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31 mayo, 2012

Violencia de género


En Nada es gratis se ha producido un interesante debate sobre violencia de género que merece ser continuado. Por eso me gustaría apuntar las siguientes líneas de una discusión que hoy se hace más necesaria que nunca.

En una sociedad civilizada, como pretendemos que es la nuestra, el Código Penal y la Justicia no  pueden ser utilizados contra uno de los sexos. La Justicia debe atenerse a conductas con independencia del sexo o la orientación sexual de los protagonistas. Las diferencias jurídicas terminan creando diferencias reales y, al menos en el plano teórico lo que se dice perseguir es justamente lo contrario, es decir,  igualdad e igualdad de trato.

Es rotundamente falso que la violencia en la pareja sea unidireccional del hombre a la mujer, así lo prueba la realidad de los hechos y los estudios realizados con rigor y en los que por no presuponerse  esa unilateralidad se confeccionan con los datos y las opiniones de los dos sexos y no exclusivamente de uno. Por ejemplo, los recogidos en esta recopilación: http://www.escorrecto.org/400razones.pdf o los que contiene este libro: J. Iglesias de Ussel et al. 2010. Matrimonios y parejas jóvenes. Madrid: Fundación SM.

Pero lo prueban de forma incontestable casos como el de esa señora por la que se había interesado la, en su momento, presidenta del Tribunal Constitucional, y que finalmente ha sido condenada por haber asesinado, a través de sicario, a su marido disconforme con que fuera él quien tuviera la custodia de la hija de ambos. Lo que no sé es si, al no ser este un caso de violencia de género se le aplica el protocolo de que no pueda obtener ningún beneficio de la muerte de su ex marido o si en este momento la custodia de la niña la tiene ella. Cito este caso por ser de dominio público aunque la contratación de sicarios es bastante frecuente en estos casos.  

Sería interesante investigar con algo más de profundidad el tabú del suicidio en nuestra país y por qué está prohibido hablar de un fenómeno que arrebata la vida a en torno  8 varones ¡al día! ¿Qué ha sido de las recomendaciones de Pilar Sáiz y el  XIII Congreso Nacional de Psiquiatría o, cómo es posible que por cambios en la metodología el INE registre para 2010 una caída de los mismos de 300 personas mientras las revistas especializadas de lo que hablan es de un repunte y agudización del problema? Tanto es así que mientras algunos de estos profesionales hablan de más de más de 4.000 muertos por esta causa el INE da para 2010 la cifra de 3.145 (en 2009 la cifra había sido de 3.429: 8 de cada 10, varones).

Habría que preguntarse también si se ajusta a algún criterio científico que  los profesionales relacionados con la violencia de género: jueces, personal de los juzgados, médicos, etc. de quien estén recibiendo formación sea de personas relacionadas con la ideología de género, máxime si tenemos en cuenta que no sólo es que se hayan equivocado en la LICVG, en cuanto a que el número de mujeres muertas no ha descendido, es que de las 130.000 denuncias anuales en más de un 80 % de los casos los denunciados son absueltos o sobreseídos, y ahora mismo lo que está pasando es que la ministra Ana Mato nos traslada a la sociedad la perplejidad de que, ¡de las 18 mujeres muertas en lo que va de año ninguna había presentado denuncia!

¿Todavía habrá quien descalifique en términos gruesos a los demás, como acostumbra a hacer el feminismo de género,  por no entender o no saber lo que pasa con la violencia en la pareja? ¿Qué ha quedado del método científico del señor Lorente? ¿Cómo es posible que toda la infraestructura y todas las campañas realizadas a lo largo de todos estos años conduzcan a 130.000 denuncias anuales pero dicha infraestructura de nada haya servido a las mujeres asesinadas? ¿Se equivocó el objetivo? ¿Se sigue equivocando?

