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27 abril, 2014

Perplejidades de lo políticamente correcto



He de reconocer que parto de la idea quizá errónea de suponer que igualar a las personas significa compensarlas en lo que les falta, independientemente de su sexo, pero al parecer estoy equivocado ya que como me dicen que hay que entender esa compensación es si corresponde aplicarla a la mujer,  no cuando corresponda  al hombre. 

De ese modo mi perplejidad no se detiene cuando veo que un anuncio es sexista si quien pone la lavadora es ella, pero no lo son esa ristra interminable de comparadores de seguros en los que: se patea, estrella contra la pared, se hace caer de un patín, incluso se le restriega la cara con el paño del polvo y se lo pulveriza con un spray como si de un mueble se tratase, porque en todos los casos se trata de un varón,  y no solo no los retiran sino que ninguno de esos organismos que tan atentos están a detectar el sexismo en la publicidad, y con tanta celeridad proceden en otros casos, no  parecen haber observado nada raro.

Se han puesto de moda los zapatos de aguja imposible y las plataformas de veinte centímetros.  No pasa nada. Cada uno  y cada una es libre de vestir y calzar como quiera. Uno creía que esa era la actitud correcta, pero resulta que no, que tal cosa no es suficiente y algo debemos estar haciendo mal el género masculino porque se nos sigue acusando de ser los responsables  de que las mujeres se vistan de forma insana e incómoda, eso sí incluso reconociendo que nosotros lo hacemos con mucha menos libertad y de forma más limitada, y así nos podemos encontrar párrafos como el que sigue:

sigue habiendo mujeres que eligen vestir con prendas incómodas y poco prácticas, especialmente para “salir”, incluso hay lugares a los que no las dejan entrar si no cumplen determinados niveles de incomodidad. Curiosamente el “examinador” suele ser un hombre perfectamente cómodo en sus pantalones y zapatos bajos.” (Qué aprendemos hoy)

También creía que lo bonito era no señalar diferencias genéricas entre los sexos, y decir por ejemplo que las mujeres leen peor los mapas, pero también debo estar equivocado porque si se trata de Ken Robinson que se presenta como un completo inútil frente al cerebro multitarea de su esposa capaz al mismo tiempo de coger el teléfono, freír un huevo, atender a los niños y varias cosas más entonces lo que toca son unas risas, y  aunque no resulte  tan simpático has de acostumbrarte a encontrar repetida por doquier la asociación de testosterona y guerra,  o lo último que me ha pasado: el autor de un blog que cuando le toca trabajar con gráficos de diferentes colores habla de las limitaciones de su sexo para tal cosa. Claro que nada de lo anterior puede competir con la presunción de distintos comportamientos por parte de mujeres y hombres tanta veces establecida en las leyes de género.

Supongo que las clases de Educación para la ciudadanía preparan a uno para superar esas limitaciones. También para entender citas como ésta: "When a woman reaches orgasm with a man she is only collaborating with the patriarchal system, eroticizing her own oppression". Sheila Jeffreys


11 abril, 2014

Por qué neofeminismo (y III)

Lo cierto es que ese gran poder por parte del neofeminismo no conoce ningún contrapoder que lo modere convirtiéndose en una fuerza indiscutida e indiscutible, un poder sin crítica ni autocrítica, que como acostumbra a ocurrir con todos los poderes de ese signo no solo acaba tomando malas decisiones, sino corrompiendo y corrompiéndose. Un poder mimado por todas las fuerzas políticas a tenor de los aparentes buenos resultados que reporta, hasta el punto de que para alguna corriente como la socialdemocracia europea se está constituyendo en su principal componente ideológica y su más importante seña de identidad, pero al que asimismo aspiran el resto de fuerzas políticas en un mundo en el que casi nada nuevo y diferente son capaces de ofrecer.

Un poder que aunque dice perseguir la igualdad, más bien parece usarla de señuelo, ya que no solo instaura la desigualdad jurídica en la legislación de género -como ponen de manifiesto las sentencias citadas en la entrada anterior-, sino que basándose en que las brechas de “género” que la sociedad ha de atender son solo aquellas que ese mismo feminismo ha decidido que merece la pena considerar, no les importa incurrir en contradicciones tan manifiestas como denunciar a no sé qué campo de golf restringido a señores, pero callar ante los gimnasios, hoteles, piscinas, taxis… y sobre todo foros culturales, científicos y políticos en los que la única presencia permitida es la de la mujer, o que el estudio del impacto de género de los Presupuestos generales del Estado no sea eso un estudio en el que se observen qué y cuánto se gasta en hombres y mujeres, sino atender determinadas peticiones de las asociaciones feministas y de género para que sean financiadas con cargo al erario público. ¿Qué decir cuando el empleo público desde el inicio de la crisis se ha vetado a los varones y la creación neta del mismo que se ha producido ha sido toda para ellas?

