Twittear

31 marzo, 2008

Sexismo feminista

El feminismo con sus propuestas de que todo lo que atañe a la mujer (y lo que afecta a la pareja) debe ser discutido y aprobado en un aparte, lejos de la mirada de la sociedad y al margen de los procedimientos habituales, muestra su faz menos democrática pero también su cara más sexista que, sin embargo, termina aflorando cuando se propone un premio literario sólo para mujeres, o cuando desde las revistas femeninas se traslada la imagen de que si Hillary pierde las elecciones siempre será por la culpa de los otros, incluido en el presente Barack Obama para quien no se reparan epítetos denigrativos. Pero ese sexismo está inscrito en la propia concepción de sus organizaciones solo para mujeres y sin que su vida interna trascienda al conjunto social y, por lo mismo, sin necesidad jamás de fundamentar sus propuestas. Ni que decir tiene que en un sistema tal la autocrítica no tiene cabida, pues parecería que todo se resolviera de puertas adentro.
Y de ahí el hecho de que cualquier feminista considere cualquier crítica a sus postulados no como algo normal en democracia donde las propuestas culturales, políticas y sociales están para ser discutidas sin que nadie pueda considerar que las suyas gozan de inmunidad. No, el feminismo tan encerrado en su caparazón protector, es incapaz de entender que la crítica forma parte constitutiva de una sociedad democrática y no una anomalía. La anomalía es su pretensión de que desde la unilateralidad de su movimiento y sus propuestas se pueda configurar la sociedad en todos los planos: político, social y cultural. Sería importante que todos fuéramos conscientes de esta necesidad para no continuar instalados en un trágala que no puede durar eternamente.
El feminismo como cualquier otro movimiento social no puede permanecer en un limbo desde el que dictar cómo se deben hacer las cosas. El feminismo y las feministas que dicen que son como yo, gente normal, deben aceptar que entre la gente normal las cosas no se imponen como un trágala sino que se discuten y si no hay acuerdo se le da otra vuelta. No puede ser que se pueda remover Roma con Santiago porque una cofradía no admite como costalera a una mujer y sin embargo, las revistas para la mujer, los hoteles de mujer, los premios literarios para mujeres y tantas y tantas cosas que seguro cualquiera de los y las que me leéis podrías añadir, están ahí un día sí y otro también. Para las más recalcitrantes les plantearía la siguiente situación. Supónganse un Yo Señor (la revista masculina que se repartiría con un periódico de amplia difusión), donde las cuestiones que se abordan son masculinas, y en la que cuatro tertulianos (varones) discuten sobre las elecciones americanas y de esa tertulia sale un traje para Hillary Clinton en el que se la califica de demagoga, de enconar la vida del partido demócrata más allá de lo razonable, de no saber qué puede haber detrás de sus propuestas….. ¿Os imaginais algo así y que todo el mundo lo acepte como normal? ¿Cuánto duraría una situación de ese tipo? ¿Cuál sería la reacción del feminismo? Si todos imaginais como yo cuál sería la respuesta, por qué sin embargo cuando esa situación se plantea del lado feminista se considera normal? En fin, creo que la igualdad debe implicar equidad, reciprocidad, reversibilidad de las propuestas con independencia del sexo. Lo otro no es igualdad. Presuponer como hace algún feminismo que los hombres estamos incapacitados para criticar sus propuestas, creo que es algo que debiera pasar a la historia de lo que no debe ser.

30 marzo, 2008

Paseo por una revista femenina

Es posible que, como rezaba una pintada en Coimbra esta Semana Santa el feminismo no mate, pero lo que está claro es que, la polarización por sexo que se está produciendo ni es deseable ni creo que nos conduzca a un buen puerto. Por casualidad he ojeado la revista Yo Dona y me entero de lo que sigue:

La novelista A.S. Byatt califica de "sexista" un premio literario sólo para mujeres

  • El Orange Broadband premia la literatura de ficción escrita por mujeres

Según el académico John Sutherland, meter a las mujeres en un gueto literario hace más daño que bien. Sin embargo, Harriet Hastings, directora de proyectos del Orange, ha rechazado esas críticas arguyendo que es un premio internacional que no tiene necesidad de justificar su existencia. "Aunque las mujeres han ganado premios importantes, el Orange quiere celebrar la literatura de ficción escrita por mujeres", ha explicado.

Pero es que en la mismo revista hay un debate entre cuatro mujeres: Imma Turbau, Eugenia Rico, Mari Pau Domínguez y Núria Ribó con el título de Obama vs. Clinton en el que cualquier atisbo de pluralidad o de equilibrio parecen imposibles y aún cuando las cuatro son partidarias de los demócratas la discusión discurre así:

(he pretendido capturarlo de la red pero no he sido capaz por lo que trascribo algunos párrafos, de algunas de las intervenciones)

Núria: Ese país está preparado para asumir casi todo ………. . Creo que pecan más de sexistas que de racistas.

Mari Pau: Par mí, son tanto lo uno como lo otro, así que no creo que Obama o Clinton logren finalmente la presidencia.

Núria: Obama es el negro menos negro, es decir no se trata de un lider de color beligerante, similar a, por ejemplo Jesse Jackson, que también fue candidato demócrata en los 80. El apuesta…… pero la gran paradoja es que este hombre tan conciliador, que incluso tiende puentes hacia los republicanos, está enconando la campaña demócrata hasta el punto de dividir a los propios simpatizantes entre los partidarios de Hillary, como mujer, y los de él, como hombre y de color.

Imma: En este caso concreto cualquier país pecaría más de sexista que de racista……

Eugenia: Sí, existe una posición visceral a que una fémina gobierne…..

Imma: Si al final de toda esta larga contienda sale ganador McCain, quedará demostrado que, efectivamente, la sociedad estadounidense no estaba preparada para que la gobernase un negro, aunque tenga el aspecto de un Kenney, ni una mujer, por más inteligente y competente que sea. Por desgracia, hay ocasiones en que la democracia entraña estos riesgos.

Mari Pau: Pienso que resultaría más revoluciaonario que una mujer consiguiera la presidencia. Porque no estamos hablando de una senadora cualquiera, sino de quien ya ha sido Primera Dama, la esposa de uno de los ex presidentes más emblemáticos, Bill Clinton. Es un matiz que no podemos dejar de lado en este tema.

Núria: Opino como tú, Mari Pau: Sería más significativo que ganara ella. No creo que se produjeran grandes cambios, porque se trata de un país con una estructura demasiado poderosa por sí misma…….

Imma: El gran reto lo asume Hillary Clinton. De partida, juega con peores cartas: es mujer….. Por otro lado la gente no es racista sino clasista

Núria: (refiriéndose a Obama) Al contrario: atrae a las clases altas, a los profesionales, intelectuales y universitarios, frente a Hillary, que arrasa en sectores más populares.

Mari Pau: Además, tiene una esposa con mucho glamour…..

Eugenia: ¿Quién dice que a ella le falta carisma? Lo que no tiene es esa facilidad populista y casi demagógica que derrocha Obama….

Imma: Yo no acabo de pillarle el aquel a Obama, más allá de la fachada de sus discursos tipo Roosevelt. No sabemos en realidad qué hay detrás.

Eugenia: ¿Y a ese fenómeno Obama no habrán contribuido los medios de comunicación? ¡Se han volcado con él cosa que no han hecho con Hillary¡

Mis preguntas serían: ¿Para defender a Hillary es necesario esto? ¿Se puedan decir más cosas en negativo de alguien al que en su país consideran la gran revelación que les ha devuelto la ilusión por la política y lo público y que ha tenido que sortear grandes dificultades, algunas de las de mayor calado provenientes de su rival en el partido demócrata? ¿Se puede ser mujer y apoyar a Obama? ¿Molesta que lo pueda conseguir sin cuotas ni discriminación positiva?

