 mujeres! en un proyecto que tenía por intención unificar éstas y a fin de promover una imagen saludable de la mujer.

Un eurodiputado atento al estrago producido y al despilfarro de tal dinero en un proyecto que, como no podía ser de otro modo, resultó fallido escribe un artículo en el que lo de menos es lo empalagoso del canto a la belleza femenina, pues lo realmente llamativo es que quienes reciben todos los varapalos son varones para quienes no solo propone la cárcel sino que también los presupone cargados de todo tipo de mezquindades hasta espetarles: ¡Y un cuerno, caballeros ...!

Tocamos en esta bitácora no hace mucho el tema de si existía un sesgo cultural y psicológico a favor de las mujeres y aunque las evidencias parecen apabullantes en esa dirección, curiosamente y de la mano del feminismo de género se ha impuesto justamente la visión contraria: aquella según la cual los hombres no solo explotamos a las mujeres sino que no pararíamos de conspirar para evitar su progreso social.

Los procedimientos  con los que este mecanismo funciona son realmente sutiles hasta el punto de que a nadie parece llamar la atención que en buena parte de los casos de los ERE de Andalucía las beneficiarias sean mujeres, al igual que ocurre con el PER, o sin ir más lejos que la señora de Bárcenas aún sin trabajar posea una auténtica fortuna en Suiza, porque lo que socialmente interesa es la condena de los varones implicados.  

Y eso para no meternos en asuntos de género donde la violencia ejercida por las mujeres contra sus parejas o sus hijos está sujeta a un tratamiento mediático, jurídico y político completamente diferente al que se da cuando la violencia es del varón, y completamente distinto quiere decir infinitamente más benigno.

Por eso hay que decir que los verdaderamente inescrutables son los caminos de la cultura –y no se olvide que la nuestra es patriarcal. Pues cómo explicar sino que un capricho neofeminista que acaba suponiendo un despilfarro de una importante suma de dinero público se transforme en ocasión propicia para que un caballero vierta sobre la mujer todo tipo de piropos y alabanzas y sobre el hombre todo tipo de mezquindad  y torpeza. 

23 abril, 2013

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En la sociedad tradicional la mujer se ocupaba básicamente de la casa y los hijos y el varón ejercía de proveedor y protector.  No como fruto de ningún “pacto  sexual” -el papel de cada uno en la reproducción no ha sido nunca una elección y el hombre no podía haber decidido que sería él quien pariría los hijos-, tampoco ningún “pacto social”, sino como consecuencia directa de que eran las mujeres quienes traían los hijos al mundo, lo que las colocaba en una posición  que empujaba a que  fuesen ellas quienes los atendiesen en los primeros años de vida y mientras no podían valerse por sí mismos. Las labores de provisión y defensa asignadas al varón derivaron de esta realidad.

Esta situación que durante miles y miles de años es imposible verla asociada a cualquier privilegio, máxime si tenemos  en cuenta que todo estaba lleno de peligros y que estos se multiplicaban fuera de la cueva. Fue sin embargo en este contexto y ligado a las tareas relacionadas con la caza en grupo que los hombres, los varones, comienzan a organizarse, a reconocer jerarquía,  pero también el enorme valor de la cooperación. Si la caza estaba bien organizada y dirigida eran capaces de vencer al mamut, en otro caso todos corrían mucho peligro. Mientras tanto en el ámbito de las mujeres esta verticalidad en la organización no era tan necesaria y reinaba una mayor horizontalidad.

Con la llegada de la agricultura y la ganadería fue la experiencia de los varones en la organización social lo que los colocó en posición de ventaja en relación con lo público y la cultura y ese es el motivo por el que ésta nace de la mano de los hombres y tiene como misión principal actuar como elemento cohesionador y de cemento de las estructuras sociales que se estaban creando, primero con base en el mito para dar paso en la Grecia clásica al pensamiento racional. La cultura buscaba mantener  un orden social que cada vez era menos natural y que por eso mismo exigía que la cultura jugara ese papel ya que se necesitaba una fuerte cohesión para hacer operativo el conjunto. Fue necesario un gran aparato cultural y propagandístico para convencer a los hombres de que morir en defensa de los suyos constituía un honor.

La apelación a definir un canon masculino y femenino formaba parte de ese plano de necesidades. De la mujer se exaltaban sus valores familiares, a los hombres se dirigían las demandas para mantener el orden social, cultivando las virtudes de fortaleza, valentía y defensa de los suyos. En Antígona están bien recogidas todas esas necesidades simultáneamente y cuál era el resultado de no conseguir conciliar la ley natural y la ley de los hombres. La separación era radical pero no se podía renunciar a los grandes sacrificios que representaba cada rol. El hombre debía construir los caminos y los puentes, levantar las ciudades y estar dispuesto a entregar su vida en defensa de los suyos, ya fuese que  lo que corriese peligro fuese la comunidad, o simplemente la familia y los más cercanos.

