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28 diciembre, 2009

¿Qué igualdad?



Pienso en la idea de igualdad que se nos está vendiendo y se me viene a la cabeza aquella campaña que decía: Te lo diré 1000 veces… ¡Somos iguales!  Y me pregunto:


 ¿Por qué habría de ser necesario repetirlo mil veces? ¿Será que lo que se proclama con las palabras no se corresponde con  los hechos y se trata más de vencer  que de convencer?

¿Por qué esa necesidad del feminismo de género de esconderse detrás de una campaña publicitaria tras otra?
¿Por qué esa necesidad de esconderse siempre detrás de algo y no dar nunca la cara?

Cuando el feminismo dice IGUALDAD, ¿qué quiere decir?

¿Quiere decir, que la guerra es cosa de hombres y que por eso sólo a ellos compete?

¿Quiere decir, no a la custodia compartida?

¿Quiere decir, que la ley debe ser y aplicarse diferente según el sexo?

¿Quiere decir, que los recursos públicos deben aplicarse preferentemente a favor de las mujeres?

¿Quiere decir, que el feminismo institucional tiene derecho a una parte de la Administración en exclusiva porque ellas lo valen?

¿Quiere decir, que existe un género bueno y un género malo, un género víctima y un género verdugo?

Si realmente quiere decir todas esas cosas, ¿cómo es posible que sigan hablando de igualdad?

Eso no es igualdad. Esas son las derivaciones de una ideología para la cual hay un sexo con derechos y otro sin ellos; una ideología que practica un vulgar racismo de género; una ideología a la que sólo preocupa el poder y sus manifestaciones y que para alcanzar sus fines no duda en todo tipo de tretas y artimañas que eviten que alguna vez tenga que explicar, argumentar y rendir cuentas y hacerlo en primera persona y a la luz pública.


Una ideología que ha convertido su mensaje y sus prácticas en un Credo que, como toda verdad revelada, no puede ser discutido, sólo acatado, y en su expresión más genuina pretende que la situación de la mujer en el patriarcado es equiparable a la de los judíos bajo el nazismo y  por tanto lícito que se aplique a quien discrepe los mismos criterios que si  del Holocausto o el terrorismo se tratase. Un Credo en el que no puede faltar un pecado original, claro que, en este caso,  referido exclusivamente al varón tocado de una mancha que exigiría “cambiar al hombre”, olvidando lo que ya hace tanto tiempo dijo Spinoza:

“Se imaginan, sin duda, que cumplen una misión divina y que alcanzan la máxima sabiduría haciendo múltiples elogios de una naturaleza humana inventada para acusar de este modo más despiadadamente la que existe de hecho. No conciben a los hombres tal cual son, sino como ellos quisiesen que fuesen. Con frecuencia, en lugar de una ética, escriben una sátira.” B. Spinoza, El filósofo y la política   

Una ideología que practica el viejo principio del privilegiado de negar al otro lo que exige para sí. Las mujeres según esto tendrían derecho al trabajo –determinado tipo de trabajos, con 21 fórmulas especiales de contratación y derecho a la conciliación familiar-; a la participación en la política y en la economía con iguales oportunidades de acceso que los hombres –paridad-; y a todo tipo de discriminaciones positivas: en los medios de comunicación, en el acceso a todo tipo de puestos, en la producción cinematográfica… Los hombres jamás serían acreedores a ningún estímulo o ayuda, ni tan siquiera cuando la realidad muestra su inferioridad objetiva. 

Los hijos, no cabe discusión, son suyos, lo mismo que el domicilio conyugal, y por supuesto todas la virtudes asociadas no sólo al hecho de  parir también todas las relacionadas con el cuidado y la crianza. Virtudes que por supuesto no sólo corresponderían a aquellas mujeres que efectivamente son o han sido madres, sino a todas las mujeres y a las que de ningún modo son acreedores los hombres incluidos los que han sido padres y tal vez, grandes y buenos padres. Poco importa que la mujer madre y trabajadora sea sólo una parte del género femenino, o que el hombre con poder sea una minoría, lo real no puede desmentir a lo simbólico.

Para lograr ese ambicioso objetivo lo jurídico y lo político se han revelado las grandes armas de este feminismo. En lo jurídico blindando la situación de la mujer a lo largo de toda su vida, al tiempo que se castiga durísimamente al hombre, a quien no se le reconocen en ningún momento derechos en igualdad y  ante quien quedan olvidadas todas las grandes conquistas de la modernidad y la democracia, particularmente la presunción de inocencia. En lo político el feminismo ha conseguido, sin ocupar los puestos más destacados, que tanto los sindicatos como los partidos políticos lleven a cabo sus políticas como si de una encomienda ineludible se tratase.

Una ideología que bajo el pretexto de que casi todo cuando han dicho y escrito los hombres es machista y misógino, pretenden un mundo plano, sin dimensiones, olvidando tanto el tiempo y con ello la historia -también la del pensamiento-, como el espacio de tal modo que nada importarían ni civilizaciones, ni culturas, ni matices, la cosa sería tan simple como que, aquí lo que  hay son hombres y mujeres y lo que se debe hacer es lo que ellas digan, pues su condición de víctimas las hace acreedoras a todos los derechos como la condición de verdugo del hombre sólo le reportaría débitos. No tenemos nada que demostrar y porque nosotras lo valemos serían sus credenciales.

Una ideología que no se caracteriza ni por el cuidado de las formas, ni por su honestidad, ni por su altura. Una ideología a la que le cuesta el debate, la autocrítica, una ideología que no disimula su deseo de establecer el blindaje de sus verdades mediante la prohibición y la censura, una ideología que cada día niega con más fuerza e insistencia el derecho de expresión, que ha reducido la figura de los jueces en los asuntos de género a mera caricatura sólo capacitados para aplicar una norma definida hasta en sus más mínimos detalles de tal modo que sólo quepa la interpretación que el género desea y que ha establecido rigurosos protocolos sobre como han de contar estas noticias los medios de comunicación.

Una ideología que ha situado el debate en el nivel en el que se lo encontró Sócrates allá por el siglo V antes de Cristo cuando se hizo necesario diferenciar la razón de la mitología, pues está instalada en un lenguaje declarativo propio de la religión y del mito, como si no fuera necesario demostrar lo que se dice y bastase con un porque lo digo yo o porque yo lo valgo. Una ideología para la que la verdad es un término en desuso y su búsqueda una quimera imposible. Una ideología que se parapeta tras las víctimas de la violencia doméstica en un ejercicio de apropiación inadmisible y a las que sin ningún rubor usa como coartada para todos sus fines.

Una ideología que recurre demasiadas veces al anatema para rechazar cualquier crítica, no ya a sus planteamientos, sino también a la legislación de género aprobada bajo su inspiración como la Ley de divorcio: sea por su negativa de la custodia compartida, sea por el uso fraudulento que de la misma se está haciendo, sea porque  las sentencias terminan concediendo la vivienda familiar y la custodia de los hijos a las madres, sea incluso por denunciar la manipulación de los hijos por parte de algún progenitor… La posición de este feminismo, equiparando la custodia compartida y el SAP al maltrato, revela mejor que ninguna otra cosa la perversión de una ideología que ha hecho de la amenaza y el anatema sus únicas formas de diálogo y respuesta.

17 diciembre, 2009

Feminismo y poder

El feminismo institucional es una fuerza aplastantemente mayoritaria en la vida política, social y cultural. Casa mal con esta constatación la permanente obsesión de sus defensoras por aparecer siempre como las víctimas. Y más allá de ese poder que ejerce de forma innegable, ha introducido en el ordenamiento jurídico y en muchas de las prácticas sociales, una serie de leyes y normas que tardarán mucho en ser modificadas y que hasta el presente no han sido más que fuentes de desigualdad.

En el video sobre hombres maltratados colgado en Buenamente su protagonista dice: que si en lugar de llamarse Paco se llamase Paca lo tendría todo, “no estaríamos aquí, tendría las criaturas, tendría el piso…” frase que sin duda repetirían la mayor parte de los padres separados ya que la justicia de una forma ciega y mecánica ha decidido en la aplastante mayoría de los casos conceder ambas cosas a la madre. No es poco, teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad patriarcal en la que los poderes los tiene el hombre y los usa para mantener oprimidas a las mujeres.

Pasados ya muchos días del suceso de Tenerife en el que la vida de Diego, un hombre de 25 años, va a quedar tocada para siempre, nadie ha osado levantar la voz para pedir un cambio en el protocolo de actuación en los casos de violencia de género, a pesar de que hasta el momento ya son muchos los inocentes que han debido pagar por algo que no habían cometido. Y, ¡ojo! los que finalmente han conseguido liberarse de una acusación falsa, lo han sido porque ellos mismos han podido aportar pruebas que demostraban palmariamente la imposibilidad de haber sido quienes cometieran el delito.

¿Y si esto le hubiese sucedido a una mujer? ¿Estaría el poder político tan callado como si tal cosa no fuese con él? ¿Qué cosas no se estarían oyendo del poder judicial, de la clase médica y los cuerpos de seguridad del Estado? ¿Cómo habría reaccionado esa parte de la Administración en manos del feminismo institucional?

Lo que creo está en juego es si la sociedad que queremos puede ser construida a instancia de uno de los sexos condenando al otro al ostracismo. Lo relatado en este artículo debiera hacernos reflexionar sobre qué bases se pretende asentar la sociedad y el poder político y social. También recordarle a ese feminismo que si a fuerza de llenarse la boca en relación con la ética del cuidado, no habrán dado al traste la ética de la justicia. Todas las denuncias realizadas por el feminismo al poder de los hombres podrían volverse sin mucho esfuerzo contra sus prácticas y pretensiones actuales. En fin, el reverso de la ética de Kant: hazle al otro cuando puedas lo que antes denunciaste que te hacían a ti.


Si denunciaron que los derechos humanos eran en realidad derechos del hombre ahora podemos realizar un repaso sobre lo que sucede en la legislación y veremos que al lado de los genéricos lo que a mayores encontramos son derechos de la mujer; si pensamos en la denuncia de las mujeres contra las sociedades de hombres, ahora nos encontramos con que el feminismo sí puede mantener y cultivar un espacio propio, también en la Administración pública; si pensamos en su denuncia por la escasa escolarización de las niñas, ahora debemos entender el fracaso y abandono escolar como “daños colaterales” de la igualdad; si pensamos en el reparto del trabajo vemos que, sin ningún problema, al género masculino se le reservan los más duros y arriesgados como siempre ha sido; si pensamos en la familia y la reproducción todos los derechos son de las mujeres…

En nuestro país por lo demás todo esto se ha llevado más lejos que en ningún otro y sencillamente se ha borrado al hombre como sujeto de derechos en amplísimos capítulos de la vida pública y privada. Si en algún momento los países nórdicos parecían el ejemplo a seguir, a estas alturas todo lo allí conseguido parece poco y nuestro feminismo parece dispuesto a darle a todo el mundo una lección. Como si estuviéramos condenados a dar lecciones a los demás siempre. En otro momento, en una actitud más papista que el Papa, constituimos la reserva espiritual de Occidente y ahora parece que nos queramos convertir en la avanzadilla y reserva del fundamentalismo feminista del Planeta.

