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31 agosto, 2011

Modernidad-Posmodernidad

El drama de este país es que tardó dos siglos en acercarse a la modernidad, y casi sin tiempo a  disfrutarla  nos la ha arrebatado la postmodernidad para traerla al lugar donde ahora estamos  en el que no se sabe lo que es peor, si el estado de la economía, el de la educación o la anomía social y política.

Muchos de los que vivimos la transición como sujetos activos pensamos que por fin nuestro país estaba en condiciones de superar los lastres históricos que nos habían mantenido al margen de las corrientes de los países centrales de Europa en lo relativo a progreso educativo, bienestar social y democracia.  Y las dos primeras décadas y sin minimizar los problemas habidos algunas de estas cosas parecían encarriladas.

Todo aquello sin embargo comenzó a envejecer a un ritmo inusitado y pronto nos vimos metidos de bruces en una sociedad “posmoderna” donde lo políticamente correcto era sagrado pero no así otras grandes cosas, igualdad, justicia, democracia, derecho a la educación y el trabajo.  De repente, el profesor no podía usar el bolígrafo rojo para señalar los fallos por miedo a frustrar al alumno, pero  se escondía, y se esconde, el fracaso escolar  y al igual que en otros ámbitos, se impone la pretensión de que lo que haya que juzgar sean las intenciones y no los resultados.

La igualdad pasó a ser no un fenómeno cuantificable en forma de renta y riqueza o iguales derechos jurídicos y sociales,  sino la percepción ideológica de un grupo social que a través de la llamada perspectiva de género establecía y establece qué se haya de entender por la misma en cada caso; la ciudadanía dejó de ser una condición que no entendía de raza, sexo o religión, para pasar convertirse  en una condición fluctuante según el sujeto, aunque  siempre  con una clara marca de género;  la democracia representativa en un ejercicio en el que  los diputados no van más allá de aprietabotones; la política  un juego de unos pocos que además ha olvidado la fase deliberativa y  la de rendición de cuentas.

El resultado salta a la vista: una clase política que se mueve, como las moscas, de forma impredecible, e incapaz de dirigirse abierta y honestamente a la ciudadanía para explicar la verdad de una difícil situación económica -no toda  fruto de la crisis financiera internacional-, o un situación educativa que no se sabe o no se quiere reconocer de lo confusos y equivocados que han sido los criterios puestos en práctica en esta materia y,  en general,  un ambiente social caracterizado por todo tipo de anomías y donde a quienes corresponde rehúyen su  responsabilidad, lo  que hace muy difícil componer una situación que permita orientar todos los esfuerzos en superar las deficiencias del sistema.

Y, ahora, os recomiendo la lectura del siguiente artículo de Cultura 3.0 con el título de: El  postmodernismo ha muerto.


27 agosto, 2011

Hay que salvar a los niños

Traduzco algunos párrafos de la última entrada del blog: La cause des hommes,  que justamente lleva ese título:  Hay que salvar a los niños.


Educados por las mujeres, tanto en casa como en la escuela, los niños fracasan. Autor de: Nos enfants aussi ont un sexeComment devient-on fille ou garçon ? , el psiquiatra infantil Stéphane Clerget dice que es imperativo volver a introducir a los hombres en la educación y, la custodia compartida generalizada en los casos de divorcio.

... 

¿Estamos  bastante atentos a los estereotipos hoy, cuando educamos a los niños?

¡La escuela está llena de estereotipos! Los chicos son tratados más severamente que las chicas, son castigados más a menudo que las chicas. La escuela es hoy un verdadero problema para los chicos, porque son algo más inquietos, más kinestésicos y porque les es difícil permanecer sentados durante ocho horas haciendo trabajos de escritura. ¡En el colegio, incluso  hay  chicos que juegan a ser menos buenos para evitar ser tratados como chapones o como chicas!

Es totalmente necesario adaptar la escuela y masculinizar el cuerpo docente, sobre todo en infantil y primaria, ya que casi todo el personal es femenino. Es más mixto el cuerpo docente en secundaria, pero, en ese momento, desgraciadamente para los chicos, la selección ya está hecha. Personalmente, defiendo una  verdadera paridad del personal en la Educación nacional, y no solamente de los profesores. Si no hacemos esta revolución, si no reintroducimos a los hombres en la escuela, corremos hacia la catástrofe.

