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31 marzo, 2012

Recapitulando


Porque  la vocación de la bitácora son los temas relacionados con la igualdad y la crítica del neofeminismo, a veces, resulta necesario hacer referencia al marco cultural más amplio en el que esta ideología se ha venido desarrollando, marco que la condiciona y la ayuda a explicar, pero que a su vez se ve modificado por ésta cada vez con más fuerza. El feminismo nació de la Ilustración, del positivismo de Stuart Mill, de los movimientos ideológicos y políticos del siglo XIX y  dos primeros tercios del XX… pensamientos en los que fue conformando su ideario de igualdad de derechos y libertades con el hombre, y donde adquirió el mejor perfil que del mismo conocemos. La nueva sociedad se constituiría removiendo los obstáculos que en la misma se opusieran al objetivo de igualdad de hombres y mujeres.

Y esto funcionó así hasta hace unas décadas en las que, dependiendo de los países y las circunstancias, fue tomando cuerpo lo que aquí hemos denominado neofeminismo y que comprendería diferentes autoras y autores y  distintos matices ideológicos: feminismo radical, feminismo de la diferencia, feminismo socialista y marxista, perspectiva de género, la mayor parte del feminismo institucional, hombres profeministas… todos ellos con el común denominador de cambiar la diana de sus ataques  para centrarla en  la figura del varón heterosexual al que harían responsable personal y único de cuanta opresión hay y ha habido a lo largo de la historia.  La lucha de clases marxista sería sustituida en este esquema por la guerra de sexos con una clase opresora: el varón y, una clase oprimida: la mujer y algunos otros colectivos sociales. Todo ello en un contexto de pensamiento cuanto más alejado de la ciencia mejor y donde todas las formas de pensamiento  líquido, culturalismo, constructivismo y posmodernidad han tenido cabida.

El giro por relación con lo conocido anteriormente ha sido copernicano ya que supuso pasar  de situar el objetivo de la igualdad en la remoción de la circunstancias económicas, culturales y políticas que impedían el avance hacia la igualdad, para resituar la responsabilidad de la opresión y la discriminación directamente en el  hombre concreto – padre, hermano, marido, compañero de trabajo, todos y cada uno de los hombres- quienes  se convierten así en el primer obstáculo y el nuevo objetivo de cambio por haberse demostrado un ser “incapaz de evolucionar y  renunciar a sus privilegios”  que además ejerce opresión en todos los ámbitos de la vida pública y privada. En este nuevo esquema el hombre pasa de compañero o acompañante en el cambio a enemigo a batir.

En correlato con lo anterior el termómetro con el que medir esa opresión se traslada de lo social a lo personal y de lo objetivo a lo subjetivo, hasta quedar básicamente  constituida su medición por la percepción exclusiva y subjetiva de la mujer, que se convierte así en un absoluto de imposible conocimiento con antelación a producirse, pero que está transformando las realidades jurídicas, sociales, económicas y políticas de un modo muy profundo y, desde luego, en una dirección que nada tiene que ver con la igualdad y no discriminación por razón de sexo, y sí de forma mucho más clara en la dirección de la supremacía y el empoderamiento femeninos. Esta subjetividad está en la base de la LIVG pero en general en todas “las pruebas” de la dominación masculina: encuestas sobre violencia doméstica, sobre acoso laboral y moral, techo de cristal, incluso sexismo lingüístico como recientemente hemos tenido ocasión de comprobar.

El panorama no puede ser más inquietante, un pensamiento en base al sexo y de tipo subjetivo es lo más parecido a un credo, a una religión en la que solo caben las figuras del creyente y la del no creyente. Al no existir la modulación de los hechos concretos, al no precisar de la contrastación empírica, cualquier cosa es posible. La discrepancia se convierte en anatema. El neofeminismo no confronta posiciones, no acepta el debate como forma de dilucidar las cuestiones ideológicas y políticas, el neofeminismo prefiere los cauces de la represión y la censura, convierte en enemigo a quien no comparte sus planteamientos, pero también está consiguiendo sacar de la agenda de lo público todo aquello que contradice o incomoda sus planteamientos: estadísticas precisas de qué está pasando en el mercado laboral, fracaso escolar masculino, suicidio, obesidad mórbida, profunda dualidad del mercado laboral, número de presos en las cárceles…