30 mayo, 2012

El peso de las inercias


Por más que me interrogo sobre algunas cuestiones no soy capaz de contestarlas de un modo que considere satisfactorio, por eso las quiero dejar aquí por si acaso coinciden con alguna de  las vuestras y,  tenéis alguna respuesta para las mismas.
No encuentro una “razón” que me satisfaga mínimamente en relación con el hecho de  que, el neofeminismo y por extensión el conjunto de las mujeres tengan una conciencia de género tan acusada, hasta el punto de que llegue a parecer natural que solo se ocupen de lo suyo, y la ausencia total de la misma en los hombres para quienes no existe otra cosa que  lo de  todos.  
En un gran foro de internet de amplísima mayoría masculina entre sus participantes, para según qué temas: diferencias salariales, conciliación laboral, incluso rendimiento educativo en materias como las matemáticas no falta nunca el enfoque de género.  En el mismo foro se hace una propuesta sobre educación que olvida el mayor fracaso escolar masculino y la menor adecuación de la escuela a los varones y, excepto yo mismo, ningún  participante de un debate con más de 80 comentarios se acuerda de que tal cosa no está en la propuesta.
Pero es que al poco tiempo se produce otro sobre violencia en la pareja y todo el mundo se olvida de que también existen varones asesinados por sus parejas o que en otras formas de maltrato el que afecta a los varones no es menor que el que afecta a las mujeres.
Si es cierto que las mujeres están infrarrepresentadas en las instancias de poder cómo explicar su no menor calidad de vida, su mayor éxito escolar, el absolutismo de su poder en relación con la reproducción,  la mayor adecuación de la sanidad a sus necesidades, su particular estatus frente a la justicia, su esperanza de vida o, su presencia mayoritaria en todos aquellos ámbitos que una sociedad como la nuestra considera signos de riqueza y bienestar.  ¿Acaso los varones son los “dueños y señores” de una sociedad patriarcal que a quien rinde los mejores frutos es a ellas?
Por qué tan pocos pronunciamientos femeninos sobre los problemas más candentes de la sociedad: educación, crisis económica, sanidad, justicia, consumismo, crisis de la democracia representativa, cuestión europea, etc. y, por qué tantos sobre cuestiones de género que son de exclusivo interés femenino. ¿Por qué no igualdad de trato en las revistas femeninas y feministas? ¿A cuento de qué congresos de siquiatría y matemáticas exclusivamente de y para mujeres? ¿Por qué en los congresos feministas los varones tienen prohibido el acceso, también aquellos que se hacen llamar igualitarios y tan sacrificadamente desempeñan su papel como neofeministas?
Me cuesta entender el neofeminismo cuando quienes lo practican son mujeres, pero la misandria de algunos análisis realizados por hombres me llena de perplejidad. Los varones neofeministas al analizar cualquier cuestión: sea la vestimenta de las recogepelotas del tenis o la vestimenta de las baloncestistas, la posición de la mujer en el mercado laboral o la “cosificación del cuerpo femenino”, da igual la naturaleza o magnitud de la cuestión derivan siempre en la dirección de una sociedad patriarcal que según ellos es siempre en beneficio de los varones y en perjuicio de las mujeres, y eso aún cuando tal apreciación choca de bruces con la realidad de los hechos de cada día.
Sociedad patriarcal que solo derivaría responsabilidades  hacia los varones sin que ningún acto, ni tan siquiera sus decisiones más libres,  engendrara responsabilidades para la mujer, lo que de hecho la convierte, al menos en el plano moral, en un ser con todos los derechos pero ninguna obligación, y en la que sus incumplimientos y faltas, si acaso llegasen a producirse, vendrían explicados por un acto de rebeldía contra la asfixia y dominación por parte del varón. Desde esta perspectiva señalar, por ejemplo, que  alguna responsabilidad tendrán las madres en la perpetuación en los hijos de los roles de género, constituiría una iniquidad más del neomachismo.   
Por eso, muchas veces valoro la hipótesis de que el destino que nos tienen reservado quienes así piensan es el de siempre: el rol de protector y proveedor, aunque adaptado a la sociedad capitalista actual. De ese modo las tareas ingratas, las de esfuerzo, las de riesgo, los trabajos pioneros y los caminos por abrir y descubrir nos seguirían perteneciendo como siempre ha sido, y con ellos una menor atención a nuestra salud y bienestar; la consideración de apéndice en relación con la familia, y en general la consideración del sexo desechable.

