En relación con mi último comentario en la entrada anterior, en el sentido de que la perspectiva de género va más allá y está un poco por encima de los partidos políticos, creo que se hace necesario tener presente que dicha “perspectiva” ha sido hecha suya por la ONU al asumir las conclusiones de la Conferencia de Pekín, pero también por las instituciones de la Unión europea, y de ahí para abajo por todos los partidos políticos y las instituciones de nuestro país incluyendo ayuntamientos y comunidades autónomas. Interesa aquí recordar que es una organización de las Naciones Unidas, la OMS la que se niega a reconocer el SAP o que, desde organizaciones ligadas a Naciones Unidas se están llevando adelante campañas en el Tercer Mundo que excluyen expresamente al hombre.
Como se hace necesario recordar que los Estatutos de autonomía recientemente reformados de Andalucía y Cataluña incorporan la perspectiva de género en su articulado, y que no hay reforma del Código Penal, y en nuestro país se realizan con bastante regularidad, en la que no se incorpore un delito o se agrave una pena relacionada con el género, hasta el punto de que es con el PSOE en el poder que hemos llegado al Código Penal más duro de la democracia, y también con la cárceles más llenas de Europa, sin que haya indicios de que esta dinámica absolutamente alocada vaya a detenerse en algún momento. Como cierto es, que al igual que sucediera en algún otro momento histórico hayan decidido ser más papistas que el Papa, y todo se haya desbordado y se hayan superado todas las cotas de racionalidad y ponderación para decidir ir más allá que ningún otro país en terrenos como la desigualdad jurídica de hombres y mujeres o la misma negación de la custodia compartida, y tantos otros contenidos de la Ley de Igualdad.
Aún cuando se trata de un aspecto colateral, quizá convenga recordar la historia de la modificación del famoso artículo 154 del Código Civil que permitía a los padres “corregir razonable y moderadamente a sus hijos” expresión que ha sido sustituida por: “La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica”. A lo que quizá haya poco que objetar, excepto que cuando una juez decide castigar a una madre por maltrato a su hijo, pues resulta que todos los resortes de la sociedad se ponen en pie para evitar que la norma se cumpla, y todavía más, a pesar de que la norma habla bien claro y expreso de integridad física y psicológica del menor, desde el propio Ministerio de Educación se hace una campaña publicitaria en la que ya sólo se cita el maltrato físico, con lo que resulta muy difícil entender el sentido y la lógica de algunas reformas legales si recién aprobadas sucede lo que está sucediendo con ésta. Y eso por no mencionar que con anterioridad a la misma ya se habían dictado ordenes de alejamiento contra algún padre por dar una bofetada a su hija sin que, ni antes ni ahora, nadie haya movido un músculo de su cara para reclamar que la norma se aplique con generalidad y al margen del sexo del agresor, o que, si la norma debe ser modificada lo sea para todos por igual.
Considero, por tanto, un error pensar que lo correcto es dirigir todos los ataques contra el PSOE cuando esta ideología está igualmente presente en los partidos a su izquierda, pero también en los de la derecha incluyendo los nacionalistas PNV y CIU. Rosa Díez en la pasada campaña electoral, si no recuerdo mal, prometía custodia compartida, como también quería apuntarse a este carro I.U. y algunos socialistas, lo que creo que está pasando es que la presión del lobby feminista, un lobby formado por personas de todas las tendencias y en buena medida transnacional lo está impidiendo. Con más posibilidades me parece el intento que se está haciendo en Cataluña de incorporarla a través de la reforma de su Código Civil.
Sería por tanto equivocar el objetivo pensar que la disputa es preferentemente con éste o aquél partido político y no con quien de verdad ha llevado y continua llevando esas políticas a las esferas en que hoy se mueve, haciendo que pase por igualdad el contenido de una ideología segregacionista y excluyente como la contenida en la teoría de género. Políticos y partidos de todas las tendencias llevan contribuyendo desde hace muchos años a ese objetivo de incorporar la perspectiva de género a nuestra legislación y como filosofía de Estado. Muchas veces sin mayor reflexión que sentirse en la obligación de seguir los pasos dictados por la U.E. o la ONU y en muchos casos para sorpresa de algunos de sus propios militantes. Sería interesante poder ponderar el peso que ha tenido esa decisión de la ONU en nuestra clase política y su influencia en su decisión de legislar sobre estos temas. De lo que no hay duda es de lo fácil que el feminismo de género lo ha tenido para posteriormente llevar las cosas a dónde ellas querían.