Podríamos preguntarnos si ese feminismo que reclama discriminación positiva para que la mujer pueda incorporarse a los puestos en que menor representación tenía en la sociedad tradicional, estaría dispuesto a considerar algo parecido, por ejemplo en relación con el hombre y los hijos y la necesidad de que la conciliación laboral y familiar lo tuviera en cuenta. La respuesta está bien clara, no sólo nada de custodia compartida, sino que los hijos, como en la sociedad tradicional, son de las madres y con nadie pueden estar mejor que con ellas. Los derechos del hombre son fácilmente anulables, no así las obligaciones que jamás prescriben. Obligaciones sí, derecho ninguno. En la actual legislación los hombres hemos pasado a ser “el otro progenitor”.

En el terreno de la reproducción asistida, la mujer vuelve a ser el centro de todas las atenciones y todos los derechos. Aquí al contrario de lo que sucede en las legislaciones nórdicas, el principal bien jurídico a defender no es la criatura que nacerá, sino de nuevo la mujer, en este caso la madre. Y por si a alguien se le olvidaba quién manda aquí y quién fija los límites, en nuestra legislación, están prohibidos los vientres de alquiler que sí recogen otras legislaciones. Obsérvese el círculo que se traza alrededor del hombre, donde en lo relativo a la reproducción nada puede ni nada decide.

Sería un primer círculo de exclusión que se completará más tarde con la ausencia de la figura del varón no sólo en muchos hogares, también en la escuela, de tal modo que algunas criaturas sólo se tropiezan con la figura masculina cuando ya van transcurridos varios años de su vida. Contrasta en ese sentido el interés que muestran las campañas en que se llama a compartir las tareas del hogar, porque el hombre cocine, limpie o planche, pero nada dicen del cuidado de los niños ni de la figura del padre. Consciente o inconscientemente el feminismo está consiguiendo aislar a los hijos de la figura masculina, hasta bien avanzado su desarrollo.

En la reproducción todos los derechos y de modo absoluto pertenecen a la mujer. El hombre no tiene ninguno y ha de estar a lo que decida su pareja, tenerlo o no tenerlo, incluso tenerlo contra su voluntad. “Tendré hijos si yo lo digo y cuando yo lo diga, han proclamado las feministas”. Contra lo que quizá no haya nada que objetar, en una decisión tan soberana, si luego no se implicase a los demás llegada la hora de las responsabilidades. Porque eso es finalmente lo que sucede. Se trata de algo parecido a esas empresas a las que gusta mucho privatizar las ganancias pero cuando las cosas se ponen mal lo que piden es la socialización de las pérdidas. Contrasta enormemente esta reserva absoluta de derechos, pero luego cuando se trata de asumir responsabilidades por el rumbo que está tomando el mundo de los hijos, entonces ésta quede dividida a partes iguales, incluso por ese uso interesado del lenguaje la responsabilidad se atribuya a los padres.

No tocaré de nuevo el tema de la prostitución dada la hipocresía mostrada hasta el momento por este feminismo para el que constituye una forma de esclavitud, pero luego se olvida y oculta, tanto la prostitución de lujo, como la masculina y pretenden que no existen. Tampoco mentaré los oídos sordos que prestan a esas mujeres famosas que alardean de sus experiencias con el sexo pagado. Por no mencionar a las mujeres pantera de las que habló en su momento Elvira Lindo o ese turismo sexual de mujeres europeas a ciertos países africanos.

En mis últimos post vengo insistiendo en el poder casi omnímodo del feminismo institucional, porque es tan profundo el lavado de cerebro que tenemos al respecto, que buena parte de la sociedad hace suyo el mito de la mujer como ese ser privado de lo más elemental y el hombre como el señor feudal que todo lo vigila y todo lo ordena. Nada más lejos de la realidad. De hacer caso del feminismo institucional y sus adláteres los hombres gozaríamos de todos los poderes: Zapatero en el Gobierno, dos hombres al frente de los principales sindicatos, Botín como el señor de la finanzas, la prensa dirigida por hombres…

Si vamos a la realidad de los hechos descubrimos que el Plan sobre economía sostenible a lo que hace referencia de forma singular es al empleo femenino, los sindicatos tienen a su cabeza a dos hombres, pero sus políticas redundan más a favor de la féminas que de los hombres, baste con citar en qué lugar de sus preocupaciones están los accidentes laborales, o que no se tomen la molestia de desmentir lo de la discriminación salarial, o que, en este contexto en que los grandes perdedores de la crisis son los varones no hayan realizado ninguna propuesta y continuemos con las 21 formas especiales de contratación femenina frente a ninguna masculina. En relación con Botín y la prensa más de lo mismo. La prensa escrita diaria efectivamente está dirigida por varones pero lo que en sus páginas defienden son las políticas de género, en cuanto a Botín, no sé si alguno de vosotros ha recibido los préstamos más baratos por ser hombre, en mi caso no.

Ya expliqué en otro post que el feminismo habría fracasado en la creación de un partido político propio pero han conseguido algo mucho más fuerte: que sus políticas se impongan en todo el espectro político. En lo ideológico no se quedan a la zaga, y bien se puede decir que los 200 años del mismo no han pasado en balde y a estas alturas es difícil encontrar algún asunto: sea de índole personal o política que no esté contaminado, y de qué forma, de la visión de género en unos términos en que los hombres y lo masculino aparecemos como el lado sombrío de la humanidad frente a la luz que reflejarían lo femenino y las mujeres.

Para ver hasta qué punto tenemos interiorizada la desigualdad se me ocurre pensar en que más de la mitad de las publicaciones de periodicidad no diaria estuvieran dedicadas en práctica exclusiva a los hombres. Tal cosa sucede, pero con las mujeres, sin que al parecer se den por aludidas ya que lo que siguen denunciando es la mayor presencia masculina en la prensa diaria. Cosa que como ya he dicho antes en ningún modo cabe entender como defensa del género masculino, más bien al contrario. No así la mayor presencia femenina en el quiosco donde parece claro que redunda en favor directo y exclusivo de las féminas en aspectos tan variados como la conciencia de género, la salud… El caso de Lidia Bosch puede resultar paradigmático.

En fin, que los varones debemos reflexionar seriamente sobre estos asuntos porque tengo la sensación de que nos toman el pelo después de habernos timado, y si no hacemos nada porque esto cambie ocurrirá indefinidamente.
P.D.  Francisco Serrano  en el diario El Mundo y aquí en vídeo

15 diciembre, 2009

Una gota en el océano

Recientemente una de mis entradas llevaba el título de: Algo está cambiando. Parece que es así, al menos a nivel de la prensa. Primero El País y ahora El Mundo hacen amago de corregir un rumbo excesivamente profeminista que los estaba alejando no sólo de los hombres también de la realidad, y comienzan de modo diferente en cada uno de los casos a dar cabida a la crítica del fundamentalismo feminista.

De lo que ya no estoy seguro es que todo esto no responda más que a una circunstancia coyuntural que cesará cuando, como al parecer sucede en Público, alguien dé la orden de que se acabó la disidencia y establezca la necesidad de volver a los cauces establecidos evitando cualquier cuestionamiento o crítica del feminismo institucional.

Si pensamos que esta apertura a la crítica no existía hace muy poco tiempo, el hecho de que ahora suceda parece un paso adelante; pero cuando nos damos cuenta de la inmensidad de medios del feminismo institucional para contrarrestar todo esto, uno no puede evitar la sensación de que nada ha cambiado porque haría falta multiplicar muchas veces su tamaño para no dejar de ser una pequeña gota en el océano del pensamiento único feminista.

P.D. viñeta de Erlich

10 diciembre, 2009

El poder absoluto corrompe absolutamente

El poder tiende a corromper y el poder absoluto tiende a corromper absolutamente. Quizá a muchos les resulte exagerado, pero esa es mi opinión sobre lo que está pasando con el feminismo institucional: que se trata de un poder que se está ejerciendo sin límites. Un poder que desconoce cualquier freno o cortapisa, un poder ajeno a cualquier reflexión autocrítica y que sin mucho disimulo pretende, y hasta el presente lo ha conseguido, cercenar cualquier atisbo de debate o de crítica. Un feminismo que por lo demás no se ha caracterizado por su honestidad intelectual y que ha elevado a categoría aquello de haz lo que yo digo y no lo que yo hago, no dudando en echar mano para sus fines de todo aquello que había criticado a los hombres y el patriarcado.

Que sea el Congreso quien dilucide un tema como el SAP, que tendría que haberse mantenido como un tema de discusión de profesionales y científicos; que la mayor parte de las Asambleas de las CC.AA. hayan entrado a prohibir la educación diferenciada antes de haberla explorado como instrumento pedagógico, identificándola interesadamente con la segregación por sexos; que un tema tan grave como el del fracaso escolar de los varones pueda haber sido silenciado o que algo tan delicado como el aborto se esté llevando a extremos que hagan difícil que personas que no tendrían dudas en decir sí a una ley al estilo europeo, las tengan con la que actualmente se discute, son algunas de las manifestaciones de una legislación de género que viene a sumarse a un compendio ya existente que amenaza con convertir a nuestro país en el reino del fundamentalismo feminista.

Quien pretende que la única violencia injustificable es la de género, olvidando todas las demás. Quien no duda en ocultar la violencia femenina para sostener su insostenible idea de un sexo verdugo y un sexo víctima. Quien pretende que su ideología cargada de intereses y resentimiento no es tal sino una verdad indiscutible. Quien más allá de una legislación cargada de sexismo y desigualdad, no ha cesado ni cesa de ejercer presión sobre todos: jueces, médicos, periodistas… sin que le importe mucho lo que pueda asfixiar: ecuanimidad, equidad, derecho de expresión… Quien así piensa y actúa ocupa puestos muy relevantes del poder político en nuestro país y parece estar dispuesta a llevar hasta sus últimas consecuencias una ideología que si en su mera formulación mete miedo, llevada a la política amenaza con estropear muchas grandes cosas. Por eso quizá para cerrar esta exposición lo mejor sea una cita de Elisabeth Badinter en su libro: Por mal camino, que nos sitúe correctamente ante aquello de lo que estamos hablando:

“Desde hace treinta años, el feminismo radical americano ha tejido pacientemente la red de un “continuum” del crimen sexual que quiere demostrar el largo martirologio femenino. En el espacio de algunos años aparecieron tres libros salidos de esta corriente que impusieron el tema de la opresión sexual de las mujeres. El primero trataba de la violación, el segundo del acoso sexual y el tercero de la pornografía. Sus autoras, Susan Brownmiller, Catharine MacKinnon y Andrea Dworkin obtuvieron una considerable celebridad. A continuación, Dworkin y MacKinnon trabajaron juntas puesto que, estaban de acuerdo sobre lo esencial: las mujeres son una clase oprimida, y la sexualidad es la raíz misma de esta opresión. La dominación masculina reposa en el poder de los hombres para tratar a las mujeres como objetos sexuales. Este poder, que se hace remontar al origen de la especie, habría sido inaugurado por la violación. Sobretodo, a sus ojos, la violación, el acoso sexual, la pornografía y el maltrato (golpes y heridas) forman un conjunto que revela la misma violencia contra las mujeres. Sin olvidar la prostitución, el strip-tease y todo lo que tiene relación de cerca o de lejos con la sexualidad. El veredicto es sin apelación: es necesario obligar a los hombres a cambiar su sexualidad. Y para conseguir esto: modificar las leyes y sentarlos ante los tribunales.”