¿Se hace preciso cuestionar el carácter mixto?

Sería una mala solución, porque el carácter mixto tiene ventajas enormes: favorece los lazos entre los hombres y las mujeres. Pero sería mejor que la situación actual.

¿Los padres de hoy no están atentos a estos estereotipos?

Los padres comienzan de nuevo a interesarse por el éxito escolar de sus niños, pero generalmente es a partir de secundaria. Infantil y primaria continúan  de la mano de las  mamás. Y teniendo en cuenta el número de divorcios, muchos padres ven a sus niños solamente el fin de semana, y generalmente no es para hacerles trabajar. De resultas, en la cabeza del niño, la masculinidad se asocia con el ocio, mientras que la dimensión disciplinada de la vida se asocia con lo femenino. Cueste lo que cueste es necesario desarrollar la custodia compartida, hoy desgraciadamente pocas veces concedida, para que los padres actúen conjuntamente, y lo antes posible, en lo relativo a la educación escolar. Los niños hoy están en peligro. 

Le Figaro magazine, 20 août 2011     par Sophie Roquelle



24 agosto, 2011

Lo que piensan las filósofas

Antes de ninguna otra cosa recomendaros la lectura de: Lo que piensan los filósofos, una colección de entrevistas a destacados filósofos realizadas por Julian Baggini y Jeremy Stangroom y publicadas originalmente en The Philosophers’ Magazine. La nómina de autores es extensa: Peter Singer, Richard Dawkins,  Alan Sokal, John Searle y un largo etcétera. Por el lado de las féminas Mary Midgley y las citadas en el comentario de la última entrada: Helene Cronin y  Mary Warnock.

Desde luego desde la perspectiva de este blog las aportaciones de estas dos últimas autoras serían suficiente aliciente para animarse a leerlo, pero evidentemente el libro es muchísimo más que eso y toca prácticamente todos los temas de interés de la filosofía hoy y las relaciones de ésta con la ciencia, la religión, la sociedad, el lenguaje o la metafísica.

En cuanto a las aportaciones de las dos autoras citadas cabe decir que sus posicionamientos cuestionan de manera casi total las tesis feministas  y cada una desde su perspectiva: Helena Cronin lo hace desde la Psicología evolucionista y Mary Warnock  desde un estudio histórico de las aportaciones del feminismo a la filosofía, sitúan al feminismo histórico pero también al actual en un lugar que prefiero califiquéis vosotros luego de leer lo que sigue.

Por ejemplo, Mary  Warnock cuestiona y rebate la tesis de que las pensadoras hayan sido marginadas, como todos los estudios de género se empeñan en decir, ella misma relata su propia experiencia que no pretende desde luego considerar única en los siguientes términos : 


“No puedo generalizar a este respecto, porque en Oxford, y en menor medida en Cambridge, las mujeres partían de unas condiciones estupendas,  pues los colleges femeninos sólo contrataban a mujeres y, por consiguiente, tenían que contratar forzosamente a filósofas. Así que una podía conseguir un buen empleo académico sin ser necesariamente muy buena en la materia, pues era coto cerrado. ..

Warnock niega asimismo que muchas de las instituciones y prácticas de la academia, como los seminarios contenciosos, estén hechos especialmente a medida de los hombres.

“Jamás he conocido personas tan contenciosas como las filósofas. Desde luego no creo que sean tímidas criaturas incapaces de intervenir en un seminario. Lejos de ello, a veces dominan la escena. De hecho yo diría lo contrario. Las mujeres somos más bien locuaces. No veo síntomas de una estructura masculina en las instituciones y prácticas de la academia.
Incluso allí donde Warnock admite que las mujeres están en desventaja, se niega a aceptar que se deba  al sexismo institucional…

Warnock es de lo más mordaz, sin embargo, en lo tocante a la tesis de las filósofas feministas según la cual las posiciones y los argumentos filosóficos están esencialmente condicionados por el género. 
“Creo que, como ocurre con todas las posiciones posmodernas, de las cuales ésta es una muestra, sus proposiciones son muy difíciles de demostrar o refutar. En cierto modo cabría decir que ésta se refuta a sí misma, que es contradictoria, pues plantea esta tesis, presumiblemente, como una verdad que es cierta para todo el mundo, aunque, al mismo tiempo, nieguen que existan verdades que sean ciertas para todos. No obstante, al mismo tiempo afirmarían que el punto de vista que expresan es sólo un punto de vista particular, a saber, una perspectiva femenina, y este tipo de proposición se me antoja francamente poco interesante.

