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27 julio, 2007

Más sobre las declaraciones de Vladimír Špidla

Tomo del blog: Un nombre al azar, la cita: “Las niñas obtienen mejores resultados que los niños en el colegio y, aunque en el mercado laboral entran más mujeres con título universitario que hombres, sigue existiendo una diferencia salarial del 15%. Ésta es una situación inadmisible que tiene que cambiar”, ha señalado Vladimír Špidla, comisario de la UE responsable de Empleo, Asuntos Sociales o Igualdad de Oportunidades.

Se me ocurre que en el terreno llamado de la “igualdad” es tanto el poder del lobby feminista y está tan inoculada la sociedad por algunas de las mentiras y/o medias verdades del feminismo de género, que no existen límites para hacer o decir lo que se quiera, incluidos por supuesto altos dignatarios de la U.E.

Vayamos al contenido de la frase. Como digo en la entrada anterior, es falso que para el mismo puesto de trabajo y con la misma dedicación los hombres ganen diferente de las mujeres, cosa bien distinta a que las mujeres por término medio tengan unas retribuciones salariales inferiores, debido al desigual comportamiento de uno y otro sexo ante el mercado laboral.

Las mujeres se incorporan a éste en menor proporción que los hombres, trabajan mucho más a tiempo parcial y también se retiran antes del mismo, incluso cuando han triunfado en su carrera profesional. Casos como el de Sari Baldauf se prodigan por el mundo adelante. Al tiempo, la ocupación de las mujeres se produce casi exclusivamente en el sector servicios y el empleo público.

Los hombres se incorporan antes al mercado laboral, lo hacen sin restricción de sectores productivos, y se retiran por término medio más tarde, y eso, a pesar de que su esperanza de vida es 7 u 8 años menor que la de las mujeres. Es decir, los hombres son absolutamente mayoritarios en sectores como la construcción o la industria, desempeñan la gran mayoría de trabajos manuales: albañilería, carpintería, fontanería, etc y también aquellos de mayor riesgo y esfuerzo, siendo por eso, sobre ellos sobre quien recae la mayor parte de los accidentes laborales con resultado de muerte o lesiones graves. Como resumen podríamos decir además, que los hombres trabajan, por término medio, algo más de dos horas diarias que las mujeres incluyendo en el cómputo sábados y domingos.

Pero la frase si se quiere está más vacía de contenido dado que el mercado laboral no retribuye en función del título que uno posea, jamás fue así. Cosa distinta es que un título superior de acceso con mayor facilidad a puestos mejor remunerados. Por lo demás, decir que de las palabras del señor Špidla, parece deducirse que sí habría una situación de desigualdad admisible, como sería la derivada de que, como las mujeres obtienen unos mejores resultados académicos y por tanto mejores títulos, estaría justificado de esa forma que ganasen más que los hombres, donde se concentra mayoritariamente el fracaso escolar.

Pero vayamos ahora al fracaso escolar. En nuestro país, éste duplica al de las mujeres, siendo en algunas comunidades superior, en los chicos, al 50%. Recomiendo en este sentido la lectura de: “Qué será de nosotros, los malos alumnos” de Álvaro Marchesi y en particular de su capítulo 2: Perfil social de los malos alumnos, de donde extraigo la larga cita que va a continuación:

Recuerdo el comentario de un profesor, que suscitó risas generalizadas y murmullos de aprobación entre los asistentes, en una reunión sobre los problemas de la ESO: “Si sólo hubiera mujeres en esta etapa educativa, las dificultadas principales se habrían terminado y nos ahorraríamos este tipo de reuniones”. Existe, por tanto, una percepción del comportamiento escolar en función del género de los alumnos . ¿Qué dicen los datos al respecto? ¿Confirman esta apreciación?
Los datos estadísticos disponibles ofrecen una imagen contradictoria que merece la pena analizar con detenimiento. En primer lugar, los aprendizajes de los alumnos y de las alumnas están, en términos globales equilibrados. Mientras que las alumnas son mejores en comprensión lectora y expresión comunicativa, los alumnos obtienen mejores resultados en Matemáticas, ciencias de la Naturaleza y Ciencias sociales. El estudio del INCE[1], por ejemplo, publicado en 1998 con alumnos de 2º y 4º de la ESO, confirma estos resultados

Diagrama de barras escala entre 200 y 300, los resultados para chicos y chicas son:

Chicos Chicas

Comprensión lectora 269 274’2
Reglas lingüísticas y literatura 265 270
Matemáticas 269 259
Ciencias de la Naturaleza 271 265
Geografía e Historia 278 263

A partir de estos datos se podría esperar que las evaluaciones escolares de unos y de otras fueran también similares. Pues no es así. Las diferencias entre hombres y mujeres a lo largo de la educación obligatoria son muy acusadas. El porcentaje de varones que obtienen el título de Graduado en ESO es del 67%, mientras que el porcentaje de mujeres asciende al 82’6 %. Y si comparamos las tasas de idoneidad[2] de unos y de otros, se comprueba que las diferencias se van ampliando año tras año hasta alcanzar los 15 puntos de distancia al término de la educación obligatoria. (véase cuadro 2.3).