Lo dicho el feminismo no matará pero parece cuadricular demasiado las mentes.

29 marzo, 2008

mundo analógico-mundo digital

He leído este artículo de Rodríguez Ibarra que me ha parecido muy interesante y como todo él hacía referencia a este otro fui a por él. Creo que ambos hablan de cosas muy interesantes y de alguno de los retos pendientes de nuestro sistema educativo. Que los disfrutéis

27 marzo, 2008

Paradoja

Creo que el feminismo ha demostrado sobradamente que es capaz de vigilar y defender los intereses de la mujer. No hace falta esgrimir pruebas, los resultados de sus políticas están a la vista de todos. La conciencia de género les ha permitido aunar esfuerzos y conseguir cuanto se van proponiendo, y digo van proponiendo, porque las demandas se amplían día a día, y una vez alcanzado un objetivo sólo queda ir a por el siguiente.

Demostrado está también que los hombres carecemos de algo parecido a esa conciencia y no sólo no somos capaces de pensarnos como grupo social sino que en nuestra disgregación infinita muchos trabajan denodadamente del lado contrario. En este contexto es perfectamente comprensible que lo que debiera ser Instituto para la Igualdad, se llame Instituto de la mujer, o que al lado de los estudios de antropología exista una cátedra de estudios de la mujer, o que los grupos sociales que sólo admiten féminas no sean calificados de sexistas.

En este contexto un poco esquizoide es también comprensible que aún cuando los trabajos más duros y arriesgados sean desempeñados por hombres, si de alguna discriminación se hable sea hacia la mujer, que sin embargo puede, sin reproche social alguno, incorporarse al mercado de trabajo o no hacerlo, hacerlo más tarde que el hombre y para las mejores ocupaciones, y retirarse cuando lo considere oportuno. Y además demostrar con estadísticas oficiales que el paro les afecta más. En Ferrol sin embargo hay una gran demanda de trabajo para la construcción naval que no se da cubieto y al mismo tiempo una gran tasa de paro femenina y eso sin contradicción estadística. Ni que decir tiene que si hay que buscar conciliación de vida laboral y familiar en quien se piense sea en ellas, porque total la paternidad está tan desprestigiada que añadirle la condición de padre ausente ya no puede empeorarla más.

En fin, en este mundo de constantes paradojas, donde quienes se han constituido en poderoso lobby de poder acusan a los demás de no se sabe qué complicidades para impedir el progreso de las mujeres, y donde quienes gozan de privilegios dicen que los privilegiados son los de enfrente, donde quienes niegan el debate y discusión acusan a los otros de prepotentes, … en este mundo donde las paradojas no parecen tener límite, como si del mundo al revés se tratase, es en el que nos ha tocado vivir y desenvolvernos y para los que no estamos de acuerdo con la verdad oficial y el pensamiento políticamente correcto el camino a recorrer se nos aparece largo pero la tarea seguramente merezca la pena.

26 marzo, 2008

Un poco de filosofía

Hace unos días calló en mis manos un libro con el título de: Atrévete a pensar*, un libro de introducción a la filosofía, que en su solapa dice cosas como “En una nueva sociedad de la información y la comunicación ya no basta con el eslogan moderno de “Atrévete a saber”. El saber ha dejado de ser hoy un atrevimiento para convertirse en una necesidad y una imposición. Lo que realmente resulta atrevido y urgente es que los ciudadanos sean capaces de pensar y repensar las cosas por su cuenta, sin dejarse arrastrar por los clichés y sin dejarse aplastar por el pensamiento único.
Atrévete a pensar propone la claridad del pensamiento como valor sustantivo y defiende que la transparencia y el rigor en la argumentación favorecen, a la vez, el pensamiento crítico y el diálogo democrático. ……”

A lo largo del mismo he ido descubriendo algunas cosas interesantes en relación con la temática de esta bitácora, por ejemplo el capítulo 3.2 titulado: La tentación de la esencia, donde nos pone en guardia frente al peligro del esencialismo y dice a este respecto “Cuando consideramos una multiplicidad de casos, descubrimos entre ellos semejanzas y diferencias de todo tipo. Pero, cuando queremos encontrar el rasgo esencial –o los rasgos esenciales- característico de todos los casos, corremos el peligro de forzar las semejanzas existentes…. Porque los casos semejantes –sean casos de profundidad, de amistad o de justicia- son semejantes porque exhiben una trama compleja de semejanzas y diferencias.”
Inmediatamente he pensado en la pretensión del género de dividir en dos al mundo: hombres y mujeres, en nada parecidos entre sí, pero donde toda diferencia interna se reduce a la nada, y así sin más se habla de los problemas de la mujer, obviando las diferencias de clase, y las de cultura, obviando incluso la historia, como si la mujer española estuviese acuciada de los mismos problemas que la de hace 20 o 30 años. He pensado en los distintos intentos del feminismo de hacer de todas las mujeres madres, como parece ser la pretensión en los últimos tiempos, como antes lo fue la de hacerlas a todas proletarias.
O el capítulo 4.3 Explicar y desplegar, en el que después de haber explicado que la relación causal no es la única posible ni la más recomendable para muchos fenómenos sobre todo sociales dice, “Veamos también algún ejemplo de esa manera de proceder: el historiador que quiere explicar la aparición del feudalismo, el economista que explica el comportamiento conservador de la bolsa, o el psicólogo social que procura entender la agresividad imprevisible de ciertas tribus urbanas, se enfrentan a fenómenos que no se pueden aislar fácilmente y que, al estar conectados con muchos otros, presentan una enorme complejidad. Por ello, los que examinan fenómenos semejantes normalmente renuncian a buscar una causa que, ella sola, los explique. …..”
Y se me ha venido a la cabeza que sin embargo el feminismo de género y con el nuestra legislación no dudan en explicar la violencia en la pareja, por un único motivo “deseo de dominación”, además unidireccional “deseo de dominio del hombre sobre la mujer” y levantar en torno a este axioma toda una teoría de la relación entre los sexos.

En el capítulo 6 Verdad y conocimiento, dice: “El sistema democrático de una sociedad económicamente avanzada se caracteriza, entre otras cosas, por la aceptación del pluralismo ideológico y político. Esto significa que no existe ninguna instancia social, política, religiosa o de cualquier otra índole, que pueda imponer principios, doctrinas u opiniones. Desde luego, para que las opiniones y las doctrinas pueden ser asumidas o rechazadas libremente, debe haber también libertad para exponerlas, defenderlas y discutirlas en público.” Y más adelante:


“Tengo más bien la impresión que hoy la población sigue viviendo bajo la influencia de presiones ideológicas extraordinarias que a menudo le llegan por caminos indirectos y aparentemente inocentes, sean los de las noticias, las estadísticas o os informes de organismos públicos y privados”

“Es evidente que el pluralismo no puede excluir dos cosas: ni que siga habiendo grupos que reivindiquen hallarse en posesión de la verdad, ni que millones y millones de personas acaben –por tradición, presión social o influencia mediática- uniformados en el pensar o en el actuar”
Y si soy lectores habituales sabréis bien de lo que me he acordado porque desde siempre vengo reclamando el derecho democrático a debatir sobre todas las cuestiones relacionadas con la igualdad, el género y el sexo. Quizá añadir que ya que este derecho se nos viene negando sistemáticamente, no queda otra alternativa que pelear por conseguirlo, como por otro lado hay que hacer casi siempre con los derechos, pelearlos porque nunca se acaban de conseguir del todo.


