Twittear

30 diciembre, 2011

Víctima del patriarcado, salvoconducto a la inmunidad


La ideología que aquí combatimos es justamente esa, la que convierte a la mujer en una menor de edad víctima del vapuleo constante del patriarcado y por tanto no responsable de sus actos, que sean del cariz que sean y se muevan en una dirección o la contraria harán de ella, bien una heroína capaz de vencerlo, bien una víctima de las circunstancias, en cualquier caso un ser que haga lo que haga y esté en la posición que esté no podrá despertarnos más que comprensión y admiración y por ello a la que no cabe dar más que  nuestro apoyo.

La otra cara de esa moneda la constituiría el hombre, el varón, el macho, ese ser que haga lo que haga y esté donde esté, estará ejerciendo el “poder” y a quien por tanto le serán exigibles responsabilidades no sólo por sus actos, sino también por los de los demás, por todos los actos.  Un ser que ya sea como cerdo capitalista o “padre padrone”, no puede suscitar más que nuestro repudio y rechazo. Estas serían las dos categorías binarias en las que el mundo estaría dividido según esta ideología y ante las cuales forzosamente deberíamos elegir.

Bien es cierto que una presentación tan brutal quedaría reservada a determinados textos teóricos y en trabajos como los de Andrea Dworkin y algunas otras feministas radicales, y mucho más difícilmente en el feminismo operante y de cada día, pero a poco que escarbemos descubrimos es el estereotipo dominante para quienes así piensan y lo que está detrás de la legislación de género y el distinto trato penal a hombres y mujeres, o las múltiples y nunca totalmente descubiertas “opresiones” del varón sobre la mujer, sea mediante discriminación salarial y techo de cristal, sea en la violencia doméstica, sea en el acoso moral y sexual, sea en el bullying, la homofobia...

El neofeminismo ha tomado la parte por el todo y ha construido un estereotipo de buenas y malos, de víctimas y verdugos, que pretende que tomemos por espejo de una realidad mucho más compleja y rica, donde esa visión en bloque de los sexos choca con la realidad histórica y presente, y en la que un reduccionismo de ese tenor no puede tener cabida. Esta es la ideología que hay que desenmascarar, este es el esquema que hay que romper por falso y por injusto, pero también porque terminará, si no lo está haciendo ya, dañando, y mucho, a todos: hombres, mujeres y niños.


P.S. He leído en otra bitácora una defensa sin ambages de la ambigüedad que, parecía hacer referencia a algo que aquí se ha tocado muchas veces. Por eso me apetece decir algo al respecto. Aclaro que me refiero a la ambigüedad llevada al plano del pensamiento, al plano de las ideas.

La ambigüedad en el plano intelectual, en el mejor de los casos es sinónimo de confusión y falta de claridad, en el peor, particularmente si es calculada, es otra forma de mentira. Y lamentablemente hay mucho de eso en el discurso neofeminista en conceptos centrales como: machismo, patriarcado, incluso custodia compartida, si para desvirtuar su reivindicación se habla de la “custodia compartida impuesta”, a sabiendas de que la defensa de la misma nada tiene que ver con esa expresión y sí con su consideración como opción preferente y el estudio caso por  caso. Curiosamente, quienes así se expresan, olvidan que  la única custodia obligatoria y por imposición es la práctica habitual de concederla siempre a la madre.

Y para prueba de esa ambigüedad en los conceptos en la misma bitácora se achaca el error en la decisión de otorgar la custodia a esa madre de Tenerife que acabó matando a sus hijos, nada menos que al patriarcado ¡Ahí es nada! Los conceptos se estiran y se acortan como si de chicle se tratase, hasta el punto de que cuando en una legislación claramente de género como es la española en lo relativo a la custodia, se produce un resultado tan lamentable e inasumible como ese, algunos pretenden lavar su responsabilidad intelectual y moral achacándolo al patriarcado. En otro momento y también en uno de esos ejercicios de fraude intelectual y estiramiento de conceptos habían decidido calificar de violencias machistas, el bullying o la homofobia.

En relación con la paternidad, que también ha sido tratada en la misma bitácora, lamentar que por prejuicios ideológicos haya padres que deleguen en las madres los cuidados y el afecto que como tales les corresponde dar a sus hijos. Esta posición no sólo vive anclada en una visión de los roles familiares anticuada y antigua, también desconoce que la paternidad tiene contenidos específicos en relación con los hijos y por tanto no es algo que se pueda delegar: o lo hace el padre o sencillamente no se hace. Finalmente, decir que la ambigüedad, la confusión en la expresión  del pensamiento, el uso de términos que significan una cosa o la contraria a gusto de quien los crea y maneja, a quien ha mejor servido siempre ha sido al poder, y en particular a ese poder que se propone el manejo de las conciencias. 

