Poco
importa que en las últimas fechas haya colgado noticias sobre el verdadero rostro de la pobreza y los sin
techo y que éste haya resultado abrumadoramente masculino o que, al igual
que sucede en el sector privado, también en el sector público quienes estén perdiendo muy mayoritariamente el
empleo sean varones ni que, como tantas veces se ha repetido, el rostro del fracaso y el abandono escolar
sea de chico. Incluso confesiones tan pavorosas como las que cuenta J.A.
Lozoya referidas a los niños y la escuela.
En otras entradas hablamos de suicidio y
accidentes laborales, y de la esperanza de vida, y de que mueren más hombres que mujeres en cualquier
tramo de edad que elijamos de tal modo que, la esperanza de vida de ellas
es superior en 6 años a la de ellos. Como en otros momentos hablamos del menor cuidado y atención del aspecto
personal y la salud por parte de los varones. O de que ellos ocupan todas las profesiones de riesgo y esfuerzo, al tiempo que ellas copan las de mejor desempeño en
empresas donde las garantías de cumplimiento de los derechos laborales es
superior.
Porque
a los y las que profesan la ideología de género les valdrá iniciar el análisis sobre cualquier
materia con alguna frase del tipo “porque ellas son quienes más sufren la
desigualdad” o recordarnos la violencia de género para que todo lo anterior,
junto con otras muchas cosas que sería muy repetitivo señalar en esta bitácora,
constituyan materia para el olvido que de ningún modo puede ser tomada en serio ya que según quedó "demostrado” - aunque no sepamos muy bien dónde y en qué términos-, vivimos en una sociedad machista y
patriarcal y las que más sufren son las mujeres.
Y lo
más sorprendente es que semejante enredo funciona para muchos y muchas
neofeministas, que siempre tendrán un
crimen en Afganistán o un análisis sobre la cúpula del PC chino para disculpar
que jamás tengan un minuto para analizar
todo lo anterior, ni para explicarnos cómo de coherentes son esos datos con la
perspectiva de género. Como funciona para quienes desde otros ángulos
debieran estar poniendo sobre el tapete todas estas cosas y denunciando las
falacias de género y, sin embargo, permanecen incomprensiblemente callados.
Hubo un
momento que tuvimos un presidente que creía que éramos la octava potencia
mundial y además teníamos las finanzas públicas más saneadas del mundo
mundial, viviendo en un país que
tranquilamente podía dar cobijo a 60.000.000 de habitantes con su escuela y
sanidad y demás servicios sociales garantizados, como hubo quienes
creyeron que si en la calle había habido un "millón y medio" de
manifestantes por la independencia,
conseguir la mayoría absoluta en unas elecciones sería un paseo triunfal. ¡Hay que reconocer
que no tenemos la clase política con la mejor capacidad de predicción! Como
quizá no haya que descartar que lo del feminismo español no sea un timo de
igual magnitud.
Parece como si hubiera empeño en que actuáramos siguiendo la consigna de que los hechos no pueden desmentir una "hermosa teoría" y los prejuicios de género nos nublaran tanto la vista como para entender que si los hechos la desmienten nuestra reacción no puede ser: peor para los hechos.