En el capítulo 7 Las cosas que creemos y a propósito del dualismo dice, “Ahora bien, cuando alguna de estas oposiciones –por ejemplo, la oposición nosotros/ellos- se generaliza y se utiliza para entender y clasificar todo lo que ocurre en el mundo, se obtiene un esquema que no sólo resulta muy pobre y simplificador sino que, en casos como el del binomio nosotros/ellos, también puede convertirse en extraordinariamente peligroso. Los dualismos acostumbran a empobrecer la realidad porque esconde sus matices, modulaciones y claroscuros.”

Evidentemente yo la aplicaría al dualismo nosotras/ellos tan querido por el feminismo victimista.

Quiero quedarme también con una frase a propósito del fin de las ideologías que dice: “La nuestra es una época paradójica: la ideología dominante –la que presiona e influye- simula que ya no hay ideologías”
En el apartado 9.4 Diversidad y tolerancia, se dice: “En una democracia pluralista, la vida moral colectiva abandona la unanimidad y se instala en el diálogo. Y el diálogo presupone la existencia de diferencias, tanto en los juicios morales como en muchos otros campos de la experiencia. De hecho, la diferencia no es un derecho teórico que debamos reclamar sino que es una realidad indiscutible……


… Porque lo cierto y obvio es que todos los humanos somos distintos y que, además, soportamos graves desigualdades, sobre todo respecto a la cultura y las posibilidades sociales. Las diferencias nos constituyen y deben ser reivindicadas; las desigualdades se nos imponen y deben ser eliminadas. Por eso, la reivindicación de la justicia y la igualdad debe hacerse siempre después de haber reconocido la diferencia….

Un proyecto social justo debe querer, en definitiva, que todos lleguen a tener posibilidades semejantes en el tener, en el saber y en el vivir.”

En este último apartado Josep-María Terricabras expresa más un deseo que una realidad ya que lamentablemente el feminismo institucional se ha erigido en el guardián de la moral, único con capacidad para decir qué es bueno y qué malo, qué se ha de entender por publicidad sexista y qué no, qué se deba hacer con la prostitución y dónde comienza y acaba la pornografía, pero también muchos otros ámbitos de la vida familiar, cultural, social y política.

Al llegar al final me sorprendió no encontrar en todo el libro ni una sola referencia ni al género, ni a la legislación relacionada con el mismo, luego observé que el libro había sido editado en 1999. Creo que por eso mismo, por haber sido escrito con antelación a la marea de legislación de género de la pasada legislatura, su valor como instrumento de análisis, de lo que ha sucedido en nuestro país en los últimos años, en relación con la ideología feminista y la legislación de género, no puede ser más interesante. Por eso os ánimo a leerlo pero sobre todo a practicarlo. Este ejercicio será el único que nos puede garantizar dar pasos en firme para conseguir que estas cosas muden de signo.

(*) Atrévete a pensar. La utilidad del pensamiento riguroso en la vida cotidiana. Josep-María Terricabras Editorial Paidós

25 marzo, 2008

Sueltos III

Hace bien pocos días un editorial de El País, aprovechando la publicación de un informe sobre la incidencia de la enfermedad mental, ligaba la mayor propensión de las mujeres hacia este tipo de enfermedad, al hecho de su mayor dedicación al cuidado de otros. Y no seré yo quien lo discuta, pero aguardo a que algún día otro editorial explique a qué se debe que los hombres nos muramos 7 u 8 años antes que ellas, o suframos la mayor parte de los accidentes laborales, además de una mayor tasa de suicidio y no sé cuantas cosas más. Mientras, y como es posible que eso no suceda nunca, o de que incluso se nos haga responsables a nosotros mismos, habrá que seguir combatiendo la misma óptica deformadora: ellas las discriminadas, ellos los discriminadores, y todo dentro de un discurso de la amalgama, realizado sobre la marcha y, ajeno a cualquier criterio de razón y verdad.
No he tenido tiempo suficiente pero estoy seguro de que haber seguido el tratamiento en los distintos medios en relación con el caso de Anna Moreno, la presunta autora de la explosión de Barcelona, hubiera merecido la pena. De entrada llama la atención lo poco que se parecían las versiones de unos medios y otros, incluso la dificultad para establecer el parentesco con el propietario que, si algunos decían era su hermana, de la que además se decia que había sido quien había presentado la demanda, otros hablaban del cuñado y aún del suegro. En relación con los demás detalles había también diferencias notables y en algún medio por momentos parecía que la única víctima del caso era ella. En fin que, como digo, no he tenido tiempo…

Algunos medios pusieron el grito en el cielo por las supuestas zancadillas a Ségolène Royal por parte del aparato socialista, cuando la campaña electoral para la presidencia, hasta el punto de terminar pasando por alto la indelicadeza con la Royal trató la separación de su marido y padre de sus hijos. Ahora uno podría pensar que siendo consecuentes deberían juzgar con el mismo criterio las que Hillary Clinton le está poniendo a Barack Obama, pero al parecer esto es algo que sólo pensamos algunos.

16 marzo, 2008

El feminismo y la derecha

No quería dejar pasar sin un segundo comentario el artículo de Rosa Cobos, Democracia paritaria, ya comentado parcialmente en otra entrada. En este caso para referirme a la afirmación de que la relación del feminismo con la derecha “puede explicarse como la de un profundo desencuentro”.

En su libro: Por mal camino, Elisabeth Badinter al estudiar los origenes de este feminismo se extiende sobre la obra de las que considera sus fundadoras Susan Brownmiller, Catharine MacKinnond y Andrea Dworkin, y a propósito de lo que aquí nos interesa y de la actuación de Catharine MacKinnond, en la página 28 del citado texto dice: “No sólo hizo que la Corte Suprema de Estados Unidos, en 1986, reconociera el acoso sexual como una forma de discriminación sexual, sino que aliada con los lobbies más conservadores y con el apoyo constante de los republicanos, consiguió que se votase en dos ocasiones, en 1983 y en 1984 –en las ciudades de Minneapolis e Indianápolis- la disposición llamada “MacKinnon-Dworkin” contra la pornografía. (la cursiva es mía)

Pero,quizá no haría falta remontarse tan atrás y debiera ser suficiente recordar, que las políticas feministas en EE.UU, Canadá o Europa fueron llevadas a cabo tanto por gobiernos socialdemocratas como conservadores, sin gran distinción entre ambos y, en concreto y referido a nuestro país, recordar que leyes tan representativas de estas políticas como la de violencia, o la de divorio fueron aprobadas por unanimidad de las Cámaras y que la discrepancia del PP con un aspecto de la ley de igualdad como es el de la paridad de las listas electorales, no desmiente la sustancial coincidencia de los conservadores con estas políticas. Desde luego en la pasada legislatura el desacuerdo estuvo más en los matrimonios entre homosexuales y en la asignatura de Educación para la ciudadanía, que en cualqueira de las otras leyes mencionadas. Pero, si todavía esto no fuese suficiente bastaría con dar un repaso a la legislación referida a estos temas en las comunidades autónomas, para comprobar que estén regidas por los socialistas o los conservadores, se produce una sustancial igualdad de las posiciones.

Curiosidad y duda

Ojeo los periódicos y observo que los hombres somos capaces de casi todo. Somos capaces de opinar, comentar, proponer, analizar, hacer humor. Sobre economía, derecho, política, sociedad, cine y televisión y no qué cuantas cosas más, pues hay secciones a las que nunca doy llegado.

En los periódicos de difusión general, sean en papel o digitales, creo que somos amplia mayoría. Pero hay algo a lo que nunca llegamos, y sí llegan las mujeres, aún siendo menor su número en este tipo de medios, y es a hablar de la igualdad entre hombres y mujeres, a comentar alguna de las leyes aprobadas por las Cortes en la pasada legislatura y que, así a primera vista, contienen materia no sólo para algún comentario también para más de una tesis. Pero no, los hombres por ahí no pasamos, y no sé si es por timidez, incompetencia en la materia o porque está establecido en algún sitio, quizá un arcano de nuestra memoria, los hombres no opinamos.