28 diciembre, 2011

A propósito de encuestas


Por enésima vez, de nuevo algunas encuestas, esta vez sobre la violación, antes lo habían sido la violencia doméstica o el acoso sexual, también la discriminación salarial, nos descubren como ya sucediera en los otros casos unas cifras que causan espanto. Lo que sorprende es que a estas alturas los medios sigan haciéndose eco de las mismas como si ninguno de los precedentes que se demostraron falaces hubiera existido. Como si no se hubiera demostrado una falacia y un ejercicio de mal periodismo aquello de: “Las mujeres cobran un 40 % menos que los hombres”. Porque también la imprecisión de las palabras permite que todo sea escurridizo y en cualquier momento se pueda decir donde dije digo quería decir Diego.

No es ya que no se respeten unas mínimas reglas de la sociología,  seleccionando de la población la muestra que interesa, por ejemplo en las de acoso o violencia doméstica, eliminando de la misma a los varones a quienes por principio se supone “culpables”, es que todo en ellas más que movido por una voluntad de conocer tal o cual aspecto de la realidad de los géneros, están concebidas con el propósito de confirmar las tesis de la iniciadoras de esta guerra de sexos, entre ellas Andrea Dworkin o Catharine Mackinnon, personas que traspiraban sexismo y misandria por cada poro de su cuerpo y, para quienes el hombre se había convertido en el enemigo a batir.

La ausencia de límites es de tal magnitud que la comisaria europea Anna Diamantopoulou ya en el año 2002, al anunciar la ley europea contra el acoso, dijo que “entre el 40 y el 50 por 100 de las mujeres en Europa había recibido solicitaciones sexuales no deseadas”, y que “el 80 por 100 las han sufrido en determinados Estados”. Eufemismo que acabará convirtiéndose en acoso a la hora de la encuesta y datos que, según esta corriente, han puesto sobre la mesa la necesidad de “reeducar” a los hombres, y frente a los cual Elisabeth Badinter expresa con claridad que: “El eslogan implícito o explícito de “cambiar al hombre”, más que el “luchar contra los abusos de ciertos hombres”, revela una utopía totalitaria.”

Por eso desde la modestia de esta bitácora me gustaría recordar que como mínimo habría que estar muy precavido contra teorías que transitan cómoda y alegremente de lo objetivo a lo subjetivo, de los hechos a la apreciación de intención, de una realidad observable y medible a una mera declaración, y que llegado el caso y cuando la apreciación subjetiva no es de su gusto se permiten corregirla aduciendo algún  tipo de alienación, como sucede con el denominado “acoso técnico” -cifra que corrige al alza la cifra de acoso para el caso de aquellas mujeres que por ejemplo no entienden como tal un chiste verde o un piropo-. Estos no son los procedimientos de ningún sociólogo, ni tan siquiera de una persona que entiende al otro como un igual y por tanto respetuosa con sus derechos. Si lo son de todo tipo de inquisiciones y totalitarismos, para los que si la realidad no confirma sus prejuicios, peor  para ella.

22 diciembre, 2011

Algunas tareas de futuro


Para una bitácora como ésta que considera inasumible la pretensión neofeminista de que los hombres hayamos de aceptar todo cuanto ellas digan en lo relativo a la igualdad, porque cualquier otra reacción solo se podría interpretar como machismo y, resulta inasumible, porque tal cosa sería equivalente a una condena al silencio,  una especie de  muerte civil, o, visto de otra manera, imponernos una censura que nos convertiría en una especie de zombis que tendrían limitado su campo de acción a determinadas tareas que nos vendrían impuestas desde fuera, se le plantean, varios frentes de actuación y no solo la crítica de propuestas emanadas de ese feminismo.  

Es evidente que mientras hablamos de tal o cuál estadística o encuesta que nos desvela un rostro cada día más terrible del hombre: ese ser del que jamás se pararía de descubrir un ángulo cada vez más siniestro e “inhumano” y del que parecería que todo cuanto conocíamos de él no era más que pura fachada; mientras eso sucede, seguimos sin entender por qué otros aspectos de la realidad son tapados, escondidos, negados y para los que por lo visto no existe ninguna prisa en descubrir su origen y génesis, sea que se trate del fracaso escolar masculino, las elevadas tasas de suicidio del varón que no paran de crecer, la evolución del empleo y el mercado de trabajo para cada uno de los sexos, la evolución en progresión geométrica de la obesidad mórbida o que no exista una campaña, al estilo de las llevadas a cabo contra el tabaco o los accidentes de tráfico, contra los accidentes laborales cuyas estadísticas nos sitúan a la cabeza de Europa…

Pero también y esto revela hasta qué punto se pretende desligarnos de la interpretación de la realidad, la increíble celeridad de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, hasta el punto de que en apenas 30 años se han conseguido cifras de incorporación al mismo comparables a las que para los varones supusieron 150 años, y junto a eso  la falacia del techo de cristal y la discriminación laboral y salarial de las mujeres que, ellas sí, parecen con capacidad para elegir sectores y tiempos de dedicación que a los hombres nos están vedados, circunstancia ésta que, sin embargo, pretenden que hayamos de interpretar como discriminatoria, como tantas veces hemos comentado aquí en relación con los contratos a tiempo parcial o el empleo público; o dicho de otro modo, sin la tiranía de la jornada a tiempo completo y la posibilidad de excluirse de los empleos más difíciles y arriesgados.