El reciente debate sobre el sexismo lingüístico ha dejado traslucir cuáles son los criterios con los que el neofeminismo aborda esa y otras cuestiones, hasta el punto de rechazar cualquier criterio que no coincida con el suyo en base a que la mujer representa a la Humanidad. Igual criterio sigue en lo relativo a la discriminación salarial, la violencia interpersonal o tantos otros temas en los que el absolutismo de sus posiciones no admite el disenso mucho menos una opinión contraria.  Con antelación lo había hecho en relación con la custodia compartida o el reparto del patrimonio conyugal después de rota la relación de pareja. En lo relativo al blindaje jurídico de la mujer a lo largo de toda su vida: sea en la relación de pareja, las relaciones sexuales esporádicas, el acoso laboral y moral, incluso declarando autoridad el ejercicio de aquellas profesiones en que son mayoría: educación, sanidad, Administración pública, convierte al Estado en el nuevo Patriarca garante de forma privilegiada de su seguridad y sus derechos por relación a todos los demás.  

Si a ello añadimos que la igualdad ha dejado de ser sinónimo de reciprocidad, equidad o simetría, ya que cada una de estas cosas ha sido redefinida en función de la denominada igualdad de género y de acuerdo a su peculiar concepción de la misma,  es decir, una igualdad trufada de estratagemas en beneficio propio y acusaciones sin cuento contra los varones incluyendo: discriminaciones positivas, paridades a conveniencia, negación de la custodia compartida y privilegios jurídicos de todo tipo… sospecha generalizada hacia el varón y acusación de concertación de voluntades para evitar el avance de la mujer: techo de cristal, obstáculos a la  promoción y la carrera profesional, múltiples discriminaciones encubiertas… nos irán aproximando a una visión más amplia de este asunto. Lo que falta por explicar es por qué en aquellas profesiones en que la mujer se hace mayoría tienden a convertir esa mayoría en un absoluto: maestras, enfermeras, profesionales relacionados con el derecho de familia, atención a la infancia…

sin vertigo
Quizá con todo, lo más sorprendente y llamativo de esta forma de proceder no es sólo que el noefeminismo no explique por qué no aplica sus propios baremos y criterios allí donde le correspondería por ocupar una posición dominante: casa, hijos…  las profesiones citadas más arriba, sino el porqué de que  los hombres también hayan renunciado a exigirlo, salvo contadas ocasiones, por ejemplo, cuando descubren con qué criterios se resuelven los divorcios y la custodia de los hijos.  O por qué entiende que a unos corresponde resolver lo de todos y todas y a otras solo lo suyo. En este asunto de la igualdad muchas cosas nos son ya conocidas pero algunas otras quedan por conocer y entre ellas sin lugar a dudas, lo del silencio y complicidad de muchos varones ante un panorama que ofrece tan poco margen a la duda constituye en mi opinión la principal incógnita,  lo que seguramente está en relación con la total ausencia de conciencia de género. Lo que ya no me atrevo a decir es si como causa o como consecuencia.

26 marzo, 2012

Mirada de género


Esta información de María Pazos en El País echa por tierra todo lo que el feminismo institucional ha venido diciendo desde el inicio de la crisis: que de nuevo las perjudicadas de forma diferencial eran ellas, que las políticas a arbitrar tenían que ser a favor de la mujer, que si la pobreza tenía rostro femenino, etc. En todo eso es diferente, en otras cosas particularmente el tono veremos que no. Implícitamente se reconoce que en España se ha producido en apenas 30 años un proceso de incorporación de la mujer al mundo del trabajo que en muchos otros países no se ha producido o que  en los más avanzados llevó varias décadas más, que los niveles de paro son semejantes a los masculinos y que las tasas de actividad se mueven en la dirección de confluir, aún cuando es claro que un importantísimo número de mujeres prefieren no incorporarse al mercado de trabajo por muy diferentes motivos.

Pero eso en absoluto hace necesario para la autora rebajar el nivel de exigencia o el tono reivindicativo, en ese punto no se aparta ni un milímetro de lo que viene siendo política neofeminista  de hoy y de siempre. Y, por supuesto, no modifica ni lo más mínimo la mirada  de género, es decir, a los otros que los parta un rayo, porque el tono usado al hablar de que el índice de actividad masculino desciende mientras se incrementa el femenino o que el nivel formativo es menos,  torna todo lo que antes era vindicación en algo como que no fuera de su incumbencia, algo ajeno, lo de otros, no de los que nos importan sino de esos que están en la otra trinchera. Y cuando esto lo practican grupos ajenos a la Administración es criticable, pero cuando desde la Administración hace suyos estos planteamientos, es francamente inadmisible. 