Un feminismo que considera que los escolares varones no pueden sufrir acoso de sus compañeras, ni los novios y los maridos maltrato de sus novias y esposas, o que los trabajadores no son susceptibles de ser considerados víctimas de acoso sexual y moral en la empresa. Un feminismo que ve bien un sistema que educa a las mujeres en la hipersensibilidad hacia el varón y guarda para estos la educación en la resiliencia frente a las frustraciones y los desengaños. Un feminismo al que en consecuencia habría que preguntar: quién promueve machitos, quién educa a los varones en la negación de sus emociones y sentimientos. ¿Quién educa y forma en los roles de género? ¿No se está produciendo un rechazo muy selectivo de aspectos del patriarcado pero manteniendo sus grandes lineamientos que, oh casualidad, favorecen objetivamente a la mujer? ¿No se promueve el mantenimiento de una sociedad que impone que los empleos a la intemperie y los de riesgo y esfuerzo son para él, y los hijos y la casa jurisdicción femenina? ¿Y todo ello se pretende que ni tan siquiera pueda ser discutido?



05 abril, 2014

Por qué neofeminismo (II)



Un poder tan relevante como el puesto de manifiesto en la entrada anterior debiera, al menos en las sociedades occidentales y en particular las europeas, ser reconocido, pero el neofeminismo pretende la ficción de que las mujeres siguen siendo un grupo social sin apenas resortes y a merced del patriarcado, como pondrían de manifiesto cosas como el techo de cristal o las fotos de las cumbres internacionales en las que la presencia femenina es minoritaria. Todo ello en un intento de confundir el significado de lo que hayamos de entender por poder y que evidentemente está en esas cumbres pero está en muchísimos otros lugares en los que el equilibrio no siempre se rompe en beneficio del varón.

Y en segundo lugar, ser administrado con enorme prudencia y sensatez cosas que, y ahora ya me gustaría referirme a nuestro país, hasta el presente no parece ser la tónica dominante. Baste citar como muestra de esto último que a pesar de ese lamento feminista de que el varón controla todos los resortes de poder, una conquista de civilización como la que supone el “habeas corpus” y una garantía jurídica como la presunción de inocencia, básicas en cualquier estado de derecho que se precie, han sido puestas en cuarentena por una ley como la de violencia de género, justamente para aquellos que según ellas concentrarían todos los poderes: los varones heterosexuales.

Por lo demás la peripecia de tramitación de esta ley no pudo ser más estrambótica, pero también la mejor prueba del poder del neofeminismo, ya que no solo fue capaz de vencer todas las resistencias iniciales a la misma y que comprendían pronunciamientos tan diversos como el Consejo de Estado, quien recordó que la realidad sociológica que le daba fundamento recordaba más a una sociedad africana que a la española del momento, la RAE a quien no gustaba su denominación, los penalistas contrarios al diferente trato dispensado según el sexo, las feministas históricas para quienes era una ley que insistía en la mujer como un ser especialmente necesitado de protección y por tanto contraria a todo lo que el feminismo se había propuesto superar…

Sin olvidar lo sucedido con la reforma de la ley de divorcio y la custodia compartida. Donde ese poder se manifestó y se siguen manifestando en toda su crudeza y en contraposición con cualquier idea de igualdad que se precie y desde luego en franca contradicción con todo lo pregonado por el feminismo en toda su historia anterior. Ahora dos sentencias del Tribunal Constitucional: aquí y aquí restituyen una legalidad y unos derechos negados a los varones durante demasiados años ante la pasividad de las fuerzas políticas obligadas a velar por los de todos los ciudadanos. La primera restituyendo el habeas corpus en la aplicación de la LIVG y la segunda devolviendo al juez una competencia que siempre debió ser suya y que el feminismo institucional en una maniobra poco limpia había conseguido desviar hacia el fiscal en la reforma de la ley del divorcio.

Otro ámbito en el que ese poder neofeminista se manifiesta en toda su potencia tiene que ver con la imposición tanto en el plano político, como jurídico y de los medios de comunicación de la idea de la unilateralidad de la violencia del hombre a la mujer y del niño-chico hacia la niña-chica en ámbitos tan diversos como: la violencia de pareja, el acoso laboral, el mobbing o el acoso escolar, y todo ello en base a unas encuestas en las que, o bien solo se pregunta a ellas, o bien se pasa un cuestionario diferente a ellos y ellas, cuestionario en los que de antemano se establece que el perpetrador de violencia ha de ser él y la víctima solo puede ser ella, o en el colmo del cinismo y la hipocresía ocultando que los resultados para ellos no difieren de los de ellas.