Recuerdo ahora mismo que cuando Ignasi Guardans de CIU se enteró en la tertulia de la SER de que se estaba elaborando una ley que proponía la “paridad por ley” manifestó su profunda extrañeza de que algo así fuera posible, más adelante pudimos comprobar que en este punto no hubo discrepancias en la Cámara de representantes. O el hecho cien veces recordado de la intención de López Aguilar de incorporar la custodia compartida en la reforma de la Ley de Divorcio, o los balbuceos de tantos y tantos políticos y partidos que con la boca pequeña dicen querer tal cosa sin que llegue a materializarse nunca porque quienes de verdad ostentan “el poder” para decidirlo dijeron en su momento que defender la custodia compartida era situarse del lado de los maltratadores.
Una dificultad para los que no compartimos tal ideología, que me supongo observaréis lo mismo que yo, está en que podemos desde aquí reclamar todos los debates y aclaraciones que queramos, y que puede ser cierto que todos los partidos políticos practiquen dicha política, que también lo es que nadie parece querer asumir el papel de explicarla y, quienes de verdad podrían no parecen tener mucho interés en hacerlo aún cuando luego no paren de quejarse de la invisibilidad a que las condena el patriarcado. Es así que en los últimos años se han llevado a cabo las reformas legislativas más importante en muchos decenios sin que la ciudadanía de a pie y mucho me temo que no sólo ésta, hayamos podido decir ni pío y sin que se haya medido el alcance que, a medio y largo plazo, tales medidas puedan tener sobre aspectos fundamentales de nuestra sociedad y desde luego sobre la igualdad.
Recientemente pedía Leire Pajín en un programa de televisión que por favor no se hiciese ninguna gracieta con la paridad pues como ella misma dijo: “nos ha costado mucho conseguirla”. Echo la mirada atrás y trato de recordar ese enorme esfuerzo y no soy capaz de ver en dónde estuvo tal cosa, pues el grueso de la legislación de género se aprobó en la pasada legislatura sin apenas oposición ni dentro ni fuera de la Cámara y sin que nadie explicase a que venía tanto cambio. Trato de recordar artículos en la prensa que hablasen de la “democracia paritaria” y recuerdo uno posterior a que la paridad hubiese sido aprobada y con la intención más que de explicar las ventajas de tal norma con el ánimo exclusivo de atribuir su paternidad (quizá debiera decir maternidad) al feminismo de género. Resulta por tanto un poco sarcástico hablar de invisibilidad si cuando toca explicar y debatir tantas cosas se opta por el silencio o peor por tirar la piedra y esconder la mano.
En mi opinión la tarea fundamental para quienes no estamos de acuerdo con la agenda de género es demostrar lo que de discriminatorio y sexista, cuando no la misandria, que tal ideología comporta, y como no va a ser desde la exclusión de los hombres y lo masculino como se vaya a conseguir una sociedad mejor. Así como lo que de totalitario y absurdo hay en una ideología que sostiene ideas como ésta de Sulamith Firestone: “A diferencia del primer movimiento feminista, el nuevo movimiento feminista no tiene por objeto simplemente acabar con el privilegio masculino, sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos yo no importarán culturalmente”. Aunque lo que se sostiene sobre el papel, en la práctica queda en papel mojado y ni una sola vez este feminismo se ha levantado para denunciar por discriminatoria la obligatoriedad de servicio militar sólo para hombres o, la consideración en la ley penal de que el mismo maltrato de hombre a mujer que de mujer a hombre suponga un mayor “desvalor” para el primero que para la segunda, y sin que, por tanto, nos quepa entender entonces que pueda significar eso de que: “las diferencias genitales no importarán culturalmente”.
Más bien al contrario de tales desigualdades son sus principales impulsoras, lo que por otro lado no es más que una prueba a mayores de que ni la honestidad intelectual ni la coherencia con los propios postulados parezca ser una norma de este feminismo. De hecho y a pesar de haber proclamado la derrota de la ideología patriarcal y cuando el peso de lo masculino y los hombres en la educación de los niños ha alcanzado cotas mínimas, este feminismo no tiene empacho en seguir descargándose de cualquier responsabilidad ante el comportamiento de los jóvenes que de creer su propio diagnóstico es igual de machista que siempre. En este sentido la ficción de los géneros las exime de mejores explicaciones.
