Es verdad que para quienes peleamos por la igualdad y no discriminación por razón de sexos hay tareas muy urgentes, como puedan ser la lucha por la custodia compartida y un régimen de separaciones diferente y, en general, por la derogación de toda la legislación y las prácticas sociales que discriminan al hombre.
Y en alguno de esos asuntos las cosas parecen estar bastante claras, en el sentido de que por ejemplo la oposición a la custodia compartida es cada día más insostenible, y algunos de los que en su momento fueron sus principales valedores hoy han cambiado de opinión y se dan cuenta de que seguir manteniendo una posición así, a lo único que puede conducirles es a la irrelevancia social y política. En este sentido es llamativo el contraste que se da en algunos partidos políticos entre las posiciones que mantienen según el territorio.
Hay otras posiciones numantinas como las de los hombres profeministas, el Ministerio de igualdad y las principales asociaciones feministas, que aún cuando se oponen a la misma, ya no se declaran abiertamente contra la custodia compartida, pero se ven obligadas a falsear los argumentos al proclamarse defensores de la misma sin aclarar que sólo la defienden en el caso de que haya mutuo acuerdo entre padre y madre. Es decir, cuando se trata de una declaración vacía de contenido cuyo principal objetivo es confundir.
Para ese viaje no hacían falta tales alforjas, cuando se producía esa situación de acuerdo entre los padres, los jueces ya tienden a reconocer el acuerdo de las partes, es decir que ahí no había problema incluso con una legislación tan restrictiva y profemenina como la nuestra. La custodia compartida justamente se pide y se pedía para cuando los padres no eran capaces de ponerse de acuerdo y para evitar que esa situación derivase, en la práctica totalidad de los casos, en custodia monoparental de la madre, quedando el padre reducido a alguien que paga por sus hijos pero sólo los puede ver de vez en cuando y no participa en ninguna de las decisiones importantes de la vida de los mismos.
Pero también es verdad que hay cuestiones de más largo alcance que va a ser imprescindible abordar desde el lado masculino porque desde el femenino están ya sobre la mesa y exigen alguna respuesta por parte de los hombres. Qué duda cabe que el posicionamiento femenino supone un resituar el papel de las mujeres en la sociedad de una manera completa y total, lo que obligará a que los hombres se planteen el suyo o asuman sin más, como hasta el presente ocurre, el que las mujeres han decidido que les corresponde. Y ya sabemos que no es el más grato, pues además de apartarnos de los hijos y la familia, implica el desarrollo de todas aquellas tareas económicas, sociales y políticas más duras, penosas y arriesgadas.
Es por eso que tengo la sensación de que por mucho tiempo tendrán sentido bitácoras como ésta y tantas otras que están en esta misma senda, porque el camino, entiendo que va a ser largo, y porque los matices y la pluralidad son interesantes en algo que en buena medida está por decidir cómo deseamos que sea. Apoyarnos mutuamente, aprovechar sinergias, colaboración en red, todo eso me parece muy interesante y creo que debemos potenciarlo. Otra cosa es que alguien, se considere en el derecho de decirnos a todos los demás qué y cómo debemos hacerlo. A esto último digo no, como a todo lo anterior siempre dije sí en las palabras pero también en los hechos.
Como no tiene sentido ningún debate en esos términos reitero desde aquí mi intención de seguir planteando esas cuestiones de largo alcance y alguna otra que ahora mismo no es posible concretar, porque estoy convencido de que en este proceso terminaremos descubriendo muchas cosas, que ahora mismo desconocemos sobre los hombres y las mujeres, sobre la naturaleza de los sexos y los géneros. Es verdad que estamos ante una gran crisis en ese sentido, pero también es verdad que llevamos millones de años conviviendo y que habrá que encontrar una solución nueva a una circunstancia nueva, una vez descartado que la opción pueda ser el género único.