23 marzo, 2012

Los hijos, las mujeres y el neofeminismo

Dolors Reguant en La mujer no existe, define el patriarcado del siguiente modo:

Es una forma de organización política, económica, religiosa y social basada en la idea de autoridad y liderazgo del varón, en la que se da el predominio de los hombres sobre las mujeres; del marido sobre la esposa; del padre sobre la madre, los hijos y las hijas; de los viejos sobre los jóvenes y de la línea de descendencia paterna sobre la materna. El patriarcado ha surgido de una forma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y la reproducción de las mujeres y de su producto, los hijos, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetúan como única estructura posible.

Lo que más sorprende de entrada es lo antiguo que suena todo cuanto ahí se dice, a pesar de ser una definición con apenas 15 años de vida. Aunque ya en el mismo momento que fue escrita seguramente sonase más próxima al mundo grecolatino que a la España de esos tiempos, mediados de los años noventa. Pero me interesa especialmente la segunda parte de la definición porque hoy nadie pone en duda que todos los derechos de la reproducción son de la mujer, ellas  mismas así lo proclaman: tendremos hijos si queremos y cuando queramos, por lo que, como mínimo,  deberían haber anunciado hace ya un tiempo el fin del patriarcado, al menos en este punto.

Démosle una segunda vuelta al asunto, y preguntémonos cómo habría que llamar a la situación actual: ¿matriarcado?  Sería lo que en lógica coherencia debería concluir el neofeminismo y quienes sostienen las tesis de la citada autora.  ¿Por qué no es así? ¿Estamos de nuevo ante ese proceder que constituye marca de género del neofeminismo que tan pronto  denuncia invisibilidad, como  inmediatamente la practica? ¿Estamos  ante una de esas teorías de usar y tirar que sirven mientras permiten dar una batalla ideológica pero de las que se prescinde cuando habría que extraer de ellas todas sus consecuencias? ¿Estamos ante el enésimo ejercicio de lo que vale para ti, no vale para mí y lo que en ti veo mal en mi lo veo bien? ¿Ante uno de esos ejercicios de igualdad de género, que lo tienen todo de género, pero nada  de igualdad?

Continuemos con el asunto de los hijos y veamos qué sucede más allá de la familia. Lo que ahí fuera hay va todo en la misma dirección: las guarderías, los jardines de infancia, la escuela primaria son espacios abrumadoramente femeninos. Tanto, que algunos niños no se tropiezan con la figura masculina más que a los nueve o diez años. Y esta tendencia  tiende a ampliarse y consolidarse.  Pero, hay más. No es sólo ya  que la ley no reconozca el derecho a la custodia compartida, es que la práctica de los juzgados de familia, en los que a veces, el único varón es quien reclama una custodia, porque todas las demás: jueza, fiscala, abogadas de ambas partes, personal de los servicios sociales y del juzgado son mujeres, sin que el tema de la paridad se suscite de ningún modo. Por cierto, ¿todo esto sucede por casualidad o responde a algo más profundo?

Curiosamente esa tendencia a conceder sistemáticamente la custodia de los hijos a las madres, también por los jueces más conservadores, es considerada por el neofeminismo, particularmente los neofeministas, como residuo patriarcal, pero sin que lleguen a explicar convincentemente la plena coincidencia en un asunto tan decisivo entre el neofeminismo y el patriarcado. Mucho menos cómo conciliar posiciones tan opuestas hasta el punto de proclamar primero que el patriarcado se caracteriza por situar a los hijos bajo la férula del padre pero luego resulta que las custodias se otorgan a las madres sin aparente contradicción alguna.  La hipocresía y falta de honestidad intelectual en este terreno no es menor que en cualquier otro. Si fuésemos al tema de los permisos de paternidad y maternidad estaríamos ante más de lo mismo y, otro tanto, sucedería si tocásemos el tema de la conciliación laboral y familiar.

Por eso hagámonos todavía una pregunta más: ¿con qué ojos (o gafas) habrá que ver la situación actual para considerar que avanzamos hacia la igualdad?