Hoy he vuelto a leer sobre el tema de la pluma de una mujer, pero parece que, de la mano de un hombre eso no es posible (con la excepción de Xosé Luís Barreiro) y la verdad me intriga a saber a qué pueda ser debido. Pasa también en las tertulias radiofónicas o de la televisión, que se puede hablar de todo excepto del tema tabú. Y eso que hay quien califica esa legislación como la mayor revolución cultural y política en mucho tiempo. Hay también quien habla de revolución incruenta, anque creo que habría que ponerse de acuerdo en cómo se miden los damnificados. En fin, que me parece que voy a seguir sin poder satisfacer mi curiosidad y condenado a seguir con mi duda.

15 marzo, 2008

Sueltos II

- Tengo una pequeña, o no sé si tan pequeña, duda ¿por qué tanto hincapié en compartir las tareas del hogar como si hubiera que mirar siempre para la plancha y mucho menos el trabajo a medias con los hijos? ¿Pudiera ser que aquí no habría problema en no compartir, como pone de manifiesto la posición del feminismo dominante a la custodia compartida? Será que las mamás consideran que ese terreno es exclusivamente suyo.

- También me llama la atención lo siguiente: en el anuncio, si tu lees ellos leen, aparecía un padre y su hija; la carátula de presentación del antivirus es un padre protegiendo a su hija; en el anuncio contra el tabaco aparece un padre y su hija… ¿No hay madres, ni hijos (varones)?

- Vivimos en el tiempo de Sexo en Nueva York, y no deja de tener su aquel que con ese título referido a una ciudad tan grande y multirracial, las protagonistas sean cuatro blancas, casi se podría decir wasp; pero también en el tiempo en que los niños devoran Pressing Catch, que en una nueva vuelta de tuerca para hacer más reñida la lucha aparece una mujer como motivo de la discordia y de la pelea del uno con el otro. El embrutecimiento masculino y el viejo estereotipo del chico que salva a la chica parece que, hoy como ayer, no hay problema en que sea cultivado.

- La igualdad puede ser desquite. Tantos años pregonando igualdad y paridad pero cada día más terrenos se configuran como de exclusividad femenina sin que escuche ni una sola voz reclamando otra cosa. Enfermeras, maestras, todo lo relacionado con la judicatura: jueces, fiscales,… además de médicos, profesorado de secundaria, .. pero también empresarias que sólo contratan a mujeres, y en la administración pública allí donde una mujer manda, los equipos son de absoluta mayoría femenina. Tiene gracia, nadie se siente en contradicción ni tan siquiera cuando las mismas personas exigen otra regla para otros puestos.


- La mujer puede jugar con las dos reglas, con la de exigir la paridad allí dónde quiere y negar la igualdad donde le parece. La ideología de este feminismo no podrá nunca escribirse porque la contradicción aparecería a cada paso y, porque lo que vale hoy puede que no sirva mañana y, mejor esperar a ver qué pasa antes de reivindicar el éxito de una política. El lema parece ser sólo aparecer para lo que se ha demostrado válido, mientras tanto mejor que sean otros.


- La situación de la enseñanza es tan precaria que ahora ya no hay que pelear en aquello de los chicos a Ciencias y las chicas a Letras. Ahora las Ciencias no las quieren ni los chicos ni las chicas. Alguien decía también que no había que preocuparse tanto por los resultados del informe PISA ya que muy cerca de nosotros estaban los EE.UU, olvidando quizá que esa comparativa si que no quiere decir nada ya que los EE.UU, a pesar de su pésima escuela pública, tienen las mejores universidades del mundo, se habla incluso de 17 entre las 20 primeras, y son polo de atracción de la inteligencia de otras partes del mundo, cuidando con exquisito mimo todo lo que tenga que ver con la ciencia y los cientificos, yendo mucho más allá de la caricatura de los creacionistas.

- Somos un país que empezamos a estar en todos los récords negativos del mundo: obesidad, consumo de drogas, consumo de televisión, diferentes déficits escolares, etc. y puede pasar una campaña electoral sin que ninguna de esas cosas ni se mencione.

- Cuando lo de la gran ola que barrió el Paseo Marítimo de Coruña, un hombre le salvó la vida a un niño. En el periódico La Voz de Galicia se dio cuenta del asunto, pero hasta donde yo llego, fue el único y eso que buena falta haría despues de tanta noticia con lo masculino en negativo. Desconozco el criterio que rige en estos casos.

Merece la pena

Merece una lectura atenta y sin prejuicios el siguiente artículo de Xosé Luís Barreiro en La Voz de Galicia de hoy:
http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2008/03/15/0003_6653531.htm

Sueltos I

- ¿Se puede construir la igualdad sin equidad, sin reciprocidad, de forma sectaria, sexista y excluyente? Las políticas feministas al uso dicen que sí y nuestra legislación de género también.

- Algunos os preguntáis, cómo con tantos avances en las políticas feministas y de igualdad la sensación es la de que, en lugar de caminar hacia la superación de roles, caminamos en una dirección bien distinta… Basta con ojear cualquier portada de periódico digital para ver que ellos y ellas aparecen para cosas distintas, en lugares diferentes y con mensajes, en muchos casos, contrapuestos.

- A los padres se nos acusa de ausentes, de poco comprometidos con la educación de los hijos. Quizá sea por eso que ni tan siquiera se nos menciona en las políticas de conciliación de vida familiar y laboral. Es más, a veces se olvidan hasta de los hijos, ya que según la noticia: “los abuelos amparan a las trabajadoras….”, referido al papel de los abuelos en la educación y cuidado de los nietos. Quizá debería corregir y decir que ni siquiera se nos menciona cuando nos muere un hijo en misión humanitaria o en Afganistán. Aunque puede que razón no les falte pues un padre que se pasa en alta mar varios meses, que cuando vuelva vea pocos a los hijos no cambia mucho las cosas. Aunque también recuerdo aquel padre en televisión, panadero por más señas, que explicó que su mujer y su hija lo habían abandonado, porque había estado poco tiempo con ellas. La única duda que me quedó del asunto fue cómo no se dieron cuenta hasta que la hija acabó los estudios superiores.

- Unas amigas me confesaban que venían asombradas de un cursillo para prevenir la violencia de género. Y no sólo por el tono conminatorio en que todo él se desarrolló, de tal modo que quien había dicho ser testigo, fue inmediatamente corregida pues lo que había sido era testiga, pero cuando su asombro fue mayúsculo fue cuando oyeron que deberían considerar como maltrata a toda aquella mujer que declarase que su marido no compartía al 50% las tareas del hogar.

11 marzo, 2008

El feminismo abre las puertas a los hombres

Si el día 7 de marzo de 2008 escribía una entrada denunciando el sexismo feminista por excluir al hombre, el día 8 El País publicaba un reportaje titulado El feminismo abre la puerta a los hombres, que creo merece la pena leer por lo clarificador que resulta a efectos de entender el concepto instrumental que de los hombres tienen las feministas, ya que si no fue necesaria explicación en el 1979 para declararnos prescindibles, parece que tampoco hace falta ahora, que de nuevo nos consideran necesarios; también para entender lo que significa la militancia feminista.