Que un sistema tan rígido no podría ser eterno y acabó derivando en enormes disfuncionalidades e injusticias parece que es la conclusión que a partir del siglo XIX comienza a extenderse en los sectores más avanzados de la sociedad. Que había que encontrar otro orden de cosas que hiciese posible una mejor y más igualitaria convivencia pronto se hizo extensible a casi todo el mundo, aunque no se tuviese muy claro las consecuencias de cada una de las decisiones de “igualdad” que se iban tomando. Que en la consecución de determinados cambios las resistencias eran más sólidas de lo que pudiese pensarse resultó cierto. Que eses dificultades no derivaban de un maquiavélico plan masculino también. Que en otros ámbitos esa resistencia no existió y más bien lo que sucedió fue todo lo contrario es históricamente constatable.

Que es sin embargo cuando más cerca se estuvo de aproximarse a esos objetivos que irrumpe en escena lo que aquí definimos como neofeminismo, tratado en distintas entradas: por ejemplo ésta o esta otra y también ésta o ésta; primero en su formulación como feminismo radical y culturalista y luego en su expresión de género para transformar lo que constituiría una conquista de civilización en un quítate tú para ponerme yo que ha abierto una profunda brecha entre diferentes corrientes y colectivos feministas y particularmente con los hombres por cuanto ha desplazado al plano de las personas: marido, padre, hermano… al varón en general, esa voluntad de dominio y explotación y con ello dado lugar a toda esa legislación de género que pretende no ya el cambio de la estructuras sociales sino “cambiar la masculinidad” a la que considera como una entidad  amenazante y opresora para todos los colectivos que no sean los varones heterosexuales.

Afrontar con honestidad un debate que resitúe el papel de los sexos en la sociedad teniendo en cuenta que éste es el contexto en que nos movemos exige por lo tanto muchas consideraciones previas,  la primera que no puede hacerse desde la convicción de que todos los derechos sobre la reproducción y la sexualidad son femeninos, o que los hijos pertenecen a las madres y con ellos el hogar familiar, que no se puede mantener por más tiempo la actual asimetría jurídica  y de derechos de hombres y mujeres y que sabiendo como todos sabemos que la mejor manera de hacer camino es al andar no se puede seguir manteniendo un sistema educativo que condena a los varones al fracaso escolar primero y a la exclusión social después.  Que no puede ser que el impacto de género se mida solo si  quien sale perjudicada es la mujer pero no si lo es el varón. Y sobre todo que de ese proceso lo que ha de emerger es la idea de persona  y ciudadano más allá del sexo con el que cada uno y cada una debamos convivir.


20 abril, 2013

De nuevo la educación



Recientemente Aníbal colgó dos comentarios en la entrada: Brecha educativa niños-niñas,  que por no tener resuelto Blogger los problemas que hace un tiempo hicieron desaparecer  el gadget: Últimos comentarios, han pasado desapercibidos.  Por eso y porque creo que de algún modo son el mejor compendio de lo que define el enfoque constructivista, que muchos se niegan a reconocer que exista en nuestro país, me gustaría que no quedasen sin comentario lo que propongo hacerlo desde aquí. Y ¡ojo!, no es necesario que alguien exprese e identifique con tanta claridad las notas características del constructivismo para que lo que haga en clase a lo que más se aproxime sea esto, todo lo cual viene apoyado además por un sistema institucional del mismo signo. En cualquier caso es de agradecer la claro que queda en el post de Aníbal  

Dice Aníbal que el gran problema de la educación en nuestro país: “esta más centrada en la búsqueda de resultados académicos, que en los mismos procesos de aprendizaje, sean los educandos niños o niñas. Y centrarse en los procesos de aprendizaje es crucial para niños en etapa pre-escolar, pero no debe descuidarse en primaria o secundaria. Este enfoque es crucial porque se centra en cómo los niños y niñas, individualmente, van enfocando e impulsando su propio aprendizaje. Y formula con ello uno de los primeros dogmas de este forma de concebir la educación: son los niños quienes enfocan e impulsan su propio aprendizaje.

Para completar su diagnóstico y exposición de su teoría pedagógica con esta otra frase: “El impulso de cada niño o niña hacia el aprendizaje es, pues, una cuestión natural. El tema reside en cómo los educadores guían este impulso creador hacia procesos más integrales de educación. El aprendizaje no se puede imponer siguiendo un plan externo, sino que es un proceso activo, de descubrimiento del entorno, y la educación debe ser una guía que ellos observen sus necesidades, sus sentimientos, emociones, pensamientos; el educador debe guiarles para que vean por ellos mismos los resultados de sus actos”  En el que de nuevo los protagonistas únicos y absolutos son los procesos de aprendizaje internos del niño. Es decir justamente lo que nadie puede ver.

