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21 abril, 2006

¿Feminismo de izquierdas?

¿Puede calificarse de izquierdas un feminismo como el institucional, que vive de la sopa boba del Estado? ¿Puede calificarse de izquierdas, un feminismo cuyos métodos son los de un lobby de presión? ¿Puede calificarse de izquierdas un feminismo en el que la deshonestidad intelectual parece más la norma que la excepción?

En escasos meses se ha tenido que dejar de distribuir el libro “Violencia: tolerancia cero”, una de cuyas autoras es la feminista Inés Alberdi, por la inexactitud de las estadísticas manejadas, estudio que muchos no dudaron en calificar de manipulador. Se han publicado también dos estudios estadísticos sobre las diferencias salariales por sexo, uno del INE realizado ya en el 2003 y que recogía una brecha salarial del 40 % entre hombres y mujeres y que fue presentado como si esa diferencia reflejase que por el mismo trabajo los hombres cobraban un 40 % más que las mujeres, cuando las conclusiones del estudio eran bien diferentes, y otro de la AEAT con los datos declarados en el I.R.P.F en el que se presentaba como discriminatoria una brecha salarial media entre hombres y mujeres del 30 %, no así, sin embargo, que esa brecha fuese del 70 % si lo que comparábamos eran las mismas magnitudes pero referidas a los extremeños por comparación con los madrileños.

También hacia finales de año apareció en la prensa con el siguiente titular “Un 80% de las chicas creen que las quieren aunque las maltraten”, un estudio realizado por una ONG feminista cuya conclusión sin embargo era, que “ Un 80% de las chicas y un 75% de los chicos creen que los quieren aunque los maltraten” y eso sin entrar en el análisis pormenorizado de lo que en el citado estudio se considera maltrato.

Pero, quizá lo más demoledor en este aspecto, sean las durísimas críticas realizadas por Elisabeth Badinter en su libro “fausse route” y por Marcela Iacub y Hervé le Bras en un artículo que con el título de Homo mulieri lupus? se publicó en el nº 623 de la revista Les Temps Modernes, denunciando justamente la deshonestidad intelectual de las autoras del estudio realizado en Francia en el año 2000, por el equivalente al Instituto de la mujer español, para medir la violencia contra las mujeres, estudio que, sin embargo, está sirviendo como modelo, en metodología de análisis, a los realizados en otros países europeos, entre ellos España.