En mi opinión lo que hace fuerte a este feminismo no es ni la virtualidad de su
pensamiento para explicar el mundo, ni la justeza de sus propuestas en el sentido de la igualdad, sino el importante peso político de las organizaciones que lo sustentan y la abismal diferencia entre las conciencias de género existentes entre hombres y mujeres, lo que en el contexto actual de postmodernidad la ha convertido en la corriente ideológica y de poder más importante de nuestro tiempo gozando por parte de muchos de una amable consideración que poco se corresponde con la dureza y la contundencia con la que desde esa ideología se habla del hombre y lo masculino, a quien se considera “el enemigo a batir”.
Cientos fueron las vueltas que se dieron y se siguen dando para negar que niños y niñas reaccionan diferente desde el primer momento de su vida y que los seres humanos por dentro no venimos a este mundo desnudos sino con una importante carga genética que sin determinarnos completamente supondrá importantes diferentes en el comportamiento de niños y niñas primero, chicos y chicas más tarde, y aún más adelante entre mujeres y hombres. Es increíble que no se haya hecho una evaluación pública –lo cual viene siendo la regla en relación con estas políticas- del fracaso de las campañas que desde hace cuarenta años se vienen llevando a cabo periódicamente a favor de los juguetes asexuados como elemento de igualdad, aunque también es cierto que cada vez son menos, y el entusiasmo que despiertan mucho menor, pero sin que haya sido asumido lo que de negación de la ideología de género supone.
Como digno de análisis es el sarpullido que provoca en este pensamiento cualquier noticia que tenga que ver con la constatación de la diferencia biológica de los sexos, como si en lugar de fruto de una investigación científica rigurosa proviniese de alguna mente aviesa dispuesta a echar por tierra caprichosamente sus postulados “culturalistas”. Así ha sucedido en el momento en que se descubrió que el cromosoma Y no era un residuo degenerado llamado a desaparecer, como desde este feminismo se venía sosteniendo, sino que la información que portaba era mucho más significativa de lo que se nos pretendía hacer creer. Lo cierto es que uno tiene la sensación de que en relación con los sexos, cualquier afirmación feminista por inconsistente que sea parece tener mayor valor que cualquier estudio científico serio que base sus conclusiones en la biología humana.
En fin, tengo la sensación de que después de lo de más arriba algunos pensaréis que no he puesto la tarea precisamente fácil, pero creo que es preferible eso a que alguien pueda pensar que hay un sustituto a mano para cambiar el rumbo de las políticas que en este terreno se están haciendo. Lamentablemente no es así, pero quizá convenga decir también que, un poco por todos lados, el malestar y el desagrado que algunas de estas políticas están provocando lo que está consiguiendo es que, cada día más gente, entienda que no es igualdad todo lo que reluce y que si en algún momento alguien creyó que la postura del feminismo en este terreno era de sincero deseo de avanzar en la dirección de la igualdad, hoy se trata de una mera ficción por lo que lo que ahora se impone es un profundo cambio de rumbo.
Estoy de acuerdo contigo en que todas los partidos y organizaciones internacionales han asumido la ideología de "género" marxista...siendo los más feroces pro ponentes los partidos y organizaciones de ideología "progresista" sea lo que sea que quiera decir ese término. Creo que es necesario en cualquier caso trascender las artificiales barreras ideológicas que impone el marketing electoral español, y por ejemplo, desarrollar nuevas formas de influencia ("lobbies" en en sentido positivo que este término tiene en los países anglosajones) que en el ámbito de las llamadas políticas de igualdad trasciendan a la manipulación partidista y nueva lucha de "clases/género" marxista. Como he dicho en ostros post, hasta la liberal comunidad de Madrid ha asumido el "marxismo de género". Por cierto, que en este mismo blog hay u interesante post sobre lo que significa ser liberal, que invito a su re lectura.
ResponderEliminarEste post sobre feminismo de género lleva fecha de 23 de febrero, aniversario del intento de golpe de Estado.