Para una bitácora como ésta digo se impone atender ese frente de la crítica de lo que pasa, de la denuncia de lo que no se está haciendo, pero también en un mundo tan cambiante redefinir y resituar la figura masculina en la familia y la sociedad, desde la propia iniciativa de los varones y no como algo que nos viene impuesto y que ha sido decidido sin contar con nuestra opinión. Seguramente esta sea la tarea de futuro que más difícil resulte pero en la que cabe cifrar las mayores esperanzas porque, en cuanto a lo otro, la dura realidad nos dice que poco cabe hacer: el varón seguirá siendo presentado como  un ser abusador y explotador del que como único resultado lo que  cabe esperar es un marido y un padre ausente.

21 diciembre, 2011

Consecuencias de la ausencia del padre


Continuando con las opiniones de Dallaire en relación a la paternidad y, en concreto, en relación con su ausencia dice entre otras cosas, lo que sigue:
¿Qué pasa cuando el padre no cumple sus funciones? ¿Qué sucede si no se implica en el triángulo padre-madre-hijo? ¿Qué pasa cuando el padre está sicológicamente ausente? ¿Qué sucede si, por una razón u otra, el hombre se ve imposibilitado de cumplir su función paterna? Sucede lo que por todas partes constatamos a nuestro alrededor. Entre otros:

- Las madres buscan cumplir la función de la falta del padre, lo que acentúa la actitud ambivalente de los niños hacia su padre y su madre.

- La delincuencia y la vagancia de los jóvenes aumenta

- Los adolescentes no abandonan  nunca su sentimiento de “emperador” y creen que todo les es debido, que son el centro del universo.

- El problema del abandono escolar y los problemas socioafectivos se intensifican, particularmente en el caso de los chicos.

- El consumo de drogas duras y blandas es más elevado en las familias monoparentales.


Lecciones de un debate


En otra bitácora he participado en un debate que en su dimensión, en el pequeño microcosmos creado en él, aparecen tantos hechos significativos que no me resisto a callarme algunos.

Por ejemplo, el efecto paralizante del dedo acusador de la única participante femenina: Lucía, sobre Josu, el autor de la entrada y la bitácora -persona por la que siento un gran respeto intelectual aunque no siempre coincida con él- para quien ser tildado de machista representa lo que para la mayor parte de los hombres: uno de los apelativos que con más fuerza deseas que no te pueda ser aplicado nunca.

Obsérvese cuan en contraposición está ese hecho, constatado una y mil veces en hombres de toda clase y condición,  con la afirmación neofeminista de que los hombres practicamos machismo casi en cada respiración y no nos mueve más que una voluntad de dominación.

Saben efectivamente buscar donde duele y saben  que el poso cultural es tan profundo que  parece formar parte de nuestra naturaleza. ¿Cómo sino explicar lo acontecido en el Titanic y, el estoicismo de una situación en que se acepta la muerte para respetar el mandato de  las mujeres y los niños primero?

Pero es significativo también como las posiciones de Lucía ganan fuerza cuando ella se retira del debate y la defensa de la encuesta la asumen  otros varones. Es una lección de este caso pero de casi todos: las feministas no tienen más que dejar caer una estadística o una discriminación en el lugar apropiado, para que un grupo de hombres inmediatamente estén dispuestos a disputarse el tema como si de una pelota en el patio de una colegio se tratase.

Tened presente la situación: de lo que se habla es de que según una encuesta, en USA,  1 de cada 5 mujeres sufre violación, es decir que aproximadamente 1 de cada 5 varones es un violador y, Lucía no precisa más que encender la mecha para que un grupo de varones, de los que si buscásemos la proporción alguno debería pertenecer al grupo de los violadores, se  disputan la idea, mientras ella desaparece de escena.

Haced el ejercicio de pensar cuantas otras situaciones se resuelven de ese modo: Zapatero legislando para el género, Lorente como Delegado del Gobierno para la violencia de género, los hombres profeministas anunciando que los hombres deben sumar a lo ya conocido todo cuanto otro mal existe en el mundo: bullying, homofobia, etcétera. Y tantos y tantos que, desde todos los ámbitos, han asumido como tarea mostrar la malignidad del género masculino, del que por supuesto se han autoexcluido aunque no sabemos en base a qué.

Por eso a la hora de las responsabilidades el neofeminismo aparece en muy contadas ocasiones, porque ha aprendido que nada mejor que la interposición y el enmascaramiento para la defensa de los intereses propios. Sea que se trate de los casos de hiyab, en otras ocasiones aquí comentados, o de la supuesta discriminación salarial, o de más puestos en la administración pública, la universidad o la prensa para las mujeres, por citar sólo algunos ejemplos, siempre encuentran un grupo de esforzados hombres dispuestos a satisfacer las demandas femeninas y darles cobertura ideológica y de todo tipo.