Las feministas liberales protestaron con vehemencia contra este enfoque que apelaba a la censura, pisoteaba la libertad sexual y resonaba como una declaración de guerra dirigida al género masculino. Cuando redobló sus provocaciones, Andrea Dworkin fue abandonada a sus exageraciones y sirvió de punta de lanza a este nuevo feminismo. Su filosofía victimista, a pesar de todo, se fue abriendo camino. No dudó en comparar a las mujeres con los supervivientes de los campos de concentración y la palabra survivor fue usada después por otras autoras.

03 diciembre, 2009

Contrato a tiempo parcial

Lo que viene sucediendo con el contrato a tiempo parcial muestra muchas cosas, pero sobretodo, la frivolidad de una clase política y sindical que lo había relegado a un segundo o tercer plano porque el feminismo así lo había decidido al considerarlo como una de las fórmulas de la discriminación laboral de las mujeres. Por ese motivo, por ejemplo, en la Administración pública estaba prácticamente prohibido, a pesar de que, según muchos técnicos constituía la mejor fórmula para distintos puestos de lo público.

Ahora y como en Alemania se ha demostrado una forma eficaz para mantener el empleo se habla de él como si de una fórmula mágica se tratase y se quiere devolverle una dignidad que nunca debió haber perdido. Duele constatar cómo en lo político muchas cosas se deciden porque el lobby feminista las apoya o se dejan de considerar porque al lobby no le gustan, sin que haya detrás un trabajo de estudio y reflexión independiente. Observad por ejemplo que es ahora que tan cerca estamos de los cuatro millones de parados cuando menos referencias existen a su distribución por sexos.

Para que no todo sea de un color tan cenizo, ojead esta viñeta de Erlich

24 noviembre, 2009

El género, una utopía totalitaria

Dice Elisabeth Badinter en su libro: Por mal camino, “El eslogan implícito o explícito de “cambiar al hombre”, más que el de “luchar contra los abusos de ciertos hombres”, revela una utopía totalitaria. La democracia sexual, siempre imperfecta, se gana paso a paso.” (Alianza editorial, 2004, página 61)

Y no es el único rasgo que comparte con las ideologías totalitarias ya que al igual que en ellas, el individuo está subordinado al colectivo, en este caso el género, categoría con la que se establece la frontera con el otro, al tiempo que señala el lado bueno de la trinchera, y todavía más, ideología que en buena medida se profesa como si de una fe se tratase y que establece lo que ha de interesar a los miembros del colectivo por encima de sus propios deseos y voluntad.

Paradigmático en este sentido resultan el desprecio por la opinión de las prostitutas que dicen querer ejercer la prostitución, o mejor todavía, la elevación al alza del porcentaje resultante de la encuesta de acoso laboral y sexual, en base a un pretendido acoso técnico que consiste en corregir la opinión de las encuestadas para considerar acoso lo que ellas no consideraron así en sus respuestas, por ejemplo, l una mirada, un chiste o un piropo.

Pero, también, como está poniendo de manifestó la polémica por el artículo de Enrique Lynch, la facilidad con la que se juega con la libertad de expresión, incluso la consideración de El País como “un periódico que no respeta a las mujeres” o la extrema dureza de los argumentos utilizados contra él cuando se lo compara con un terrorista o genocida, incluso trayendo a colación el Holocausto. Todo ello unido a una enorme apetencia de poder y a una extensa literatura en la que se vierte sobre los hombres y lo masculino todo lo peor, tampoco constituyen las mejores credenciales para tranquilizar a nadie. La Ministra de Igualdad reprochaba, ayer mismo, a un tribunal de justicia de Cantabria, que no hubiera aplicado la ley contra la violencia de género a un chico de 14 años.

No pretendo desde esta bitácora dar lecciones a nadie, pero tengo la sensación de que al igual que sucedió en muchos otros momentos históricos, en el presente y por el lado masculino, hay mucha conciencia adormilada y han de ser mujeres con mucha experiencia en el campo femenino y feminista quienes nos alerten de una ideología con la que la sociedad tendría que ser mucho más exigente.
El artículo de Judith Astelarra en El País de hoy con el título ¿A quién tememos las feministas? del que no comparto muchas cosas, si parece claro en lo excesivo de la reacción contra el artículo de Enrique Lynch.

P.D. Os recomiendo a todos la visita a la web de Malaprensa http://www.malaprensa.com/ tendréis ocasión de asistir a un curso acelerado de cuanta manipulación existe en estadísticas que circulan a diario por la prensa.

19 noviembre, 2009

Los pecados capitales del feminismo

En esta entrada deseo hablar de feminismo, del feminismo en nuestro país, aquí y ahora. Creo que tiene su interés recapitular un poco y conocer de la mejor manera posible aquello que criticamos, al tiempo que se abre la posibilidad de discutir, entre los que participamos en esta bitácora, nuestros respectivos puntos de vista. Lo que sí no haré será ponerme excesivamente académico y llenar el escrito de citas y pies de página. Ni es lo mío en esta bitácora, ni creo que fuera lo más conveniente.

La intención pretende ser doble: conocer lo que nos preocupa, pero también preguntarme y preguntaros por las mejores estrategias para comenzar a dar respuesta a un estado de cosas cada día más lamentable en lo relativo a la relación entre los sexos y donde, sin ningún lugar a dudas, nos ha tocado jugar el peor papel, el de víctimas sin derecho a protesta, ya que tal cosa sólo puede reflejar, de hacer caso al feminismo y sus adláteres, neomachismo o cualquier otra cosa insultante.

Si algo caracteriza al feminismo es su opacidad, el moverse en una nebulosa de características difusas y límites poco precisos. Todo lo cual le va muy bien a quien ha preferido convertir el movimiento plural, abierto y democrático que en su día fue, en un lobby. Pero, ese mismo rasgo dificulta enormemente su crítica ya que, finalmente, conocemos lo que el feminismo piensa cuando ya se encuentra plasmado en leyes o a través de decisiones de los poderes del Estado, que se nos presentan como hechos consumados.

Todos sabemos que las grandes decisiones sobre las leyes de género han sido tomadas por este lobby, pero lo cierto es que a todos los efectos se nos muestran como decisiones autónomas de los poderes políticos. Podríamos decir que antes que por el ejército uniformado el feminismo ha preferido la estrategia de guerrillas y antes que la visibilidad la opción ha sido el mimetismo. No han conseguido nunca un partido feminista representativo pero han conseguido algo más importante: que la mayoría política haga suyos sus planteamientos. Que sea criticable el uso que se está haciendo de ese inmenso poder no debe hacernos olvidar que esa es la realidad de este momento. En este sentido sería interesante un estudio que pusiese de manifiesto el muy diferente “modus operandi” del feminismo en relación con cualquier otro movimiento social conocido.

(A lo que me quiero referir con eso del “modus operandi” es a que, si los movimientos sociales conocidos: se trate de partidos políticos, o de los sindicatos en el caso del movimiento obrero, se han caracterizado en la época moderna por una tríada constituida por una ideología, un líder y una organización cuanto más conocidos mejor, en el caso del feminismo nos encontramos con una ideología difusa, la ausencia de un liderazgo claro y asimismo la carencia de organización de referencia. Esas tres cosas han sido sustituidas en el feminismo por la penetración en otros movimientos sociales y sobre todo en los aparatos del Estado, con esa administración paralela de la que hablo más abajo, y por un ideario y una organización completamente fraccionadas y dispersas que hacen muy difícil por no decir imposible tanto la petición de responsabilidad como la crítica social. De hecho no se conoce ni un solo balance realizado por el feminismo desde su nacimiento, mucho menos cualquier autocrítica, y en cuanto a los renovados objetivos de cada momento los vamos conociendo a medida que se anuncian. En cualquier caso la impresión que produce es que para el feminismo siempre se está en el momento cero y siempre está todo por conseguir).

Y lo primero que me gustaría aclarar es, a qué feminismo me estoy refiriendo. Me refiero al feminismo dominante, al feminismo de las instituciones y el BOE, al feminismo consagrado en las leyes de género, al feminismo que heredero de las radicales americanas se hace denominar perspectiva de género, para quien la defensa de una pretendida igualdad no es más que un señuelo que lo que esconde es privilegio y desigualdad. Al feminismo que firmó un manifiesto contra la custodia compartida que todavía debe circular por Internet y que fue capaz de torcer en el último momento la voluntad de las Cámaras legislativas para que no se incorporase a la ley como había sido intención reiterada de todos. Y no lo elijo porque sea el que más simpatía me despierta, que no es el caso, sino porque es aquél que termina imponiendo su criterio.

Soy consciente de que existen otros feminismos, por ejemplo el de las autodenominadas “otras feministas”, como existen muchas otras mujeres que sin necesidad de adscripción mantienen posiciones que chocan con el feminismo dominante. Por citar algunas: Rosa Montero, Almudena Grandes o Maruja Torres. Pero lo cierto es que su posición, aunque muy válida, a la hora de la verdad, tiene poco peso en los círculos políticos y de decisión y quienes realmente llevan el gato al agua es el feminismo institucional.

Como veo que de continuar por este camino el escrito se va alargar mucho y se puede convertir en una entrada poco manejable, para abreviar me referiré a lo que considero sus “pecados capitales”, es decir sus aspectos más criticables y lo que, a mí entender, hace más difícil compartir el éxito arrollador de sus propuestas en el plano político y mediático, hasta el punto de ser desconocida la crítica en estos ámbitos. No así entre el ciudadano de a pie, para quien no sólo resulta difícil entender lo del diferente trato penal para hombres y mujeres, o la negativa a la custodia compartida, o como se está aplicando la legislación en las separaciones, pero lamentablemente sin mecanismos para hacer visible su malestar, mucho menos para condicionar de alguna manera lo que está pasando en este terreno. El alejamiento entre el ciudadano y la clase política se hace máximo en este terreno.