Y lo mantengo aunque se caiga el cielo. No estoy hablando sólo de filosofía. Creo que esto vale para todas las materias intelectuales. Puede ser verdad que existan diferencias entre el enfoque de las mujeres y el enfoque de los hombres, pero el objetivo de la actividad intelectual  es hallar la verdad, y no pienso dar un solo paso por la senda postmoderna que dice que no existe tal cosa como una verdad. El tema me parece muy serio.

… Lo fundamental es que tanto los hombres como las mujeres tratan de entender bien las cosas. Alguien desde fuera, un sociólogo o una feminista, puede descubrir un enfoque diferente, pero intentar de forma deliberada producir algo exclusivamente femenino me parece un escándalo intelectual.”


Por su parte Helene Cronin dice lo siguiente en relación con la  tesis neofeminista de que las diferencias hombre mujer sean culturales:

“Existen pocas evidencias de que los padres, por ejemplo, traten así a los niños y a las niñas. De hecho los metaanálisis de estudios realizados en Norteamérica y Europa revelan que, en todo caso, los padres desaprueban más, en los niños, comportamientos tales como los juegos violentos y los riesgos.”

“Pero, yendo más al grano, las niñas y los niños, incluso los recién nacidos, reaccionan de manera diferente cuando se exponen a los mismos ambientes. Esto no sorprende, dado el escrupuloso esmero con el que la selección natural les ha configurado de manera diferente, desde el cuerpo hasta el cerebro.”

“Y, una vez más, estas diferencias sexuales se dan en millones de especies, pocas de las cuales crían siquiera a su prole, y mucho menos les enseñan que el rosa es de niñas y el azul de niños.”

En relación con qué problemas encontraría ella en la tesis de Engels de que la división sexual del trabajo (es decir, varones-trabajadores; mujeres-cuidadoras) se enraíza históricamente en la necesidad de garantizar claras líneas de descendencia en función de la herencia de las propiedades, algo que sólo se puede lograr si las mujeres se confinan en la esfera doméstica.

Responde: “... Es cierto que los hombres forman coaliciones contra las mujeres; pero también tienen intereses sistemáticamente enfrentados, sobre todo respecto del emparejamiento. Más aún, en el Pleistoceno no existía la herencia de la propiedad; pero nuestro dimorfismo sexual se desarrolló durante este período de dos millones de años.”

Y continúa: “Por cierto, hay algo irónico en esto. Aquellos que defienden  las teorías de la socialización  como baluarte contra lo que consideran “determinismo genético”, han abrazado en realidad lo que sería, si fuera factible, un “determinismo ambiental” desenfrenado. Los niños serían los títeres de los adultos; las mujeres, los títeres del patriarcado; todos, los títeres de la “imágenes mediáticas”, la publicidad y la manipulación lingüística (…); de hecho, cualquier mente sería potencialmente el títere de la manipulación de los demás.”

“… Por eso, la comprensión de la evolución psicológica de nuestra especie (de nuestras disposiciones y preferencias, nuestras motivaciones y deseos) es vital para la acción política. Nos dirá qué aspectos de nuestro entorno tienen que alterarse para lograr los fines deseados. La tarea consiste, pues, en entender la naturaleza humana, no en cambiarla” (la negrilla es mía)

15 agosto, 2011

Neofeminismo

Las denominadas políticas de igualdad y género, al menos las practicadas en nuestro país, amenazan con retrotraernos a aquel mundo mítico y de leyenda que había caracterizado al pensamiento griego anterior a la aparición de la filosofía y frente al cual pensadores como Sócrates, Platón o Aristóteles establecieron la necesidad de la razón y la verdad para la constitución de un nuevo orden político y moral. También en aquel momento el relativismo y el desprecio por la verdad se imponían y los sofistas vendían  lecciones de retórica  como instrumento de persuasión en las asambleas populares y como el mejor camino para conseguir el poder.