22 mayo, 2012

Paternidad y escuela


"Con estas cifras, somos, ni más ni menos que los campeones de Europa y del mundo en escolaridad infantil. No quiere decir que los demás países descuiden de sus niños, todo lo contrario. La OECD Family Database, por ejemplo, nos muestra que cada país tiene su propio modelo, en unos se priorizan otras formas de externalización del cuidado infantil o  se facilita el cuidado de los niños por su padres con una regulación más favorable de permisos de maternidad, una mayor flexibilización de la jornada laboral o mayores subsidios a las familias.
Nosotros hemos apostado por la escolarización, y como hemos visto, hemos ido alcanzado tasas de cobertura altísimas." 

Quiero quedarme con esta última frase extraída de esta entrada: http://www.fedeablogs.net/economia/?p=21922

Porque deseo preguntar ¿cuándo y quiénes han decidido que esa era nuestra opción?  ¿Estamos ante el modelo espartano y, como ya es mínimo el contacto de los niños con sus padres, también en esto optamos por poner todas las trabas e impedir ese contacto? ¿Quedará para siempre el permiso paterno en dos semanas?


14 mayo, 2012

Minoría de edad y responsabilidad infinita.


O yo estoy muy equivocado o siguiendo el hilo de esta entrada y los comentarios a la misma, la conclusión que habría que extraer sería la de que mientras la mujer sería una menor de edad a la que en consecuencia no cabría exigir ningún tipo de responsabilidad  -obsérvese por ejemplo el comentario de María Jesús-  incluso por aquellos actos protagonizados en ejercicio de su libertad, la responsabilidad del varón sería infinita y abarcaría  todos los actos incluso aquellos de los que nos enteramos por el periódico y sobre los que no tendríamos ninguna capacidad de decisión, incluido cómo vayan a  vestir las baloncestistas, o qué  vestimenta deban lucir las recogepelotas del torneo de tenis de Madrid.  También aquellos que  vivimos lejos de Madrid y jamás hemos asistido al citado torneo.

En este delirio analítico según el cual es posible deslizarse sin solución de continuidad de la responsabilidad de los organizadores del trofeo de tenis de Madrid a “(…)  el significado que tienen para la sociedad, pues mientras que la utilización de la imagen de la mujer es parte de la cosificación que sufren como personas, que en determinadas circunstancias las puede llevar hasta la violencia y  la discriminación, las conductas de los hombres se entienden como parte de su libertad y de esa capacidad incuestionada que les permite hacer aquello que ellos quieran cuando lo deseen.”

Es decir, el autor sin necesidad de mayores explicaciones ha pasado de la responsabilidad concreta de unas personas – si la responsabilidad fuese política habría que señalar a las dos mujeres que encabezan Ayuntamiento y Comunidad- a un problema social, más bien a su obsesión  por proyectar cualquier suceso en esa guerra de sexos que según su análisis se libra de forma tan desigual que siempre deriva en la opresión y la discriminación de la mujer en un extremo y  en el otro la libertad y capacidad incuestionada de los varones que les permite hacer aquello que ellos quieran cuando lo deseen.

A esta capacidad incuestionada de los varones para hacer a placer, se me ocurren unas cuantas excepciones: custodia de los hijos, igualdad ante la ley, derecho a la vivienda después de la separación, igualdad educativa, acceso a un puesto de trabajo… pero quizá se alargaría demasiado este escrito y, no serían entendibles por quien hasta tan recientemente gozó de las prebendas del poder lo que seguramente le conduce a pensar que todos los varones disfrutan de sus mismas condiciones y  pueden hacer lo que quieran cuando lo deseen.  

Francamente, resulta llamativa la capacidad de algunos no solo  para erigirse en dueños de la moral y censores de la vida pública, eludiendo claro está aquellos supuestos en los que la evidencia conduce directamente a la responsabilidad incuestionable de la mujer, por ser ella  quien en el ejercicio de su libertad decide usar su cuerpo como reclamo, también sexual y, procediendo con total ausencia de coherencia y criterio, lanzarnos  estas filípica cargadas de falsa moralina, como si se sintiese  sustituto obligado de la homilía semanal, ahora que nos habíamos librado de las misma. 