En algunos casos, por ejemplo los sindicatos  para que con la habitual ambivalencia del neofeminismo se les acuse al mismo tiempo de instituciones patriarcales por estar regidas por hombres. Ya no digamos en casos como el de I.U., que más papistas que el Papa y para que no se diga, constituyen en el momento actual quienes con más ahínco y sin ambages se oponen a la custodia compartida o realizan peticiones como la de ese Ministerio de la Mujer y como si nada hubiera cambiado desde el año 17 del siglo pasado, hablan de una Asamblea nacional de mujeres y ponen en sus manos todo lo relacionado con la igualdad de sexos, y todo ello cuando los votos y las estructuras que los sostienen son muy mayoritariamente masculinas, y dos de sus principales cabezas femeninas: Rosa Aguilar e Inés Sabanés se han ido de la organización y no con la mejor sonrisa.

A veces me dan ganas de exclamar ¡qué falta de autoestima!

Como veis, el debate quedó truncado y mi último comentario sin contestación, pensaba añadir si me dieran ocasión que no podemos seguir jugando a meter miedo, que no podemos seguir sembrando la confusión sobre los temas y alimentando la  confrontación y la guerra de sexos, que nadie pide que no se sea todo lo  riguroso que haya que ser con la violación o cualquier otro delito, pero que por favor ya está bien de criminalizar al género masculino, que ya está bien de datos, encuestas y estadísticas que luego se demuestran falsas, o como mínimo enormemente exageradas, que si hay que estudiar la violación se haga pero no con una encuesta telefónica y  un cuestionario dudoso,  sino con un estudio sociológico profundo que combine diferentes fuentes de datos y que busque una interpretación lo más completa y exhaustiva de lo que pueda estar sucediendo y, sobretodo, que no se parta de la idea de que más que conocer la magnitud de algo, lo que se pretende es la confirmación de una ideología.

20 diciembre, 2011

Funciones del padre


Como tengo la impresión de que os ha parecido interesante la penúltima entrada relacionada con la paternidad, en ésta encontraréis las 5 funciones del padre que, en el citado libro de Yvon Dallaire, se señalan: (Ni que decir tiene que la principal intención es propiciar el diálogo sobre las cuestiones señaladas sin que necesariamente suponga que, por mi parte, esté completamente de acuerdo con todo lo que dice el autor)

1. La protección. Antiguamente, gracias a su fuerza física, esta protección estaba limitada fundamentalmente a los peligros físicos exteriores: el hombre de las cavernas debía proteger a los suyos de otros hombres y de predadores de todo tipo. El hombre del siglo XXI estará cada vez más llamado a procurar una seguridad emotiva, y no solo para los niños, también para su mujer (constituye por otro lado una de las principales demandas de la mujer moderna). Su mujer y sus hijos quieren poder contar con él. Para hacerlo, debe evidentemente estar presente, física y psicológicamente, y ser valorado en esta función.

2. La educación. El padre debe facilitar a sus hijos el aprendizaje del control sobre sí mismo; deber enseñarle a renunciar a la satisfacción inmediata de sus necesidades y deseos; debe enseñarle a ser paciente. Debe sobre todo ayudarles a canalizar su agresividad hacia una expresión positiva y constructiva de la misma. Es evidente que, haciéndolo, le enseña también a gestionar mejor sus propias necesidades y su propia agresividad. Mas, ¿no es enseñando como se aprende a enseñar?

3. La iniciación. El padre tiene también como función humanizar al hijo en la frustración y la falta, a fín de poder integrarlo en el mundo adulto y el mundo social, como se hacía en los rituales iniciáticos de las tribus llamadas “primitivas”. El padre inicia el niño en las reglas de la sociedad, sin la que ninguna vida social es posible. La dimisión del padre a este nivel con probabilidad es responsable en buena medida del aumento de la delincuencia juvenil. Los niños se hacen delincuentes porque siguen creyendo que todo les es debido y que los demás están a su servicio (como lo estaba su madre).

4. La separación. La mujer moderna le pida al hombre del siglo XXI que la acompañe en todas las etapas del embarazo, del parto y de los cuidados del niño y creo que este acompañamiento constituye una excelente manera de desarrollar el sentido paterno. Pero, insisto en que la función del padre es la separar al niño de la madre y a la madre del niño y no formar una “santa trinidad” en la que cada uno pierde su identidad. De ese modo, el padre permite la supervivencia y el desarrollo del niño y de la mujer que hay en la madre.


5. La filiación. Poco importa el apellido dado al niño, este tiene necesidad de saber que tiene un padre y quien es su padre. Tiene también necesidad de saber que se inscribe en un linaje que posee una historia. Tiene necesidad de sentirse unido a la humanidad, que forma parte de una gran familia. Tradicionalmente, la filiación era patrilineal; aseguraba al padre que tenía hijos y aseguraba al hijo, niño o niña, que tenían un padre, ese padre.


18 diciembre, 2011

16 diciembre, 2011

Sobre la paternidad

Para esta entrada he seleccionado una cita sobre la paternidad del libro de Yvon Dallaire, Homme et fier de l'être, Option Santé 2001 páginas 230-231.