LOS PECADOS CAPITALES DEL FEMINISMO

1. Haber convertido lo que en algún momento se concibió como una conquista de civilización, la igualdad del hombre y la mujer, en un vulgar quítate tú para ponerme yo, y haber transformado lo que era un movimiento democrático y de masas que no rehuía el acuerdo con otras organizaciones, en un lobby de presión que esquiva el debate democrático y la discusión serena, y que frente a las políticas educativas y de convencimiento, ha optado claramente por la propaganda, la coerción y el Código Penal. Nuestro país se ha convertido de unos años a esta parte en el que tiene las cárceles más llenas de Europa y el Código Penal no deja de endurecerse cada día más.

2. Dividir a la humanidad en dos bloques irreconciliables: el hombre y la mujer; y actuar con el mismo espíritu sectario y vengativo de cualquier dualismo maniqueo de buenas y malos que sostenga la necesidad de la primacía de unos sobre los otros, en este caso, unas sobre los otros. Es lo que la sociedad americana denomina guerra de sexos y que en su formulación y expresión más brutal se resumió por el feminismo radical como “el hombre el enemigo a batir”. Una forma menos agresiva de presentarlo, pero no menos virulenta en su intención, es la pretensión formulada por este feminismo cuando habla de la “necesidad de cambiar al hombre”.

Lo cual por otro lado derriba la ficción sostenida durante tanto tiempo del género femenino como la expresión de la empatía y la comprensión. En este asunto el feminismo no juega con grandeza de miras, sino como un sindicato de intereses que sólo hubiera de estar atento a satisfacer las demandas de su clientela. Y así, la escuela irá bien si el éxito de las chicas es mayor que el de los chicos, la sanidad y salud pública si atiende con preferencia las demandas femeninas y un largo etcétera en que el único criterio de medición será el interés de género, del género femenino claro está.

3. Victimismo. Presentar la historia de los sexos, incluso la evolución de la especie como una historia de imposición masculina, donde a la mujer sólo le quedase el papel de víctima; no dudando para ello en una interpretación simplista e interesada de cuanto sucedió a lo largo de los siglos. De este modo el hombre habría decidido que la mujer permaneciese en la cueva, mientras él gozaba del inmenso privilegio de la caza del mamut. La historia de los sexos no estaría representada por los hombres y las mujeres de un lugar y una época, sino que por un lado tendríamos príncipes cargados de poder y, por el otro, esclavas cargadas de hijos y obligaciones. Ese mismo planteamiento se hace hoy día, a los hombres nos representa el señor Botín y algunos otros con un poder equivalente en la política o cualquier otro campo y a las mujeres esas madres trabajadoras con doble o triple jornada laboral. Ni el hombre trabajador y esclavizado existiría, ni la mujer rica y poderosa tendría cabida en este simplista e interesado esquema.

4. Sostener que vivimos en un tipo de sociedad -la patriarcal- en la que todos los poderes están concebidos para garantizar la supremacía de lo masculino y que en su funcionamiento y para mantener esa explotación y discriminación del género femenino no duda en ejercer todo tipo de violencias contra la mujer. Para sostener tal ficción es preciso ocultar o presentar como naturales todas las muertes o desgracias sufridas por los varones de las que el único responsable sería él y su mala cabeza. En este sentido sería interesante un trabajo sobre el seguimiento dado en los medios a las muertes de hombres y mujeres por violencia de pareja para comprobar hasta qué punto parecería que hablásemos de cosas sin nada en común. Pero sería interesante abrir el objetivo y analizar el tratamiento dado a las muertes por accidente laboral, el suicidio y en general a la vida de los hombres después de una separación cuando les toca vivir con un tercio de su sueldo.

5. Sostener que la violencia de pareja es unidireccional –de hombre a mujer- y sus dos corolarios: presunción de culpabilidad del varón y presunción de veracidad e inocencia de la mujer, de las que resultan una legislación en relación con la violencia de pareja y las separaciones matrimoniales completamente inasumibles desde el punto de vista masculino.

Ni que decir tiene que al hombre no le es reconocido ningún derecho en el terreno de la reproducción. Todos, y de manera absoluta, pertenecen a la mujer, lo que sin embargo no es óbice para que en relación con la ley del aborto en discusión en estos momentos en el Congreso, ya que no entre la opinión pública, se haya silenciado el documento levemente crítico de cristianos por el socialismo, pero Margarita Rivière haya podido publicar en El País un artículo titulado: Aborto y paternidad irresponsable. Ese es nuestro papel, nada debemos ni podemos decir en relación con el asunto, pero si hay que hablar de alguna irresponsabilidad entonces jugamos con todos los boletos.

6. Jugar permanentemente a la mentira y el engaño. Y así habríamos de creer que el diferente trato penal, la discriminación positiva, el control por parte del feminismo de las grandes cuestiones sociales y morales, y eslóganes como los de la actual campaña contra el maltrato, no deban ser considerados en sí mismo la manifestación más clara de la desigualdad y la discriminación del varón, sino el camino que prepara la igualdad. En este asunto, no estaríamos ante una ideología, la perspectiva de género, tan legítima como cualquier otra, pero no más, sino ante un credo de obligado cumplimiento para todos.

Como botón de muestra de la idea de igualdad que se maneja desde este feminismo y de la necesidad de mezclar todo con la violencia, sirva la actual campaña institucional, que con el lema “Entre un hombre y una mujer maltrato cero” pretende equitativas las dos expresiones siguientes:

Ella dice: “De todos los hombres que haya en mi vida, ninguno será más que yo”
El dice: “De todas las mujeres que haya en mi vida, ninguna será menos que yo”

Y si expresivo es el mensaje, no lo es menos el espeso silencio en torno a la misma por parte de todos, particularmente la clase política que aquí no aprecia ni asimetría ni desigualdad.

7. Convertir la estadística, la sociología y cuanta ciencia social haga falta, en meras armas de propaganda en las que no importa violentar cualquier criterio científico o de verdad. Así las estadísticas sobre violencia, acoso sexual y acoso laboral se confeccionan mediante un cuestionario que, si muestra ya un importante sesgo en sus contenidos, se pasa exclusivamente a mujeres, con el pretexto de que ellas son las que más los sufren. Es decir, la respuesta está en la premisa y no se trata de demostrar, sino de confirmar algo que ya estaba establecido así en la teoría. El trabajo prosigue con el tratamiento que los medios hacen de esa información y con la impagable labor desarrollada desde esa administración paralela que el feminismo ha ido adosando a la Administración general, constituida por el Ministerio de Igualdad, el Instituto de la mujer, las Consejerías de la CC.AA., las concejalías e incluso algunas ONG’s .

Curiosamente, la única referencia a la ciencia que se le conoce a este feminismo es cuando califican de pseudociencia al SAP (Síndrome de alienación parental), como si por negar el síndrome la manipulación de los hijos dejase de producirse y ser un fenómeno medible y observable. Tiene su aquél que quienes sostienen ideas tan peregrinas como que toda la violencia de pareja tiene una única causa: el deseo de dominio del varón, o que las diferencias entre el hombre y la mujer son todas culturales, ignorando olímpicamente toda la ciencia de los últimos decenios, se atrevan a hablar de pseudociencia en lo referente al SAP sencillamente porque la experiencia dice que de reconocerse las más perjudicadas serían las mujeres.

8. Jugar a la invisibilidad del dolor y el fracaso masculino, consista éste en la menor esperanza de vida, el mayor índice de suicidio o de muerte por accidente laboral, o de otro tipo, en el fracaso y abandono escolar, o cualquier otra circunstancia en la que el varón muestre una mayor vulnerabilidad o deba arrostrar las tareas sociales más penosas y de mayor riesgo. Aquí jugamos con una enorme desventaja. Mientras que las mujeres cuentan con multitud de organizaciones encargadas no sólo de dar asesoramiento y hacer seguimiento de multitud de cuestiones: económicas, jurídicas, etc. ampliadas con los múltiples organismos públicos que colaboran en esa tarea los hombres no contamos absolutamente con ninguna y así nadie sabrá porque se le ha rebajado la condena a la madre de Alba o porque el impacto de género medirá que la mujer no salga perjudicada, no así el hombre, o por qué el sexismo ha dejado de ser discriminación por razón de sexo.

9. Haber convertido la figura masculina en un padre ausente, mediocre amante y fuente de todo cuanto problema social y familiar existe.

10. Considerar que las normas están bien cuando favorecen o son fuente de privilegio para las mujeres. En todos los demás casos, hijas de una sociedad que discrimina y explota a la mujer. Es interesante destacar que generalmente las conquistas femeninas conllevan la alteración o el cambio de las normas que hasta ese momento regían. Normas que serán sustituidas por otras sin fecha de caducidad...


A pesar del lamento femenino en el sentido de que las desposeídas, las discriminadas y las explotadas son ellas, lo cierto es que el poder político y mediático en relación con las políticas de género está todo de su parte, y lo está, por partida doble, desde la sociedad civil donde las únicas autoorganizadas son ellas, pero también en las administraciones públicas: desde el Ministerio de igualdad a la última concejalía o ONG. En este contexto lo único que me resta por decir es que mientras no demos pasos en el sentido de autoorganizarnos, a sabiendas de que cualquier cosa que hagamos en esa dirección será tildada de forma insultante como el intento de recuperar privilegios, habrá poco que hacer.

El vídeo colgado en la última entrada de Buenamente refleja bien a las claras la excepcionalidad de que un medio de comunicación dé el paso de TV3, pero al tiempo no puede dejar de reflejar la inmensa soledad institucional y de otros hombres en la que está Paco.

Es verdad que lo que desde ésta y otras muchas bitácoras se viene haciendo o que la participación en los foros de Internet donde se debaten éstas cosas es muy importante pero si, finalmente, no somos capaces de unir mínimamente nuestros esfuerzos, difícilmente saldremos del agujero en el que nos han metido y en el que corremos el riesgo de quedar enterrados.

18 noviembre, 2009

SAP

El Congreso también se pronuncia, para negar su validez, sobre el debatido Síndrome de Alienación Parental (SAP). Sus defensores lo definen como el síndrome por el cual el progenitor que tiene la custodia del niño lo programa para odiar al otro. Hay jueces que han quitado custodias por esta razón. Las asociaciones de mujeres, el Ministerio de Igualdad y ahora el Congreso niegan su existencia y lo tachan de invención pseudocientífica. Otros hablan de la necesidad de estudiar la manipulación de los padres sobre los hijos, se llame SAP o no. "A lo mejor no es un síndrome clínico, pero es un hecho que esto sucede y hay que prestarle atención", opinaba Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, en un congreso sobre victimología celebrado la semana pasada en Madrid.
Se puede leer hoy aquí.

P.D. Juego de niños

10 noviembre, 2009

Sofisma

En el telediario de la noche de TVE1 y en el espacio de breves segundos he escuchado que España posee uno de los índices de obesidad infantil más altos del mundo y, a continuación, que también nuestro país era de los de Europa el de mayor consumo de cocaína y el segundo, detrás de Italia, de cannabis. Añado yo, que nuestras cifras de desempleo también son de las más altas, así como el fracaso y abandono escolar. Podría continuar con que ninguna de nuestras Universidades está a la cabeza de las de Europa, pero tampoco se trata de abrumar con datos negativos…

Mi pregunta es: ¿tendrá esto algo que ver con la sociedad que estamos creando o quizá para estas cosas será mejor recurrir a algún sofisma?