Hoy las cosas no son muy distintas, todo gira en torno al poder político y todo vale si del empoderamiento femenino y de las mujeres se trata, y el ambiente cultural reinante en el que el neofeminismo se encuentra  a sus anchas se mueve  en esas coordenadas. Estas políticas de género ni han de ser explicadas, ni tan siquiera admiten discusión. El debate ha sido sustituido por la imposición. Existen verdades absolutas que por mucho que choquen con la sensibilidad y la lógica de la gente alguien ha establecido que hay que entenderlas de una determinada manera y ahí están los “expertos” para corroborar la “visión de género”, es decir, cómo haya que entender cada cosa: igualdad, violencia, justicia… Y nada importa con lo que arrase la susodicha visión porque en el terreno político es absolutamente mayoritaria y puede hacer y deshacer a su antojo.  

De entre las muchas particularidades de la llamada lucha por la igualdad y las leyes de género algunas son verdaderamente notables. Si el reino de la verdad nunca fue su territorio preferido: encuestas absolutamente manipuladas sobre diferentes violencias, falseamiento  estadístico constante, manipulación de la historia, etc. una vez que han conseguido, sin fase deliberativa previa, convertir en Ley sus postulados: sobre violencia de género, discriminación positiva, cuotas, régimen de separaciones, etc. parece que se nos impone también prescindir de la comprobación de la justeza de las medidas adoptadas en orden a los problemas  que se pretendía resolver  o se desprecian y minimizan los daños colaterales que de las mismas se han podido derivar.  ¿Qué decir de la consideración del interés del menor en la actual regulación de la custodia, o de la censura establecida sobre el SAP? Como si los problemas desaparecieran porque alguien trate de impedir que se hable de ellos.   

Al parecer los resultados de la aplicación de la LICVG no son lo que cuenta, y parece que todo haya de ser revisable excepto el criterio de los “expertos” que se niegan a asumir la realidad  de los resultados y, un año sí y otro también, en una curiosa interpretación de lo que significa la democracia y la asunción de responsabilidades,  confeccionan una encuesta que termina descargando las culpas de sus desacertadas decisiones sobre todo el mundo menos ellos mismos. Como tampoco parece que sea motivo de preocupación como esté afectando  la paridad por  ley a la representación política de las mujeres y sobre todo al funcionamiento del sistema representativo,  mucho menos reconsiderar la marcha de nuestro sistema educativo a la vista de sus resultados insuficientes desde cualquier ángulo de vista que se miren.

Y aunque haya aspectos diferenciadores del feminismo de este país que lo alejan de algunos otros como el desarrollado en los países nórdicos, sobre todo  en lo relativo a la  natalidad, la consideración de la familia, los derechos del menor o la custodia compartida,  si coincide con ellos en esa tendencia  que se niega a rendir cuentas de sus políticas y sus propuestas, como sucede con los resultados del establecimiento de la cuota en los consejos de administración de las empresas en Noruega que de momento se salda de forma más bien negativa. En relación con el terreno educativo sobre el que se guarda un cuidadoso silencio de su parte, una persona tan poco sospechosa como Inger Envikst ha sido muy clara al decir que la igualdad de género en la enseñanza en Suecia se ha saldado con una rebaja importante del nivel de calidad.

Frente a la transparencia, opacidad: ni fase deliberativa ni fase de verificación y comprobación de resultados. Frente a la norma: la excepción y lo que se escapa de la regla. La igualdad, de género, la justicia también, aquí cuota, allí discriminación positiva, más allá paridad. Por todas partes reina la ambigüedad y la ambivalencia. Patriarcado no, pero la mili y tantas otras tareas que sigan siendo cosas de ellos. Tampoco parece que moleste la especial benevolencia de la justicia hacia las mujeres en situaciones como cuando de la  asignación de la custodia de los hijos se trata. Al tiempo que se tipifica como acoso el piropo se exalta como siempre la figura del caballero presto a portar el  bulto, abrir la puerta o a ofrecer protección. En un país donde la obesidad mórbida se ha duplicado en los últimos cinco años hasta alcanzar el millón de personas, el trastorno alimentario que se sigue situando en el centro de atención sigue siendo la anorexia. La conciliación entre vida laboral y familiar de quien se olvida es justamente de quienes justamente más la necesitan.