Si vamos a esto último es revelador que Consuelo Abril diga, para referirse a la pasada legislatura, lo siguiente: “Muchas feministas han primado los intereses de su partido y el feminismo no se puede politizar”….. y más adelante, “Parece que hemos vuelto a la división de los setenta y la doble militancia”. Y tiene más interés si cabe porque, a veces, en tono acusador se habla de la complicidad masculina para no sé qué zancadillas a las mujeres. Queda claro que para esta señora y creo que para muchas otras la división partidaria puede que esté bien para otras cosas pero por favor que no se politice el feminismo, que cuando de los intereses de las mujeres se trata, todas juntas, como se demostró a lo largo de toda esta legislatura pasada y de continuo.

En relación con lo de abrir las puertas a los hombres, Empar Pineda dice que es necesario caminar en esa dirección “ya que no se puede tener el reloj parado en 1979”, aún cuando haya quien como María Espinosa lo plantee así: “Es imprescindible que los hombres empiecen a actuar, de forma individual y colectiva. Esto no es una guerra entre hombres y mujeres. Yo convivo con un hombre. Ellos deben apoyarnos aunque nosotras tengamos las riendas y marquemos el paso. ..”( La cursiva es mía). Tiene gracia que esto se diga después de aprobada la ley de divorcio sin custodia compartida o la de violencia con tratamiento penal para el hombre, allí dónde para la mujer no pasa de simple falta. Se entiende que pidan la colaboración de los jóvenes porque algo más difícil estará la de un padre que puede ver a sus hijos 2 fines de semana al mes.

Nos quisieron a su lado mientras no se consolidó el régimen democrático en nuestro país, y una vez conseguida la igualdad jurídica y despejada la perspectiva de otros derechos, el movimiento prescinde de los hombres, y ahora pasados casi 30 años, se dice que se abre la puerta de nuevo, aunque manifestando preferencia por los jóvenes, y sin que medie explicación de ningún tipo se nos pide que defendamos la legislación de género aprobada en la legislatura pasada hecha no sólo a espaldas de la sociedad, también claramente en contra del hombre y todo eso en el tono conminatorio del que hace gala María Espinosa “Es imprescindible que los hombres empiecen a actuar..” y para una labor tan subalterna como “Ellos deben apoyarnos aunque nosotras tengamos las riendas y marquemos el paso..”

En fin, mejor que lo leáis vosotros y saquéis vuestras propias conclusiones.

09 marzo, 2008

Sobre el victimismo

Estoy llegando a la conclusión de que las mujeres quieren la felicidad y los hombres no se la damos. Es más, llegué a la conclusión de que hagamos lo que hagamos los hombres siempre seremos merecedores de reproche. Y lo seremos por motivos tan diversos como: hacer, no hacer, decir, callar, ir demasiado lejos, acercarse demasiado…. El reproche es continuo y desde todos los ángulos, desde la política, la prensa y todo cuanto altavoz existe, los hombres fallamos. Tan es así que se puede hacer una campaña electoral sin mencionarnos.

Ayer escuché en la radio que para muestra de las discriminaciones que sufre la mujer se podía coger como ejemplo el colectivo de enfermeras, donde a pesar de representar ellas más del 70 % del colectivo, algunos órganos de representación estaban ocupados por varones, y atribuyendo tal circunstancia a la maternidad. Primero presté atención a la noticia, pero a medida que la iba digiriendo no sabía si reír o llorar y como mi indignación iba in crescendo me he puesto a escribir esta entrada, para tratar de ver que queda de la susodicha discriminación después de analizar mínimamente la noticia.

En primer lugar se me ocurre que se podrían citar multitud de colectivos de trabajadores varones a los que ya les gustaría que su problema fuese ese y no otros. En segundo lugar argumentando sobre la maternidad tendriamos que hacer memoria de que somos el país del mundo con la tasa de natalidad más baja. En tercer lugar se me ocurre que dentro del colectivo de enfermeras hay muchas que no son madres y que nunca lo serán, o que habiéndolo sido sus hijos son autónomos, pero se me ocurre también que entre ese colectivo debe haber padres y, padres implicados en la educación y el cuidado de sus hijos, y que por tanto las categoría hombre- mujer utilizada para analizar el asunto es un completo fraude. Ella no siempre es madre y ser padre implica obligaciones.

Como fraude es usar como un reproche el asumir responsabilidades en un colectivo o sindicato, e indigno utilizar como acusación nuestra mayor militancia en los partidos políticos, o la también mayor participación en los foros de discusión de Internet, incluso para hablar de aquellos temas que les tocan más de lleno a ellas como recientemente con el tema del aborto. Por cierto me ha parecido más comprometido con el tema Iñaki Gabilondo que Ana Blanco. Estamos en lo de siempre, a los hombres se nos podrá hacer reproche tanto por la mayor militancia como jactarse de que la paridad representa para nosotros una garantía de futuro.

La igualdad feminista viene siendo una cosa tan extraña como la que refleja la siguiente comparativa, un trabajador a tiempo completo en la construcción y una administrativa a tiempo parcial, serán calificados según sus criterios: él, como varón privilegiado por gozar de contrato a tiempo completo y de varón ausente por dedicar menos tiempo a la casa y los hijos; ella como doblemente discriminada: en el trabajo, por contrato a tiempo parcial y en casa, por mayor ocupación de hijos y casa. Y esto será así incluso cuando sea lo que ella ha buscado y lo que desee. Desde luego no escuché nunca a ninguna feminista pedir el intercambio de papeles. Y este sería otro tema interesante, la ausencia de reciprocidad en los planteamientos feministas.

Pareciera que nos quisieran muditos en toda ocasión, mucho más de lo que ya lo estamos. Podrían coger también el caso de las maestras que, siendo mayoritarias en el colectivo, su participación en los foros de educación es mínima, como mínimo fue su deseo de formar parte de los órganos de dirección de los centros - asumir responsabilidades cuesta aunque aquí se nos pretenda vender no sé qué moto-. No sé si quizá debiéramos considerar como otro mérito de este feminismo que rehúsen el debate, o que se arroguen como propias conquistas que ni han peleado, ni han defendido, pues sucederá lo que con Rosa Cobo que nos explicará de qué va eso de la Democracia paritaria a las puertas de la segunda elección según esa norma.

Y asi, los hombres debemos estar preparados por igual, para ver como la vicepresidenta del Gobierno se reúne con las organizaciones feministas para acordar con ellas la política contra la violencia doméstica, y soportar el chaparrón de Soledad Gallego de que nuestro compromiso con la causa es poco, y eso, sin menoscabo de que las mismas hayan aprobado dos preámbulos como estos, o de que se haya propalado la especie de que los hombres inventamos el patriarcado para mantenerlas dominadas y dado el caso asesinarlas. ¿Yo varón, debo soportar que se me formulen todos esos reproches a la vez o asistir a la infamia de que alguien coloque debajo de la foto de un niño la palabra verdugo y el motivo por el que se pide su retirada sea para no alentar a los pedófilos?

¿No sería necesario revisar todas estas cosas? ¿No es excesivo situar al mismo nivel, y como ligadas a la misma causa, la violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar. ¿No es injusto y excesivo hablar de complicidad de los hombres para evitar que las mujeres asciendan el los empleos? ¿No es injusto acusar alegremente a la clase empresarial de buscar subterfugios para pagar menos a las féminas?

Por cierto, ¿si a ese empresario hay que acusarlo de machista, como se llamaría a las empresarias que solo contratan mujeres? ¿Será quizá que cuando se habla de complicidad masculina, en realidad deberíamos observar otras complicidades?
La sensación que tenemos los que en algún momento creímos que el objetivo del feminismo era la igualdad, a estas alturas no puede ser otra que la de estafa.