Y dejo aquí las citas para no reproducir íntegramente los comentarios, también porque lo fundamental está dicho,  el aprendizaje es un proceso espontáneo que los niños persiguen  siguiendo su propia brújula interior. Desde fuera lo único que se puede hacer es no estorbar ese proceso y que se vea libre de obstáculos debiendo abstenerse de pretender inducirlo porque eso el nombre que recibe es el de “impuesto desde fuera”. La figura del profesor se aleja completamente de la de aquel señor que todos tenemos en mente dirigiéndose a sus pupilos con la intención de hacerles llegar lo que él sabe. Deja de ser quien va por delante indicando a sus alumnos como han de hacer para aprender tal cosa, para colocarse por detrás y estar de algún modo a lo que el niño madure en un proceso que en la exposición de Aníbal parece  controlado aún cuando en gran medida se trata de un proceso completamente inconsciente.

Y con ello tenemos algunas de las notas más características de este enfoque: el profesor no anticipa sino que va detrás, lo que se exige de él más que el conocimiento digamos de la matemática o la música, sería ese indefinible llamado  “didáctica” de ambas materias. El alumno construye su aprendizaje pero no conoce la trayectoria a recorrer ya que por definición solo conoce hasta dónde ha llegado, lo que si el profesor no  plantease el reto de lo siguiente haría que se detuviese y no fuese capaz de avanzar. A nadie espontáneamente se le plantea la necesidad de las derivadas o las integrales. Solo quien ha hecho ya el recorrido sabe de su necesidad. En su completo pedagogismo, en la necesidad de que solo se puede conocer desde lo conocido sin avanzar un milímetro no solo se minusvalora la capacidad del cerebro humano para dar dos pasos y no solo uno, tamién para abstraer y ser capaz de ir  más allá de lo concreto.  

El conocimiento si se puede transmitir, así se ha hecho a lo largo de la historia y así se hace en los sistemas con mejor rendimiento, evidentemente de lo más simple a lo más complejo y dejando que el alumno lo madure en cada nueva etapa hasta hacerlo suyo, pero que lo haga suyo no quiere decir que solo él pueda provocarlo y no pueda ser inducido, que no pueda ser ayudado, que no pueda ser estimulado, de hecho siempre es así, también cuando se pone en práctica la teoría constructivista, aunque evidentemente con unos resultados peores al obligar al profesor a un papel secundario y en muchos casos prescindible. De hecho para avanzar y pasar de un nivel a otro superior alguien exterior al alumno debe alentarlo. Nadie por sí mismo alcanzaría la física cuántica o se convertiría en un gran cirujano. El conocimiento se puede transmitir y eso es tan verdad que muchos grandes hombres lo fueron gracias a que tuvieron grandes maestros que fueron capaces de transmitirles su conocimiento.

Ni que decir tiene que lo anterior aun cuando puede ser extensible al aprendizaje en general está referido al conocimiento académico y en la escuela, al conocimiento más formalizado  y también más medible, por eso a mí sí me parece importantes los resultados académicos  sin que eso implique descuidar ninguna otra cosa.  También en esto, los resultados académicos y la formación en valores suelen ir de la mano, y esa dicotomía falsa que se plantea en muchos casos, como si hubiera que elegir entre unos u otros no responde a la verdad de lo que luego observamos en los hechos. Quizá el caso finés y español sirvan para ejemplificar lo digo, allí los resultados académicos y de formación en valores son muy buenos como son mediocres ambos en el caso de los escolares españoles. 

18 abril, 2013

A propósito de un artículo


Analizar la realidad particularmente la social exige un nivel de abstracción que al tiempo que haga manejable la materia de que se trate, en este caso el género, no olvide los aspectos sustantivos que la definen en el plano de lo real. El mapa del mismo tamaño que el espacio que quiere representar  carece de sentido, pero aquel que no nos deja identificar los accidentes del territorio al que se refiere tampoco.  Y esto último es lo que sucede con este artículo que ahora comento. 

Todo sucede en un plano de abstracción que olvida que en nuestro país carecemos de un derecho como el de custodia compartida, o que la ley se aplica con diferente criterio según se trate de juzgar  a hombres o mujeres, o que los ciudadanos necesitamos que se nos explique por qué en los años de la crisis y a pesar de que la proporción de mujeres en las Administraciones ya era superior a la del varón todo el incremento ha sido en su favor. Si quien propone el tema prescinde de esos y otros rasgos de la realidad circundante no nos está invitando a discutir sobre igualdad.