ResponderEliminarPor asociación de ideas, se me ha ocurrido que lo que no pudieron lograr Tejero con su pistola y Milans del Bosch con sus tanques lo habrían logrado las feministas de género a la chita callando. Sí, tal vez en algún momento dieron un golpe de Estado en secreto y ahora no estamos enterando al sentir sus efectos.
Pero no, la cosa no es tan simple. Ahora ya sabemos que no se puede hacer la revolución en un solo país sin quedar aislados: y por las noticias que nos llegan se ve que el fenómeno debe ser global. Y así es: al contemplar el panorama intenacional nos damos cuenta de que el feminismo de género ha alcanzado también aquel objetivo que se atribuye a cualquier sociedad secreta que se precie: controlar el mundo entero desde las bambalinas, como un poder en la sombra.
Y para ello se han apoderado nada menos que de la ONU: no en vano, al comienzo de este post se alude a la Conferencia de Pekín, que fue donde dieron el golpe. Entonces no pareció algo de mucha importancia, pero sin duda se trataba de una maniobra muy bien calculada para hacerse con los resortes del poder.
Bueno, tal vez no fue así: suena demasiado conspiracionista para ser real. El caso es que la ideología de género se ha instalado entre nosotros en una posición de dominio con la intención de quedarse, mientras no seamos capaces de echarla.
1) Aunque un año después cueste recordarlo, hay que hacerlo: el PP propuso en las pasadas elecciones reducir el IRPF sólamente para las mujeres, como medida para compensar sus menores sueldos.
ResponderEliminarEn materia de género, todos los partidos son equivalentes.
2) Creo que el problema de conciencia de género que mencionas no es en realidad tal. Los hombres tienen conciencia de género, pero esa conciencia va en beneficio del feminismo. Esa conciencia es la que dice que los hombres no se pueden quejar, que impide que los hombres acepten el papel de víctima, aunque lo sean, la que dice que "las mujeres y los niños van primero".
El feminismo aprovechó la inercia de esa forma de pensar que ve a las mujeres como seres merecedores de protección para satisfacer sus demandas, en la ONU y en cualquier organismo cuyo objetivo sea velar por los más desfavorecidos. Las mujeres encajan bien en esa descripción. Sin embargo esa misma inercia en el caso de los hombres va en sentido contrario.
Se podría pensar en que es necesario invertir esa dirección, y permitir que los hombres modifiquen esa cociencia para poder verse a si mismos y ser vistos como víctimas también, pero creo que es un error. Lo que es necesario es que nadie sea visto como víctima por razones de su género, sino por razones de sus circunstancias personales, como individuo.
Es por eso que creo que sería más útil dirigir esfuerzos contra el feminismo, que a favor de un movimiento masculino que lo imite.
Manu, tu frase "se podría pensar en que es necesario invertir esa dirección, y permitir que los hombres modifiquen esa cociencia para poder verse a si mismos y ser vistos como víctimas también, pero creo que es un error. Lo que es necesario es que nadie sea visto como víctima por razones de su género, sino por razones de sus circunstancias personales, como individuo" resume mi modo de ver este tema. Ya he señalado que los partidos ganan las elecciones asumiendo las reivindicaciones de las "víctimas", sean de "género", de "clase" o de "nacionalidades subyugadas". Pero el tema está tan emotivamente manipulado que resaltar las injusticias que se comenten en nombre de lo polítiocamente correcto a través de caballerosidad que tu propones es utópica. A fin de cuentas, el femininismo, igual que el marxismo troskista que imita como lucha de "clases", considera que el fin justifica los medios y el victimismo y la manipulación de las masas, en nombre de su utopía de "igualdad", lo justifica todo. Aún así, tengo, igual que tú, fe en la razón y que a la larga el liberalismo ideológico, consistente en el debate y la crítica permanente de ideas, triunfará también en esta lucha por la igualdad.
ResponderEliminarEn la historia siempre ha sido característico de los poderosos el presentarse como unas pobres víctimas. Ya Theodor Momsen se sorprendía de que, si hemos de creer a Tito Livio, "los romanos habrían conquistado el mundo en defensa propia". La Iglesia, en las épocas en que más férreo control de la sociedad tenía, todo lo justificaba con el pretexto de la sangre de los mártires (que, por lo visto, sigue justificando las acciones presentes aunque haga mil años que ha sido derramada). El imperailismo subsiguiente a la revolución industrial presentaba la colonización como "un penoso deber" que los europeos debían asumir, muy a su pesar, para extender la civilización a los pobres bárbaros: la incomprendida "carga del hombre blanco" de que hablaba Kipling.
