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31 agosto, 2014

Mirada de género, visión sesgada


La discusión sobre las políticas de igualdad nos está planteando, al menos a los varones, unos retos ante los que seguramente no estemos siendo capaces de utilizar los instrumentos adecuados, porque seguramente haya que inventarlos. Si algo positivo está aportando el feminismo es que nos está situando frente a la constatación de que nuestras miradas son diferentes y que cuando cada uno juzga desde sus parámetros lo más probable es que se equivoque aunque no le sea sencillo saber dónde ni por qué. Bien es verdad para decirlo todo que el esfuerzo del feminismo se queda en la pretensión de que, sin embargo la mirada “buena” es la suya.

Leía recientemente la queja de un varón en cuanto a no que no era capaz de saber lo que era el feminismo porque en cada ocasión se encontraba con una forma de razonar diferente y donde era muy fácil encontrar incoherencia y contradicción. Pero, ¿es claro que todos y todas valoramos por igual coherencia y no contradicción? En mi opinión no. Vivimos en un mundo en el que la razón y la objetividad han sido arrumbadas al baúl de los trastos viejos, donde lo emocional y lo subjetivo se han convertido en los elementos clave de cualquier producto intelectual y donde la “educación emocional” ocupa el lugar de la reina en todo lo que tenga que ver con la inteligencia.

Y otro tanto se puede decir de la empatía ese sentimiento que nos puede llenar ante la observación del caso que conocemos, de la cara que se nos presenta, pero nos impida saber qué pasa más allá de ese caso concreto, qué hay de los miles de casos de sufrimiento con los que no podemos empatizar porque sencillamente se nos ocultan o se nos niegan. Los medios nos conmueven cada día con casos singulares de sufrimiento y es ante ellos que se despierta nuestra empatía, lo que nos falta es la visión del bosque donde no es uno sino miles quienes están sufriendo e interesaría saber qué hacer no para resolver un caso sino la posibilidad de encontrar salida para los que afectan a miles antes que los singulares. Pero para eso necesitamos la razón, necesitamos las matemáticas, necesitamos saber mirar más allá de lo singular y descubrir el bosque. Nada sin embargo nos ayuda en esta tarea. Vivimos en un mundo donde la escuela promueve el anumerismo.

Ante nuestros ojos, casi cada día, asistimos al derrumbe del Estado de derecho por parte de un neofeminismo voraz, pero nadie parece querer verlo, mucho menos actuar ante él. Negación de la presunción de inocencia, cuestionamiento del habeas corpus por los tribunales de violencia de género, imposibilidad de regulación de la custodia compartida, imposibilidad de aplicación allí donde ya ha sido aprobada como sucede en Aragón, leyes a la medida de determinados colectivos femeninos y un largo etcétera que está consiguiendo la consideración de meras anécdotas para algunos sonados casos singulares de aplicación del derecho. Y ahora y en esta pendiente que parece no tener fin algunas pretenden que ante una denuncia de violación el único papel de la Justicia consista en meter en la cárcel al o a los denunciados. Basta con leer algunos párrafos de esta entrada para saber a qué me refiero: http://ventepakamchatka.wordpress.com/2014/08/20/espacios-seguros-y-una-mierda/

En cuanto a la empatía habría que preguntarse si se trata de un viaje solo de ida o debiera implicar también el de vuelta. No parece que el neofeminismo esté siendo capaz de mostrar la más mínima con el género masculino. Pero entraríamos en el rosario de incoherencias y contradicciones que señalaba al principio y que más que la excepción parece la regla de una ideología que al tiempo que nos dice que lo que nos hace hombres o mujeres es la cultura, promueve leyes y normas de todo tipo según el cromosoma y que ha decidido de antemano quienes son las buenas y los malos de la película.



8 comentarios:

  1. Esto se publica hoy, después de escrita y colgada la entrada. He de decir que me gusta enormemente poder leer de la pluma de una mujer jurista lo que dice este artículo:

    http://www.eldiario.es/contrapoder/testimonio_unico_denuncia_falsa_6_298230181.html

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    1. Anónimo4:13 p. m.

      También escribe esta mujer lo siguiente:

      "Sin embargo, como toda corriente jurisprudencial, tampoco ésta se encuentra exenta de críticas. Tras superar oscuros tiempos de desprotección para las mujeres, durante el franquismo".

      No es que yo sea franquista, precisamente, pero hubiese sido interesante que esta persona concretase en qué supuestos las mujeres estaban desprotegidas durante el franquismo. Porque mucho me temo que en tiempos de Franco los cinco chicos de Málaga habrían entrado vivos en el cuartelillo de la Guardia Civil, y no se sabe en qué condiciones hubiesen salido...
      Emilio, la jurisprudencia no es una ciencia exacta, sino que es un arte: el arte de hacer que lo blanco parezca negro, o de que lo negro parezca blanco atendiendo a la conveniencia. Lo digo porque esta "mujer jurista" tiene -como todo el mundo- su ideología, y porque el medio en el que escribe -eldiario.es- tiene también su línea ideológica. El feminismo y el multiculturalismo son señas de identidad de nuestra izquierda. Pero, ¿qué sucede cuando ambos entran en contradicción? ¿Qué pasa cuando -por principios feministas- hay que acusar de violadores a unos chicos, pero al mismo tiempo hay que defenderlos porque pertenecen a un colectivo étnico por el que la progresía siente simpatía? El resultado será el del artículo que reseñas: un texto de una "feminista" (si escribe en eldiario.es tiene que tener tal ideología) defendiendo la presunción de inocencia de unos hombres acusados de violación. ¿Escribiría esta señora algo defendiendo al alcalde de Valladolid, matizando que lo que dice este señor son sólo chistes metafóricos inofensivos?