En realidad es más bien la invitación a evitar hablar del presente, negarse a considerar que si la igualdad es algo, necesariamente, ha de tener su reflejo en los hechos y la marcha de las cosas y no solo en las palabras. Que si alguien está traicionando a Stuart Mill es el propio neofeminismo reinante con su virulencia, su visceralidad, su ánimo de revancha.  Que sin género de duda de ningún modo Stuart Mill aprobaría una legislación como la que en nuestro país regula las separaciones y el régimen de custodia de los hijos, no digo ya una ley como la LIVG.

Que el derecho a la presunción de inocencia y las garantías jurídicas consecuentes constituyen una conquista de la civilización a la que no podemos renunciar  y cuando se pierden como en buena medida está sucediendo en nuestro ordenamiento no estamos caminando hacia delante sino hacia atrás. Que la inversión de la carga de la prueba coloca al ciudadano al que obliga en una posición de desigualdad y asimetría y a merced de quien lo acusa lo que de ningún modo se pude asimilar con la igualdad.

En fin, que toda esa retórica de la igualdad no es tal porque olvida el presente, olvida la realidad cotidiana de las cosas, se basa en mera palabrería sin ningún reflejo en la realidad jurídica, cultural, económica y social y afirmaciones gratuitas como las contenidas en este párrafo:  La conquista de la democracia paritaria pasa necesariamente por la revisión de la masculinidad patriarcal y por un proceso de transformación socio-cultural en el que los hombres hemos de asumir un papel protagonista. Sin él, los logros serán puntuales y frágiles, de manera que se continuará prorrogando un orden que sigue empeñado en ofrecer más obstáculos a las mujeres en el ejercicio de sus derechos y que en los últimos tiempos está desarrollando mecanismos cada vez más sutiles de dominación.”

Porque sostener al mismo tiempo el actual estado de cosas y las posiciones neofeministas e invitar a que el hombre asuma un papel protagonista en este proceso solo puede representar mala o fe o una ingenuidad infinita a tenor de lo que ha venido y viene sucediendo con cualquier intento que suponga el cuestionamiento del orden de género reinante, pues hasta el momento todos los intentos han sido combatidos con una ferocidad inusitada, fuera que se tratase de custodia compartida, el SAP, acabar con las denuncias falsas, la derogación de la LIVG o cosas de menor calado.  El neofeminismo si por algo se ha caracterizado hasta el presente es por su vocación de tapar todas las bocas discrepantes sean estas de varones, mujeres u otras feministas que no compartan su recetario.

Y otro tanto pretender descubrir a estas alturas que los hombres también tenemos género posición solo entendible dentro de la confusión que reina en torno a éste y otros conceptos claves del feminismo del mismo nombre, pero hacerlo al tiempo que uno se declara hombre feminista y no hombre por la igualdad o igualitario, nos está diciendo no solo en qué punto extraño está esta materia también la forma que uno tiene de alinearse con lo realmente existente. Y eso sin entrar a cuestionar que esa declaración de feminismo constituya algo más que un ejercicio de voluntad si tenemos presente que las neofeministas han declarado hace ya mucho tiempo que feministas solo lo pueden ser las mujeres y admiten compañeros de viaje pero en sus propias organizaciones.  


17 abril, 2013

Sobre la agenda de género



El hecho más significativo de las sociedades de nuestro tiempo: la agenda de género y los profundos cambios que conlleva, son por lo visto asunto privado que unas cuantas deciden aunque sus efectos recaigan sobre todos, pero sin que, a los que no asentimos sin parpadear,  nos sea dada ocasión de que nuestra opinión se considere. 

Y, ojo, la cuestión está planteada en unos términos que hacen que muchos, la mayoría, ni tan siquiera se atrevan a formular preguntas.  Sucede en todos los ámbitos, pero también en un territorio en principio tan libre como el de las bitácoras, incluidas las abiertas a temas trasversales de todo tipo, que cuando tropiezan con el género lo entienden como un territorio vedado.

Bien es verdad que la discrepancia con el neofeminismo se está equiparando con lo peor y que muchos soportan con mayor estoicismo que les llamen ladrones o cosas peores a que los puedan tildar de machistas ya no digamos maltratador o cosas por el estilo. Lo cierto es que un tema de la sociedad civil, un tema social, político y cultural se le está dando el tratamiento de un  tabú que a las únicas que beneficia es a quienes se han erigido en sus  intérpretes.

Lo cierto es que esta perspectiva se está imponiendo en las sociedades, particularmente las occidentales,  de modo tal que parece que desanduviéramos todo lo recorrido desde la Ilustración a nuestros días. Y lo está haciendo  de la peor forma posible: sin ningún tipo de balance y contrastación  y ocultando sus efectos. El propósito de esta bitácora consiste en gran  medida en recordarlo y trabajar para que esto deje de ser así.