Según los brillantes análisis del sociólogo quebequés Germán Dulac, los estudios hechos sobre la paternidad han girado alrededor de los cuatro paradigmas negativos siguientes: la pasividad, la ausencia, la violencia y el abuso. Se han centrado más sobre las consecuencias de la ausencia o la pasividad del padre y sobre los efectos negativos de los abusos de poder paternal que en  procurar estudiar la paternidad misma, sus características intrínsecas, sus aportaciones a la educación y la evolución de los niños o los modos de mejor ejercerla.


Su análisis demuestra que, como consecuencia del vasto movimiento de depreciación del estatus de pater familias que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX y sobretodo del XX, se nos aparece “un padre sometido en casa y cuya autoridad ha sido hecha fracasar por la madre. Vencido, ausente, dominado por su esposa en el seno de la familia tradicional y por los patrones en las fábricas, este padre se refugió en el silencio y la ausencia”. Por todas partes a los padres se les echa en falta, y el rol de la madre se hace fuerte para compensar la debilidad de su compañero, infravalorado.

Existe sin embargo, desde hace poco, una tentativa de reconstrucción de la imagen paterna. Salvo que los padres raramente son estudiados por sí mismos; lo son siempre por referencia a las mujeres/madres. Como lo enuncia Brian Robinson: “Los papás hacen también de buenas mamás”. Cada vez más los estudios demuestran que los padres pueden ejercer el cuidado de los hijos, incluso de corta edad, y que los hombres poseen capacidades de “paternidad” con el mismo potencial que una buena madre. Parafraseando a Dulac, “La paternidad durante mucho tiempo se ha resumido en el rol de proveedor y no es más que progresivamente que el rol activo de agente de socialización ha ocupado un lugar más importante.”

Se pide a los padres que se ocupen de los hijos como lo hace la madre y, sobretodo, hacerlo de la misma manera que ella. Ni hablar de valorizar el aporte específico que podría tener la paternidad, expresada en el contexto propio de la masculinidad. Los hombres se encuentran entonces atrapados en una doble polaridad: implicarse en tanto que padres o desentenderse y, cuando deciden implicarse, hacerlo según su sentido o según las expectativas de sus compañeras. 


15 diciembre, 2011

Suceso de Tenerife


Del terrible suceso de Tenerife con resultado de muerte para dos niños quizá interesaría sacar alguna lección relacionada con el hecho de que sistemáticamente las custodias se den a la madre, incluso en un caso como éste, en que todos los indicios apuntaban a que no debió haber sido así.

Tampoco parece que se le haya dado al padre de la niña el tratamiento que correspondía y más bien pareciera que se tratara de un tercero sin derechos en el caso.

Llama la atención la diferencia de protocolo con otros acontecimientos similares ocurridos recientemente y en el que el autor era eso, autor y no autora.

Quizá haya quien encuentre para todo esto sofisticados argumentos ideológicos o jurídicos, pero los 
ciudadanos de a pie, que también tenemos nuestro sentido de lo que deba ser la Justicia,  lo que observamos es que no parecen los criterios de justicia e igualdad de una Estado de derecho.

Quienes se oponen a la custodia compartida y han bendecido las leyes de violencia doméstica y de género, debieran ofrecer alguna explicación de por qué todo esto haya de ser así.


11 diciembre, 2011

El techo de cristal ¿un espejismo?


Retomo el comentario que colgué en la entrada anterior y que recoge la conclusión a que llegan en la bitácora: La cause des hommes, en relación con el famoso techo de cristal femenino, techo de cristal que el neofeminismo presentaba como la prueba del nueve de que los hombres concertaban voluntades para impedir el ascenso laboral y social de las mujeres y la prueba más clara del deseo de dominación de los hombres sobre las mujeres.

Después de analizar la estadística oficial de empleo para el período 1999-2007 en el país vecino, los resultados son claros, la tasa de empleo femenino crece en todo tipo de empleos también en los más cualificados y lo hace de forma muy importante.

También el porcentaje de mujeres en altos puestos de responsabilidad, citando a modo de ejemplo que ocupan el 30 % de los puestos de más responsabilidad tanto en la Administración pública como en las grandes empresas. Este porcentaje era del 14 % en el año 1.999.

A la vista de los datos anteriores el análisis concluye del siguiente modo: 

Una progresión tan generalizada sólo es posible, o bien, porque el “techo de cristal” está enmohecido y podrido hasta el punto de que no tiene ninguna eficacia, o bien, por lo que es más probable, no existe.

La evolución en nuestro país y en general en todos los países desarrollados sigue, con más o menos desfase hacia arriba o hacia abajo, lo que esas cifras oficiales del mercado laboral  francés ofrecen como conclusión. Por eso llegados a este punto cabría preguntarse:

¿cuántas más cosas habrán de ir cayendo del entramado ideológico del neofeminismo para que deje de ser un tabú la crítica a unos posicionamientos ideológicos que no tienen más sustento intelectual que el deseo de poder, por mucho que se disfracen de defensas de los intereses de las mujeres? 