ResponderEliminarEn realidad casi se puede saber en un momento dado qué grupo está en una situación privilegiada: basta con observar cuál es el grupo que ha logrado difundir más y mejor sus quejas ante su terrible situación de víctima.
(Athini Glaucopis)
En mi opinión estamos lejos de conocer qué es y cómo funciona este movimiento, que en tantas ocasiones se muestra escurridizo e invisible, y por eso mismo el despiste que tantos muestran a la hora de enjuiciar sus acciones.
ResponderEliminarParece que reclama para su análisis un instrumental diferente al que se emplea para estudiar otros movimientos sociales y políticos modernos. Desde luego no parece que precise de la aceptación social de sus propuestas; al menos las de los hombres parecen perfectamente prescindibles ya que habría que entender según su lógica que por provenir de los mismos vienen ya contaminadas de interés.
Hacer más comprensible el contenido y la dinámica de este movimiento haría mucho más fácil exigirle respuestas, pues como en tantas otras ocasiones la ambivalencia le está permitiendo que por un lado denuncien su invisibilidad pero, por otro sean las campeonas en ese juego de esconderse y no mostrar abiertamente ni sus propuestas, ni sus intereses.
El femiminismo actual tiene mucho que ver con otros movimientos sociales modernos de raíz totalitaria, y se asemeja al fascismo en cualquiera de sus extremos, se este de derechas o izquierdas.
ResponderEliminarComo todos los movimientos totalitarios tiene elementos "prescindibles", sean de "clase", "minorías étnicas", y en el caso del feminismo contemporáneo elementos de "género". Los elementos totalitarios siguen vigentes en nuestra sociedad y se disfrazan a base de talante y nuevas formas de propaganda (descritas en este mismo blog y señaladas por multitud de autores de diversas tendencias), de ahí que parezcan tener un carácter elusivo. Y las tácticas empleadas por el totalitarismo feminista desde luego no difieren mucho de las del fascismo moderno.
Me viene a la mente una vez más el delegado del gobierno, Sr. Lorente, acuñando constantemente términos falazmente científicos para los "deviacionistas" de las tesis que mantenidas por su Ministerio de propaganda feminista. nada nuevo bajo el sol, son tácticas empleadas por los totalitarismos de todos los colores que nos han acompañado en la reciente historia.
Una asociación privada está repitiendo la macroencuesta del Instituto de la Mujer, aquella de donde salieron los dos millones de maltratadas, esta vez por correo electrónico y sin discriminación de "género".
ResponderEliminarhttp://ayudaafamiliasseparadas.fiestras.com/servlet/ContentServer?pagename=R&c=Articulo&cid=1235425779747&pubid=988617426871
Es importante que todas las personas, hombres o mujeres, respondan con sinceridad, aunque no sufran maltrato ni violencia en el hogar, para obtener así unos resultados fiables.
Manu, lo que llamas conciencia de género, yo más bien lo llamaría, mala conciencia, incluso autoodio. Yo desde luego no me refiero a esa conciencia sino a una en positivo que de existir haría que la cita de Ivon Dallaire que figura como Pensamiento en la página de entrada a la bitácora quedase completamente fuera de lugar. Personalmente creo que no sólo no está fuera de lugar sino que es más oportuna que nunca.
ResponderEliminarEn relación con la idea de un movimiento masculino, como creo que es una idea que está un poco lejos, dejo para ese momento mi valoración.
