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29 abril, 2018

El género como excusa y el desmadre ideológico de la izquierda


Rara es la mujer, particularmente en la política, que cuando se le pide que explique o rinda cuentas de algo que no es de su agrado, no atribuya tal petición a machismo por mucho que nada concreto haya para apoyar esa apreciación. Recientemente el PSOE con el pretexto del género no apoyó a Guindos para las instituciones europeas, pero casi al mismo tiempo tampoco lo hizo con Elena Valenciano en su aspiración a la portavocía de los socialistas en la Eurocámara, lo que evidenció la falacia del pretexto y que los motivos reales en ambos casos eran muy otros. El género ha servido a Pedro Sánchez para alejar de la dirección y luego del partido a personas como Madina, y rodearse sin embargo de gentes que aplaudían la plurinacionalidad con argumentos en muchos casos de lo más pintoresco.

Las centrales sindicales hasta hace bien poco habían sacralizado la idea de la unidad de los trabajadores, sin ella nada era bueno y con ella todo se conseguiría. En el presente han apoyado la huelga de mujeres y recientemente se apuntaron al frente independentista en Cataluña. En toda su trayectoria estas instituciones que jugaron tan importante papel en la Transición, no han dejado de traicionar su objetivo, defendiendo a quien tiene trabajo frente a quien no lo tiene y, ahora, apoyando a mujeres y pensionistas pero olvidando a los jóvenes y a quienes no tienen empleo. El hecho de que no se autofinancien tiene bastante que ver con su actual debilidad y seguidismo.

Lo de Podemos es de traca, desde sus propias filas, califican a sus jefes de patriarcales, y se desmienten a sí mismos a una velocidad que produce vértigo. Si no hace tanto tiempo decían que se querían tanto que sus diferencias las solventaban con besos, ahora es raro el mes, en cualquier parte del Estado, que no se produce algún episodio de enfrentamiento en o contra la dirección y la consiguiente purga, siempre dependiendo de la entidad de quienes se oponen. El episodio Bescansa pone además en evidencia que los métodos cuando no igualan superan en villanía a los de las otras fuerzas políticas.

El asunto de los tres varones con el NOSOTRAS detrás deja traslucir bien a las claras la diferencia, a veces abismal, entre teoría y práctica. No menos que presumir de ser los más demócratas y acabar construyendo una organización cesarista y centralista, en la que las bases juegan el papel de “inscritos e inscritas” que ratifican o no un acuerdo ya tomado por la dirección. Como resulta casi cómico que a los “viejos” a quienes, por ejemplo Bescansa, había hecho desaparecer virtualmente para que Podemos pudiese ganar las elecciones, de repente se conviertan en el pilar más sólido sobre el que asentar el asalto a los cielos.

Y lo que seguramente supera todo lo anterior es ese resucitado de la teoría del valor trabajo de Marx, solo que ahora aplicada en exclusiva a las mujeres quienes “por igual trabajo” ganarían menos que los varones, pero que al igual que ya sucedió para el caso general dicha teoría jamás ha podido ser demostrada y, sin embargo, las consecuencias prácticas no han podido ser más desastrosas para las economías que trataron de montarse sobre esos supuestos. La soberbia intelectual y la superioridad moral que se arrogan tanto la izquierda como el feminismo les hacen imposible el reconocimiento de sus errores. Porque seguro que además piensan: siempre nos quedará el género… aunque sea como excusa.


23 abril, 2018

NOSOTRAS



Delante de un cartel que pone NOSOTRAS: Pablo Iglesias, Iñigo Errejón y Ramón Espinar comunican a la opinión pública que han llegado a un acuerdo para la candidatura de Madrid. Desde sus propias filas la mujer que encabeza la corriente anticapitalista Lorena Ruíz-Huerta, quien se ha negado a participar en el acuerdo, lo califica de patriarcal. También desde algunos medios las críticas son de lo más áspero. Gabriela Cañas titula su artículo en El País: Los machos alfa se alían en Madrid. Con el siguiente subtítulo: Iglesias, Errejón y Espinar se unen contra Carolina Bescansa y presentan una lista masculina en la que prometen incorporar a una mujer. Sería interesante preguntar a esta señora qué entiende por “hechos alternativos”.

Gabriela Cañas olvida, o pretende que olvidemos nosotros,  que en el origen de todo se sitúa el hecho importante de que después de que Iñigo Errejón le hubiera ofrecido el puesto número dos en la candidatura de Madrid, Carolina Bescansa hubiera intentado lo que desde sus propias filas califican de conspiración contra Pablo Iglesias, operación en la que habiendo de todo casi nada es bonito. Tampoco las mentiras con las que trató de tapar su operación. Pero al parecer nada de eso tiene ninguna relevancia para la articulista quien a lo largo del artículo reparte estopa sin consideración contra todo lo que huela a hombre y presentando la testosterona como el agente más tóxico.

Me ha coincidido también ver algunos momentos de la entrevista de Ana Pastor a Iñigo Errejón del domingo 22. En ella Iñigo explicó que le parece excesivo el calificativo de patriarcal de su compañera de la corriente anticapitalista pero tuvo verdaderas dificultades para explicar lo desafortunado de la foto de los tres con el lema NOSOTRAS a sus espaldas. En su defensa adujo que los hombres también estaban allí para aprender y que feminismo no es solo colocar mujeres al frente de las listas electorales, añadiendo que sus listas son de rigurosa cremallera. Y no perdió ocasión de mentar a Manuela Carmena y Ada Colau como las grandes renovadoras de la política.

Momento que aprovechó Ana Pastor para preguntar si “los inscritos y las inscritas” podían alterar el orden de la lista, a lo que Iñigo dijo que sí en el sentido de que pueden mejorar posición las mujeres no los hombres, con la frase en Podemos las mujeres siempre ganan. ¡Más adelante Iñigo habló de su candidatura como meritocrática! En fin, que se me hace difícil entender cualquier cosa, pero más que nada que dos mujeres feministas al mismo tiempo que les reprochan a los hombres hablar en nombre de las mujeres, incurran en la contradicción de ser a ellos a quienes interpelen y se dirijan para que les expliquen por qué las mujeres no están más arriba y si acaso tendrá algo que ver con sus propuestas.

Un poco lo que sucedió en la Gala de los Goya, donde a los presentadores les llovieron las críticas por varones en una gala que se decía a favor de las mujeres, ocultando que previamente se les había ofrecido presentarla a tres mujeres que lo rechazaron. Por supuesto nos quedaremos con las ganas de que Ana Pastor a quien pregunte por la posición de las mujeres sea a Carolina Bescansa o Tania Sánchez, y a Gabriela Cañas explicándonos las virtudes que encuentra en la estrategia seguida por Bescansa. Y dado que según ella lo decisivo de una política es si se puede calificar de nueva o vieja, hasta qué punto los “nuevos” métodos de Carolina Bescansa le parecen garantía de futuro y signo de la mejor política.

Con lo que vengo a concluir que aquello del “género” presentado como no sé sabe muy bien qué sofisticado concepto cultural, llegado el momento se resuelve por el milenario procedimiento de saber si se trata de chico o chica. También que la ética feminista más allá de cualquier otra consideración está en ver quién ha ganado o perdido y si acaso quién ha perdido es mujer, aunque hubiera sido por torpeza propia, cargar fuertemente contra la testosterona, los machos alfa, los acuerdos de caballeros y el patriarcado que no ha entendido que de lo que se trata es del borrado de lo masculino y la definitiva proclamación de lo femenino como el alfa y el omega de lo que resta de eternidad.