09 diciembre, 2011

Ambivalencia y doble moral

Cuando uno viaja en coche y lo van a adelantar hay un momento, en los coches antiguos sucedía en todos, en que se produce un ángulo muerto y ni detectas el coche que llevas al lado con el rabillo del ojo, ni te aparece en el retrovisor  porque se escapó de su ángulo de visión,  una especie de guadiana pero del vehículo que llevas de vecino.

En la dialéctica con el feminismo tengo la impresión de que ese ángulo muerto o es muy grande o se produce muchas veces, porque las argumentaciones es como si viajaran en planos diferentes de tal modo que nunca se van a encontrar.  Y ese ángulo tiene mucho que ver con la ambivalencia  casi permanente del pensamiento feminista. Por ejemplo, se reprocha tal o cual cosa de los hombres o el patriarcado, pero se practica con fruición cuando toca en situaciones del tipo: es discriminatorio que los telediarios o los programas de la tele estén presentados por hombres exclusivamente, pero no por mujeres.

La parrilla de las radios y las televisiones está plagada de mujeres lo cual no sólo no es motivo de crítica o corrección sino que se saluda con júbilo. Se llega a la situación de que en los programas deportivos en los que el comentarista es masculino, la entrevistadora de campo deba ser mujer,  y eso se haga perfectamente compatible con que en un informativo tanto la presentadora como las corresponsales sean todas mujer. Lo que al parecer tiene absolutamente descartado el feminismo es predicar alguna vez con el ejemplo. 

El antiguo Ministerio de Igualdad en su momento anunció la creación de un organismo para hacer seguimiento del impacto de género de  los Presupuestos  e hizo una propuesta en la que la composición del mismo era prácticamente al 100% de organizaciones feministas y de mujeres; pero hete aquí, que tal propuesta pasado un tiempo decae  ¿cuál será el motivo? Parece que echaron cuentas y la operación no es rentable porque las correcciones de hacerse tendrían que ser en beneficio de los varones que son los perjudicados.  Lo cual por supuesto no nos libra de que en cualquier momento se demuestre lo contrario como tantas otras veces hemos visto.

Cuando el presupuesto sanitario está escorado claramente hacia la atención a las mujeres, se sigue denunciando no se sabe muy bien qué discriminaciones hacia la mujer o presentando el parto en hospital como una canallada más de los hombres para desnaturalizarlo. Las estadísticas de paro, al menos en los últimos años, se desglosaban siempre  por sexos en los comunicados a la opinión pública. Tal cosa, ha desaparecido con la crisis ¿cuál será el motivo?...  Misterio. Como misterio es que jamás se ofrezcan las remuneraciones por hora trabajada, lo que desde luego evitaría tanto  dislate en relación con la discriminación salarial femenina.

Huelga decir que no se tiene empacho en declarar como contratos basura los contratos a tiempo parcial - es verdad que últimamente ya se matiza y se habla de contratos a tiempo parcial no deseados, claro está que sin que sepamos cuanto agrada el suyo al resto de los trabajadores-,  hasta el punto de que en el ámbito público ni tan siquiera están contemplados,  y en esa escalada permanente de declarar discriminatoria cualquier posición recién conquistada, en sociedades como la Noruega ya comienza a señalarse como discriminador que la mujer trabaje mayoritariamente  en el ámbito público, y eso al margen de que no exista ningún motivo que le impida trabajar en el privado y sea ese ámbito donde mejor estén garantizados los derechos y la estabilidad en el empleo.

Es esa acusación de que no nos ocupamos suficiente de los hijos, pero se nos impide hacerlo en cuanta ocasión se presenta, por ejemplo negando la custodia compartida o presentando la paternidad como una especie de muleta a la madre, o peor todavía como un riesgo para las criaturas. Es la petición del Ministerio de igualdad de que los hijos varones salgan en defensa de sus madres si son maltratadas, pero luego se presente como machismo cuando en una encuesta el novio dice que desea proteger a su novia, como sucedía en una encuesta que de la mano de Mujeres progresistas circuló ampliamente por los medio y comentamos aquí. Que incluso se nos haya vendido la película: Cadillac,  como modelo para los adolescentes.

Es el hecho de que el piropo constituya una forma de acoso, pero la presidenta de la comisión de igualdad del Congreso Carmen Calvo declare que le gustan, al igual que le abran la puerta del coche.  Es la petición de que los cargos en la Universidad sean paritarios pero extrañe la petición de que deban equilibrarse las plantillas en Infantil y Primaria, aunque en este caso los beneficiarios sean los niños y niñas, muchos de los cuales no se tropiezan con la figura masculina hasta pasados los 10 años. Es la negación de que el diferente trato penal en la LIVG represente desigualdad jurídica y discriminación por razón de sexo, o el sostenimiento de que la violencia sólo es masculina, que lo que hacen las mujeres es otra cosa, una forma de agresividad que necesitamos exculpar porque o bien es por reacción o bien por mimetismo.

