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25 enero, 2008

Tabla reivindicativa

Al hilo de la entrada de ayer y la formulación en positivo de propuestas desde el lado de los igualitaristas, se me ocurre que no estaría mal comenzar pidiendo que todos los organismos del tipo: Consejería de la mujer, Concejalía de la mujer, Instituto de la mujer... dado que, sobre el papel, están considerados organismos por la igualdad pasen a sustituir el "de la mujer" por el más apropiado de "por o para la igualdad" y acompañando ese cambio en la denominación, se haga otro tanto de lo mismo en su composición y su presidencia de tal modo que la ocupe aquel o aquella que más méritos haya demostrado para el puesto y, quizá más importante que lo anterior, en su ideario por la igualdad y el trato dispensado a lo masculino y lo femenino, de tal modo que ni prejuzgue, ni haga estudios sesgados como los que hasta el presente viene realizando el Instituto de la mujer y cuya base (mejor había que decir ausencia de base) científica e intelectual tantas veces hemos puesto en entredicho tantas personas, y de la que anónimo en la entrada de ayer nos ha brindado con el artículo de Amaia Beranoaguirre en: http://www.diariodeleon.com/se_opinion/noticia.jsp?CAT=108&TEXTO=6367143

No es la única ni quizá la más urgente pero creo que podría ser un comienzo de Tabla reivindicativa.

5 comentarios:

  1. Anónimo4:20 p. m.

    Creo que te interesará este artículo, publicado hoy (25-I-2008) por Arcadi Espada (www.arcadi.espasa.com)

    DEGENERADAS

    Orozco se niega a criminalizar los inmigrantes porque lo sean los asesinos de las seis mujeres que en este enero han muerto, víctimas de sus parejas. Muy bien hecho. Aunque fueran inmigrantes todos los que matan a sus parejas la criminalización del inmigrante sería un crimen, porque la inmensa, abrumadora mayoría de los inmigrantes no mata a sus parejas. Es algo que, toute proportion gardée, los inmigrantes comparten con los hombres. La inmensa mayoría de los hombres no mata a sus mujeres. No las matan y, sin embargo, Orozco no tiene empacho en criminalizarlos utilizando expresiones como violencia de género. O lo diré algo más claro: insistiendo, ella y todas las de su nivel, en que esos asesinatos deben etiquetarse de violencia contra las mujeres. Un tag infamante para el hombre, porque conlleva declararle culpable como especie y ante el que ya va siendo hora que los alfabetizados de cualquier género se rebelen. Esta broma de colegialas pedantes está durando ya demasiado.

    La violencia contra las mujeres, como la violencia terrorista, prescinde de la identidad real de la víctima y sólo se muestra atenta a su función simbólica. ETA asesina guardias civiles por serlo, con independencia de su nombre y circunstancia. Análogamente hay hombres que matan mujeres, sin importarles cuáles. Suponen un mínimo porcentaje de los usos criminales, aunque la literatura y el curanderismo edípico (que es lo mismo) le hayan dado una cierta notoriedad. Por el contrario, la inmensa mayoría de las veces que un hombre mata a una mujer mata a su mujer y no aceptaría que se la cambiaran por otra: hay algo que lo vincula estrechamente con el cadáver y no con la función social del cadáver. Ningún psicópata verdadero podría decir de una mujer cualquiera que no le ha hecho nada. (¡Todas putas!) Y qué decir de los etarras y los españoles, y de los nazis y los judíos.

    Esta cuestión elemental, escamoteada por la propaganda y el ansia de subvención (¡hazte con un punto de vista y te pagarán un Observatorio!), contribuye a explicar realidades aparentemente contradictorias. Por un lado que el número de crímenes de parejas no se reduzca en países muy igualitarios o que la proporción de esos crímenes sea mayor entre inmigrantes que entre autóctonos en la mayoría de países de la Unión Europea. Las causas por las que algunos hombres matan a algunas mujeres podrán ser lentamente combatidas con inteligencia, pedagogía y castigo. Pero cualquier acción correctora no deberá obviar la causa suprema, con la que tan hermosa y profundamente supo explicar Montaigne su amistad por La Boétie: “Porque él era él y yo era yo”. Una frase para el amor y para su doble siniestro. La criminal estupidez de que los hombres odian a todas las mujeres sólo se explica por la patética presunción simétrica de que las amen a todas. Por el eterno femenino, lagartas.

    (Coda: “Cualquier mujer, española o extranjera, es una víctima potencial de ese «patrón de dominio y sumisión» anclado en «pautas culturales» ancestrales.” Encarnación Orozco, El Mundo, 24 de enero)

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  2. Anónimo5:24 p. m.

    La verdad es que el artículo de Amaia es para quitarse la boina. No sólo eso, sino también para mucho agradecer.
    Yo veo que, últimamente, hay muchísimas jóvenes que también están hartas de este despropósito. Vamos, que saben que también tienen padre y que por el hecho de serlo no es el demonio. También sigue habiendo de las otras.
    Y en lo personal, ¡cuántas veces habré agradecido tener una hija en vez de un hijo! Lo digo porque tiene que ser muy difícil intentar hacer entender a un hijo que él siempre va a tener menos derechos y más obligaciones.
    Repito, un artículo genial.
    Un saludo,

    Balen

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  3. Anónimo10:51 p. m.

    El artículo de Arcadi Espada debe ponerse en relación con otro artículo suyo titulado "El periódico, y todos con él, prefiere la criminalización del hombre antes que la del inmigrante", en la sección "El Mundo por Dentro", donde el periodista censura al propio periódico en el que trabaja. Se pueden, además, dejar comentarios al artículo.

    http://www.elmundo.es/elmundo/2008/01/24/elmundopordentro/1201175410.html

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  4. Anónimo10:26 p. m.

    Sobre tu tabla reivindicativa, Emilio, creo que antes de aceptar esos organismos de igualdad habría que dejar bien claro de qué igualdad hablamos, porque me temo que no todos entendemos lo mismo.

    Es decir, ¿hablamos de organizaciones que velen porque todos los individuos sean tratados igual ante la ley, independientemente de su condición? ¿o hablamos de crear leyes que beneficien a ciertos colectivos considerados desfavorecidos, para así igualarlos ante otros colectivos no desfavorecidos?

    Si es el primero, entonces cabría preguntarse qué sentido tienen esos organismos para la igualdad en primer lugar. ¿Acaso no sería mejor sustituir la palabra igualdad por la palabra justicia? Porque en el fondo es de eso de lo que estamos hablando: de justicia, de garantizar que se cumpla el artículo 14 de la constitución.

    Y si es el segundo, me remito a las palabras de la filósofa Ayn Rand

    "La minoría más pequeña del mundo es el individuo. Aquellos que niegan los derechos del individuo no pueden llamarse defensores de las minorías"

    Así pues, si algún organismo está dispuesto a restringir mis derechos como individuo para favorecer a algún colectivo en nombre de la igualdad, que no cuenten con mi apoyo.

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  5. En tu opinión creo que hay bastante de verdad, pero seguramente creo que sería más factible la eliminación de algunos de estos organismos y viendo cualesl habría que mantener pasando por una fase de consideración como de igualdad, al menos se habría superado el actual sexismo de considerar que sólo la mujer tiene problemas con la igualdad.

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