P.D. http://www.elpais.com/recorte/20091113elpepuvin_2/XLCO/Ges/20091113elpepuvin_2.jpg

02 noviembre, 2009

Algo está cambiando

Algo está cambiando. Es verdad que de forma poco perceptible, pero algo está cambiando en el tema de la igualdad y la legislación de género. Sería iluso pensar que se trata de algo sustancial porque de momento no lo es, la legislación de género está toda en pie sin que quepa pensar otra cosa que lo va a estar durante muchos años, pero casi todo se mueve: la prensa, la justicia, la opinión pública…

Donde parece que nada se mueve es en el plano político donde ningún partido ha dado el más mínimo paso hacia la autocrítica y la necesidad de modificar algunas leyes manifiestamente injustas como la de divorcio, la de violencia de género, o la de igualdad que, como podemos comprobar un día sí y otro también, supone que está bien que seamos paritarios allí donde el feminismo institucional crea que debe ser, porque donde la mujer goce de una situación privilegiada es porque se lo tiene bien merecido y si la situación es buena no importa que ellas representen el 90 %.

Quizá lo que mejor ejemplifica esta situación sea el Ministerio de Igualdad que como todo el mundo sabe vela por igual por los intereses de las mujeres y los hombres.

El rechazo generalizado que en los foros de Internet provocan estas leyes demuestra algo de lo que estoy diciendo, aunque luego haya un trecho muy grande entre la actitud demostrada ahí y, por ejemplo, el acto de votar. De hecho los partidos políticos nada detectan en ese sentido porque en el momento que eso suceda sí comenzarán a dar algún paso. En cualquier caso queda mucho por cambiar y mucho por revisar y criticar.

De momento nos movemos entre una izquierda que quiere capitalizar como sea el hecho de que históricamente ha sido ella quien ha apoyado al movimiento feminista y las reivindicaciones de las mujeres y una derecha acomplejada que sabe que el granero de votos que representan las mujeres es demasiado grande y está muy bien organizado, como para atreverse a mantener una posición clara en este asunto. Por lo demás, despotricar contra los hombres y lo masculino es rentable electoralmente.

Lo que acaba de confirmar mi percepción de que algo se mueve es que el feminismo, que lleva muchos años alejado de cualquier diálogo o acercamiento a la opinión pública, porque lo suyo era moverse en clave de lobby, parece que necesita tomar contacto con la gente y se ve abocado a suscitar debates en algún medio con el ánimo de mostrar lo necesario que resulta para esta sociedad. Eso sí, en clave plenamente feminista, es decir preguntando qué es lo que los demás estamos dispuestos a hacer por ellas.

30 octubre, 2009

Aristocracia femenina

Aún cuando no siempre coincido con Ángeles Caso me parece muy interesante lo que recoge en su último libro en el sentido en que queda reflejado en este entrevista, por cuanto creo que hay mucho de cierto en lo que dice y lo hay también en algún sentido que ella ni tan siquiera apunta, como es la falta de pudor del feminismo para echar mano de la situación de las mujeres en muchos países del tercer mundo para justificar privilegios en el nuestro.

Sucedió así cuando la ley contra la violencia de género, cuando para apoyarla se recurrió a normas de la ONU pensadas para países donde la situación de la mujer no tiene absolutamente nada que ver con la de estos lares (Y esto no es una apreciación mía, sino que fue el propio Consejo de Estado quien en el dictamen que emitió en su momento decía exactamente eso que acabo de escribir más arriba).

Pero sucede también cuando personajes como Isabel Coixet justifican las ayudas al cine hecho por mujeres en base que otras mujeres ganan menos que los hombres. Como escribo en el comentario de la noticia, me parece una lógica curiosa que alguien por pertenecer al mismo sexo se considere por ese solo hecho con derecho a ser la beneficiaria por la discriminación que sufran o puedan sufrir sus congéneres.

O tal como lo planteo en el comentario: suponiendo que sea cierto lo de que las mujeres cobran menos, no alcanzo a entender la lógica de Coixet para que sea ella y sus colegas quienes deban salir beneficiadas. ¿No será, que una aristocracia femenina se apoya en las reales a ficticias discriminaciones de las mujeres que realmente lo pasan mal para medrar a costa de ellas?

27 octubre, 2009

Suicidio y género

He vuelto a leer las páginas que Ivon Dallaire en su libro: Homme et fier de l’être(Éditions Options Santé, 2001) dedica al suicidio y entresaco de ellas algunos de párrafos como cuando dice: "que al contrario que las mujeres que utilizan el suicidio como una llamada de socorro, el hombre que decide suicidarse quiere realmente morir".

O cuando recoge la opinión de Laurent Garneau, responsable del Centro de Prevención del suicidio de la región de Saguenay-Lac-St-Jean, según el cual “la elevada tasa de suicidios se debe a diferentes factores, entre los que se encuentran, la ausencia de modelos masculinos fuertes lo que hace difícil la adquisición del rol masculino, la presencia de prejuicios muy negativos contra los hombres, el desconocimiento de sus propias señales de peligro y la dependencia afectiva de numerosos hombres en relación con su mujer en lo relativo a su salud, sus necesidades de ayuda y su vida social en general”

También cuando dice, luego de analizar las múltiples causas vinculadas con la edad,
“Una sola causa no tiene nada que ver con la edad: las penas de amor. Sean vividas como rechazo en el caso del joven, como un divorcio o separación en el caso del hombre maduro o como viudez en el caso del hombre mayor, el aislamiento y la soledad que siguen a una pérdida interpersonal constituye siempre una causa potencial de suicidio…” “En efecto, según diferentes estudios, los hombres divorciados y los viudos se suicidan en una proporción de tres a seis veces superior a la de los hombres casados“. “La diferencia es mucho menos entre las mujeres casadas y divorciadas porque son las mujeres quienes mantienen la guardia y custodia de los hijos después del divorcio, lo que constituye un factor protector contra el suicidio”

En fin, un relato donde se pone de manifiesto la mayor incapacidad del hombre para afrontar este tipo de situaciones; incapacidad derivada en buena medida de una forma de asumir la masculinidad que considera toda demanda de ayuda como un signo de debilidad, y se manifiesta en forma de una menor atención a la propia salud y vida íntima, hasta el punto de renunciar a la visita al médico o a comentar su problema con los que le son más próximos.

Es por ello que la información suministrada por Pilar Sáiz y otros psiquiatras participantes en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría, en relación con lo que está pasando en España, tiene una gran importancia por cuanto viene a corroborar lo que ya es sabido desde hace muchos años y que fragmentariamente hemos ido recogiendo en bitácoras como ésta y otras muchas que militan en la crítica a la Perspectiva de Género y el fundamentalismo feminista y que, podría resumirse en que para ese feminismo el fracaso y el dolor masculino cuando más invisible mejor mientras que, por el contrario, el dolor de las mujeres lo debe ocupar todo.

Difícilmente se puede atribuir a casualidad que los medios hayan incurrido en el gravísimo error de confundir la no publicación de cada muerte por suicidio para evitar el efecto contagio con el silenciamiento de un gravísimo problema de salud que afecta a todos, como tampoco se entiende la inexistencia de una Estrategia de Salud Mental, incluso que la propia información derivada del Congreso y presentada por los propios ponentes haya sido reducida a la mínima expresión. Tengo para mí, y esto ya sólo responde a mi convicción, que si los términos en que este gravísimo problema afecta a hombres y mujeres estuvieran invertidos no sería necesario estar reclamando a estas alturas un plan de actuación y otra actitud por parte de los medios, máxime si tenemos en cuenta que ambas cosas podrían salvar muchas vidas ya que, como dice el doctor Marín, no sólo la familia sino el quiosquero o el camarero pueden ser de gran ayuda para poner al presunto suicida en manos de psiquiatra.

24 octubre, 2009

Datos sobre suicidio

Conseguir íntegra la información suministrada por la doctora Pilar Saiz sobre el suicidio en España se convierte en una odisea ya que la inmensa mayoría de medios ha optado por silenciar buena parte de la información incluida la incidencia por sexos. Podéis hacer la prueba vosotros mismos. En mi caso la más completa la he encontrado aquí.

Merece ser resaltado los siguiente:

En España muere más gente por suicidio que en accidentes de tráfico, un total de 3.263 personas en el 2007 frente a las 2.741 que perdieron la vida en la carretera ese mismo año, según datos facilitados por la doctora Pilar Sáiz, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, en el marco del XIII Congreso Nacional de Psiquiatría.

"Saiz ha informado de que las tentativas son más frecuentes en las mujeres: ellas suelen recurrir a la intoxicación por medicamentos, y los suicidios consumados lo son más en los hombres, quienes eligen métodos más violentos como el ahorcamiento, la precipitación o la sumersión. En España, la tasa de suicidio por 100.000 habitantes fue de once para los hombres y de 3,5 para las mujeres, en el año 2007."

"La doctora Pilar Saiz, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, ha ofrecido estos datos en una rueda de prensa, convocada en el marco del XIII Congreso Nacional de Psiquiatría, para llamar la atención sobre un grave problema que, sin embargo, no parece despertar el interés de las autoridades." (la negrilla es mía)

 

Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa

Las actas del Congreso en las que se recogen las discusiones sobre los Presupuestos Generales del Estado del año pasado cuando a quien le tocaba defenderlos era al señor Solbes reflejan que Rajoy comunicó al entonces ministro que no se iba a «enzarzar» en discusiones con él, con la siguiente argumentación: «No vea en mis palabras una crítica dirigida exclusivamente a usted, no se pueden pedir responsabilidades a quien no tiene capacidad de decisión o la tiene muy limitada».

Nadie en aquel momento habló de ninguneo al vicepresidente ni cosas por el estilo, mucho menos de una ofensa. Pero ahora hay quienes para la misma actitud al haber sido desplegada ante una mujer, la señora Salgado, quieren ver la peor de las ofensas y la manifestación más clara del machismo del jefe de la oposición. Como vivimos en el reino de la hipocresía esos mismos bien se guardan de argumentar algo parecido para el señor Durán a pesar de que también pidió discutir con el Presidente.

Y cuando ya el guirigay parecía apagarse después de que hubieran argumentado en un sentido y otro casi todos, y en particular la ministra Salgado, y las señoras Cospedal y Saénz de Santamaría, el señor Millás como si de ponerle una guinda al pastel, en un artículo titulado: Hombres, vuelve a la carga con el ninguneo y el machismo del señor Rajoy vinculando todo ello con los gobiernos del señor González a los que identifica con “el robo, el secuestro, la tortura, el crimen y la corrupción...” y todo ello con la “testosterona rancia” y los “gobiernos-macho”.

