Quizá
haya llegado el momento de decir que ya está bien, que no es posible que un
país civilizado dotado de una Constitución e instituciones del siglo XXI,
llevado de un teórico deseo de resarcir a las mujeres de injusticias
históricas, se deje arrastrar en una dirección que se está llevando por delante tantas cosas, que los daños y las
injusticias que se están provocando son muy superiores al bien y la justicia
que se pretende.
Que en
este país cada día suceden más cosas y no todas buenas que están siendo sepultadas por una
propaganda que trata de desviar la atención. Que no es posible que sólo una
parte de la realidad social tenga cabida en los medios, y no me refiero
exclusivamente a los de comunicación social, y que amplias zonas de nuestra
sociedad permanezcan en la más profunda de las oscuridades porque si afloraran
harían desvanecer la edulcorada imagen que se nos quiere hacer pasar por la
verdadera y única realidad de género.
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