Es la afirmación categórica de que las mujeres no mienten y por tanto lo de las denuncias falsas es un invento de los malévolos machistas. Es la defensa de un sistema jurídico en el que  se ha invertido la carga de la prueba doblemente en los casos de violencia en las parejas heterosexuales,  primero teniendo que demostrar la propia inocencia y  si en algún caso  se quisiera  denunciar por falsedad  a la que acusa teniendo que demostrar  el dolo y, aun para ese supuesto pelear después con la fiscalía que ha decidido hacer suyo lo de que las mujeres es imposible que mientan.  

De ese modo se puede sostener que todas las denuncias presentadas por una mujer lo son con fundamento  porque aún cuando haya sido sobreseída se atribuirá a dificultades de la prueba y por el contrario se sostendrá que aún cuando sólo sean condenados el 30 % de los acusados, los casos de denuncias falsas no llegan al 1%, sin que exista algún tipo de explicación que, excluidas  la magia negra o el milagro, dé cuenta de ese  inmenso piélago del 69 % restante.   

Por supuesto he dejado de lado que la discriminación salarial o laboral sólo puede ser femenina, o que no exista más publicidad sexista que la que denigra a la mujer,  o que como ya queda dicho la violencia, ahora se ha añadido a la de género, el bullying, la homofobia y no sé cuantas cosas más son violencias machistas, etc. etc. En fin, como supondréis la relación podría alargarse no sé si cuanto uno quisiera, pero casi, y a los efectos de esta entrada tengo la impresión de que han sido suficientes.

08 diciembre, 2011

Lenguaje no sexista

He estado echando una ojeada a este documento del Instituto andaluz de la mujer y me he tropezado en la página 14 con esta perla. Se señalan los siguientes como,


Principales problemas del sexismo lingüístico:


1. Duales aparentes y vocablos ocupados
2. Vacíos léxicos
3. Falsos genéricos
4. Asociaciones lingüísticas peyorativas
5. Salto semántico
6. Abuso del masculino genérico
7. Asimetría en el trato mujeres/hombres
8. Orden de presentación
9. Denominación sexuada
10. Aposiciones redundantes:


Y al desarrollar el número 2, se dice lo siguiente:


2. Vacíos léxicos: Palabras que carecen de correlato o dual en el otro género. La ausencia suele perjudicar a las mujeres. Ej.: misoginia significa “aversión u odio a las mujeres”. No existe ninguna palabra que nombre la aversión u odio a los varones.


Y no sé qué me admira más: si el hecho de que consideren la existencia del término misoginia como perjudicial para las mujeres o que, un grupo de lingüistas, en un trabajo que se propone sea la guía para la corrección en todo el ámbito de la administración del sexismo en el lenguaje, ignore la existencia del término misandria. 

02 diciembre, 2011

Neofeminismo 2


Si la construcción de género tuviera visos de realidad histórica, la mujer no hubiera llegado a donde está de ningún modo.  Pues, ¿cómo conciliar, y hacer posibles,  las afirmaciones de que el hombre posee todos los poderes y que su deseo es mantener a las mujeres dominadas  y la sucesión ininterrumpida de  conquistas femeninas? La verdad más bien está en que  tal presupuesto es falso y la inmensa mayoría de los hombres, en todo este proceso, han colaborado o dejado hacer mucho más de lo que un feminismo del resentimiento quiere hacernos creer.  

Si fuera cierto que los hombres deseasen mantener dominadas a las mujeres ¿a cuento de qué se reservarían para si las peores tareas? Si lo del género fuera cierto ¿a título de qué  las grandes conquistas del feminismo serían aprobadas por Parlamentos  de mayoría masculina? Si lo del neofeminismo fuera cierto  en la Universidad no habría más mujeres que hombres, ni en la sociedad más mujeres con título universitario que varones.

Si lo que dice gente como Carmen Morán se ajustara a la verdad, los empleos a tiempo parcial y en el sector público no serían los que mayoritariamente ocuparían las mujeres,  reservándose los varones para sí la construcción, la industria, el campo o la extracción de los recursos naturales,  por ejemplo la minería y la pesca. La queja de la mediadora noruega  Sunniva Orstavik no sería que las mujeres en su país trabajan mucho en el sector público y a tiempo parcial.

Si lo que cuenta el neofeminismo no estuviera trucado la mujer no sería dueña y señora de la reproducción, haciendo jugar al hombre el papel de convidado de piedra prescindible en todas las situaciones. Si lo que cuenta la perspectiva de género no falseara la realidad la justicia no consideraría delito en el varón lo que en la mujer sería simple falta. Si la mujer está donde está es porque el hombre también ha querido que así fuera, aun cuando en algún caso como éste hayan equivocado no sólo el diagnóstico, también la prescripción.

Cosa bien diferente es que cupiese esperar que cuantas más instancias de poder ocupase y más viese cumplidos sus objetivos las cosas tornasen como lo están haciendo en la dirección de establecer una primacía y un dominio cada día más difícil de disimular y olvidando cualquier pretensión de igualdad.Y esto bien merece una digresión para observar, en un triple plano,  como a lo largo de la historia de las reivindicaciones feministas todo ha ido evolucionando en la dirección que menos cabría esperar.