Y al tiempo que esto sucede cada día que pasa se nos impone en mayor número y competencia la figura del “experto”, un personaje creado también para cada situación o problema, que automáticamente queda imbuido de la ciencia que permite hablar ex cátedra de violencia de género, educación sexual o de la otra, SAP, y en general todos los temas que al feminismo institucional interesan, pero sin necesidad de acreditar cuales son las credenciales que lo capacitan por encima de los demás, pero también sin que  ningún otro pueda optar a tal condición sin la aprobación del feminismo de género, único capacitado para expedir tal título porque la condición para hacerse acreedor al mismo es la plena conformidad con dicha ideología. ¿Es razonable que materias tan sensibles y que están generando tanto dolor social se pongan en manos de sus ideólogos y de quienes hasta el presente no han dado ni una prueba ni de su competencia ni de sus resultados?

Un ejemplo paradigmático de todo lo anterior lo podríamos tomar de la LICVG que fue capaz de resistir la oposición inicial de toda cuanta institución fue consultada y se pronunció sobre ella: penalistas, RAE, Consejo de Estado,…, pero finalmente fue aprobada por las Cortes, en una prueba elocuente del inmenso poder de este nuevo feminismo tiene dentro y fuera de nuestras fronteras y del intenso trabajo  realizado con anterioridad entre la opinión pública en base a encuestas sin ningún rigor científico pero de una extraña efectividad que, siguiendo el exitoso planteamiento de las realizadas en los EE.UU contra la violación con el lema: una de cada cuatro,  consiguieron hacer un hueco en la mentalidad de la gente  en el sentido de considerar la violencia de pareja como unidireccional de hombre a mujer y con el propósito machista de establecer el dominio del uno sobre la otra, circunstancia ésta que le conferiría unas notas de una gravedad tal que justificaría una legislación específica y diferenciada de todas las demás violencias en el ámbito familiar o de la misma violencia cuando se trata de parejas homosexuales.

Una vez confeccionada la Ley según estos criterios el trabajo continuó y continúa de la mano de los expertos, quizá habría que decir expertas, que con el apoyo oficial explican el contenido de la Ley según la ideología de género a juristas, médicos, prensa, etc. enfatizando que la violencia a perseguir es la cometida por el varón en una dinámica en la que progresivamente se va convirtiendo en verdad oficial y verdad de la otra lo que comenzó siendo un postulado ideológico sin más sustento científico que las convicciones misándricas de un puñado de mujeres del feminismo radical americano que habían concluido que la sociedad patriarcal se sustentaba en la violencia ejercida por el varón sobre la mujer a fin de mejor explotarla y dominarla. Poco importa que toda la evidencia de la que a estas alturas disponemos apunte  en una dirección bien distinta.

La falacia de la discriminación salarial femenina debiera merecer alguna explicación más allá del silencio. También si el camino a la igualdad necesariamente debe pasar por una administración paralela de tipo feminista y los mencionados expertos, o bien por instituciones de igualdad, donde el personal contratado no lo sea por afinidad ideológica sino por haber demostrado su competencia en pruebas públicas y abiertas y siguiendo el procedimiento habitual para estos casos. Lo de la dispersión normativa en el sistema educativo desgajando del Ministerio de Educación la educación sexual para llevarla al Ministerio de Sanidad por estar contemplada en la Ley de interrupción voluntaria del embarazo debería ser también objeto de alguna explicación convincente.

Lo cierto es que el artificio de sostener que la LIVG no supone discriminación por razón de sexo o que respeta la igualdad aún cuando castiga de modo diferente la ejercida por el varón sobre la mujer  que la que va de ella a él, está produciendo verdaderos quebraderos de cabeza a quienes se ven obligados a aplicarla y, su aceptación dista mucho de ser unánime entre la clase judicial, una clase digámoslo ya, que en perfecta sintonía con los deseos de este feminismo no tiene dudas en conceder a la mujer la práctica totalidad de las custodias sobre los hijos en los casos de separación sin acuerdo, circunstancia que no por ello rebaja la presión que en todos estos asuntos está recibiendo.  Quebraderos de cabeza que se acrecientan cuando esta violencia se produce entre parejas homosexuales para las que sin embargo esta norma no es de aplicación aún cuando sea imposible establecer, fuera de un acto de fe, qué sea lo que la diferencia de la que se produce entre las parejas heterosexuales.