Para cerrar esta entrada dos citas reveladoras de dos aspectos centrales de lo más arriba tratado:
Dice Louann Brizendine en  El cerebro masculino: “Los investigadores de la Ohio State University han observado que las convicciones del padre acerca del grado de participación que debe tener en la educación del niño no cuentan; es la madre la que lleva la voz cantante. Descubrieron que las madres pueden alentar a los padres abriendo la puerta de su participación, o pueden ser críticas y cerrar la puerta.”  pág. 114

Por su parte Alain Touraine: “Las mujeres son conscientes de que mantienen una relación privilegiada con los hijos, cuya existencia les confiere un poder al que no renunciarían por nada del mundo, aunque los hombres compartieran las tareas de la casa con ellas, incluyendo el cuidado de los niños.” (El mundo de las mujeres pág. 139)


20 marzo, 2012

¿Cuándo debe regir el criterio de la paridad?


El neofeminismo y los y las neofeministas nos deben algunas explicaciones como las relativas a:  cuándo debe regir el criterio de la paridad o por qué  en unos casos se denuncia su incumplimiento y en otros no. 

Me surgen las anteriores preguntas al constatar cómo, en un periódico tal El País caracterizado por su filiación feminista, hay espacios como los blogs o el humor gráfico en que la mayoría absolutísima de autores son eso autores y no autoras, sin que nadie se rasgue las vestiduras. 

Y quizá podríamos completar el cuadro interrogándonos sobre el porqué de tan pocas mujeres, ¿será que los hombres habrán concertado voluntades para impedir o limitar al máximo la presencia de mujeres? ¿Será que tampoco un medio con tan decidida vocación profeminista  es capaz de sustraerse al poderoso influjo del patriarcado? ¿O quizá tendrá algo que ver la actitud de las mujeres?

Pero más todavía, teniendo en cuenta que cada uno de esos hombres rechazaría algo así referido a otro campo de actividad, y que muchos de ellos no se cansan de repetir la anomalía de tan pocas mujeres en lugares como la rectoría de universidades o los consejos de administración, no estaría obligado quien así opina a explicar por qué paridad en un sitio sí y en el otro no.


19 marzo, 2012

Día del Padre

No es que sea un forofo de las efemérides pero lo que sucede con el día del Padre quizá sea revelador de muchas otras cosas. Las referencias a la conmemoración son prácticamente inexistentes en la prensa escrita, de la otra no puedo hablar porque las ocupaciones no me  han permitido dedicarles ni un minuto, y además de un artículo de Sostres al que se hace referencia en la bitácora Padres divorciados, y de la entrada de Nada es gratis, que viene a decir que más bien nuestra presencia no es muy importante,  lo que he encontrado es esto.

Feliz día del Padre.

17 marzo, 2012

¿Debate o censura?


El posicionamiento del neofeminismo frente al Informe de Ignacio del Bosque,  por ejemplo, en el comentario de María José Porteiro en la entrada de Pilar Careaga en el blog Mujeres o  tantas otras manifestaciones, como las recogidas aquí, muestran con toda nitidez hasta qué punto las cuestiones de género están fuera de cualquier cauce “civilizado” y las reacciones recuerdan más al fanatismo religioso que a un debate del s.XXI en un país civilizado. Como sorprendente y totalitaria resulta esa pretensión de apropiarse de la Humanidad, con la consiguiente duda, ¿si ellas representan a la Humanidad en qué grupo estaría Ignacio del Bosque y quienes apoyan su posición…?

Como tantas veces hemos denunciado desde estas páginas este asunto lleva mucho tiempo manejándose muy mal, aunque de forma bastante opaca –no es verdad que siempre les interese la visibilidad-  y son solo circunstancias como la presente las que permiten ver el verdadero rostro de aquellas en quienes por parte de casi todos se han depositado los poderes y resortes para, en teoría, construir una sociedad de iguales. Las ínfulas con que están abordando este tema las neofeministas debiera hacer sospechar a quienes hasta el presente han  apoyado cuanta “sugerencia” les fue hecha desde esas posiciones a lo largo de los últimos años y, les obliga a dar explicaciones de por qué todo esto haya de estar desarrollándose de esta manera. 

P.S. Si en un asunto como el  sexismo lingüístico los académicos de la RAE y los lingüistas son los que deben callar.

Si en el tema de la discriminación salarial femenina lo de menos es si tal cosa es captada por la inspección de trabajo y la economía.

Si la especificidad de la violencia en la pareja heterosexual versus la violencia en la pareja homosexual solo es perceptible cuando se profesa la ideología de género.

