Cita Mario Bunge en: A la caza de la
realidad, el teorema de Thomas de la siguiente forma: no reaccionamos a los hechos
sociales sino a la forma en que los percibimos. A lo que a mí me
gustaría añadir dos cosas: que la disociación entre lo que pasa y lo que
percibimos que pasa no parece la misma para los dos sexos y, que esa
disociación entre lo que pasa y lo que los medios nos dicen que pasa tiene
mucho que ver con los intereses de los sujetos políticos y culturales
dominantes en cada momento histórico.
En relación con la primera traigo a
colación esta cita de Carmen Leal catedrática de psiquiatría de la Universidad
de Valencia acerca de la percepción de la salud, bienestar y calidad de vida por parte de
las mujeres, por lo bien que resume lo que múltiples estudios han constatado.
La cita es esta:
“Pese a que
las mujeres poseen una mayor esperanza de vida que los hombres, ponen en marcha
mayor número de conductas preventivas, padecen en menor medida enfermedades
relacionadas con el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias adictivas,
experimentan menor grado de accidentabilidad, la sensación subjetiva percibida
por parte de ellas sobre su bienestar, calidad de vida y estado de salud es
significativamente peor que la que manifiestan los hombres.”
En relación con la segunda, que ese
sujeto político hegemónico en el presente no es otro que el neofeminismo
institucional y social que a lo largo de las últimas décadas ha conseguido
imponer no solo su visión del mundo: perspectiva y agenda de género, machismo,
patriarcado, etc. sino que ha mostrado una capacidad extraordinaria para
hacerla prevalente en las instituciones de cada país (al menos en los más
desarrollados), y en todo tipo de instituciones internacionales.
Todo ello en un contexto cultural y
político de pensamiento líquido y en el que las ciencias sociales, destruida
cualquier idea de verdad, carece de
criterios de verificación hasta el punto de que la percepción subjetiva de uno
solo de los sexos expresada a través de una encuesta y reinterpretada por los “expertos” y “expertas”
del feminismo y la perspectiva de género se acaban convirtiendo en verdad sociológica,
jurídica y política. Esa es la epistemología de los estudios de género, pero
también la de múltiples estudios promovidos por las instancias públicas sobre
las más diversas materias, que acabarán siendo la guía de la acción legislativa
de los diferentes niveles de la Administración pública.
Y por si lo anterior no fuera motivo
suficiente de asombro, más lo resulta todavía la actitud de la academia en la
que básicamente encontramos las siguientes actitudes: la de quienes aprueban el
citado “método” por coincidir con sus intereses personales y/o políticos; la de
quienes discrepando han osado expresar una opinión contraria y por ello han
sido condenados al ostracismo y la de otros muchos que sencillamente renuncian
a expresar su opinión porque los temas de género tienen propietarias y solo con
licencia se puede opinar sobre ellos. Con lo que finalmente la única ventana
para expresar cualquier desacuerdo ha quedado limitada a la red. Este es a mí
entender el poco halagüeño panorama de los debates sobre la igualdad y la
sociedad que queremos y uno de los retos que primero convendría superar.