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    2. A mí no me cabe duda que durante el franquismo la mujer estuvo desprotegida jurídicamente.

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    3. Algo bien distinto es que se pueda responder con disparates sexistas y discriminatorios como éste: http://www.hoy.es/extremadura/201409/08/extremenas-vivieron-guerra-civil-20140908003104-v.html
      pero ese es otro cantar.

      Francamente, puestos a disparates en el terreno de género da igual que hablemos de PSOE, PP, IU y ahora Podemos

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    4. Anónimo7:04 p. m.

      "A mí no me cabe duda que durante el franquismo la mujer estuvo desprotegida jurídicamente." (Emilio Prieto)

      Sin ánimo de entrar en polémicas, ¿podrías aportar datos concretos sobre esa desprotección jurídica de la mujer a la que te refieres? Y, sobre todo, ¿podrías ponerla en su contexto, comparando esa situación con la que tenían los hombres? ¿Era "legal" violar mujeres durante el franquismo? ¿Se hacía la vista gorda ante una violación en aquel tiempo?

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    5. Por ejemplo: la mujer casada no tenía libre disposición de sus bienes. Pero quizá no merezca la pena entrar en polémicas.

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  2. Anónimo2:54 p. m.

    Desde luego, me parecen unas desagradecidas. Prácticamente todas las comodidades de las que disfrutamos hoy en dia son obra de hombres. Alguna de las comentaristas de ese blog incluso busca la desaparición de los hombres. Y yo me pregunto... Estaría ella dispuesta a renunciar a todas las comodidades de las que disfruta por el hecho de haber sido creadas por hombres y empezar a vivir como en el paleolítico?

    Arivalia

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  3. Comento el enlace de Arivalia.

    http://www.eldiario.es/zonacritica/discurso-juridico-libertad-mujeres_6_299280088.html

    Obsérvese a qué nos está conduciendo la actual deriva neofeminista en un terreno como el de las agresiones sexuales. No se trata ya de posiciones tan infumables como las de quienes consideran que, aun cuando todos los datos apunten a la inexistencia de una violación, la presentación de denuncia por una mujer establezca por sí misma la realidad de los hechos, como hemos tenido ocasión de comprobar en tantos pronunciamientos sobre lo sucedido en Málaga. O quizá sí, como trataré de argumentar en lo que sigue.

    En el caso del artículo de más arriba se pretende la apariencia de una opinión sosegada y basada en el respeto a los derechos y garantías de cualquier acusado como el propio autor dice en un párrafo como éste: “Aclaro mi postura desde el principio: no pido que condenen sin juicio a los acusados y ni tan siquiera doy por hecho que son culpables.” Sin embargo el título del artículo es: “El discurso jurídico contra la libertad de las mujeres”, y la conclusión sobre la decisión de la juez no puede ser más rotunda: “El mensaje que manda la justicia está claro: mujer, si sufres una agresión sexual te va a costar mucho probarlo así que igual no vale la pena denunciar. Hombre, si violas utilizando el modus operandi adecuado, es probable que no te pase nada malo.”

    Y eso después de reconocer que: “la jurisprudencia sobre agresiones sexuales admite la posibilidad de considerar probado el delito basándose solo en el testimonio de la víctima…” y que en apoyo de su tesis lo único que aporta es una suposición sobre el porqué de que la chica y su abogado no recurrieron el archivo de la causa y que es ésta: “quizá la chica tuvo miedo de la presión social que sufriría si seguía con el asunto o el abogado decidió que ya no había nada que hacer.” Claro que, si el abogado entendió que no había nada que hacer, no se adivina a qué conclusión pretende llegar el articulista y qué otra opción tendría la juez, para respetar lo que según él constituye “la libertad de las mujeres”, que no fuese condenar a los acusados contra las pruebas y evidencias.

    Todo lo demás que utiliza como relleno en el artículo está desmentido por la realidad ya que buena parte de la opinión pública, las organizaciones feministas y la propia Junta de Andalucía decidieron posicionarse contra la resolución. Chocante resulta por lo demás que aún cuando la versión de la chica no concordaba para nada con los hechos probados, se permita el autor afirmar que las denuncias falsas en este tipo de asuntos son muy escasas y ¡cite en su apoyo las que oficialmente se admiten en los casos de violencia de género! Como también merece ser destacado ese párrafo en el que concluye: “… o un grave delito que ahora seguro que quedará impune” o el que atribuye la decisión de la juez a “una concepción estereotipada y alejada de la realidad” de la que participaríamos la mayoría de la sociedad

    Francamente resulta indignante y aterrador que quien diciendo respetar la presunción de inocencia no solo ignore ésta antes del juicio, sino que lo haga una vez dictada la sentencia y sin más argumento que la presunción de credibilidad de la presunta víctima. Aunque no se trata de algo nuevo ya que el feminismos institucional toma como datos válidos no las sentencias, ni los hechos probados, sino las denuncias. Por eso hace falta verlo para no creerlo. No quiero ni imaginarme lo que será para este señor un juicio sin garantías, o una condena sin juicio, si cualquier otra cosa no puede recibir más nombre que el de atentado a la libertad de la mujer o que el mensaje que a la sociedad se está enviando es que las violaciones en nuestro país tienen todas las posibilidades de quedar impunes.

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