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07 septiembre, 2013

La invisibilidad como estrategia

Una de las acusaciones históricas del feminismo apuntaba al excesivo protagonismo de lo masculino en la esfera pública, a la ocupación de todo el espacio público por parte de los hombres condenando a las mujeres a la invisibilidad, y muchos fueron  y son quienes dieron y dan credibilidad a dicha acusación como si se tratase de una imposición unilateral de los hombres.

Pero, qué sucede en la actualidad, qué sucede ahora que ya no se puede argüir un menor número de mujeres con título universitario ya que son mayoría y cuando grandes espacios de lo público están ocupados mayoritariamente o muy mayoritariamente por las mujeres: educación, sanidad, justicia sobre todo la relacionada con la familia, administración pública, etc. y la presencia de las mujeres es mayoritaria en los medios de comunicación y nada desdeñable en la política.

Pues sucede que su voz es más bien escasa en ese ámbito de la opinión pública que anima el debate y la deliberación social y así es prácticamente imperceptible en los foros de educación y en los de la economía, la política y tantos otros. Y, lo más llamativo, parece como si alguien hubiese decretado el silencio en los temas relacionados con la “igualdad  y no discriminación por razón de sexo” y entendiese que las posiciones del neofeminismo en  el debate público en relación con todos estos temas debiese estar protagonizado por los hombres profeministas y asociaciones como Ahige, cuando no directamente por los partidos políticos.

Todo lo anterior sin menoscabo de su influencia mediática, social y política que más que perjudicada por esa actitud ausente parece estarle dando muy buenos réditos. Al menos para mí no deja de constituir una situación extraña y sorprendente.


7 comentarios:

  1. Anónimo3:54 p. m.

    Así funciona el lobby feminista en Argentina, dándole la vuelta a todo, hablando de lobby de padres abusadores y atribuyendo el SAP a los hombres cuando todas las estadísticas internacionales sitúan a la madre como principal usuaria. Para la historia de la infamia y una prueba del uso y abuso de poder del lobby feminista siemrpre que tiene ocasión.
    http://padresdivorciados.blogspot.com.es/2013/09/diputados-punto-de-bajarle-el-pulgar-al.html

    Alberto

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  2. Anónimo9:33 p. m.

    A este paso en España, vamos por el mismo camino que en Suecia, legislando penalmente la solicitud de servicios sexuales, eso sí, sólo para los clientes.
    Con lo que ahora nos encotramos con la siguiente paradoja, que es legal vender algo, pero que a su vez, es ilegal comprarlo.

    http://www.elmundo.es/elmundo/2013/09/10/valencia/1378801636.html

    Raúl.

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    1. Anónimo1:09 a. m.

      Podían hacer lo mismo con el tráfico de drogas, al fin y al cabo el tema es muy similar: unos pobres desgraciados se ven obligados a trapichear con drogas para que los señoritos pijos lo pasen bien, y solo se persigue a los vendedores. ¡Nunca Mais!, a partir de ahora habrá que darle ayudas a los traficantes y enchironar a los consumidores que fomentan con su vicio el tráfico de drogas.

      Arturo

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    2. Hombre, podían hacer lo mismo con el trabajo sumergido e infantil, en lugar de perseguir al que hace los balones y las zapatillas podrían perseguir al que los compra.

      Oh, espera...

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    3. Anónimo12:29 a. m.

      Efectivamente...

      Arturo

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  3. Anónimo5:49 p. m.

    "Aloe11:45 p.m. Hombre, podían hacer lo mismo con el trabajo sumergido e infantil, en lugar de perseguir al que hace los balones y las zapatillas podrían perseguir al que los compra."

    ¿Supondrá Aloe que quien le compra los balones al niño (o a la niña, que ellas también ya juegan a la pelota) es el padre? ¿Ya las madres no le compran juguetes a sus hijos, Aloe?

    José

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    Respuestas
    1. Lo que es cierto es que los productos mencionados balones y zapatillas, teniendo en cuenta la inmensa cantidad de ellos que podían ser mencionados, remiten más al mundo masculino, pero entiendo que la intención de Aloe no era centrarse en el sexo de quién comprase sino en el hecho mismo de comprar un producto confeccionado, en algunos casos, en condiciones de ausencia completa de garantía de derechos de los trabajadores.

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