08 marzo, 2008

Despotricar en clave feminista

Es curioso que cuando se pretende negar el victimismo feminista, para referirse a ámbitos tan diferentes como el de la política, la dirección de las empresas, el trabajo, o la violencia doméstica, cada uno de los párrafos de un editorial de El País de hoy se construya con la expresión “siguen siendo víctimas”. Las mujeres siguen siendo víctimas de una cultura de dominación y machismo, victimas de las maniobras excluyentes de la complicidad masculina para no poder acceder a cargos y privilegios, víctimas de empresarios sin escrúpulos que buscan resquicios en la ley para pagar menos a las mujeres y, finalmente, en la política víctimas de un sistema anquilosado que las relega.


De verdad, esto es lo que se puede decir de nuestro país en relación con la situación de la mujer. Alguien puede creerse que en esta foto haya algo o alguien reconocible socialmente. Se puede hablar de maniobras excluyentes de los hombres, se puede hablar de empresarios que buscan resquicios, se puede hablar de un sistema político anquilosado que relega a las mujeres. Decir estas cosas aunque sea de forma genérica, ¿ no es una forma de acusación gratuita contra sectores de la población y por tanto no sería exigible un mayor cuidado para no acusar alegremente…? Si alguien pensó que con ese editorial habría quien reconociera lo que está sucediendo en nuestro país yo digo con toda rotundidad que no.

07 marzo, 2008

Democracia paritaria

La pretensión del feminismo de situarse por encima del bien y del mal, por encima de los partidos políticos y los avatares del día a día, en una especie de limbo atemporal que les permitiría enjuiciar lo que desde tan elevada atalaya observan, pero sin “mancharse”, sin formar parte de lo que observan, resulta más bien poco democrática. De ese modo se evitan el engorroso papel de dar explicaciones de lo que se hace y por qué se hace, de por qué funciona o no funciona lo que se hizo o se propuso. Sin embargo, esta es la regla en democracia. Las propuestas y las acciones de los grupos sociales deben estar sujetas al escrutinio público, de tal modo que cada grupo o colectivo debe responder democráticamente tanto de lo que hace, como de lo que dice, si lo que pretende, como es el caso, afecta al conjunto de la sociedad.
Pero, bien pensado, el feminismo como grupo social mantiene ya en su origen ciertas peculariedades que le confieren un tono especial, entre ellas su profundo sexismo pues, a pesar de pretender un planteamiento para el conjunto de la sociedad, del mismo queda excluida mitad de la población y a mayores su grado de transparencia y de sujeción al control social es mínimo, por no decir nulo. En el fondo la idea es mantener una inocencia histórica que les permita reclamarse los éxitos que les vengan bien pero siempre a salvaguarda de tener que rendir cuentas de cualquier cosa que no les guste o haya salido mal, en un estilo que recuerda más a una institución religiosa cuya verdad se mantiene incólume al margen de su actuación cotidiana, que a una institución de la sociedad civil. Y esta es la sensación que transmite el artículo de El País de hoy titulado: La derecha y la democracia paritaria, firmado por Rosa Cobo.
En él y en un primer momento se nos recuerda que si la relación del feminismo con la derecha “puede explicarse como la de un profundo desencuentro”, con la izquierda es “la de un matrimonio mal avenido”. ¡Ambas cosas dichas cuando en la pasada legislatura se aprobaron las leyes: contra la violencia de género, la de igualdad, la de divorcio sin custodia compartida, la de acoso laboral, y muchísimas otras iniciativas de sesgo claramente femenino y feminista! Claro que pronto descubrimos el por qué de un juicio tan severo, cuando escribe: “La reivindicación de una ley de plazos para la interrupción de embarazos no deseados es una prueba explícita y amarga para las mujeres feministas.” Quizá haya que entender la queja si pensamos que se produce a pocos días de que la Vicepresidenta del Gobierno, señora de la Vega, haya dicho que no se va a modificar la actual ley porque no hay demanda social para ello.
A continuación la señora Rosa Cobo nos explica el concepto de democracia paritaria. Lo cual no deja de tener su aquel si tenemos en cuenta que la ley lleva aprobada un año, sin que nadie se hubiera tomado la molestia de explicárnoslo en su momento, mucho menos de preguntarnos nuestra opinión. Lo cierto es que para esta señora, “La noción de democracia paritaria da respuesta a los variados e invisibles filtros que expulsan a las mujeres de los espacios en los que existen poder y recursos: de la política a la empresa, de la cultura a la familia, del partido o sindicato a la ONG…”
Aunque, digo yo que, quizá son invisibles porque no existen. En cualquier cosa seguimos en el limbo, pues si no se ven como hablar de ellos… Si resulta difícil detectarlos referido a los partidos o las ONG, en cuanto a la familia ya no sé qué decir, aunque cabe la posibilidad de darle la vuelta al argumento y decir que el hecho de que la práctica totalidad de las custodias se les concedan a ellas, o que el hombre carezca del más mínimo derecho en lo relativo a la reproducción, no sea más que otra oscura maniobra del patriarcado para fijar a las mujeres en la maternidad y el cuidado de los hijos.
En fin, el artículo termina con el siguiente párrafo: “La paridad es uno de esos hechos políticos que señalan si un partido está en la senda de la modernidad y el progreso o si, por el contrario, elige dar la espalda a las mujeres en su forma de organizar las relaciones sociales y de entender la democracia.”
Obsérvese que, en el párrafo en negrilla, se está reconociendo que se impone al conjunto de la población, la forma de organizar las relaciones sociales y de entender la democracia de las mujeres. La verdad, quienes no concordamos con esa forma de pensar, debemos agradecer sin embargo, la claridad con que esta señora nos expone los planteamientos del feminismo, pero también preguntarnos a quién estaba representando nuestro Parlamento en el momento de aprobar la ley.
(las negrillas son mías en los dos casos)

05 marzo, 2008

Sobre el 2º debate

Del segundo debate lo que más me gustó sucedió antes de que comenzase. Y fue una pregunta que le hicieron a Soledad Gallego sobre qué esperaba del mismo, a lo que respondió que un gran pacto de estado para acabar con el fracaso y el abandono escolar. Coincido plenamente con ella. Creo que es nuestro primer problema como país y al que más tiempo y esfuerzo habría que dedicarle. La educación tiene muchas vertientes, pero se la mire desde la que perspectiva que se la mire: como formación de las personas para hacer más rica su lectura de lo que las rodea, o como primer y más importante factor económico, no cabe duda de que su mejora, evitando el fracaso y el abandono escolar de miles y miles de chicos, debiera concitar el acuerdo de todos. Pretender seguir ocultando la desigualdad de esta realidad para chicos y chicas es otra de esas cosas con las que deberíamos acabar.

Por lo demás me asombra que viviendo como vivimos en la aldea global, no se habló más que de la aldea. El mundo y lo que está fuera de nuestras fronteras físicas, incluso a veces ni eso, no se tocó para nada, como no se tocaron los desafíos y los retos frente a las nuevas realidades del mundo global. Nuestro país está fallando en este terreno y quizá el debate no hizo más que reflejar esa realidad de fondo. Que seamos la octava economía del mundo o que nuestro crecimiento nos haya permitido adelantar a Italia en renta per capita son buenas noticias pero hay que ser conscientes de que nuestro modelo económico se basó y se sigue basando en sectores como la construcción o el turismo que aún tirando de la economía no nos dan garantía de futuro. De hecho nuestra balanza comercial es la 2ª más deficitaria del mundo y todo lo que tiene que ver con tecnologías de futuro nos falla, comenzando por un sistema educativo que mejor será que asumamos que tenemos que mejorar y mucho, continuando por el I+D+i y como no podía ser de otro modo los sectores punteros de nuestra economía y nuestra relación con el exterior.