Siempre me intrigaron los que utilizan la palabra hombres para referirse a los otros. Si mal no recuerdo por algún lado leí que eso constituía una forma de autoodio. Como difícil me resulta concebir un ejercicio más burdo de misandria, pero al parecer eso cotiza y bien. En mi auxilio hecho mano de nuevo de la frase de Shakespeare en Macbeth: “La vida es una sombra… Una historia contada por un necio, llena de ruido y furia, que nada significa”.

22 octubre, 2009

Cuando el género lo ocupa todo

Recientemente la ministra Salgado dijo en el Senado que la economía española estaba sometida a un “especial escrutinio” por parte de las instituciones internacionales y para ilustrar la afirmación dijo que le pasaba “como a las mujeres” que para demostrar lo mismo tenía que “trabajar el doble”.

A raíz del reciente debate sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2010 la señora Cospedal dijo que: Rajoy “estuvo muy correcto”, porque de haber sido más agresivo, al ser él un hombre, hubiera quedado como cuando “un chico le pega a una chica en el colegio”. Ahora la señora Salgado insta a Cospedal a que “mida sus palabras” y Soraya Saénz de Santamaría ve "lamentable que se recurra al machismo para justificarse".

Esto tenía que pasar. En una coyuntura como la presente la ministra de Economía, la portavoz en el Congreso y la secretaría general del principal partido de la oposición se enzarzan en una polémica a la que difícilmente se le puede ver algún tipo de utilidad ni para afrontar la crisis económica ni ninguna otra cosa. Me temo sin embargo que tendremos que habituarnos a episodios como éste en muchas otras ocasiones dado lo tentador que resulta para cualquier mujer recurrir al victimismo para justificarlo todo.

19 octubre, 2009

Ley aborto

Ayer La Vanguardia publicaba el siguiente texto sobre el aborto, texto que hoy recogen también otros medios.

Este es otro de esos temas sobre los que al parecer cuanta menos información tenga la opinión pública mejor, porque se ha decidido dejarlo en "buenas manos".

11 octubre, 2009

Mercado laboral de EE.UU

Parece que lo de que la crisis golpea con más fuerza a los hombres no es un fenómeno exclusivamente español ni de nuestra economía. Leed este artículo sobre lo que está sucediendo en el mercado laboral americano, merece la pena. Mientras tanto Fanny Rubio habla de odios, Aído de que no se ha tenido suficientemente en cuenta a la mujer y la ministra Salgado de que nuestra economía está sometida a un especial escrutinio por parte de los organismos internacionales, ergo, (según ella) como la mujer, debe trabajar el doble.
En La Vanguardia la noticia aparece así.

10 octubre, 2009

alteridad y empatía

Quizá el efecto más devastador de la perspectiva de género resida en que finalmente incapacita para la alteridad, incapacita para la empatía. Empatía tantas veces argüida por el feminismo aunque el parecer sólo para exigirla al otro. A fuerza de creerme mejor acabo por hacer del otro el distinto, el diferente, el obstáculo. A fuerza de buscar mis razones me olvido de que quizá el otro también tenga algunas, me encierro en mí misma y finalmente no me resulta difícil culpar al otro de todo lo malo que pasa y que me pasa. El victimismo entonces lo ocupa todo. Sucede un poco lo que con el nacionalismo que finalmente acaba culpando de sus males al enemigo exterior. Creo que sobran ejemplos de lo uno y lo otro.

Si Amenábar muestra en Ágora cómo, quienes habiendo sido perseguidos se convierten en perseguidores con igual o mayor saña, en el caso del feminismo quizá esté resultando algo parecido aunque cueste más verlo porque nos afecta directamente y lo tenemos más cerca. El feminismo institucional o de género está tirando por tierra ¡y de qué forma! toda la historia anterior hasta convertir al movimiento en un mero sindicato de intereses dirigido por un lobby consciente de que administra un gran poder y que definitivamente ha renunciado a cuanto había caracterizado al feminismo histórico incluidas la idea de un movimiento democrático y de masas.

Negarse a admitir cualquier razón que venga del otro, justificar cualquier mentira o exageración siempre que favorezca a las mías, son los síntomas más claros de que se ha iniciado el descenso por el tobogán que conduce directamente al odio y la confrontación. Repetir una y mil veces lo de la discriminación salarial femenina sin preguntarse si es verdad o a pesar de saber que no es verdad, confeccionar estadísticas a nuestro acomodo para que nos ofrezcan los resultados que queremos, legislar buscando la eximente y el privilegio son cosas que están pasando en nuestro país hoy y son practicadas con fruición por el feminismo institucional…

Todas estas cosas están ahí. Saber ponderarlas en su justo significado ya no es tan fácil. Hasta el presente nada hemos oído del lado de las feministas para quienes la autocrítica es algo que no va con ellas, convencidas como están de que sus razones son tan poderosas que quien se oponga a ellas, sea con argumentos o sin ellos, no puede ser más que un vulgar enemigo de las mujeres que sólo merece el mayor de los desprecios. La cuestión es que, para resolver este asunto necesitamos restablecer el respeto mutuo y eso requeriría por su parte estar dispuestas a aceptar que lo que está en juego no es cosa de ángeles y demonios, sino de seres humanos que necesitan convivir sin pisar y sin que les pisen. Ni tan siquiera valdría aducir una opresión anterior para pensar que los hombres deberíamos aceptar las discriminaciones del presente.

Nota: Las anteriores reflexiones las he escrito después de participar en el debate que suscitó el siguiente artículo de Fanny Rubio en el diario El País

07 octubre, 2009

Tirar la piedra y esconder la mano

He vuelto a leer en Malaprensa la entrada y los comentarios sobre los sueldos medios de hombres y mujeres y he pensado que quizá no nos estamos preguntando lo fundamental: ¿Dónde está el feminismo en toda esta cuestión? ¿Por qué hay momentos en los que el feminismo no aparece, hasta el punto de su más completa invisibilidad? ¿Cómo es posible que este tema haya podido ser aducido como una de las pruebas más contundentes contra la sociedad patriarcal, pero llegado un momento como el presente en el que dicha tesis parece completamente insostenible el feminismo no aparece? Lo cual por otro lado no significa que no se vaya a seguir utilizando el argumento como siempre se ha hecho, como una mentira estadística que a fuerza de repetirla la gente se la he terminado creyendo.

Que ha sido el feminismo quien ha propagado la idea de la discriminación salarial de la mujer creo que no lo duda nadie, que es el feminismo quien sigue aduciéndola para justificar las más variopintas cuestiones –recuérdese que esta cuestión ha sido esgrimida muy recientemente para justificar las ayudas al cine hecho por mujeres- tampoco y, sin embargo, llegado el momento de la discusión de una pieza tan fundamental de su pensamiento como la discriminación salarial el feminismo no aparece y, ¡ojo! segunda paradoja, parece que tampoco se le echa en falta de tal modo que la discusión continua como si de una cuestión técnica se tratara. Desde luego si se trata de una estrategia de defensa hay que reconocer que es de lo más inteligente: hago uso de la citada cuestión cuando de sacar partido se trata y desaparezco de la escena en el momento de rendir cuentas.

No es la primera vez que tengo esta sensación. Desearía poder tener enfrente a las mantenedoras de las tesis feministas para poder debatir estas cosas con ellas, pero nunca aparecen, nunca están. Están en la prensa, en la política, en el poder, pero jamás a la hora del debate y de ahí que pueda hablar de esto en lugares como Ahige (aunque hace mucho tiempo que no lo visito), o en las bitácoras Buenamente, Malaprensa, Wonkapista o tantas otras, pero no con aquellas para quienes constituye uno de los pilares de su ideología y de su acción política. Y tengo que reconocer que como estrategia defensiva es absolutamente genial aun cuando en términos de debate democrático resulte tan pobre y tan desalentadora. Y no me cabe un nombre más apropiado para esta actitud que el de deshonestidad intelectual. Claro que en términos un poco más vulgares a esto se le llamaría: tirar la piedra y esconder la mano.

02 octubre, 2009

Encuesta Estructura salarial

Vaya, parece que algo hemos avanzado. La nota del INE de 22 de septiembre de 2009 sobre la Encuesta anual de estructura salarial 2007, ya se realiza indicando que la comparación de los sueldos de mujeres y hombres no se refiere “al mismo trabajo” sino al salario medio lo que no tiene en cuenta variables como la jornada, el puesto, etc., como venimos recordando en esta bitácora desde hace muchos años. En concreto este párrafo resume bastante bien el contenido de esas diferencias: “Estas diferencias se explican, entre otras razones, porque hay una mayor proporción de mujeres que de hombres trabajando a tiempo parcial, lo que da lugar a que sus ganancias anuales sean inferiores.” La noticia la encontraréis en:
http://www.ine.es/prensa/np568.pdf

Confiemos en que no haya que aguardar tantos años para que publiquen el salario por hora trabajada (Si se quiere tener una medida aproximada de las diferencias salariales entre hombre y mujer, desde luego parece un índice mucho más acertado que el salario medio, que compara a quien trabaja 8 horas con quien trabaja 6 o 4). Cuando lo veamos y espero que no pasen muchos años seguramente se producirá más de una sorpresa.

27 septiembre, 2009

¿Igualdad o realidad a medida de un patrón sesgado?

Sin considerarme un especialista en estos temas de la lengua lo que si tengo claro es que la actual confusión hombres –genérico humano- y, hombres –varones- actúa clarísimamente en nuestra contra. Sólo dos pequeños ejemplos, si la realidad nos dice que el contacto de los niños en las primeras etapas de la vida es mucho mayor con el lado femenino –madres, cuidadoras, maestras…- y eso mismo es aducido por las mujeres para reivindicar sus derechos en caso de separación, pero también como prueba de su entrega generosa “al otro”, resulta que cuando comienzan los problemas y resulta que los adolescentes dan muestras de falta de educación, respeto y norte en la vida es entonces cuando la responsabilidad es de: los padres, la escuela, los profesores… Incluso el machismo de las nuevas generaciones nada tendría que ver con quienes con más contacto tuvieron, sino con la abstracción patriarcado.

Otro ejemplo sería cuando se trata de hablar de un comportamiento antisocial. Para este caso citaré una situación real de hace muy pocas fechas cuando Julia Otero en su programa de radio entrevistaba a un especialista en violencia juvenil a propósito del crecimiento exponencial de las agresiones de hijos a padres. El citado especialista en todo momento utilizó el genérico: chicos, adolescentes, hijos, etc. para referirse a los agresores, sin que por supuesto a Julia se le ocurriese pedir que no se invisibilizase a las niñas, chicas, agresoras, etc. En ese contexto chicos, agresores, niños, etc. a la audiencia nos sonó en todo momento a varones.