Si cuando argüimos estas cosas o pedimos custodia compartida, el neofeminismo inmediatamente recurre al anatema no ya de machista, que últimamente se les está quedando corto, sino a la acusación de favorecer la violencia de género, o a arrogarse la representación de la Humanidad...

¿De qué habremos de echar mano quienes creemos que tal cosa no es un argumento sino un acto de intimidación?  ¿Qué habremos de hacer quienes pensamos que la ideología de género no sólo no conduce a la igualdad, sino más bien a todo lo contrario?

16 marzo, 2012

Los niños (varones) y la escuela


En una entrada reciente de Nada es gratis se ha hecho referencia al siguiente estudio: De Marianne Bertrand y Jessica Pan, The Trouble with Boys: Social Influences and the Gender Gap in Disruptive Behavior (NBER 2011), que el autor Manuel Bagues resume así:

Bertrand y Pan siguen durante doce años la trayectoria de veinte mil niños. En primer lugar, estudian la influencia de la escuela.  Curiosamente, las diferencias en las habilidades no cognitivas entre chicos y chicas no varían en función del grado de disciplina de la escuela, de la edad a la que los niños comienzan la guardería o del sexo del maestro. Sin embargo, la estructura familiar resulta ser un factor clave. Los niños (varones) que se han educado fuera de la llamada familia tradicional (ambos padres biológicos presentes) tienen graves carencias en habilidades no cognitivas. Por ejemplo, la probabilidad de ser expulsados por mal comportamiento de la escuela, uno de los mejores predictores del fracaso escolar, es muy superior (25% vs 10%). Según los autores, en parte esto se debería a que las madres solteras tienden a pasar menos tiempo con sus hijos varones que con sus hijas. Además, las madres solteras también declaran una mayor distancia emocional respecto a sus hijos varones. Pero la principal razón es que los niños son especialmente vulnerables en las familias monoparentales. Estas familias dedican menos tiempo a sus hijos (e hijas) pero es el desarrollo no cognitivo de los hijos varones el que se ve afectado en mayor medida. El aumento en el número de niños que no convive con ambos padres biológicos habría agravado el problema en las últimas décadas”.

Curiosamente en la bitácora: La cause des hommes, se recoge también un artículo de Le Monde sobre el mismo tema en el que básicamente se destacan los mismos aspectos de más arriba, es decir, la particular incidencia sobre los niños varones de la estructura familiar en orden a sus mayores problemas de comportamiento y sus mayores posibilidades de fracaso escolar.
Me parecía que no debía dejar de mencionar de alguna manera un estudio tan esclarecedor en una bitácora para la que el fracaso escolar masculino se ha convertido en unas de sus prioridades.

15 marzo, 2012

Superioridad moral


Es verdad que había anticipado un tiempo para reflexionar sobre la bitácora y si lo que estaba haciendo era lo mejor, o cabía hacer otras cosas, pero el debate sobre el sexismo lingüístico está dejando al descubierto tantas cosas que hace imposible sustraerse a decir algo al respecto. Como prueba véase el comentario de María José Porteiro agradeciendo ¡nada menos que en nombre de la Humanidad! el artículo de Pilar Careaga.

Parece consustancial con el neofeminismo que  quien habla en su nombre se sitúe de partida en una posición de superioridad moral, de despotismo ético que dirían otros,  convirtiendo así  en una quimera  lo que a propósito del liberalismo decía en un artículo en El País, J. M. Laporta, en los siguientes términos:

toda la actividad política y los proyectos de la sociedad se tornan en un gran proceso de deliberación entre personas libres y autónomas que intercambian sus ideas presididas por la virtud de la tolerancia y la guía de la racionalidad. No tienen sitio por ello aquí la descalificación y el improperio, la imposición o el trágala, o la manipulación de los datos y la excitación tramposa de resortes emocionales.”

Mientras no seamos capaces de restablecer la idea de que en el terreno político, moral, ideológico no hay posiciones de primer orden y posiciones subordinadas, sino posiciones diferenciadas, que es necesario fundamentar en cada caso, admitiendo que el otro es un igual y, por tanto, con el mismo derecho a expresarse y defender sus posiciones, no habremos avanzado nada, ni será posible establecer unas condiciones mínimas para un diálogo y un acuerdo compartido.

Pretender que el neofeminismo es la única manera de encarar el asunto de la igualdad y, que quien no parta de sus presupuestos está incapacitado para expresarse, porque solo puede representar la defensa de derechos ilegítimos, es una estratagema que hasta el momento ha reportado grandes dividendos a esas posiciones pero que, evidentemente, no es admisible desde ningún punto de vista: ni ético, ni político, ni ideológico.  