No me detendré a relatar el balance anual realizado por este feminismo y las autoridades competentes en el asunto sobre la citada Ley contra la violencia de género, ni sobre los cambios de criterio en relación con el tratamiento que la prensa  había de dar a la tal violencia de tal modo que, si durante años se sostuvo la necesidad de máxima de publicidad luego se ha girado ciento ochenta grados y lo que se propone es todo lo contrario, sin que ni de un modo ni del otro se avance en la que fue  su intención principal: reducir el número de muertes. Lo que si no han parado de crecer han sido las denuncias y condenas hasta el punto de convertirlo en uno de los principales motivos de encarcelamiento de varones en nuestro país que por otro lado es el que tienen las cárceles más llenas de los de la U.E.


Seguir despachando la oposición a las políticas de género con el expediente de que quienes se oponen no son merecedores de ser escuchados porque se trata de neomachismo,  pretender  silenciar  a Elisabeth Badinter o María Sanahuja  con unos modos que a lo que mejor recuerdan es a la Iglesia medieval y sus procesos de excomunión,  impedir que salga a la luz pública todo lo que en torno a este mundo acontece y  son ya demasiadas las cosas que se ocultan, pretender como hace el neofeminismo que sus políticas nos van a conducir indefectiblemente hacia un paraíso, cuando se desconoce cualquier valoración o autocrítica de lo hecho hasta al momento, mucho menos reconocidos los importantes daños colaterales de algunas de sus políticas, pretender que lo está pasando es fruto de algún consenso político  y no de su santa voluntad no parece que sean las mejores credenciales para  generar el consenso social que sería deseable si de verdad se pretende mirar al horizonte a largo plazo. De momento nada se ha hecho con este criterio, solo hemos conocido imposición y exclusión, comienza a ser tiempo de las cosas cambien y se hagan de modo diferente.


14 agosto, 2011

La gramática de género y la neolengua

El feminismo en su afán por negar que exista una sola manifestación humana que no esté teñida de sexismo y machismo ha decidido que el idioma corriente y  la lengua de la RAE no le valen y se ha propuesto construir otro que recoja  las realidades de género y de este modo al lado de términos clásicos aparecerán resaltados otros como: violencia de género, igualdad de género, justicia de género, medicina de género o sexismo, en los que se abordan las distintas realidades con una clara diferenciación entre el tratamiento dado a las manifestaciones según provengan de la mujer o del hombre o se refieran a lo masculino o lo femenino.

El sexismo ya no será: discriminación por motivo de sexo, sino discriminación del sexo femenino, porque se ha establecido que tal cosa como discriminación del sexo masculino no existe y no puede existir porque el presupuesto de partida es justamente que esta sociedad está creada según el deseo de los hombres. En cuanto a lo que haya de entenderse en relación con la expresión violencia de género a estas alturas debe ser claro para todos a tenor de la aplicación de la LIVG desde su entrada en vigor. Otras realidades que se pretenden menos visibles tendrían que ver con todo aquello a lo que se añadiera la coletilla "de género", que para decirlo pronto debemos entenderlo como: si beneficia a la mujer está bien, si acaso la perjudicase se trataría de alguna manifestación bien del machismo bien de la sociedad patriarcal. 

Otros intentos más anecdóticos como: miembra, jóvena, feminario u otros, como ignorar que en castellano ocupaciones como periodista, futbolista o psiquiatra no tienen nada que ver con el sexo de quien las ejerza, claramente han sido rechazados por la sociedad, aún cuando en este ámbito y desde la propia Administración se sigan dedicando tiempo y recursos a estudios como ese de una  Consejería de la Junta de Andalucía que proponía sustituir la palabra futbolista por “quienes juegan al fútbol” o con más trascendencia como se relata aquí,  desde el Ministerio de trabajo se evite en los textos legales el término trabajadores para ser sustituido por “personas trabajadoras”. Lo grotesco de la situación es que con la pretensión de combatir el sexismo del lenguaje finalmente se acabe creando uno artificial cuando no imposible y, en todo caso, este sí profundamente sexista. 