En fin no se habló, ni de la escasa implantación de la informática e Internet en nuestro país, ni de las nuevas realidades del mundo global, como no se tocaron ninguno de los temas que más preocupan en esta bitácora y que tienen que ver con la igualdad de hombres y mujeres en todos los terrenos: en el educativo, en el trabajo, en la familia… No se tocó desde luego el tema de la custodia compartida, lo del reparto del patrimonio familiar en caso de separación, parece ya una ilusión excesiva. Lo cual no hace más que poner de manifiesto que carecemos de voz y que aunque seguramente seamos muchos quienes deseemos que estas cosas se aborden, el hecho de no saber unir fuerzas para hacernos visibles nos está condenando a la más completa irrelevancia política y social, aunque tengo la impresión de que algunas de las dificultades que se está encontrando Zapatero y, en general la desafección que muchos ciudadanos muestran hacia la política y los partidos, tengan que ver con estas cosas.

04 marzo, 2008

No a la manipulación estadística

En el artículo que acompaña a la foto del niño verdugo y la niña víctima, se habla de 7.000.000 de italianas que sufren maltrato. La verdad parece una cifra muy alta pero estoy convencido de que nadie se atreverá a ponerla en cuestión, mucho menos a discutirla. En nuestro país se cifra en un 10 % de la población femenina, al igual que en Francia, y tal dato sale de una encuesta que Amaia Beranoagirre analiza aquí. Lo cierto es que la tal encuesta tanto en nuestro país como en Francia no ha recibido más que críticas por sesgada, pero para el Instituto de la Mujer, es decir para el Gobierno, esos son los datos verdaderos. Elisabeth Badinter la analiza en su libro “Por mal camino” en un capítulo que lleva el expresivo título de: Las estadísticas al servicio de un ideología, y Marcela Iacub y Hervé le Bras en un artículo publicado en Les Temps Modernes nº 623 de abril del 2003, con el título de Homo mulieri lupus?

Dicen Marcela y Hervé, “La lectura atenta de la encuesta despeja sin embargo rápidamente las dudas. Como vamos a demostrar, obtiene los resultados por una definición preestablecida de aquello que se pretende medir, jugando con la imprecisión de las palabras para inducir al engaño. El efecto de sugestión que las preguntas ejercen sobres las respuestas nos hace plantear dos preguntas: ¿Cómo, un trabajo tal, ha podido ser encargado por una institución del Estado? ¿Cómo comprender que haya sido recibido con tan poco nivel de crítica? La verdad estriba en que la encuesta no pretendía tanto descubrir como revelar y que, al mismo tiempo que venía a confirmar un sentimiento confuso, se inscribía en un discurso de legitimación de un proyecto político característico de una nueva tendencia del feminismo, que ha adquirido visibilidad en el momento de votar sobre la ley de paridad: ante la persistencia de las desigualdades entre los hombres y las mujeres, la encuesta orienta hacia una respuesta sin ambigüedad: la inferioridad social de las mujeres está sostenida por una organización de la violencia, ejercida por los hombres bajo las formas más diversas, de la que el efecto único sino el objetivo es dominar al otro sexo; entonces no se remediará esta situación más que haciendo aflorar la violencia, escondida por las víctimas y ahogada por los verdugos, y puniendo a los responsables.”

Otro tanto de lo mismo sucede con las diferencias salariales, que en esta campaña el presidente ha vuelto a sacar, aún cuando su ministro señor Caldera tuvo que desmentir en esta entrevista una noticia del mismo estilo, aparecida en el diario El País, y el desmentido fue justamente con esta frase “Por el mismo trabajo, hombres y mujeres perciben el mismo salario, el problema radica en que los hombres ocupan los puestos mejor pagados y de mayor responsabilidad”. De todos modos la efectividad del desmentido del señor Caldera ha sido tan poca que a cualquiera que preguntásemos hoy daría el dato que se repite una y otra vez en los medios de que las mujeres cobran menos

Ahora leo en El País la siguiente carta al director y me doy cuenta de lo difícil que resulta desprenderse de unos datos que por muy irreales o fantásticos que sean, se repiten machaconamente en los medios. A este buen hombre seguro que cargado de buenas intenciones había que decirle que lo que el cree a pies juntillas no es más que una falsedad y una mentira, puesto que, y en este caso más que nunca, una verdad a medias no es otra cosa más que una mentira. El estudio al que se refiere la carta había sido elaborado por una ONG con dinero público y sus conclusiones eran las que analicé en esta entrada de diciembre del 2005. Es decir habría en cualquier caso que dar el mismo consejo a ellos que a ellas ya que los porcentajes son similares.

En los tres casos nos encontramos con estadísticas ampliamente cuestionadas y cuestionables y sin embargo, sus resultados son artículos de fe para la mayoría de la ciudadanía. Podríamos preguntarnos por qué es esto así y hasta cuándo los organismos del Estado y los medios de comunicación pueden seguir dando por válidas estadísticas tergiversadas que sólo pueden inducir al error. Habría que preguntar a las organizaciones feministas qué hacen para acabar con tanta desinformación. ¿No deberían ser ellas y los institutos públicos de la mujer quienes más empeño pusieran en estadísticas veraces y de calidad? Sea como sea, lo que no tiene ninguna explicación plausible es que los organismos del Estado y el propio Gobierno manejen datos elaborados de forma tan sesgada o simplemente tan inexactos. La honestidad intelectual y la gravedad de los temas de los que se habla así lo exigen.

01 marzo, 2008

Poco importa

Recuerdo hace muchos años, allá por los 60 del siglo pasado, aquellas palabras de una profesora que tuve en el bachillerato que nos comentaba que deseaba la “igualdad”, que quería dejar de ver cómo, cuando salían ella y su marido también profesor, con un matrimonio amigo, ellos iban delante hablando de la profesión o la política y ellas detrás hablando de otras cosas. Más tarde en la Universidad esa disparidad había desaparecido en muy gran medida. Ellas al igual que nosotros estudiaban, militaban, asistían a las asambleas, o participaban en actos de partido y/o protestas sociales y políticas. Ellas al igual que nosotros se dirigían a la asamblea, o encabezaban tal comité de partido. El ambiente era de camaradería. Por supuesto que también las había que se quedaban en su casa o se limitaban exclusivamente a estudiar, al igual que había desde el lado masculino quienes vivían apartados del movimiento opositor al franquismo o sencillamente pasaban de política y otras cosas.

También a la hora de divertirnos no parecía que se produjeran grandes diferencias tomábamos los vinos, las copas o íbamos a la discoteca igual unos que las otras. Inauguramos juntos las primeras playas nudistas y tantas cosas que parecía que nos harían olvidar como algo del pasado el cutrerío cultural y político pero también la desigualdad entre hombre y mujer. Quizá en aquellos momentos la idea de igualdad parecía al alcance de la mano, incluso cosa fácil, se trataba sobre todo de buena voluntad y deseos de alcanzarla. Por lo demás parecía que a las mujeres no había que decirles lo que tenían que hacer, ellas por sí mismas sabían bien lo que querían.

Más adelante, ya casado y con hijo, comenzó a preocuparme la insistencia de algunas noticias y estadísticas que insistían en la desigualdad. Siempre imprecisas, mayormente referidas al reparto de las tareas del hogar. Habíamos conseguido la igualdad jurídica de hombres y mujeres, estaban vigentes los derechos al aborto y al divorcio, la incorporación de la mujer a la vida laboral se producía a un ritmo vertiginoso, en la Universidad ellas eran mayoría, nuestro país tenía la tasa de natalidad más baja del mundo, la imagen del padre que paseaba el carrito de su hijo era cada vez más frecuente, se procuraba que los niños y las niñas tuvieran los mismos juegos, la enseñanza era mixta, las mujeres viajaban solas, vestían con absoluta libertad, desde luego mucho mayor que los hombres pero, día a día con una insistencia machacona, la idea que se repetía era la de desigualdad, la de discriminación, la de patriarcado y machismo.