La invisibilidad en muchos momentos es la mejor defensa y garantía y esa es un arma que a los varones nos está vedada. Cierto es que, según muchos estudios, las mujeres nos superan ampliamente en las habilidades de tipo verbal. Si hiciéramos un seguimiento del uso de las palabras: mujer y hombre, padre y madre, chico y chica, en los medios de comunicación social, veríamos con claridad meridiana que el uso de los masculinos aparecería siempre que se estuviese hablando de una problema pudiendo aparecer o no los femeninos correspondientes y también, que en el caso de estar hablando de una virtud o algo positivo el femenino estaría garantizado pudiendo o no aparecer también el masculino.

Y aún cuando a lo que Manu se refiere en su último comentario, es a la conciencia de género, que en el caso de las mujeres es algo que se ha ido forjando a lo largo de los dos últimos siglos, creo que lo anterior algo tiene que ver con ella. Entre los hombres esta conciencia de género no se ha desarrollado; de tal modo que en un mundo en el que la ideología de género ha conseguido partir en dos lo social: mujeres por un lado y hombres por otro, los varones siguen aceptando de grado o por fuerza el rol histórico: principales proveedores, labor de seguridad y protección, trabajos duros y pesados, guerra y en general situaciones conflictivas… al tiempo que justamente esas situaciones son las que permiten su caracterización como violentos, padres ausentes, discriminadores en lo salarial y desde luego explotadores y abusadores

Un trabajador de la construcción con trabajo a tiempo completo en las estadísticas aparecerá como formando parte del grupo dominante por: trabajo a tiempo completo y, quizá, por salario por encima de la titulación académica, también como padre y marido ausente por menor dedicación a los hijos y la casa; por el contrario, una empleada de oficina a tiempo parcial aparecerá en todas las estadísticas como discriminada, por contrato basura (esa es la consideración que les merece el contrato a tiempo parcial), por discriminación salarial: seguramente gane menos que él, y también por mayor dedicación al hogar y los hijos. La esperanza de vida de ambos es bien diferente, como también lo es la probabilidad de accidente laboral, como también que de haber sido pareja y producirse separación ella se quedase con los hijos y la casa y una pensión compensatoria, como también las posibilidades de ocio y cuidado personal… pero, ¡ojo! él forma parte de la parte dominante de la sociedad ella de la parte explotada y discriminada. En la sombra de los números de las estadísticas de género constituirían la más genuina representación del patriarcado.

Cuando el feminismo habla de los roles no lo hace para relevarnos del nuestro, no, no lo hace para pedir relevarnos en los trabajos de la construcción, en los de protección o seguridad, o para dejar que nosotros nos quedemos en puerto mientras ellas se enrolan en pesqueros de alta mar. No lo hace porque envidie unas manos llenas de callos y prefiera vernos con la manicura hecha y las uñas pintadas. Tampoco lo hacen para ofrecernos un papel más destacado en la casa y con los hijos, más bien al contrario llegada la ocasión se aferran a su papel de madres de una forma que a uno le hace pensar cómo habrá que interpretar la trayectoria ideológica del feminismo cuando atribuye al patriarcado la condena al papel de reproductoras y el hogar.

Por eso, me parece que lo relevante para los hombres sería efectivamente poner en cuestión nuestro rol tradicional, pero también claramente aquel al que el feminismo institucional nos quiere condenar y que básicamente se queda con lo peor de ambos, ya que del lado femenino parece que están dispuestas a cedernos la plancha, la cocina y la colada apartándonos de los hijos, y del nuestro no les importa dejarnos la seguridad y la guerra, los trabajos duros y pesados y en todos los casos las situaciones conflictivas. ¡Ojo! en su caso se reservarían la casa como hogar, los hijos y dentro del trabajo social los trabajos administrativos y los de dirección y control. Tampoco parece que les incomoden los que tienen que ver con la conformación de la conciencia social sea: como madres, cuidadoras, maestras, psicólogas o en la carrera judicial y el ámbito político. Desde luego el papel de dueñas de la moral sería incuestionable que les pertenecería.

En cuanto a las normas que regirían esta sociedad serían aquellas que mejor garantizasen el cumplimiento de los objetivos de la agenda de género incluyendo discriminación positiva, paridad, trato privilegiado en lo jurídico y lo penal, etc. Una situación plagada de derechos y de la que no se derivaría ninguna obligación. Una situación en la que jamás cabría considerar al varón como discriminado o en desigualdad de oportunidades ya que, en caso de producirse éstas, serían de su exclusiva responsabilidad, en contraste con la desigualdad femenina, siempre fruto de una sociedad patriarcal al servicio de los hombres. Se trataría en suma de presentar como igualdad lo que en última instancia sólo sería una realidad a la medida del patrón feminista. Donde la mujer no llegase por sus medios una medida discriminatoria vendría a remediar la situación, donde el hombre no llegase se hurgaría en la herida.

Cómo hayamos podido llegar tan lejos no es sencillo de comprender, en cualquier caso lo que a estas alturas parece innegable es que el feminismo se ha convertido en un sindicato de intereses dispuestos a arrancar de cualquier situación un privilegio, del que el último hasta el momento lo tenemos en las ayudas al cine realizado por mujeres. Medida que en los comentarios de la calle prácticamente nadie está dispuesto a apoyar, en particular las mujeres deseosas de que se las considere por lo que hacen y no por su sexo, pero de la que no me cabe la menor duda que se terminará imponiendo porque para estos casos el divorcio entre la gente y la clase política se agranda y porque aquello de que las medidas políticas, mejor que no aparezcan como imposición, en lo relativo a la agenda de género, hace mucho tiempo que ha pasado a la historia.

25 septiembre, 2009

Discrimina, ¿por qué no?

En la anterior entrada cuando decía que el feminismo institucional no podía entenderse como un problema ideológico, sino como algo que iba más allá y lo situaba en su naturaleza actual como una cuestión fundamentalmente política, lo hacía no sin cierto resquicio de duda porque me daba cuenta de que eso significaba cambiar de forma importante el enfoque en lo que a tratamiento del tema se refiere.

Con lo que no contaba es con que fuera la propia ministra de igualdad quien me ofreciera en bandeja un ejemplo palmario de lo anterior con sus declaraciones sobre la discriminación positiva al cine hecho por mujeres al compararlas con la ayudas al cine en catalán.

Es decir, se apoyan unas medidas discriminatorias al cine hecho por mujeres y no hace falta ni tan siquiera “justificar” por qué se hace, o qué tipo de desigualdad, si la hubiere, se trata de corregir, basta con decir que si otros “colectivos” reciben ayudas por qué no las mujeres.

Se ha pasado del porque... al por qué no como si tal cosa. Lo cierto es que a estas alturas nuestro ordenamiento jurídico está tan lleno de discriminación del varón que si una ley no la contempla, parece que estuviera justificado que el feminismo la considerase discriminación de género.

En cuanto a la reacción de la gente, si echamos una ojeada a los comentarios es fácil ver que en la inmensa mayoría de los casos, sea el comentario de una mujer o de un hombre es de claro rechazo a tal medida, rechazo mostrado quizá no con tanta contundencia pero si de forma mayoritaria en bastantes otras ocasiones. Lo lamentable de la situación es que se trata de una posición sin representación política.

P.D. Añado este enlace porque puede tener algún interés: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/discriminacion/positiva/bien/motivada/elpepusoc/20090926elpepisoc_1/Tes

22 septiembre, 2009

Más de lo mismo

Aunque todo lo que recoge esta noticia lo hemos abordado en esta bitácora en diferentes ocasiones no está de más volver a traerlo ya que por ningún lado se atisban medidas, por otro lado difíciles de concebir en las fuerzas políticas mayoritarias, que tengan por intención abordar el grave problema de la escuela en España, escuela que traiciona uno de los grandes objetivos de la misma desde la Ilustración: servir de ascensor social para los más desfavorecidos. Así lo confirma la constatación de que vale para quienes por familia y medio social se mueven en un medio con estudios, pues quien haya nacido en un medio social de menos nivel se ve condenado a permanecer en él de por vida.

! Ojo¡ a la componente de género de los resultados y a ese 86% de mayor abandono escolar en los hogares monoparentales.

Lo peor del feminismo no es tanto lo que defiende, aún cuando juega demasiadas veces con la trampa, como por lo que oculta, y este dato de las familias monoparentales debiera servir de toque de aviso de que desconocemos demasiadas cosas de lo que verdaderamente está pasando..

Esta otra
también constituye más de lo mismo

19 septiembre, 2009

Punto de encuentro

Ya sé que sonará muy vago pero a los hombres lo que nos falta es un punto de encuentro. Al menos es mi percepción, que tengo la impresión no se escapa mucho de lo que en verdad sucede. En esto hay que reconocerle al género que ha sabido hacerlo muy bien, por un lado, unir a las mujeres como una piña y, por otro, conseguir que los hombres, cuando no se miran con recelo entre sí, eludan considerar que existe un tema llamado hombres. Otras veces he tratado el tema de las diferencias abismales en cuanto a la conciencia de género de las mujeres y los hombres y no pretendo repetir lo ya dicho. De momento dejo esto aquí por si os sugiere alguna cosa o sencillamente pensáis que se trata de una idea que no puede conducir a ninguna parte.

En mi opinión el tema del género o del feminismo institucional como se prefiera llamarlo no es ya un problema ideológico, o sólo ideológico, o fundamentalmente ideológico, porque va mucho más allá y se trata de algo que está en las instituciones, en las leyes, en el campo social. Es un problema de poder político, también ideológico, pero fundamentalmente político. Al lobby feminista no sólo no le preocupa que se esté cuestionando su base ideológica, por otro lado lo suficientemente elástica como para defender la paridad de las listas electorales o de los consejos de administración de las empresas, para luego hacer trizas ese principio allí donde puede, léase por ejemplo: control de la programación de televisión, control de la publicidad, imposición de protocolos sobre cómo se debe informar en los temas relativos al género, consejo de mujeres para vigilar el impacto de géneros de los presupuestos generales del Estado, legislación sobre separaciones, primeras etapas de la educación, instituciones públicas exclusivas de la mujer: instituto de la mujer, consejerías de la mujer, etc.

En cualquier caso la actitud defensiva en la que nos movemos los hombres frente a las andanadas del feminismo lo que ponen de manifiesto es que ni tan siquiera estamos en los comienzos sino más atrás. Y en esta situación el gol del feminismo está en consagrar una nueva división social de género en la que los hombres seguiremos jugando el papel de protector y principal proveedor de la familia –es verdad que ahora desde una dimensión mucho más social-; en las ocupaciones de más esfuerzo y riesgo, con algún premio ocupando puestos de ejecutivos en la economía y la política, pero siempre y cuando todo ello haya recibido el visto bueno y la aprobación de dicho lobby, quienes en un discreto segundo plano y eludiendo las responsabilidades directas habrán señalado el rumbo a seguir. En algún momento yo también pensé que preocuparía a las ideólogas del género el día que las estadísticas de la destrucción de empleo no fueran mayoritariamente femeninas sino masculinas; hoy que sucede eso, y dichas ideólogas reaccionan como lo hacen, me doy cuenta lo equivocado que estaba.

