Sucede
algo fantástico en las cuestiones de género y es la capacidad de algunos “caballeros” para descargar sobre los hombres responsabilidades
que en buena ley únicamente corresponden a las mujeres.
Y su complementario, tapar con el genérico
masculino irregularidades en las que, al menos como beneficiarias, son mayoría las mujeres. Por eso hoy quiero referirme
a este
artículo.
Como
todo el mundo sabe las feministas llevan muchos años batallando con el tema de
las tallas y denunciando el maltrato infligido a las mujeres por la industria
como consecuencia de unas tallas mal
medidas. Pues bien, como a donde no llegue la voluntad del feminismo no llega
nadie, en el Ministerio de Industria se gastaron un millón y medio de euros en tomar
la medida a ¡10.000 mujeres! en un proyecto que tenía por intención unificar
éstas y a fin de promover una imagen saludable de la mujer.
Un
eurodiputado atento al estrago producido y al despilfarro de tal dinero en un
proyecto que, como no podía ser de otro modo, resultó fallido escribe un
artículo en el que lo de menos es lo empalagoso del canto a la belleza
femenina, pues lo realmente llamativo es que quienes reciben todos los varapalos
son varones para quienes no solo propone la cárcel sino que también los presupone
cargados de todo tipo de mezquindades hasta espetarles: ¡Y un cuerno,
caballeros ...!
Tocamos
en esta bitácora no hace mucho el tema de si existía un sesgo cultural y
psicológico a favor de las mujeres y aunque las evidencias parecen apabullantes
en esa dirección, curiosamente y de la mano del feminismo de género se ha
impuesto justamente la visión contraria: aquella según la cual los hombres no
solo explotamos a las mujeres sino que no pararíamos de conspirar para evitar
su progreso social.
Los procedimientos
con los que este mecanismo funciona son
realmente sutiles hasta el punto de que a nadie parece llamar la atención que
en buena parte de los casos de los ERE de Andalucía las beneficiarias sean
mujeres, al igual que ocurre con el PER, o sin ir más lejos que la señora de
Bárcenas aún sin trabajar posea una auténtica fortuna en Suiza, porque lo que
socialmente interesa es la condena de los varones implicados.
Y eso para no meternos en asuntos de género
donde la violencia ejercida por las mujeres contra sus parejas o sus hijos está
sujeta a un tratamiento mediático, jurídico y político completamente diferente
al que se da cuando la violencia es del varón, y completamente distinto quiere
decir infinitamente más benigno.
Por eso
hay que decir que los verdaderamente inescrutables son los caminos de la
cultura –y no se olvide que la nuestra es patriarcal. Pues cómo explicar sino
que un capricho neofeminista que acaba suponiendo un despilfarro de una importante suma de dinero
público se transforme en ocasión propicia para que un caballero
vierta sobre la mujer todo tipo de piropos y alabanzas y sobre el hombre todo
tipo de mezquindad y torpeza.