Y así en un primer plano observamos como se ha ido pasando de la reivindicación de igualdad jurídica, derechos sociales y políticos, en el origen o la base, es decir en igualdad de condiciones con el varón, a exigir un trato preferente y una “igualdad” en el resultado, que no puede ocultar un claro  deseo de preeminencia y trato discriminatorio hacia el varón, ya que tales principios solo serían de aplicación donde la mujer estuviese en peores condiciones pero no allí donde ella gozase de mejor situación.

En un segundo plano lo que se observa  es que si hasta la irrupción del neofeminismo el planteamiento consistía en la conquista de igualdad hombro con  hombro con los hombres y en la intención de una sociedad sin discriminación por razón de sexo, todo eso varía desde  mediados de los 80 del siglo pasado, momento en el que  las organizaciones feministas sin dejar de exigir paridad con los hombres en sindicatos y partidos, declaran que sus organizaciones son solo suyas y en su expresión más extrema declaran al hombre como el enemigo a batir.

En un tercer plano el feminismo que había considerado que era en lo social donde cobraba  carta de naturaleza su discriminación y que ahí era donde había que fijar sus principales objetivos: mercado laboral, derechos al aborto y el divorcio, derechos políticos etc. sufre también una transformación radical con el neofeminismo para señalar que el origen de la discriminación está en todo lo relacionado con la sexualidad para pasar a situar el plano de las responsabilidades  en cada hombre que las rodea: el padre, el marido, el hermano… y que lo que se hace necesario es cambiar la masculinidad.

Y ahora mismo nos encontramos no sólo con una acusación de culpabilidad total y absoluta, también con la condición de quienes no son de fiar y  a quienes salva solo transitoriamente una declaración expresa de fe feminista. Cuando en Suecia y Noruega no es posible seguir arguyendo ninguna de las razones que históricamente ha sostenido el feminismo como causa de su discriminación: empleo, educación, hijos, etc. entonces es el código penal el que entra en acción y, en un nuevo giro de tuerca y para sorpresa de todos, descubrimos que Suecia es  el país del mundo donde más varones están en la cárcel por delito de violación.

Pero continuemos, si lo que cuenta el neofeminismo fuera cierto el hombre poseería una conciencia de género de la que, en claro contraste con la mujer,  carece por completo,  y no mostraría una mayor dificultad que ésta para superar su rol de género. Si lo que cuenta esta ideología, cuando hace remontar la desigualdad al comienzo de los tiempos, ni el servicio militar, ni el suicidio, ni los accidentes de tráfico o laborales  llevarían como llevan el sello masculino.

Si lo que cuenta el feminismo de género fuera cierto habría conseguido  demostrar que la ciencia y la técnica  son producciones en beneficio exclusivo de los hombres y lo masculino y no, como por todas partes se observa, en beneficio de todos.  Si la propaganda del feminismo institucional fuera cierta no tendría tanta  necesidad de poner la estadística a su servicio, ni de recurrir permanentemente  al falseamiento de datos y encuestas y mostrar tanto empeño en que partes de nuestra realidad social quedasen ocultas.

Si lo que otros llaman el hembrismo guardase algo de verosimilitud,  a buenas horas, la reclamación de custodia compartida estaría orillada y no en el centro del debate  de la opinión pública, o la LIVG seguiría en vigor y todos los programas de  TV1 iban a estar presentados por una mujer; los periódicos publicarían suplementos dirigidos en exclusiva a las mujeres o el cáncer de mama ocuparía la práctica totalidad del espacio público destinado a hablar de esa enfermedad que parecería que los hombres no sufren.

Si lo que dicen fuera cierto la mujer no ocuparía el mismo espacio laboral que el hombre, ni habría convertido en oportunidad la actual crisis en la que los índices negativos los soporta casi en exclusiva el varón. En un breve espacio de días han muerto en una ciudad de tipo medio tres indigentes masculinos. Desde la prensa se recordaba, al menos de uno de ellos, que había muerto por su cabeza, pues debiendo haber ido al médico no fue.  ¿Cabe suponer que un tema así de afectar a un colectivo de mujeres podría ser despachado con igual displicencia?

Lo cierto es que la intención neofeminista no guarda ninguna relación con una pretendida igualdad de mujeres y hombres, sino que tiene que ver con una pretensión de dominación y privilegio que cuando se atreven a teorizar dicen que los hombres debemos aceptar porque  antes nosotros hicimos otro tanto de lo mismo, pero resulta que uno busca en esa propuesta donde está su ocuparse de la protección y defensa, o los trabajos de riesgo y esfuerzo, o su prestación de servicio militar, incluso mucho menos sus obligaciones para con lo de todos y por ningún lado encuentra nada, porque todas esas como ya sucedía cuando pretendidamente éramos los dominantes las seguiremos realizando quienes hasta aquí lo veníamos haciendo…

Gráfica suicidios

Hace unos días en facebook he encontrado el siguiente gráfico:

suicidios