03 septiembre, 2009

Fracaso escolar y género

He vuelto a colgar el video de Inger Enkvist ante el Parlamento catalán porque al volver sobre la entrada en que lo había recogido hace unos meses comprobé que el enlace había dejado de funcionar, y como me parece tan interesante lo que dice y la perspectiva desde la que enfoca el tema -ajena a la profunda ideologización del debate en nuestro país- he decidido que lo mejor es que permanezca en la bitácora por el mayor tiempo posible.

En esta ocasión me ha parecido muy significativo lo que dice acerca de la evolución del sistema educativo en su país en el que, partiendo de un escuela de alto nivel hace 35 años se ha centrado la atención en los temas de igualdad para desembocar en un sistema con un nivel más bajo y, donde quienes salen perdiendo fundamentalmente son los hijos de la clase trabajadora y los inmigrantes. Diría que en nuestro país esa evolución ha seguido una trayectoria parecida aunque los damnificados son muchos más y al lado de los hijos de las clases trabajadoras, habría que mentar muy específicamente a los varones (la brecha en nuestro país entre chicas y chicos es muy superior a la media europea y a la media de la OCDE) y señalar también que ese fracaso se reparte de manera muy desigual entre las diecisiete comunidades autónomas.

Pero me ha gustado también sus palabras en torno a la importancia de los profesores, y me ha parecido muy interesante la referencia a la necesidad de fomentar el interés por el conocimiento y el saber y no su mera instrumentalización, así como me resulta preocupante esa constatación que realiza sobre que en su país los varones identifican cada vez más algunas cosas como la lectura como femeninas. ¿Qué está pasando? Podemos seguir por estos derroteros y hablar del fracaso escolar como si de un daño colateral de no se sabe qué guerra como se hace en el artículo ya citado de María Pazos, o debemos preguntarnos qué hace el fracaso escolar situado al lado de la conducción temeraria y la violencia de género.

En fin, no soy muy optimista sobre lo que pueda pasar en este terreno, pero parece que a Zapatero alguien le debe haber dicho que los problemas de nuestro sistema educativo van mucho más allá de Educación para la ciudadanía y al menos parece que ya lo ha incluido en su agenda. Dudo que haya la voluntad política y la claridad de ideas necesarias para atajarlo como se merece pero el hecho de su mero reconocimiento constituye un primer paso imprescindible.

01 septiembre, 2009

A propósito de la última entrada de Buenamente.

Hace ya muchos años, a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, pareció haberse descubierto la clave que explicaba las diferencias entre los sexos. Se trataba de los juguetes y los juegos. Y durante décadas se impuso la dictadura de que los padres que querían la igualdad debían regalar a sus hijos e hijas los mismos juegos si de verdad se deseaba la igualdad de sexos. Finalmente todo aquel esfuerzo se demostró inútil y el feminismo, principal impulsor de tal idea, ante el evidente fracaso atribuyó el resultado a los estereotipos de género omnipresentes en la sociedad… y hasta hoy. Esa fue toda la autocrítica de que fue capaz. De tal modo que su discurso antes y después del fracaso sigue siendo el mismo pero sin que nadie haya parecido tomar nota de tal asunto.

Por eso aunque me parece muy interesante la última entrada de Buenamente en la que se pone en su lugar la argumentación de género en torno a las que Fernández de Quero denomina “mujeres patriarcales”, me gustaría decir que no tengo mucha confianza en que ese debate pueda surtir algún efecto ni en las posiciones de Fernández de Quero -desde Ahige en más de una ocasión se ha declarado su pensamiento como subsidiario y subordinado a lo que el feminismo establezca en cada momento-, ni en las de ese feminismo; pues si por algo se ha caracterizado su historia no es ni por su capacidad para el debate y la autocrítica ni por haber aceptado alguna objeción al propósito último de sus propuestas que no es otro que “cambiar al hombre” -para lo que se hace necesario que la mujer asuma los principales resortes de poder de la sociedad, sin que importe mucho ni las contradicción lógicas ni la ideológicas en que se pueda incurrir en la búsqueda de dicho objetivo.

No en vano a lo largo de sus casi dos siglos de existencia del feminismo han ido variando sus objetivos conforme consolidaban sus conquistas y de la igualdad jurídica de los comienzos se ha ido pasando a la igualdad “real” que si en un primer momento se situaba en el acceso en pie de igualdad a los terrenos laboral y educativo, más tarde supuso apuntarse a la discriminación positiva equiparando su situación social a la de negros y gitanos por citar sólo dos ejemplos; y ahora, que tanto en lo laboral como en lo educativo mantienen una posición de privilegio -no de otro modo se puede calificar el incorporarse o no al mercado laboral a voluntad, o el renunciar a los trabajos duros y pesados para ocuparse abrumadoramente en la administración y el sector servicios… En lo que se refiere a que las mujeres cobran menos por el mismo trabajo espero que alguien alguna vez aporte alguna prueba de que tal cosa es así porque habrá demostrado que en dicho asunto es posible saltarse todos los mecanismos jurídicos, políticos y económicos sin que nadie sea capaz de poner remedio a tal anomalía- y ahora, que se ha establecido una democracia paritaria, nada de lo anterior es suficiente y se sigue promoviendo la asimetría y la ventaja en las leyes llámense éstas: de divorcio, de violencia de género, de igualdad o cualquiera otra, además de reservarse espacios de su exclusivo uso sea en la administración y lo público, sea cada vez en mayor medida en los ámbitos privados.

Del mismo modo, si en un primer momento las feministas no dudaron en trabajar codo con codo con aquellos hombres y organizaciones que apoyaban sus fines, sin que la barrera del sexo constituyera un obstáculo insalvable para la defensa de unas ideas, esa posición ha ido deslizándose paulatinamente hacia el rechazo a que el hombre pudiera formar parte de sus organizaciones primero, y a sostener ahora, que el hombre constituye el principal obstáculo al avance de sus políticas, de ahí la necesidad de “cambiarlo”; o que de una pretendida conquista de civilización válida para ambos hayamos pasado a la voluntad más o menos explícita de que el mundo sólo caminará correctamente cuando lo haga de la mano de las mujeres y lo más lejos posible de la de los hombres. Lo que no parece existir es voluntad ninguna de que el hombre deje de ejercer las tareas de siempre y que en muchos casos se utilizan para recordar su perfil “neanderthal”: trabajos duros y pesados, guerra, servicio militar allí donde continua siendo obligatorio, defensa y protección… sin que se aprecien pasos, más bien al contrario, en la dirección de procurar el contacto y la relación con los hijos sea en el ámbito familiar o en el escolar hasta el punto de que para muchos niños y niñas no se topan con la figura masculina hasta transcurridos algunos años de su vida.

Quizá un pequeño ejemplo de cómo entiende el feminismo la igualdad nos lo esté dando la programación y el reparto por sexos de las presentadoras de la televisión pública en donde, como si de un continuo se tratase, una mujer sucede a otra sin que al parecer eso represente contradicción ninguna con lo dicho y repetido machaconamente hasta ayer mismo en el sentido de que sin paridad ni había igualdad. ¡Ojo! todo esto sucede ante el silencio y la aparente aquiescencia de todos y todas. Otros ejemplos los tendríamos en los análisis y propuestas del Instituto de la mujer, o del propio Ministerio de igualdad, y en general de las organizaciones feministas, estén éstas constituidas al amparo de lo público o no. Desde luego ni con toda la fe del mundo es posible concebir que Bibiana Aído, Montserrat Comas o Miguel Lorente pretendan conducirnos hacia una sociedad de iguales.

Y para no caer en la trampa de una ideología que puede que sobre el papel hable de que todas las diferencias entre el hombre y la mujer sean culturales pero que en el terreno práctico se guarda bien de sacralizar tal cosa -no en vano la escuela actual privilegia las capacidades verbales frente a las espaciales o el razonamiento matemático, y la actitud frente a los conocimientos, lo que redunda en claro beneficio de las niñas y en perjuicio de los chicos- entiendo que el debate debe superar de una vez por todas el dilema de si hay o no diferencias biológicas entre los sexos.Quizá pueda discutirse hasta dónde llegan esas diferencias, pero seguir debatiendo su existencia me parece un absurdo que no puede conducir más que a una pérdida de tiempo. Tan absurdo como negar que una igualdad sin equidad pueda merecer tal nombre.

Como tampoco tiene sentido seguir admitiendo que un tal “patriarcado” es responsable de todo lo malo que ocurre en la sociedad, como si ésta no estuviera constituida por personas y colectivos con responsabilidades nítidas y precisas. Ni el patriarcado es responsable del fracaso escolar o la obesidad infantil, ni los hombres somos responsables del consumo de productos de belleza o tratamientos de cirugía estética por parte de las mujeres. Como tampoco será el patriarcado quien nos diga cómo salir de la crisis, o qué debemos hacer con la idea de Europa o con la articulación federal o no de nuestro Estado. Es hora ya de acabar con esa ficción que permite al feminismo y las mujeres presentarse siempre como víctimas al tiempo que sirve para ocultar una actitud absolutamente egoísta y como de secta que nunca pasa de la reivindicación de género dejando no se sabe para muy bien quien la respuesta a los grandes problemas sociales: crisis económica, fracaso escolar, articulación del Estado, Europa… Ni el feminismo ni las mujeres pueden seguir actuando como si lo suyo fuera la reclamación sindical dejando para otros lo que es de todos.

Por eso soy muy escéptico en torno a este asunto. También en este caso hombres y mujeres estamos utilizando lenguajes diferentes y los equívocos son continuos y permanentes. Las mujeres para el logro de sus objetivos ni precisaron partidos políticos propios, ni un ideario plenamente explicitado, ni de alguien que liderase su movimiento, ni que éste sea abierto y de masas. Las prácticas actuales en las que la actuación a través de otros y la organización en forma de lobby demuestran que se pueden obtener tan buenos o mejores resultados como por medio de procedimientos propios de otros movimientos sociales de factura masculina. Es más, esta forma de proceder les está permitiendo no sólo eludir cualquier tipo de responsabilidad o trasladarla a otros, sino realizar cualquier tipo de autocrítica o explicar el porqué de un criterio ahora y otro distinto un poco más tarde. Se trata de una forma de invisibilidad, evitando el primer plano en las situaciones comprometidas, que no reporta más que beneficios y ventajas.

De ese modo la responsabilidad sobre lo que pase será siempre de los demás. El objetivo del feminismo era de naturaleza claramente política y de poder, y éste en nuestro país lo tienen plenamente garantizado, sin que por lo demás sea fácil su crítica al tener que dirigirla hacia una especie de abstracción llamada feminismo de género que sin estar en un lugar preciso está un poco por todas partes y sin necesidad de darse por aludido puede realizar tranquilamente sus políticas y ensanchar constantemente su poder.