Hay un libro maravilloso sobre el victimismo escrito por Pascal Bruckner y titulado: La tentación de la inocencia, que os recomiendo leer. En él encontrareis cosas tan jugosas como lo que sigue:
En la página 21 sobre el individuo dice: “Como la modernidad, cuya columna vertebral forma, el individuo nace en Europa en la perplejidad. Proveniente de la Edad Media, donde el orden social prevalece sobre los particulares emerge en los albores de los Tiempos Modernos cuando la persona privada va imponiéndose poco a poco a cualquier forma de organización colectiva. Sustentado por la idea cristiana de la salvación personal, ennoblecido por la ruptura cartesiana que asienta tan sólo sobre el cogito el ejercicio del conocimiento y de la reflexión, el individuo es un producto reciente de nuestras sociedades y aparece entre el Renacimiento y la Revolución. Siguiendo los pasos de Tocqueville, se suele celebrar en él el resultado de una doble liberación: de la tradición y de la autoridad. El individuo pondría en tela de juicio aquélla en el nombre da la libertad, y rechazaría éste en el de la igualdad de condiciones propia de la democracia. Negándose a dejarse dictar su comportamiento por una ley externa, ambicionaría salir de la esclavitud mental que sometía antaño a los humanos al pasado, a la comunidad o a una figura trascendente (Dios, la Iglesia, la Monarquía). Nada hay más grandioso al respecto que la definición kantiana de la Ilustración como la salida del hombre “fuera del estado de minoría de edad en el que se mantiene por su propia culpa” y la conquista por cada cual de su propia autonomía, es decir del coraje de pensar por sí mismo sin estar dirigido por otro. Con la propagación de la Ilustración y el uso público de la razón, la humanidad estaría dispuesta a salir de la tosquedad de las épocas anteriores para acceder a su propia mayoría de edad (convertida entonces casi en sinónimo de modernidad)”
Sobre el victimismo en en la página 131 ¡ NO ME JUZGUEN!
“En este sentido el victimismo es la versión fraudulenta del privilegio, permite rehacer inocencia como se rehace virginidad; sugiere que la ley tiene que aplicarse a todos salvo a mí y esboza una sociedad de castas al revés donde el hecho de haber padecido un daño reemplaza las ventajas de la cuna. La mala conducta de los demás para conmigo es un crimen, mis propios incumplimientos solo futilezas, pecados veniales que constituiría una falta de tacto señalar. A partir de entonces la democracia se resume a la autorización para hacer lo que se quiera (siempre y cuando uno se presente como expoliado), y el derecho como protección de los débiles desaparece tras el derecho como promoción de los hábiles,……..”
Excelente descripción sobre los efectos del victimismo. Declararse víctima hoy en día es la mejor manera de alcanzar réditos políticos. De ahí, que sea el objetivo desde banqueros a etnias "oprimidas", pasando por ideólogos/as de "género" alcanzar tan preciada etiqueta.
ResponderEliminarSobre el peso del liberalismo ilustrado, es bueno retomar a los clásicos del siglo XVIII, desde Jeffersson a Tocqueville, que el nuevo totalitarismo esconde bajo el nefando manto de "neoliberalismo". Hoy en día, cualquier pensamiento que reclame el retorno al liberalismo de la Razón es "neo-algo".
El movimiento masculino está cobrando fuerza contestataria en los países anglosajones, sobre todo a raíz de los trabajos de Robert Bly y Warren Farrel. En España, el movimiento masculino es el subvencionado por el Ministerio de Igualdad, con grupos como AHIGE o Heterodoxias que son simplemente un brazo de propaganda más del feminismo oficial. El ruido mediático y la manipulación continua de cifras y noticias siembra confusión, aunque si se detectan que las llamadas noticias de "género" encuentran cada vez más voces críticas en los foros de los periódicos, sean publicadas en El País o Público, que teóricamente gozarían de lectores más "solidarios" con la "condición de explotación femenina", como en los situados en posiciones más conservadoras.
Hay que ver el papelón de la ONU, tan eficaz con la agenda de género y tan y tan inútil en la invasión de Gaza, incluso para pedir explicaciones por el ataque a sus instalaciones, mucho menos sobre el fósforo blanco
ResponderEliminarAlberto
Una reflexión interesante de Roberto Blanco en la Voz de Galicia de hoy a propósito del Informe sobre violencia del C.G.del P.J. que podéis consultar en Documentos
ResponderEliminarhttp://www.lavozdegalicia.es/opinion/2009/03/01/0003_7561674.htm
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ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Emilio en que es más lo que desconocemos de este movimiento que lo que conocemos, y que no es fácil deslindar sus límites por su tendencia a actuar no bajo su identidad sino por medio de otros: Estado, partidos políticos, sindicatos, etc
ResponderEliminarAlberto