11 marzo, 2012

Receso


Aprovechando este pequeño parón en la  actividad de la bitácora quiero comentaros que hace un tiempo que le vengo dando vueltas a la idea de un receso en la misma, y tengo la impresión de que éste puede ser un buen momento. Un saludo a todos. 

08 marzo, 2012

... peor para la realidad.



Escribe María Sahuquillo un artículo en El País en el que toca el sempiterno tema de la brecha salarial, que junto a la violencia de género sitúa como los lastres más importantes para la igualdad en Europa.  Brecha salarial que si hasta hace bien poco se usaba alterna y confusamente tanto para indicar la diferencia media de remuneración  como, en otros momentos, se acompañaba de la coletilla “…por igual trabajo”,  ahora viene referida a “por un trabajo de igual valor”. Estamos de nuevo ante una invención lingüística para ocultar que como resultaba insostenible lo de “por igual trabajo”, se cambia de denominación para seguir manteniendo la ficción de una discriminación salarial por ser mujer que nadie: ni sindicatos, ni inspección de trabajo, ni sobre todo la economía real detectan.

Pero quizá más asombroso todavía es lo que aparece en un recuadro en el citado artículo donde literalmente se dice:
La mayoría de los españoles dice que en su empresa existen las mismas oportunidades de promoción para hombres y mujeres, según un sondeo de Metroscopia. Un 76% comparte esta opinión. Hay matices por edad y sexo: para los hombres menores de 34 años, esa sensación se convierte casi en certeza, pues el 94% suscribe que las mujeres no se tropiezan con más dificultades que ellos en el trabajo. Entre las mujeres jóvenes, el porcentaje es menor, del 66%. “Su impresión de la realidad deja traslucir un presente al que aún le queda recorrido hacia la igualdad”, explica Susana Arbas, directora general de Metroscopia.”

El párrafo no tiene desperdicio y confirma cuantas aseveraciones se vienen haciendo sobre las estadísticas de género en el sentido de que no pretenden tanto conocer un estado de opinión como confirmar un prejuicio. Pero lo que resulta más increíble es que sea la propia directora de la empresa demoscópica la que confirme que esto es así,  ya que ante la rotundidad de los datos recabados por su propia empresa, la reacción no puede ser más contraria a cualquier deontología profesional  y más en la dirección de: si la realidad no confirma mis hipótesis peor para la realidad.  Por qué pregunto yo ¿habrá que derivar de sus palabras que lo que hay que hacer es bombardear a la opinión pública hasta que exprese lo que ella desea?

Se confirma así lo expresado por el escrito de la RAE sobre el sexismo del lenguaje cuando decía:

"… de forma que el criterio para decidir si existe o no sexismo lingüístico será la conciencia social de las mujeres o, simplemente, de los ciudadanos contrarios a la discriminación."  



Sustitúyase sexismo lingüístico por discriminación salarial y se verá que estamos ante la misma actitud: aunque la realidad niegue por todos lados la discriminación salarial femenina, bastará que el neofeminismo la siga sosteniendo para que ésta se convierta en verdad  y, si entre la población este estado de opinión tiene escaso apoyo lo que proceden son nuevas campañas de “información”.


04 marzo, 2012

Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer

Importante informe de la Real Academia de la Lengua sobre las diversas guías que entidades como la Junta de Andalucía, CCOO, UGT, las universidades de Málaga, Granada o Murcia así como la UNED habían publicado a fin de evitar el lenguaje sexista. Como señala El País:

"En un artículo escrito por el académico Ignacio del Bosque y suscrito por 26 académicos de número, se sostiene que, si bien existen usos verbales sexistas, las recomendaciones de dichas guías difunden usos ajenos a las prácticas de los hablantes, conculcan normas gramaticales, anulan distinciones necesarias y obvian que no hay discriminación en la falta de correspondencia entre género y sexo."

Ahora ya solo cabe esperar que por parte de representantes cualificados de la economía se haga otro tanto en relación con la discriminación salarial femenina y la judicatura reconsidere lo contenido en la LIVG y, en general, en la asimetría observada en la aplicación del código penal a hombres y mujeres, porque serían pruebas inequívocas de que se estaría restableciendo la justicia y la equidad en la lucha por la igualdad y la no discriminación por razón de sexo.