11 mayo, 2012

¿Extremo centro?


Lo recogido por Gregorio Luri en esta entrada me parece  merecedor de comentario porque tengo la impresión de que se trata de un fenómeno nuevo pero con todos los visos de seguir extendiéndose. Tal como señala la revista Causeur efectivamente supone la irrupción femenina en la política desde unas posiciones que siendo de extrema derecha guardan diferencias con la extrema derecha de las  botas militares y las cruces de guerra; pero no por ello menos de derechas o menos xenófobas.

Lo que parece claro es que seguramente asistamos en los próximos tiempos a importantes cambios en el terreno político tal como hasta el presente lo conocíamos. La política está profundamente envejecida en Europa y cada día que pasa  la demanda de nuevas respuestas se reclama desde cada vez más  sectores de la sociedad.  En cuanto a la derechización de la política de la mano de las mujeres constituye, quizá, la mejor prueba del despiste de la izquierda empeñada en cultivar una imagen tan idealizada de ellas que, incluso ahora cuando todo es tan evidente no está sabiendo cómo interpretar  o cómo reaccionar ante lo que está sucediendo.

04 mayo, 2012

Los celos y el sexismo


Lo que es sexista no es la gramática, lo sexista es el uso que se hace de la lengua y de este sexismo no está excluido el hombre particularmente cuando en un caso como el que sigue la utilización del masculino no deja ver con claridad si se está hablando de personas en general o exclusivamente de los varones.

“El celoso sabe, sin duda, lo que siente. Siente angustia ante la posibilidad, real o ficticia, de que un rival le arrebate el objeto de su amor, y este angustioso sentimiento interpreta la realidad a su manera. Todo se vuelve amargamente significativo para el celoso, implacable  y destructivo hermeneuta, porque cada gesto, cada olvido, cada palabra, cada ausencia de palabra, se convierte en prueba, corroboración, demostración de sus sospechas y de su desdicha.

“Nunca los celos, a lo que imagino”, escribe Cervantes, “dejan el entendimiento libre para que pueda juzgar las cosas como ellas son: siempre miran los celosos con antojos de allende, que hacen las cosas pequeñas grandes, los enanos gigantes y las sospechas verdades.” Hay en los celos un complejo entramado de sentimientos: el apego profundo y desconfiado hacia la persona querida, el malestar provocado por el supuesto éxito del rival, el temor a perder o tener que compartir una posesión. Analizar los celos parece fácil, porque ¿cómo va a ser difícil analizar una pasión tan transparente?

Pues las apariencias engañan. A pesar de tanta claridad, sigo pensando que los celos son un mensaje cifrado, el balance de complejas operaciones realizadas en la oscuridad de lo que he llamado “inteligencia computacional”. La malignidad y el ingenio lo supieron desde hace siglos. La Rochefoucauld dice, con su brillante cinismo de salonnard, lo mismo que dicen los psiquiatras contemporáneos: “En los celos hay más amor propio que amor”. Lo repite Beaumarchais en una de sus comedias: “-¿Por qué tantos celos?/ -Como todos los maridos, querida, únicamente por orgullo.”

Los celos no nos cuentan una historia de amor, sino de posesión e inseguridad. Para Castillo del Pino, todo celoso es inseguro en uno de sus parámetros de su identidad,  si bien tan “celosamente” ocultos que sólo mediante alguna suerte de provocación puede hacérsele ostensible. Esta inseguridad es resultado de una imagen depreciada de sí mismo; inseguridad respecto de la posibilidad del logro del objeto eróticamente deseado y, si ha sido éste el caso, de posibilidad de retenerlo. Sólo me interesa, por ahora, subrayar que la necesidad de estas explicaciones muestra a las claras que no es oro todo lo que reluce.” (Lo anterior es lo que a propósito de los celos cuenta José Antonio Marina en el libro, El laberinto sentimental.)

Porque pregunto,  después de leer el texto anterior, ¿alguien puede afirmar con claridad que  los  celos no son  un sentimiento únicamente masculino?