Cuadro 2.3 Tasas de idoneidad en las edades (curso 2000-2001) (MECD, 2003, p. 49)

8 años 10 años 12 años 13 años 14 años 15 años
_______________________________________________________________
Hombres....... 94’4 91’0 84’6 84’8 69’4 56’5
Mujeres ....... 96’2 93’9 90’0 90’2 81’3 70’0

Hay que señalar que estos datos proceden de las decisiones de promoción y de titulación que los propios profesores realizan, mientras que los resultados del INCE provienen de pruebas comunes aplicadas y corregidas por evaluadores externos. Existe, por tanto, un claro desajuste entre unos datos y otros: los alumnos tienen tantos conocimiento como las alumnas, pero las evaluaciones de sus profesores son más severas. ¿A qué puede ser debida esta situación aparentemente contradictoria?
Los datos de titulados de Educación Secundaria Obligatoria en función del género por Comunidad Autónoma pueden ofrecer alguna pista para formular una hipótesis coherente. Sin embargo, las diferencias entre géneros se mantienen constantes en todas las Comunidades Autónomas, por lo que ni la renta per cápita ni el nivel de estudios de los padres ni el gasto por alumno parecen tener nada que ver con las desigualdades entre los géneros encontradas en las tasas de idoneidad y en el porcentaje de titulaciones alcanzadas. Las diferencias entre varones y mujeres son generales y constantes en cualquier contexto social, geográfico y educativo. Algunos estudios han establecido una relación entre la inserción en el mercado de trabajo y las diferencias de género encontradas en el fracaso escolar, ya que aquellas Comunidades Autónomas con mayor demanda de empleo juvenil , con predominio de los varones, tienen también más fracaso escolar y diferencias significativas entre los géneros. Desde mi punto de vista, sin embargo, la relación es la inversa: el mayor fracaso escolar de los varones conduce a que se incremente su demanda de empleo. Es lógico que los alumnos que no obtienen el título de secundaria se incorporen antes al mundo del trabajo. Esta mayor proporción de jóvenes varones en busca de empleo está presente en todas las Comunidades Autónomas, a pesar de las diferencias que existen entre ellas, lo que avalaría esta última interpretación.

Comas y Granado (2002)[3] plantean una hipótesis que ayuda a interpretar la contradicción a la que he hecho mención entre conocimiento de los alumnos y diferencias en sus evaluaciones escolares: los profesores evaluarían tanto lo que se aprende como la disposición para aprender, es decir, el esfuerzo, la dedicación y la conformidad con las normas escolares. En la medida en que las mujeres parecen adaptarse mejor a la institución escolar, los profesores tenderían a evaluar mejor su rendimiento académico. Los varones, por el contrario, suelen ser menos conformistas y tal vez más conflictivos. Además, alumnas y alumnos manifiestan sus conocimientos y cumplen las tareas escolares de manera diferente. En la presentación de los trabajos, en la realización de los deberes, en el cumplimiento de los compromisos académicos y en la organización del tiempo escolar , las mujeres suelen llevar ventaja a los hombres, lo que se traduciría en una mejor evaluación. (Hasta aquí la larga cita).

Pues bien, siendo lo que antecede una realidad bien conocida en nuestro país desde hace muchos años, la LOE, ley de educación recientemente aprobada, no sólo ignora ese importante hecho, sino que la legislación va en la dirección justamente de favorecer que esa tendencia se haga crónica. Decir por lo demás que a pesar de la contundencia de los datos, las organizaciones feministas y alguna organización sindical siguen incidiendo en que la desigualdad en la educación se produce en perjuicio de la mujer, lo cual, por otra parte no deja de ser una evidencia más de que, cuando un credo se antepone a la razón, es fácil ver en la realidad lo que no es.

Resumiendo, para los que hemos decidido tomarnos en serio el tema de la igualdad, nos queda por delante una ingente tarea de clarificación, al tiempo que debemos ser conscientes de que en la mayoría de los casos habrá que tener muy claro que la discusión no siempre discurrirá, como sería de desear, por lo terrenos del debate sereno y razonado, sino que muchas veces habrá que combatir y clarificar verdaderos sofismas como el expresado por el señor Vladimír Špidla

[1] INCE(1998): Diagnóstico del sistema educativo. La escuela secundaria obligatoria. 2. Los resultados escolares. MADRID: MEC
[2] La tasa de idoneidad es el porcentaje de alumnos que están en el curso correspondiente a su edad. La diferencia entre esta tasa y 100 es el porcentaje de alumnos que han repetido curso al menos una vez.
[3] D. Comas y O. Granado (2002): El rey desnudo: componentes de género en el fracaso escolar: MADRID: POI

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