Que la actitud de la izquierda parlamentaria se deslizaba
hacia el iliberalismo lo vengo denunciando en este blog desde sus inicios. Hace
unos años antes de la aparición de Podemos parecía una afirmación exagerada. Parecía
una herejía poner en cuestión que no todos estaban dispuestos a aceptar las
reglas del juego democrático más consolidadas como la libertad de expresión o el respeto a las garantías jurídicas derivadas
de la presunción de inocencia. Parecían conquistas irreversibles y los
retrocesos, salvo hecatombe, estaban descartados.
Ahora 150 intelectuales americanos han hecho público un
manifiesto contra la deriva iliberal y censora de la izquierda https://harpers.org/a-letter-on-justice-and-open-debate/.
En el último párrafo dicen:
“Esta atmósfera sofocante dañará en última instancia las
causas más vitales de nuestro tiempo. La restricción del debate, ya sea por
parte de un gobierno represivo o de una sociedad intolerante, invariablemente
perjudica a quienes carecen de poder y hace que todos sean menos capaces de
participar democráticamente. La forma de derrotar las malas ideas es mediante
la exposición, la discusión y la persuasión, no tratando de silenciarlas o de
ocultarlas. Rechazamos cualquier falsa elección entre justicia y libertad, ya que
no puede existir la una sin la otra. Como escritores, necesitamos una cultura
que nos deje espacio para la experimentación, la toma de riesgos e incluso los
errores. Necesitamos preservar la posibilidad de desacuerdos de buena fe sin
consecuencias profesionales nefastas. Si no defendemos aquello de lo que depende
nuestro trabajo, no deberíamos esperar que el público o el estado lo defiendan
por nosotros.”
Todo de una inmensa actualidad en nuestro país donde como no
se recuerda en todos los años de nuestra democracia se ha desatado desde la
vicepresidencia del Gobierno un ataque a los medios de comunicación que no le
son afines que asombrosamente no está teniendo la respuesta que se merece. Pero
también digo que todo esto que nos está pasando no ha nacido ayer, fueron
muchas las ocasiones en que se ha renunciado por parte de esta izquierda al debate de ideas y la persuasión optando por la imposición pura y dura en toda
cuanta ocasión pudieron. Llevamos décadas creando un clima de opinión que
excluye el debate y la persuasión, son demasiadas las ocasiones en que
manifiestamente se ha buscado la muerte civil de aquel al que se acusaba,
demasiadas las ocasiones en que no se reconoce al otro como un igual con el
pretexto de que es un fascista o un machista, calificativos con los que se
despacha a todo aquel que sencillamente no concuerda con nuestra opinión o
nuestro diagnóstico.
No vamos por buen camino. Debemos repensar en profundidad lo
que como sociedad estamos haciendo y este manifiesto nos lo recuerda, aunque para
decirlo todo es de lamentar que solo se refiera a los escritores y no al
conjunto de los ciudadanos.
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