02 agosto, 2011

Construyendo la masculinidad

La última entrada del blog de Enric Carbó sobre el tema de la construcción de la masculinidad me ha inducido a reflexionar un poco sobre el asunto y fruto de eso son las siguientes notas un poco a vuelapluma y en la intención más de abrir un debate que de presentar cualquier conclusión acabada.

Huyo de definir la masculinidad como un esencialismo, como huyo de esa pretensión dirigista de pretender que hay una única, o una mejor, manera de construir la masculinidad establecida desde fuera del sujeto que se construye. Cada individuo concreto deberá hacer su elección cuando corresponda y lo que a los demás nos toca es darles las condiciones para que esa elección se pueda producir en las mejores condiciones posibles. Quienes sin embargo  ven la masculinidad como una especie de enfermedad necesitan de ese dirigismo para “salvar a los jóvenes”.

Como huyo de una masculinidad ahistórica que se repetiría a sí misma a lo largo de los siglos y construible sin atender al entorno en que haya de desenvolverse. Como trato de huir de una masculinidad que para ser aceptada deba adaptarse, mejor plegarse, a una feminidad ya construida.  En la construcción de la masculinidad habrá muchos que intervengan pero las decisiones últimas las tendrá que tomar cada joven valiéndose de lo que otros le han aportado  pero sabiéndose único e irrepetible y que es a él a quien corresponde ir decidiendo para quedarse con unas cosas y prescindir o rechazar otras.

Para hablar de la masculinidad en nuestros días deberíamos no olvidar los miles, las decenas de miles de varones cuyo contacto con la figura masculina en los primeros años de vida de producirse es accidental, porque la mejor manera de construir la masculinidad es conociendo modelos de la vida real. Y no lo olvidemos la masculinidad no se crea a los 15 años sino a lo largo de toda la vida, desde el momento mismo de nacer.

En nuestros días la construcción de la masculinidad no es tarea fácil, a la ausencia de ese contacto con la figura masculina, habría que sumar la permanente campaña de acoso y derribo que viene sufriendo la masculinidad en los últimos tiempos y observable tanto en el relato de ficción como en el relato de la vida real, en la publicidad como en el medio social. Como tampoco se puede obviar que el feminismo como tantas veces ha puesto de manifiesto no tiene intención de ser neutral en este tema y propugna un tipo de varón al que previamente pretende anular su masculinidad.

Es por tanto necesario fijarse como tareas prioritarias, por un lado, el fomento del contacto con la figura masculina por parte de los más pequeños, y aquí deberíamos prestar especial atención al permiso de paternidad, pero también al reconocimiento legal de la custodia compartida y cómo no, a la necesidad de ir equilibrando el número de hombres y mujeres en aquellas profesiones que tienen que ver con la atención y el cuidado de los niños, particularmente, en la enseñanza primaria.

Desde luego esa masculinidad a construir debe huir de la pretensión de prórroga de la idea de lo masculino como el sexo desechable, el sexo cuya vida vale menos y por tanto el que habría de asumir los papeles de riesgo para la misma. La construcción de la masculinidad en nuestro tiempo debe gozar de la misma libertad que hasta el presente se ha dispensado a la reformulación de la feminidad, y han de ser los propios jóvenes de cada momento quienes vayan señalando la dirección en que desean ir.

Lo que no es de recibo por ejemplo es que se pretenda que el servicio militar obligatorio lo sea con esa condición pero sólo para los varones como en nuestro país ratificó el Tribunal Constitucional o como es práctica en Noruega y otros países.

La construcción de la masculinidad necesariamente ha de ser una relación dialéctica en juego con todo el entorno que rodea a los jóvenes de hoy y a lo que todos debiéramos aspirar sería a poner a disposición de esos muchachos las condiciones materiales y sociales, algunas de las cuales he ido desgranando más arriba, para que se vayan cumpliendo sin falta las distintas etapas y todo ello acompañado de los mejores libros, porque es en la literatura y en el relato de los grandes autores de todos los tiempos donde uno puede tropezarse con los matices con que ésta puede construirse.