Lo que no solo convierte a la sociología en ciencia de la manipulación sino que olvida que en cualquier caso la percepción subjetiva no es el mejor medidor de lo que realmente pasa, máxime si tenemos en cuenta esta advertencia de Carmen Leal para quien: “las mujeres poseen una mayor esperanza de vida que los hombres, ponen en marcha mayor número de conductas preventivas, padecen en menor medida enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias adictivas, experimentan menor grado de accidentabilidad y, a pesar de todo ello, la sensación subjetiva percibida por parte de ellas sobre su bienestar, calidad de vida y estado de salud es significativamente peor que la que manifiestan los hombres.”

En fin, vivimos unos tiempos en que las mismas que dicen querer superar el orden patriarcal y rechazan lo de: los niños no lloran, establecen un estado de cosas según el cual los escolares varones no sufren violencia, los maridos y los novios siempre tienen la culpa y ni el mobbing, ni el acoso sexual y laboral al varón serían posibles, y en el que la violencia en las parejas heterosexuales sería de una naturaleza que no tendría nada que ver con esa misma violencia en las parejas homosexuales. Una sociedad en la que no solo es posible, sino que se pretende lo más coherente, denunciar al padre ausente y al mismo tiempo oponerse encarnizadamente a la custodia compartida de los hijos, una sociedad en la que las mujeres verían colmados sus objetivos históricos de empleo y derechos pero en la que la igualdad, siempre según su criterio, seguiría situada en un incierto futuro a la espera de “cambiar al hombre”.



04 abril, 2014

Por qué neofeminismo (I)



Me gustaría continuar aquí y de modo complementario a lo dicho en esta excelente entrada, de ¿Quién se beneficia de tu hombría? la reflexión sobre lo que sea el feminismo hoy, que yo prefiero llamar neofeminismo y al que ya caractericé allí como: segregacionista, egoísta y endogámico.

Y deseo hacerlo desde la reflexión de Jeipi para quien la forma más correcta de definirlo sería como "nacionalismo de género" al considerar que: "Hay muchos puntos de coincidencia entre ambas ideologías, como por ejemplo el victimismo, el maniqueísmo y el hablar en nombre de todo el colectivo al que se pretende representar, ya se trate del pueblo Tal sojuzgado por el imperialismo del Estado Cual o de las mujeres oprimidas por el patriarcado."

Porque en mi opinión efectivamente entre ambos movimientos se producen importantes coincidencias aunque también algunas diferencias que trataré de desarrollar en lo que sigue. Entre las coincidencias a las ya señaladas de: victimismo, maniqueísmo y arrogarse la única representación válida de todo el colectivo, añadiría el hecho de que en dicho movimiento pueden coincidir y de hecho coinciden todas las posiciones políticas sean estas de izquierda o de derecha y por tanto habría que resaltar su interclasismo.

Pero toca señalar las diferencias, algunas muy significativas, y la más destacada y la que más trabajo cuesta ver es que en el caso del feminismo estamos hablando de un movimiento femenino y eso le confiere características singulares desde su nacimiento. El hecho mismo de que no haya existido -con cierta relevancia- un partido feminista a lo largo de su historia debiera ya ponernos en la pista de que algo singular caracteriza a este movimiento. Pero muchos otros rasgos como no haber realizado en sus, como mínimo 150 años de historia, ningún balance, o el hecho de que todo lo que les sucede a las mujeres nada tiene que ver con su voluntad sino con la del varón.

Y continuando con esas similitudes y diferencias, señalar que en el caso del feminismo esa caracterización como nacionalismo de género no excluye un fuerte internacionalismo, hasta el punto de que quizá sea el único realmente existente y operante en la sociedad que vivimos, y también que, a diferencia del nacionalismo del territorio fuertemente estigmatizado por determinadas experiencias históricas, el feminismo goza de un prestigio como ningún otro movimiento social y, de ahí su influencia universal a través de la especial relevancia y protección que le conceden instituciones como la ONU o la Comisión europea, lugares desde donde se establecen normas y disposiciones que extienden su influencia hacia abajo en los Estados nacionales y que, en nuestro caso, se continúan a través de las comunidades autónomas y los ayuntamientos.


No cabe, por tanto, minimizar lo que hoy es y representa el neofeminismo como movimiento que teniendo su origen en determinados grupos y asociaciones de mujeres extiende su influencia de una forma enormemente poderosa a lo largo y ancho de toda la sociedad y que partiendo de determinadas disposiciones naturales de los sexos ha sabido revertirlas todas en su exclusivo beneficio, como tampoco el apoyo con el que cuenta entre las mujeres derivado entre otras cosas del blindaje emocional y de todo tipo que significa que solo puedas ser vista como víctima, jamás como verdugo, porque ese papel le corresponderá siempre a él, pero también el saberse el lado luminoso de la humanidad, en fuerte contraste con lo que sucede a los hombres que, sea por la testosterona o cualquier otro motivo, siempre le asignarán el lado oscuro de la misma.