No sabría decir muy bien cómo, caí en Ahige y algún foro más. El choque fue brutal, mi idea de igualdad no sólo era una quimera, es que además los hombres éramos unos seres a los que había que vigilar bien de cerca porque generalmente derivábamos en lo peor. No sólo habíamos creado el patriarcado para dominar y explotar (sic) a las mujeres sino que en nuestro afán por perpetuarlo no dudábamos en utilizar todo tipo de violencias hasta el punto de asesinar a nuestras compañeras. Y que nadie se creyese a salvo. El mal estaba dentro de cada hombre y podía saltar en el momento más inesperado. La mujer por el contrario era un ser dominado y explotado, la víctima sobre la que el varón descargaba todos sus golpes. Unos años más tarde veo con sorpresa y desagrado que esas ideas que yo creía de un grupo de iluminados, son las que se hacen valer socialmente, aunque quizá se cuiden un poco más las formas de lo que hacían los gestores de la citada asociación. Ahora éste parece ser el planteamiento de fondo en la política y en los medios.

Poco importa que ellas representen el 40% del mercado laboral, siempre se podrá aducir que como entre ellas hay más contrato a tiempo parcial, lo suyo son los contratos basura y que la discriminación continúa. Aunque con preferencia se recurre a las remuneraciones y en un ejercicio imposible desde el punto de vista de la Teoría Económica y el Derecho, se diga que cobran un 40, un 30 o un 20% menos, la disparidad de porcentajes parece ser un detalle menor aun cuando el 10 o el 20% del sueldo de 8.000.000 de trabajadoras, debería ser un dato imposible para pasar desapercibido. Poco importa que representen el 70% de las carreras universitarias, ya que siempre se podrá aducir que son menos en las carreras técnicas. Poco importa que copen la mayoría de puestos en la Educación, la Sanidad o la Justicia, o que su la tendencia a ocupar puestos en la Administración, sea muy superior a la de los varones y así en la Autonómica, que es de más reciente creación, ocupen más del 60 de las ocupaciones. Poco importa que se hayan dictado las leyes sobre acoso laboral, divorcio, contra la violencia de género o la de igualdad, o la ley de dependencia con un clarísimo sesgo feminista y femenino.

Poco importa que la obligatoriedad de la guerra sea de ellos, que los trabajos más duros y penosos los desempeñen ellos, poco importa que sean ellos quienes sufran la práctica totalidad de los accidentes laborales con resultado de muerte o con invalidez para toda la vida, poco importa que las cárceles estén llenas de hombres - por cierto las más llenas de Europa-, poco que él sea quien se arroje al mar cuando su hijo está en riesgo de ahogarse, poco importará algún heroísmo más, poco importa que su signo parezca haber nacido para trabajar pues la mayoría se mueren al poco tiempo de alcanzar la jubilación, poco importa que haya el mismo porcentaje de hombres que de mujeres que apoyarían la elección de una mujer para presidenta en EE.UU, Francia, Argentina o España, poco importa que en la oposición a la guerra de Irak, o en el desastre del Prestige, lo mismo que ante lo que está pasando en Oriente Medio, no se conozcan diferencias entre uno y otro sexo. Poco importa que en la cárcel de Abu Ghraib la escala de mando fuese toda femenina, que si hubiéramos de hacer caso de los medios de comunicación y la mayoría de los políticos, esas cosas poco importan, porque el signo de los hombres como dice el fotógrafo italiano es haber nacido verdugos y por tanto el año cero de la igualdad será siempre un futurible que si en algún momento se centró en la igualdad de derechos y luego en el uso de la discriminación positiva y otras ventajas legales, ahora se cifra en cambiar al hombre hasta sacarle el bicho que lleva dentro, y para ello hace falta comenzar por el niño. Claro que tratándose de materia tan delicada e imprecisa, y luego de la larga historia de fracasos bien pudiera suceder lo que hasta el presente viene sucediendo, que todo lo realizado es nada, porque lo más importante siempre está por venir, y mientras tanto lo que fue un bello ideal, se convierta en el viaje que conduce a dónde nadie habría deseado llegar y se repita la trágica historia de otros paraísos terrenales que estaban ahí al alcance de todos, hasta que se convirtieron en pesadilla.





Entre el estupor y el desconcierto

Tengo que reconocer que me muevo entre el estupor y el desconcierto con esto de la igualdad y el feminismo. Por ejemplo, me sorprende muchísimo cuando la simple propuesta de una educación diferenciada para niños y niñas en el mismo centro escolar es catalogada por muchas y muchos como segregacionista, pero cada día contribuyamos más a la idea de que en la sociedad hay dos tipos de cuestiones: las generales y las de la mujer. En las generales estamos todos y todas, en las de la mujer están las mujeres. Algo así como: lo tuyo es tuyo y mío, lo mío es mío solo. Puede que la anécdota del señor Solbes salvando la legislatura en la que había ocupado un lugar más bien gris y discreto ayude a entender lo que queiro decir.

Por si no fuera suficiente con la administración exclusiva de la mujer: Instituto de la mujer, consejerías de la mujer en las comunidades autónomas, concejalías en los ayuntamientos, cátedras de la mujer en las universidades, centros de estudio de la mujer, organizaciones profesionales de la mujer etc. etc. etc. I.U. propone un Ministerio de la mujer. Si esto no es segregacionista como había que tildarlo, de separatista… o quizá pensar que como los del Señor los caminos de la igualdad son inescrutables y debemos ver recto donde los renglones están torcidos. Tengo la impresión de que para hablar de este tema encontrásemos más fuente de inspiración en la creencia que en la razón o la Ilustración. De otro modo no hay manera de entender tanta ruptura de la norma cuando de la igualdad se trata: ruptura de la norma de igualdad en lo penal, del principio de capacidad económica en lo fiscal, discriminación positiva por doquier, excepción administrativa, legal, educativa…. El número absoluto de hombres y mujeres con título universitario es parejo, pero el número de mujeres que ahora mismo lo están obteniendo es del 70 % frente al 30% de hombres. Cómo creéis que habría que caracterizar esta cuestión, cómo de desigualdad para el hombre. Buscad donde queráis algo que se asemeje a eso que no lo encontrareis, buscad sin embargo a la inversa y veréis que os aparecerá todas las veces.

Me sorprende que la reacción de algunas feministas ante el tema de la muerte de mujeres se salde elevando el tono y buscando una palabra más gruesa con la que calificarlas, ahora es: terrorismo de género. Hubo también quien se apresuró en afirmar que eso debía redundar en mayor apoyo a las organizaciones feministas. Quizá los estados de shock sirvan para eso. ¿Qué se pretende desviando la atención sobre un nuevo término? Es un nuevo término que clarifica o es un nuevo término para oscurecer las cosas. Estamos de nuevo anta una cuestión como la denominación “género” o las ya más viejas de machismo y patriarcado que significan lo que las feministas quieran que signifique en cada caso, o mejor dicho, cobran significación cuando de acusar al hombre se trata, haciéndolo un ser vil y repugnante. Hasta aquí no se ha llegado gratuitamente. Estamos en línea con Andrea Dworkin para quien el matrimonio constituía una forma de violación y las mujeres eran supervivientes (sí, el uso del mismo término que para los que habían sobrevivido a los campos de concentración nazis era intencionado). Se puede arrogar el feminismo las víctimas de la violencia de género ¿Pasará como siempre que la regla vale para los asuntos generales pero no para los de la mujer que se regirán por la que mejor parezca en cada caso? No habíamos quedado que nadie podía apropiarse a las víctimas fueran estas del terrorismo o del género. Creo que con una AVT ya hemos tenido bastante.